Los riesgosos caminos de Milei
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Jaime Jordán Costantini
Milei está imbuido por la religiosidad judía, pero además está involucrado con la comunidad judía Lubavitch, un grupo ultraconservador, sionista que opera a escala mundial. El sionismo no es una corriente mayoritaria del pueblo judío, se estima que tan solo hay dos millones de sionistas de una población judía de 16 millones. El grupo Lubavitch es hábil para crear vínculos entre grupos económicos sionistas, apoyar políticos, actividad que está al margen de la espiritualidad judía.
Por tanto, no es sorpresivo que la primera visita internacional de Milei como presidente en ejercicio haya sido precisamente a Israel. Visita que, por cierto, no tuvo gran significación, ya que el país está hondamente preocupado por la guerra en Gaza como para prestar atención al presidente de un país subdesarrollado. Milei consideró esa visita como una oportunidad para apoyar a Israel en su conflicto con los palestinos, y manifestar el alineamiento del nuevo gobierno argentino con Estados Unidos.
Sin embargo, estas intenciones no parecen estar en la dirección correcta, veamos por qué. En primer lugar, porque el presidente Biden ha manifestado su posición en favor de la existencia de un Estado palestino vecino a Israel y la convivencia pacífica entre ambas naciones. Esta propuesta ha sido rechazada por Benjamín Netanyahu, el primer ministro israelí, quien no concuerda con la existencia de un Estado palestino.
En segundo lugar, porque la Argentinian Israeli Collective, que representa la comunidad judía-argentina, desautorizó a Milei declarando lo siguiente: “Repudiamos el uso y abuso de la apropiación de la identidad judía por parte de Milei y decimos, Milei no representa a los judíos. Rechazamos la visita entendiendo que busca profundizar los vínculos con la derecha extremista y mesiánica, lo que solo acentuará los conflictos existentes en la región”.
Por su parte, el grupo armado Hamás escribió un comunicado oficial: «Condenamos y denunciamos enérgicamente el anuncio del presidente de Argentina sobre su intención de trasladar la embajada de su país a la entidad nazi-sionista en Jerusalén ocupada, y consideramos que esto infringe los derechos de nuestro pueblo palestino sobre su tierra y viola las normas del derecho internacional que consideran a Jerusalén como tierra palestina ocupada».
Colocar en extenso ambas citas es importante para demostrar la dinámica contradictoria y altamente conflictiva en que participa Milei. En el pasado, Argentina experimentó actos de violencia en su territorio, con atentados terroristas a la Embajada de Israel en Buenos Aires en 1992, y la Asociación Mutualista Israelí Argentina (AMIA), en 1994.
Lo más preocupante es que la política de Milei no tiene fundamentos que estén en línea con el progreso económico de Argentina. De acuerdo con datos del INDEC, el Instituto Nacional de Estadística y Censos de la Argentina, las exportaciones al Medio Oriente, Egipto y el Magreb alcanzaron a $us 8.607 millones en 2022 y se tradujeron en un saldo comercial positivo en favor de la Argentina de $us 4.808 millones. Los países musulmanes representan una parte importante de este saldo ($us 6.921 millones en 2022). ¡Nada menos que dos terceras partes! Como complemento se debe destacar que los embarques de productos argentinos a Israel apenas alcanzaron $us 106 millones en el mismo año.
Como puede apreciarse, los caminos escogidos por Milei están llenos de riesgos y no tienen promesas económicas alentadoras. Pero lo más peligroso es que los conflictos del Medio Oriente entrañen la posibilidad de actos violentos para Argentina, como sucedió en el pasado.
Jaime Jordán Costantini es doctor en Economía y docente universitario.