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De la esperanza… a la tormenta

/ 9 de enero de 2025 / 06:03

Al finalizar abril, el alcalde del Municipio de La Paz presentó el Plan de Reconstrucción de la Ciudad denominado “De la Tormenta a la Esperanza”, el cual, de acuerdo a lo expuesto al Concejo Municipal requiere el financiamiento de 1.800 millones de bolivianos para la ejecución de 19 acciones y 140 actividades (proyectos), sin embargo, una vez más, parece que el fin del ejecutivo es aprobar este financiamiento para ponerse al día en las tareas no realizadas con anterioridad.

En la gestión 2021, después de disputas entre concejales de oficialismo y oposición se aprobó un préstamo de 175 millones de bolivianos para la intervención de, según el alcalde, varias Superobras y Superservicios, sin embargo, habiendo transcurrido dos años de dicho crédito, los resultados no son tangibles. En materia de riesgos son desconocidos los proyectos para encarar esta nueva y prematura época de lluvias y, a la fecha, la labor del secretario Municipal de Resiliencia y Gestión de Vulnerabilidades se ha reducido a pasar baldes de agua en montadas y burlescas conferencias de prensa y ser el réferi en los jaloneos acaecidos la primera semana de diciembre en la Cámara de Diputados.

Es evidente que la ciudad fue azotada por las intensas precipitaciones entre febrero y marzo de 2024, es cierto también que estas fueron irregulares, es decir, superaron la magnitud en comparación a otros años, pero ¿la solución será un nuevo crédito? Lo cierto es que, en el plan mencionado, no se evidencia que exista la intención de preparar a la ciudad para la época de lluvias que vendrá este 2025, que de hecho ya se adelantó y generó zozobra en Bajo Llojeta e incluso costó una vida y varios daños materiales.

El plan presentado contempla temáticas sustraídas del Plan Ciudad en Movimiento, Plan Estratégico Institucional y el propio Programa de Gobierno: Negro Arias, Alcalde para todos, lo cual demuestra que, el crédito solicitado busca, a casi cuatro años de gestión, ejecutar proyectos que ya deberían incluso estar concluidos.

Si bien el Plan de la Tormenta a la Esperanza menciona algunas acciones para la reducción de vulnerabilidades, la prevención no necesariamente está ligada a grandes inversiones o la construcción de infraestructura, mucho menos a una mezcolanza de acciones heterogéneas sin un aparente norte; el conocimiento técnico para afrontar este tipo de situaciones es vital. En un contexto de crisis económica hacer inversiones inteligentes puede generar impactos significativos.

La gestión 2021, el Radar Meteorológico LAWR dejó de funcionar después de algunos intentos de adaptaciones improvisadas y reparaciones fallidas, es decir, estos dos últimos años el Sistema de Alerta Temprana trabajó sin uno de los elementos más importantes al momento de cuantificar los eventos meteorológicos y emitir alertas oportunas para la toma de decisiones, aspecto que definitivamente repercutió en los eventos ocurridos esta última gestión. Qué importante hubiera sido gestionar la reposición de este instrumento en vez de hacer gigantografías cuyo destino fue ser la alfombra del alcalde y su séquito.

Tal parece que pasar de la tormenta a la esperanza será solamente el slogan de un plan sin pies ni cabeza, que nunca pretendió ejecutarse, que únicamente se utilizó como salvavidas mediático para intentar mejorar la imagen de una gestión deficiente, que desconoce la ciudad y sus necesidades, que antepone la ejecución de “obras” por capricho y la instalación de luces led y bolardos sin un aparente objetivo a diestra y siniestra.

Bajo este sombrío panorama se pronostica una serie de eventos adversos no solo vinculados a fenómenos meteorológicos, sino también a una vulnerabilidad en la gobernabilidad, amenaza de convulsiones sociales y alto riesgo en la gestión del territorio y no generadas por las intensas precipitaciones, sino por el desconocimiento de las necesidades de la ciudad por parte de las personas a cargo.

Rodrigo Mamani Magne es arquitecto municipalista.

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Yo también quiero ser alcalde

Rodrigo Mamani

/ 25 de diciembre de 2024 / 06:58

La foto con wawa prestada, una persona sembrando plantines que nunca nadie más regará, los videos bien producidos para fines particulares hechos por funcionarios públicos o grandes financiamientos, son algunos de los elementos que inundan las redes sociales esta temporada. Tal parece que la época de visitar mercados, laderas, andar en micro y hacerse poner guirnaldas auto compradas ha comenzado. Así es, estamos en campaña.

Durante las últimas semanas se ha intensificado este tipo de puestas en escena por varios personajes que ingenua o malévolamente persiguen iniciarse o jubilarse en la política con un fin, ser alcalde(sa) de La Paz o en su defecto ser concejal(a).

Es así, hoy por hoy proliferan candidatos, los hay en todas las formas y presentaciones, pasando por exalcaldes, excandidatos a alcaldes, exconcejales y exsubalcaldes; algunos de ellos con éxito en sus respectivas gestiones, otros desapercibidos en su momento y actualmente con esa absurda idea de que la población no tiene memoria. Por otra parte, están las autoridades vigentes de los diferentes niveles de gobierno, que casualmente tampoco sobresalen por su labor o resultados, pero si cuentan con un aparato económico y facilidad de convocatoria debido a sus ostentosos cargos. Por último, están los autoconvocados, los actores emergentes que quizá tienen más voluntad que conocimiento en la administración de un municipio pero que estoy seguro tienen mejores intenciones.

Dichos personajes son tan heterogéneos como los colores que los representarán en una papeleta electoral en más o menos un año, sin embargo, todos tienen un común denominador: la propuesta. O, mejor dicho, la falta de propuesta.

A la fecha, absolutamente todos los precandidatos o aspirantes a una candidatura se han pronunciado más de una vez en contra del actual alcalde, quien escribe también. Y es que la gestión edil y su marca registrada de improvisación genera eso. No obstante, alguien que pretende asumir la responsabilidad y honor de administrar una ciudad como La Paz debería tener un esbozo de propuesta, planificación y principalmente diagnóstico de lo que la ciudad necesita, no solo un libreto de crítica destructiva.

Todos y cada uno de ellos se autoproclaman como idóneos para el cargo, pero nadie dice qué es lo que se va a hacer por La Paz y mucho menos el cómo. Y no, no se trata de hacer videos de proyectos millonarios sin saber de dónde sale el presupuesto, mucho menos de prometer, cual populista, un sinfín de modificaciones al aparato municipal que ni siquiera tienen asidero legal. Se trata o debería tratarse de una planificación estratégica institucional real, enmarcada en un análisis técnico-social que a la fecha debería estar avanzado, sabiendo que después de la tormenta de mil colores la administración estará mucho más que comprometida.

Por nuestra parte, tal vez es necesario como ciudadanos, dejar de preguntarnos quién, pues ese “quién” llegará, en tanto y en cuando la ciudadanía entienda que no se trata de derechas o izquierdas sino de soluciones reales a los problemas sociales más significativos, sabiendo que, el próximo alcalde o alcaldesa, aparte de tener los pies de plomo, deberá tener un sentido de priorización desarrollado, un equipo apto y capaz, una ideología clara de rescatar La Paz y el valor suficiente para acortar el gasto público por promesas de campaña dejando de lado la demagogia y prebendalismo.

Sin embargo, no se trata de quien quiere estar en el décimo piso del Edificio Ex Soboce en un año, el futuro de la ciudad no está en manos de ninguno de estos personajes. Como dijo Maistre, “cada pueblo tiene el gobernante que merece». Es momento de que refutemos esa afirmación, que el voto se hace con el hígado y empecemos a pensar qué es lo que necesita La Paz.

Rodrigo Mamani Magne es arquitecto municipalista.

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