Escuchar, entender y apoyar a las nuevas generaciones
El fútbol no solo permitió construir nuevos liderazgos indígenas, sino también democratizar la práctica deportiva urbana de algunas élites
Recuerdo las palabras de Jenaro Flores Santos, uno de los fundadores de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesino de Bolivia (CSUTCB) y del movimiento katarista e indianista en la década de 1970 del siglo XX, que al ser preguntado sobre cómo surgió su liderazgo, me respondió: En su ayllu Antipampa Collana de la provincia Aroma del departamento de La Paz, “había una especie de rebelión de la gente joven de la comunidad, porque estos exigían que la comunidad apoye con implementos deportivos para su club…; pero los viejos, en este caso los comunarios mayores, han negado ese apoyo… Entonces varios jóvenes han dicho ‘bueno entonces que se haga del cargo del sindicato gente joven y no los viejos o los mayores…’ Entonces, toda la comunidad ha resuelto ‘nombren ustedes, quién va a ser el Secretario General’. De ahí surge el nombre de Jenaro como Secretario General del Sindicato de la comunidad…” Aquel episodio deportivo y rebeldía de los jóvenes aymaras del área rural, que comenzaban a apropiarse de las prácticas del fútbol del mundo urbano, aspiraban a que su ayllu les acepte y les apoye esa nueva actividad de la comunidad ancestral. Aquí se produjo la flexibilidad del sistema comunal del Thakhi, reconociendo una práctica ajena pero que los jóvenes lo habían hecho suyos.
Este tema es digno de estudiarse, porque el fútbol no solo permitió construir nuevos liderazgos indígenas, sino también democratizar la práctica deportiva urbana de algunas élites. Jenaro Flores, la CSUTCB y el movimiento katarista e indianista, también la usaron para combatir a la dictadura banzerista, camuflándose en la organización de los campeonatos relámpagos en las comunidades y las periferias urbanas, donde no solo se compartía información, sino también la instrucción política para las tareas clandestinas. Hay otras experiencias posteriores como de Evo Morales, que también inició su carrera política como secretario de deportes en el Chapare y de Felipe Quispe, el Mallku, que le permitió aglutinar a jóvenes aymaras dirigiendo un equipo de fútbol. Para Jenaro Flores, fue el inicio de las actividades sindicales y políticas bajo el perfil de una nueva generación, la generación posrevolución de 1952 que terminó cuestionando al Estado nación del 52.
¿Por qué se cuestionó al Estado del 52? A pesar de la revolución nacional, los pueblos ancestrales seguían siendo considerados ciudadanos de segunda clase, que la política de incorporación del campesino del Movimiento Nacionalista Revolucionario se había convertido en el pongueaje político, porque los indios solo servían para votar. Que el sindicalismo campesino del pacto militar campesino seguía siendo un pacto de subordinación a los cánones patronales de antaño. Que la educación masiva solo fue para la castellanización y autodiscriminación de la condición ancestral. Todos estos cuestionamientos fueron la base para conformar el movimiento social katarista e indianista de carácter anticolonial, porque a pesar de la revolución aún existía el colonialismo interno. No solo fue querella, sino también propuesta y esa nueva generación katarista e indianista propuso la creación del Estado plurinacional, que recién pudo cristalizarse formalmente en 2009.
Hoy, nuevamente aparece la disputa generacional y el ejemplo más claro es el relegamiento de la joven Eva Copa. Eva pertenece a la nueva generación de mujeres aymaras urbanas, que se visibilizó en la época del gobierno de facto de Jeanine Áñez (2019-2020). Lo más interesante es que surge con una juventud, particularmente alteña rebelde, que le sigue y que se ha convertido en su representante. Que una mujer sea actora política es digno de mención y elogio.
Ante la controversia de no haber sido elegida como candidata a la Alcaldía de El Alto, surgen muchas preguntas. Se ha insinuado que se debería haber aplicado las elecciones primarias como en otros países. Para mí es el nuevo reto de la comunidad urbana indígena, organizada mediante los barrios, las zonas, los distritos, sobre cómo representarse bajo la práctica del thakhi o ñan urbano. Esta salida permitiría que los jóvenes ancestrales citadinos estén representados por su generación y no sean excluidos por descendencias anteriores.
Waynanakaru, tawaqunakaruwa wali ch’amanchañasawa, jupanakaw jiwas thakhisaru suma sarantayapxani. Janiw uñisisiñax, jisk’achasiñax utjañapakiti jiwas taypinxa.
*Es aymara, sociólogo y antropólogo