La larga campaña

A l final de una de las semanas políticas más álgidas que el país ha afrontado en los últimos años, los escenarios posibles no se avizoran con claridad. Incertidumbre que sin embargo no solo es producto de las elecciones del domingo, del cuestionado cómputo o de la actuación de la institución electoral, hoy en su peor versión. El camino que hemos recorrido se cultivó a lo largo de 2018 y se inició a finales de 2017, cuando el Tribunal Constitucional Plurinacional habilitó al Presidente para participar en la contienda del domingo.
Todos y todas sabíamos que eventualmente íbamos a afrontar los días que hoy corren. No estaba claro que esto iba a ocurrir en el marco de las actuales elecciones, lo que finalmente ocurrió como consecuencia de una agenda más corta, precipitada y abonada por las pésimas decisiones asumidas desde el principal ente de la democracia, llamado a dar certezas en estos momentos. Pero la cercanía de este momento estaba meridianamente clara.
Algunos aún dudamos de la existencia de un fraude electoral con todas sus letras e implicancias (por ahora), pero hay algo que es indudable, algo que no tiene matiz y que se ha instalado en las calles: la falta de confianza en los resultados electorales. Desconfianza que no se ha creado en las últimas horas, pues tiene su origen en noviembre de 2017. Además, ha sido sistemáticamente profundizada durante esta larga campaña electoral por actores, circunstancias y hechos puntuales; algunos fortuitos, aunque otros no tanto, pues fueron planificados y ejecutados para ganar ventaja sobre el otro.
No hay subjetividad sembrada que quede impune. Y eso es lo que nos ha pasado. Se forzó tanto la rotación del único engranaje que nos sostenía rumbo a esta elección que hoy el resultado más fidedigno es que gran parte de la ciudadanía está convencida de que ha sido despojada de la herramienta que históricamente nos ha servido para construir puentes entre bolivianos y bolivianas: el voto. En estas subjetividades importa poco si hubo fraude o no, la cosecha de esta desconfianza es irreversible, porque ha caído encima de todos los bandos que han librado esta larga historia entre sembradíos de guerras sucias.
Así las cosas, lo más claro que emerge de esta larga campaña electoral es la incertidumbre. Y la novedad de que aunque como ciudadanía aprobamos con excelencia el examen democrático del domingo, tenemos por delante mucho trabajo por hacer, porque nuevamente quienes tenían la responsabilidad de tender puentes y dar certezas no están dispuestos a hacerlo: les hemos quedado grandes.
* Comunicadora. Twitter: @verokamchatka