Si se calla el cantor, calla la vida
Creemos que el Estado es perfectible y puede ayudar a aminorar las desigualdades económicas
Charls Ticona Rojas
A principios de la década del 70, el cantautor argentino Horacio Guarany compuso la canción Si se calla el cantor. Una de sus estrofas dice: Qué ha de ser de la vida, si el que canta/ no levanta su voz en las tribunas/ Por el que sufre, por el que no hay/ ninguna razón que lo condene a andar sin manta. Esta canción de protesta tomó su inspiración en el período de dictaduras que vivía su país natal, así como buena parte del continente suramericano: fueron años de censura por la forma de pensar y de zozobra, ya que podías salir de tu casa por la mañana y nunca más regresar. Así, al entonar estas coplas los jóvenes de aquel entonces interpelaban al Estado.
Hace más de 180 años algo similar pasaba con un intelectual judío alemán, quien al tomar conciencia de lo que acontecía en su tiempo alzó su voz y su pluma para denunciar la injusticia por la que atravesaba la población pobre y campesina, que por el solo hecho de recoger del suelo las ramas secas de los árboles era sometida a severas multas o a trabajar gratuitamente en beneficio del propietario del bosque, siendo que había un derecho consuetudinario que la respaldaba a recoger dichos restos para ser usados como combustible para preparar sus alimentos.
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Este intelectual era Carlos Marx, quien desde su juventud reflexionó sobre las ilegalidades del sistema económico imperante y ejercido por los propietarios, a paciencia del Estado, contra la población pobre. Así, en 1842, mientras era redactor en jefe de la Gaceta Renana (periódico de orden liberal) escribió Los debates sobre la Ley acerca del robo de leña.
Por qué es importante recordar a Marx en la actualidad, por dos razones: la primera, porque a partir de sus planteamientos filosóficos y económicos podemos realizar una crítica a la economía vulgar, la cual en los últimos tiempos se viene reagrupando (nuevamente) de a poco en la corriente de pensadores ortodoxos y amantes del mercado, los denominados libertarios, donde prima el mercado bajo la égida del empresario emprendedor y la defensa de la propiedad privada, con la única pretensión de echar por el suelo la conducción de la economía por parte del Estado. La segunda razón, porque no han refutado por completo las teorías de Marx y tratan de vituperar su pensamiento, siendo que muchas de las teorías ortodoxas que sostienen son rebatidas por las inconsistencias internas que presentan al momento de comprender la realidad.
En opinión del economista Richard Thaler (premio Nobel de Economía 2017), muchos de estos fanáticos del mercado piensan “como si” sus teorías fueran la única verdad, encajándolas a la realidad. Así, por ejemplo, la teoría de la empresa indica que estas tienden a maximizar sus beneficios en el punto en cual el coste marginal iguala al ingreso marginal; sin embargo, no es más que una abstracción para justificar la existencia de un modelo económico de agentes racionales. En realidad, ningún empresario, dice Thaler, hace ese cálculo de “igualar los márgenes”.
Entonces, mucho de lo que plantean estos economistas ortodoxos (libertarios), con sus modelos abstractos y con agentes económicos racionales (maximizadores), no se respalda en la realidad, y como dice Thaler: “debemos… dejar de asumir que estos modelos son descripciones precisas de dicho comportamiento, así como dejar de basar las decisiones políticas en estos análisis tan imperfectos”.
Si las decisiones políticas de los ortodoxos/libertarios son imperfectos, ¿por qué deberíamos estar de acuerdo en abolir el Estado y dejar que las fuerzas del mercado actúen libremente? A diferencia de ellos, nosotros creemos que el Estado es perfectible y puede ayudar a aminorar las desigualdades económicas que existen en las sociedades, porque es un factor de desarrollo al igual que lo es el mercado. No podemos estar de acuerdo con la dictadura del mercado, por tanto: Que no calle el cantor, porque el silencio/cobarde apaña la maldad que oprime.
(*) Charls Arnold Ticona Rojas es economista