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Wednesday 3 Jul 2024 | Actualizado a 14:43 PM

Una arquitecta africana

/ 21 de abril de 2023 / 01:10

Lesley Lokko es una académica africana dispuesta a cambiar el rumbo de la arquitectura, la disciplina artística más terca y reacia a la renovación teórica. De familia escocesa y ghanesa, esta profesional que se formó en The Bartlett School of Architecture, con doctorado en la Universidad de Londres, impartió cátedra en diversas universidades del norte. Cansada de un ambiente universitario cansino y disgustada por la discriminación hacia su persona decidió romper con las academias del norte y formar el African Future Institute, en Ghana, para iniciar una cruzada contra la hegemonía occidental en la arquitectura.

Lokko, una personalidad arrolladora y sin pelos en la lengua traza un doble objetivo: Descolonizar y Descarbonizar la arquitectura en este siglo XXI. Descolonizar como un objetivo que pretende fundar una teoría apropiada a nuestras condiciones materiales y culturales. Con Descarbonizar proyecta reducir la huella de carbono de la construcción hacia una sostenibilidad y sustentabilidad de las ciudades y los pueblos.

Con una capacidad de proyección inusitada, Lokko se instala en el debate global, y es nombrada curadora de la 18ª Bienal de Arquitectura de Venecia 2023, el evento más importante y decisorio del mundo. Su lema: África laboratorio del futuro, y cambia el evento con invitaciones a colectivos de trabajo, de jóvenes desconocidos que buscan reintegrarse a la sociedad con empatía y diseño de acción social, algo que las figuras rutilantes de la arquitectura global, ensoberbecidas por su ego, olvidaron hace tiempo. Para rematar esta nueva impronta premia con el León de Venecia a la trayectoria a un polifacético creador nigeriano, Demas Nwoko, que tiene obras de arquitectura precarias en extremo y plenas de la “fealdad” popular. Y saltaron los críticos porque esas obras, dizque, carecen de la exquisitez del fino arquitecto de élite; ergo: Lokko arremete contra el sometimiento cultural de siglos que nos castró el pensamiento crítico y divergente. Mucho coraje de esta arquitecta que desde el sur africano provoca un debate epistemológico y reposiciona el papel de los creadores en la sociedad. (Una acotación al margen: no nos enfilemos mañosamente al lado de Lesley Lokko. Ella no es una ocurrencia oportunista, de simples consignas, llegó a las grandes ligas con mucho estudio e investigación).

En una entrevista le preguntaron: ¿Cuál es su mensaje a los futuros arquitectos? Su respuesta: “Un arquitecto puede hacer mucho más que construir edificios. La arquitectura tiene impacto en la justicia, en la salud pública, en el paisaje y en las finanzas. El futuro es abordar todas esas disciplinas desde la arquitectura”.

Carlos Villagómez es arquitecto.

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Razones estructurales y normativas

Carlos Villagómez

/ 28 de junio de 2024 / 10:33

El primer documento regulador del crecimiento urbano de La Paz que conozco y conservo se llama Reglamentos de Parcelación y Zonificación, de 1956, proyectado en la Oficina del Plan Regulador de la Municipalidad de La Paz bajo la autoridad del alcalde Juan Luis Gutiérrez Granier. El referido plan fue publicado en doble formato con textos y tres planos de gran formato donde se describen las zonas y sus normas de edificación.

Lea: K’ala Marka

Han pasado casi siete décadas y La Paz ha crecido aceleradamente gracias a su condición de ciudad terciaria —con una oferta múltiple de servicios— para la nueva sede de gobierno. Y, por ese crecimiento, cambiamos la normativa municipal ene veces. Por ejemplo, en las normas de 1956, zonas como la avenida Arce, la Busch, la principal de Obrajes y de Calacoto están con un parámetro de edificación de “vivienda unifamiliar aislada” de solamente dos pisos (Achumani e Irpavi casi no existían). En la actualidad está vigente el llamado LUSU, y en esas avenidas principales de la ciudad se llega a más de 20 pisos. Este dato muestra  que las normativas no se congelan, ni se congelarán en ningún momento histórico y están a merced de las fuerzas vivas del mercado. En economías capitalista/dependientes el mercado libre y abierto del suelo urbano ejerce presiones y cambia los patrones de edificación para un mayor rédito económico, tanto en una choza ilegalmente construida (capitalismo hormiga), como en un emprendimiento inmobiliario que demoliendo toda normativa construye 10 pisos más de la altura permitida (capitalismo salvaje que algunos llaman “progreso”).

En nuestra ciudad reina ese liberalismo constructivo, y son pocas las edificaciones que cumplen la norma. ¿Por qué? Por otra razón estructural de fondo: en dos siglos Bolivia no ha logrado conformar un Estado pleno, sólidamente institucionalizado. No somos un Estado fallido, pero estamos a la zaga. Como vivimos en un Estado desestructurado no estamos formados para cumplir las normas (ejemplos abundan en las carreteras, en el kilómetro cero, y en cualquier esquina). El éxito de las normativas municipales, desde Gutiérrez Granier a la fecha, se logra dentro de un Estado consolidado, fuerte y éticamente responsable.  En un Estado pleno, los gobiernos municipales serán capaces de normar la liberalización mercachifle del suelo urbano, y podrán proyectar las ciudades que soñamos.

Epílogo: Un Estado institucionalmente débil y un liberalismo económicamente voraz, hacen una ecuación extremadamente difícil de enfrentar. Y, por estas razones estructurales, nuestras ciudades —a pesar del esfuerzo de profesionales honestos— se transforman en una confusa distopía urbana.

(*) Carlos Villagómez es arquitecto

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K’ala Marka

Carlos Villagómez

/ 14 de junio de 2024 / 07:00

Con un logotipo inspirado en la imagen central de la Puerta del Sol de Tiwanaku, el Señor de los Báculos sosteniendo dos K en vez de los báculos sagrados, el grupo K’ala Marka comenzó su festejo por 40 años de trayectoria artística en un radiante concierto de más de dos horas de duración. Fue una fiesta boliviana con un despliegue poco visto de sonido, luces, enormes pantallas led, fuego en cascadas, cuerpo de baile, fuegos artificiales. Esa puesta en escena recibió a Hugo Gutiérrez Quisbert y Rodolfo Choque Quispe, el dúo de fundadores, creadores, y compositores, y a un grupo de notables músicos que fusionaron, con una maestría ya conocida, instrumentos nativos con electrónicos (lo que algunos llaman neofolklore contemporáneo).

Consulte: Plazas del Bicentenario

Según Wikipedia, “K’ala Marka explora diversas temáticas, tales como la vida en el altiplano, la protección del medioambiente, la protección de derechos indígenas, tradiciones y mitología prehispánica, entre otras”. Y, ese mensaje ideológico está proyectado y multiplicado por la potencia de la música folklórica boliviana que corean miles de fans de las clases medias y populares de Latinoamérica y el mundo donde K’ala Marka lleva nuestra cultura. La vibrante y festiva concurrencia, que llenó a tope el Teatro al Aire Libre, bailó y cantó los éxitos de siempre junto a los nuevos temas de este prolífico dúo de artistas que saliendo de provincias andinas llegaron a conquistar el planeta, instalándose en Francia y logrando difundir nuestro arte como muy pocos. Pienso que Gutiérrez y Choque deben tener una vida épica, plena de experiencias, como trepados en un interminable tobogán, una vida digna de una novela (el solo logro artístico de grabar y tocar junto a Francis Cabrel la célebre balada Je l’aime à mourir, un himno al amor de la Francia de los años 70, ya es mucho). K’ala Marka logró proyectar y triunfar en diversos medios sociales porque su arte es una expresión emocional que impulsa el disfrute estético y representa simbólicamente la batalla cultural e identitaria.

En el concierto, sintiendo la energía positiva de esa masa humana, me preguntaba ¿qué sería de esta sociedad pluricultural perdida en los Andes sin sus artistas? ¿Qué sería si no tuviéramos esa catarsis colectiva gracias a creadores como Hugo Gutiérrez y Rodolfo Choque? Esa noche nos olvidamos de los entuertos y sinrazones de nuestra clase política, y agradecimos que estos artistas, junto a otros miles en Bolivia, han construido una K’ala Marka estética, han levantado una ciudad de piedra como una eterna montaña andina, para mantener vivo el sentido común alrededor de lo más grande que tiene la sociedad boliviana: su arte. 

(*) Carlos Villagómez es arquitecto

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Plazas del Bicentenario

Carlos Villagómez

/ 31 de mayo de 2024 / 11:56

En 2025, los gobiernos central y municipales entregarán en cada capital departamental Plazas del Bicentenario en conmemoración a tan significativa fecha. Son, sin duda, proyectos simbólicos de suma importancia para rememorar nuestros 200 años de historia, tanto republicana como plurinacional, que serán expresados en espacios públicos de gran valor ciudadano.

Lea: Bloqueos urbanos

Comencemos formulando conceptos importantes. Primero: los espacios públicos son vitales para el desarrollo de la vida comunitaria en las ciudades. Estos espacios, como parques, plazas, calles y aceras, permiten que las personas se reúnan, interactúen y participen en actividades sociales, culturales y recreativas. Segundo, y muy importante por las tensiones políticas: los espacios públicos fomentan la interacción social y la cohesión comunitaria, facilitan el encuentro y el diálogo para construir una sociedad más inclusiva y democrática. Tercero: la convivencia en estos espacios genera un sentido de pertenencia y de identidad colectiva entre los habitantes. Cuarto: los espacios públicos son catalizadores del desarrollo económico y social de una ciudad; bien diseñados y gestionados impulsan la actividad comercial y la generación de empleo en las áreas aledañas.

El gobierno municipal ha presentado un esquema de ubicación y de diseño para nuestra Plaza del Bicentenario. Decidió intervenir en una plaza ya existente y consolidada: la plaza Bolivia, cuyas dimensiones no contribuyen a la magnitud simbólica requerida. Para ampliar el área, el municipio diseñó un viaducto (léase un túnel por debajo) en la avenida Arce. Imploro de rodillas que no hagan semejante desatino urbano que no tiene un sustento válido, ni responde a un plan contemporáneo ni sistémico de vialidad urbana. La única vía troncal de nuestra ciudad, colapsada por marchas y bloqueos, será cerrada por dos largos años de obras sempiternas.

Como recién empezaron las consultorías de diseño, es sensato encontrar otro sitio para un proyecto acorde a la magnitud simbólica de una Plaza del Bicentenario para La Paz.  Mejor si es un área fuera del centro urbano, que desahogue el tráfico vehicular, que dinamice otros barrios, y represente por diseño y localización la historia social, política y urbana de una ciudad que se ha sacrificado por Bolivia entera durante un largo siglo de tensiones y muertes entre hermanos y hermanas.

No den por cerrada esta decisión municipal. Recuerden que a espaldas de la ciudadanía un gobierno central se equivocó y construyó dos armatostes en la plaza Murillo aspirando simbolizar un proceso revolucionario; solo edificaron símbolos anacrónicos de la concentración urbana capitalista.

(*) Carlos Villagómez es arquitecto

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Bloqueos urbanos

Carlos Villagómez

/ 3 de mayo de 2024 / 07:30

Hace décadas que nuestra pequeña ciudad padece de bloqueitis aguda por marchas y desfiles de todo tipo. Esta enfermedad llegó con la sede de gobierno, y estamos al borde del colapso. Una ciudad de infinitas callejuelas y pocas avenidas puede bloquearse muy fácilmente. Aparte de la razón estructural de esa gimnasia callejera de la política (jodemos por la incapacidad centenaria de no consolidar un Estado pleno), los efectos nocivos a los ciudadanos son alarmantes y debemos conocerlos.

Revise: Las musarañas de Malasia

¿Qué genera la congestión vehicular en el organismo de un chofer de taxi o del usuario que está en posición chullpa en un minibús? Pues, lo siguiente: El tráfico vehicular está estrechamente relacionado con el aumento de las enfermedades respiratorias. La exposición continua a los contaminantes del tráfico, como el dióxido de nitrógeno (NO2) y las partículas finas, puede provocar el desarrollo o empeoramiento de enfermedades como el asma, la bronquitis crónica y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Además, la exposición a largo plazo a estos contaminantes puede aumentar el riesgo de padecer cáncer de pulmón. El dióxido de nitrógeno (NO2) y las partículas finas, por ejemplo, pueden penetrar en el sistema respiratorio y causar enfermedades respiratorias como el asma, la bronquitis crónica y la reducción de la función pulmonar. Además, la exposición a los óxidos de nitrógeno puede contribuir al desarrollo de enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión arterial y problemas del corazón. Es imperativo acotar: como vivimos en alturas andinas donde escasea el oxigeno, todo lo anterior se potencia al máximo.

Aparte de esa descripción científica de los efectos nocivos a nuestros organismos, tenemos otros en la psiquis: la congestión vehicular es una de las principales causas del  estrés, y contribuye significativamente al trastorno psíquico llamado burn out (estar fundido). Pero, la palabra estrés tampoco parece intimidarnos. Los bloqueos por marchas, desfiles y farándulas no solo afectan el tiempo de viaje, también generan frustración, agresividad, ansiedad y agotamiento mental; efectos tremebundos que nos resbalan porque creemos que somos tan indestructibles como los monolitos.

Pero, lo más triste, es que los bloqueos tienen una secuela: La Paz ha perdido calidad de vida y su futuro es incierto. Las tensiones de la política nacional que se manifiestan perversamente en nuestra pequeña ciudad han calado muy profundo y las heridas no paran de sangrar diariamente.

¿Existen soluciones a corto plazo? Los entusiastas candidatos y candidatas tienen  como respuesta las recetas de siempre. Mis arrugas dicen que no hay soluciones inmediatas.

(*) Carlos Villagómez es arquitecto

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Las musarañas de Malasia

Carlos Villagómez

/ 19 de abril de 2024 / 07:07

Existe una especie que resiste la embriaguez tanto como los seres humanos: la musaraña de Malasia. Este un pequeño mamífero —de mirada turbia que te recuerda a muchos— vive y se desarrolla en su hábitat natural, el néctar de una palmera fermentada que sería lo más parecido al velado espacio de las tabernas. Todas estas historias vienen en el texto Breve historia de la embriaguez del inglés Mark Forsyth, que en un lenguaje entretenido nos brinda una visión sobre el impacto de la embriaguez en la historia.

También revise: Cae el patrimonio

El autor explora los conceptos médicos y sociales asociados a la embriaguez, destacando la vinculación del consumo del alcohol, como alterador del estado de conciencia. Como los antropólogos que dividen las sociedades en húmedas o secas, Mark Forsyth resalta la relevancia histórica que ha tenido la embriaguez en todas las culturas. El joven autor nos muestra cómo la embriaguez ha estado presente en rituales religiosos, y en ceremonias como escape de la realidad y forma de sociabilidad. Es así que en Göbekli Tepe (10.000 a.C.), se edificó una monumental espacio dedicado para la libación mucho antes que la misma agricultura. Posteriormente, “los sumerios la vieron como pura alegría colectiva, los egipcios como un deporte extremo y los griegos dieron un paso atrás, acariciaron sus barbas y reflexionaron”. Sin embargo el autor menciona que “Platón decía que emborracharse era como ir al gimnasio: la primera vez te sientes realmente mal y adolorido, pero la práctica hace al maestro”. En sus referencias bíblicas nos recuerda que Noé lo primero que hizo al desembarcar —podrido de ver tanta agua— fue plantar viñas. Y sin remilgos, Forsyth declara que “Jesús comenzó su carrera con una lluvia de alcohol en las bodas de Caná”. Pasa después al pulque azteca, el agua miel del agave, tan lleno de nutrientes que casi es carne, tan carnosa como la diosa Mayahuel y sus 400 senos para igual número de conejitos ebrios. Y del mundo anglosajón, campeón del APV, el etimólogo inglés afirma que fueron deportados los borrachos de Gran Bretaña para hacer Estados Unidos y Australia.

Forsyth desarrolla su pesquisa eludiendo el carácter poliédrico de la embriaguez, no analiza sus facetas oscuras, ni las implicancias nefastas del alcohol en las sociedades. A pesar de ello, asocia con justeza —como un buen cóctel— la influencia de los brebajes en las organizaciones sociales, culturales y religiosas. Y de las facetas jubilosas de la embriaguez, admito que me enternecen mis “musarañas de Malasia” que en espacios brumosos comparten su amistad porque, como decía Bryce Echenique, “desconfío de los que no toman”, recordando luego que Hitler era abstemio.

(*) Carlos Villagómez es arquitecto

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