No me vuelvas a llamar
Si los recursos naturales son un patrimonio del pueblo boliviano, ¿Dónde deberían ir los excedentes?
Judith Apaza
Eran las 8 de la noche. El restaurante, impecable, esperaba la llegada de una joven pareja que había realizado una reservación. Llegaron juntos: Ella con un vestido floreado, él con un traje elegante y una camisa a juego. No tendrían más de 25 años. Ella se veía algo incómoda, él, nervioso.
Se sentaron a cenar y ella rompió el hielo diciendo: “No entiendo por qué me llamaste. Hace años que no nos vemos, y yo ya hice mi vida lejos de ti”. Él, intentando sonreír, no pudo hacer más que tomarle la mano sin verla a los ojos. Durante los minutos siguientes, la conversación se desarrolló en medio de una serie de argumentos y propuestas del joven, frente a las negativas y los cuestionamientos de ella.
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Llamaba la atención que ella argüía insistentemente en que él tuvo la oportunidad de actuar adecuadamente cuando estaban juntos, pero que él la desaprovechó. Ahora, años después, él volvía pretendiendo mostrarse renovado, proponiendo algo que (en palabras de ella) “no pudo, o no quiso hacer en su momento”.
Las situaciones de este tipo, engorrosas, por cierto, son tan frecuentes tanto en la vida personal como en otros aspectos de la cotidianidad. Oportunidades perdidas, promesas increíbles de un futuro juntos, de algo mejor, pero sin un sustento real en los hechos. Este escenario que pareciera trivial me hizo pensar fuertemente en recientes propuestas llegadas desde el exterior, de expresidentes y otros personajes de los cuales conocemos su actuar en el pasado, pero que hoy pretenden posicionar propuestas y proyectos país.
No me malentiendan, proponer es algo saludable, ¡Por supuesto! Pero, ¿qué de nuevo podría proponer alguien que en su momento optó por un modelo de expropiación de los recursos naturales (RRNN)?
Es cierto, la coyuntura es distinta, las personas evolucionamos y cambiamos, eso es algo innegable. Pero, estos personajes, que en su gestión decidieron aplicar impuestos más altos a quienes menos ganaban (véase impuesto regresivo al salario en 2003), o que decidieron levantar las armas contra quienes se oponían a la medida (véanse los hechos luctuosos también de 2003), ¿son poseedores acaso ahora de la fórmula mágica para mejorar el país?
Hay muchos puntos que pueden abordarse de su propuesta, pero me gustaría hacer énfasis en uno de los temas que a su vez tuvo relevancia en el fin de su gobierno a inicios de los 2000 y que es y será altamente importante en los próximos años: El manejo y administración de los RRNN.
Como sabemos, el litio y otros RRNN jugarán un rol estratégico destacable en el corto y mediano plazos. Más allá de puntos de vista cuantitativos, también está en juego nuestra postura geopolítica. No es para nadie un secreto que recursos como el agua, la energía y los alimentos son bienes que serán primordiales para la población. Por tanto, es importante analizar y definir el tipo de modelo de gestión que necesitamos como Estado boliviano. ¿Quiénes deberían beneficiarse de las ganancias por la industrialización de esos sectores? Si su respuesta, amable lector, es el “pueblo boliviano”, entonces quizás encontrará que la propuesta de algunos expresidentes no es la mejor.
Revisemos juntos los documentos, ¿Qué plantean sobre este punto? Básicamente, otorgar los RRNN a terceros. Al respecto, vale la pena preguntarse si esa propuesta sería la mejor, no solo en términos económicos, sino también en cuanto a justicia social.
Siendo que Bolivia tiene la posibilidad de convertirse en un referente energético y de seguridad alimentaria para el mundo, es necesario proyectarnos como un país industrializado, pero con soberanía, con responsabilidad social y con la certeza de que las ganancias obtenidas coadyuvarán al desarrollo económico y social de la población boliviana y de quienes habitan nuestro país, como plantea el Modelo Económico Social Económico Comunitario Productivo.
Es necesario que la propuesta de política pública mantenga su rol social de redistribución, pero sin perder el objetivo de que las negociaciones por la industrialización sean hechas de igual a igual, de lo contrario, volveremos al modelo de los años 90 donde los ricos se hacían más ricos y los pobres, más pobres.
Si los RRNN son un patrimonio del pueblo boliviano, ¿Dónde deberían ir los excedentes? ¿Quiénes deberían definir esas políticas? ¿Deberían hacerlo quienes en su momento pudieron y no quisieron?
Es necesario tomar decisiones firmes al respecto. Volviendo a nuestra pareja, en medio del postre, ella se levantó de la mesa, lo miró a los ojos y le dijo tajantemente: “Eso es todo, Gonzalo. No me vuelvas a llamar”.
(*) Judith Apaza es auditora financiera