Insostenibilidad de la deuda externa pública
No parece buena la idea del Ministerio de Economía de incrementar aún más la deuda ($us 1.000 millones en bonos del Estado)
La afirmación de que la deuda externa pública es sostenible cuando ésta no supera los techos máximos del 60% o 50% del PIB, en sí misma no tiene sustento teórico ni empírico para Bolivia, sino corresponde a un criterio unilateral de los agentes internacionales de crédito. En el análisis correcto, la racionalidad económica indica que la sostenibilidad de la deuda externa va a depender, por un lado, de su evolución ascendente, y por otro, de las magnitudes de un conjunto de parámetros relevantes tales como el tipo de interés externo, la prima de riesgo del país, el plazo de la deuda, el crecimiento del PIB y el saldo externo de bienes y servicios.
La evolución de la deuda externa pública muestra que ha crecido sin freno desde 2007, lo ha hecho en valores absolutos y relativos. En valores absolutos, entre 2007 y septiembre de 2022, ha pasado de $us 2.208 millones a 13.121 millones, lo que supone que la deuda actual sextuplica la de 2007. En términos relativos, se ha incrementado de 16,7% del PIB a más del 30% del PIB (datos del BCB). Asimismo, ha ido creciendo a una tasa media anual del 13%, y a nivel per cápita ha trepado de $us 227 a 1.085 por habitante.
Con referencia a los parámetros de deuda relevantes, por un lado, los tipos de interés de referencia a nivel mundial están en constante ascenso. Los tipos del Banco Central Europeo han crecido sin pausa desde julio de 2022, actualmente están en 3%. Asimismo, los tipos de la Reserva Federal también han subido desde marzo de 2022 llegando al 4,5%. Por otro lado, el riesgo de que el país no pueda hacer frente al pago de sus deudas, medido por el indicador EMBI (Emerging Markets Bonds Index), ha aumentado desde marzo de 2017, de 0,5 pp a 7 pp (datos de JP Morgan). Con respecto al crecimiento del PIB nacional, que venía desacelerándose desde 2014, se vaticina que en los años que vienen no se alejará del 3% (reporte Global Economic Prospects, enero de 2023, Banco Mundial). También, el saldo exterior de bienes y servicios ha descendido intensamente desde 2014: el saldo promedio trimestral del periodo (2014T1- 2022T3) es -4,7% del PIB, mientras que el saldo del periodo (2006T1-2013T4) se acercaba al 7% del PIB. Finalmente, los plazos de la deuda externa boliviana, que ahora en promedio (ponderado) son cercanos a 20 años, serán cada vez menores; de hecho, el Ministerio de Economía ha anunciado su intención de aumentar el endeudamiento externo a través de la emisión de bonos públicos ($us 1.000 millones más) con plazos que normalmente son más cortos (10 años) y tipos de interés más elevados (7,5%).
Bajo el escenario de tipos de interés internacionales crecientes, mayores primas de riesgo, saldos externos más pequeños e incluso negativos, plazos de devolución de deuda más cortos y menores tasas de crecimiento del PIB, se prevé para Bolivia un achicamiento del límite máximo permitido de deuda externa: con los datos mostrados arriba se calcula que el techo estaría por debajo del 39% del PIB (véase la metodología de Frenkel, 2003, Desarrollo Económico, vol. 42, Nº168).
El continuo y constante crecimiento de la deuda externa y la caída de su límite máximo permitido, aumenta la probabilidad de que sea insostenible. En consecuencia, no parece buena la idea del Ministerio de Economía de incrementar aún más la deuda ($us 1.000 millones en bonos del Estado) porque ello llevaría al país al borde de una crisis similar a la ocurrida en los años 80 —los aumentos sostenidos de deuda externa en el periodo 1974-1985 desembocaron en un periodo de ajustes estructurales, que llevaron consigo una caída del gasto social, privatizaciones de empresas del Estado, incrementos de deuda y aumentos de la pobreza—, por ello conviene que la sociedad civil, los actores económicos y políticos (del Gobierno o de la oposición) eviten que el Gobierno siga con su política desenfrenada e insostenible de endeudamiento externo.
Fernando Torrejón Flores es doctor en Economía, profesor de Economía Aplicada.