¿Crisis del monumento?
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Patricia Vargas
Desde la época moderna, el monumento dejó de ser la máxima expresión del espíritu y la memoria de las ciudades, por lo que no sorprende que hoy éstas hayan desplazado su importancia. Empero, aquello no significa la desaparición de esas manifestaciones monumentales y artísticas, sino su evolución dentro del arte urbano. Y es que, acorde a los nuevos conceptos de la ciudad actual, éste invita a crear otro tipo de expresiones.
La Paz es una ciudad que cuenta con destacados monumentos que forman parte de su memoria y la del país, los cuales han colaborado en revelar su historia. Mucho más, han enaltecido a ciertos espacios públicos.
Son tiempos que confirman que el monumento se ha desprendido del ámbito religioso, mítico e histórico, lo que, sin embargo, amplió la esencia sensitiva de la ciudadanía. Esto, porque durante mucho tiempo fue acompañada por los monumentos históricos, que aún conservan la sustancialidad del sentido con el que fueron creados.
En la actualidad se han impuesto las artes urbanas que se presentan, por ejemplo, con esculturas contemporáneas. Una muestra de aquello fue la exposición monumental de esculturas presentada hace algunos años en ciertas avenidas y espacios públicos de Madrid. Nos referimos a las gordas de Botero, el más connotado artista colombiano, hoy fallecido.
Lo singular de ese acontecimiento es demostrar cómo la escultura contemporánea hoy, tiene presencia hasta en las ciudades antiguas, como fue el caso de la exhibición de manos en Venecia (2017), cuando se presentaron enormes obras con un mensaje sobre la paz, la sostenibilidad y la concordia. Esculturas de manos gigantes que llegaron a medir hasta 18 metros de altura y que en un caso emergía del Gran Canal de Venecia para sostener una edificación histórica.
Hoy, las grandes ciudades acogen un buen número de esculturas, especialmente en los lugares más relevantes, donde el turismo acude a visitar a esos espacios contemporáneos.
Sin duda, esas obras le otorgan una gran vitalidad a las urbes y un significado cultural encomiable, ya que expresan una conceptualización progresista que revela su carácter urbano. De esa manera, lo estético hace presencia en las metrópolis, lo que no deja de sensibilizar a los visitantes.
Sin embargo, las esculturas urbanas de corte contemporáneo dejaron de ser conmemorativas y hoy se presentan como nuevas expresiones de arte que colaboran en el proceso de evolución estética de la ciudad.
A pesar de aquello, es preciso recordar que los monumentos del pasado que se encuentran en las plazas y otros espacios públicos representan los registros de los distintos constructos de toda nación o ciudad, que se convirtieron en una especie de inscritos del ayer que deben ser bien conservados.
No cabe duda de que La Paz debiera recorrer los nuevos tiempos y, para ese fin, empezar a incrementar su arte urbano. En esa dirección, sería apreciable que los escultores expongan en algún momento sus obras en espacios públicos abiertos. Esto, con el apoyo de quienes dirigen la ciudad.
Para terminar, es evidente que La Paz cuenta con una población deseosa de visitar y dotar de vida a los espacios públicos. Esto, no solo porque necesita esparcimiento, sino porque el espacio público forma parte habitual en la vida del ciudadano paceño. En esa medida, éste se identifica con la vida urbana efervescente y, para ello, qué mejor que los nuevos espacios públicos transmitan un sentido cultural, a través de la presencia de esculturas de corte contemporáneo.