Día de la Tierra, 52 años después

El 22 abril, en todo el mundo se celebró el Día de la Madre Tierra, fecha que se festeja desde 1970 y se aprovecha para reflexionar sobre la importancia que tiene el medioambiente, su cuidado y realmente cómo venimos actuando hacia y con el planeta. Han pasado 52 años, los datos y eventos que vemos a diario nos muestran que hemos hecho poco o nada; no se ha progresado tanto en su protección como se esperaba, el estado del planeta es mucho más grave hoy de lo que era en aquel entonces.
En los últimos 52 años, se ha aumentado drásticamente la producción y la extracción de alimentos, energía y materiales, lo que se ha traducido en alto deterioro del medioambiente a través del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y otras formas de contaminación y degradación de los recursos naturales. Solo en Sudamérica, según datos de la RAISG (Red Amazónica de Información Socioambiental Georeferenciada), entre 1985 y 2020, en la Amazonía, 740.000 km2 de vegetación natural fueron transformados en áreas agropecuarias, superficie equivalente a los territorios de Alemania e Italia juntos. Por otro lado, entre 2001 y 2020 las quemas e incendios forestales afectaron el 14% de la Amazonía; esta superficie de 1,2 millones de km2 equivale a un territorio más grande que Bolivia.
El Informe sobre la Brecha de Emisiones de 2020 del PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente), afirma que estamos ejerciendo presiones extremas sobre el planeta. Vamos rumbo a un aumento de la temperatura de al menos 3 °C en este siglo. Estamos lejos de cumplir el Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a un nivel muy inferior a los 2 °C por encima de los niveles preindustriales y de procurar contener aún más el aumento de la temperatura para mantenerlo por debajo de 1,5 °C. Al ritmo actual, el calentamiento alcanzará los 1,5 °C en torno a 2040 y probablemente antes.
Sin embargo, no todo es malo. También se ha tenido avances, por ejemplo, gracias a la cooperación y regulación, se está recuperando el agujero de la capa de ozono estratosférica que protege la Tierra. Se han creado áreas naturales protegidas, en la Amazonía representan el 24,6% (2,1 millones de km2). También se ha avanzado en la promulgación de leyes y normas para proteger la naturaleza, aunque en la práctica no están funcionando como se debe. No obstante, queda mucho por hacer y debe hacérselo mucho más rápido, sobre todo para reducir las emisiones de carbono y evitar la catástrofe climática.
Los ecosistemas sustentan todas las formas de vida de la Tierra. De la salud de nuestros ecosistemas, depende directamente la salud de nuestro planeta y sus habitantes. Necesitamos un cambio hacia un desarrollo más integral y sostenible que funcione tanto para las personas como para el planeta. Es posible y viable entender y comprender que puede existir un desarrollo con conservación donde la base sea lo ambiental.
Saúl Cuéllar es gerente de Proyecto de la FAN.