¿El ocaso de los ídolos?
Echar todo por la borda por insistir en resultados electorales que en el mejor de los casos son dudosos, no vale la pena

El 20 de octubre debió haber sido una fiesta democrática. Mientras muchos países de América Latina tiemblan por razones políticas y económicas, Bolivia tuvo la oportunidad de ser un ejemplo regional de democracia, estabilidad y crecimiento. Luego de 13 años de un proceso de cambio que pudo dejar un saldo positivo, Evo Morales aún no ha sido capaz de hacer lo que hizo Nelson Mandela en Sudáfrica: dejar un legado moral al país y a los movimientos populares del mundo.
Chile y Ecuador arden. Argentina y Perú están en crisis política. Venezuela es una dictadura manejada por una supuesta “izquierda”. En cambio, la prensa internacional hablaba en estas semanas de los logros y éxitos de Evo Morales. La BBC, el Washington Post, The Guardian y otros medios importantes subrayaban el crecimiento económico del modelo socialista boliviano. Todo esto se derrumbó en cuestión de horas. El instante en que la Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP), del Órgano Electoral, suspendió el conteo, las sospechas emergieron. En lugar de transparencia, se vio humo. Ese humo ahora sale de edificios y vehículos quemados por gente común y corriente que ya no quiere que le tomen el pelo. Resulta increíble que Evo Morales se haya olvidado de que el pueblo boliviano es el más combativo de Sudamérica.
No todos los que decimos esto somos “reaccionarios”, “derechistas” u “opositores”. En mi caso, radico en Estados Unidos gracias a una “beca” del dictador Luis García Meza. Mi padre fue exiliado por oponerse a las dictaduras militares de los años ochenta. Por auspicio de Amnesty International, mi familia terminó por azar en el país del norte. No todos los que viven en EEUU son “imperialistas”. Tenemos que pagar alquileres, impuestos, comprar pan y despertar temprano para trabajar, al igual que el 90% de la población mundial. Es una caricatura decir que cualquier persona que critica el autoritarismo de una “dictablanda” es un contra-revolucionario.
Escapé de las dictaduras de verdad de los años setenta y ochenta cuando Hugo Banzer y García Meza torturaban y mataban a la oposición. No quise salir de Bolivia. Y creo que el gobierno de Evo Morales no ha sido una dictadura (algo que he debatido 1.000 veces con amigos y familia en Bolivia). Pero en estos días pone en riesgo todo lo positivo que ha logrado. Y lo que ha logrado, desde mi punto de vista, fue muy importante en la historia del país: una sociedad más equitativa, menos racista, un Estado soberano y una economía pujante. Echar todo por la borda por insistir en resultados electorales que en el mejor de los casos son dudosos, no vale la pena.
A Evo Morales le queda poco tiempo, quizás horas, para poder actuar de una manera que lo convierta en el Nelson Mandela latinoamericano. Debe desechar a sus “asesores” maquiavélicos en el sentido negativo de la palabra, y ser maquiavélico en el sentido positivo de la palabra: hacer lo correcto por el bien común de la patria. En este caso, lo mínimo es permitir una segunda vuelta.
Si el MAS gana (hasta las 18.00 del jueves el recuento oficial llegó hasta el 99,16%, Evo Morales lograba el 46,96% y Carlos Mesa el 36,59% según los datos oficiales del TSE), se merece cinco años más de Evo. Si pierde y Mesa asume el poder, sería casi imposible (o totalmente necio) revertir la nacionalización de sectores importantes de la economía que logró el gobierno de Evo. El país se vería con una infraestructura económica socialista, es decir, una economía mixta entre el sector privado y el estatal; y un partido de gobierno y otro de oposición, algo que le daría estabilidad al país a largo plazo. Si Mesa no gestiona bien esa economía nacional, el MAS puede regresar al poder, ya con más legitimidad democrática y con nuevos líderes. Para Morales, este es el momento de ver más allá de sus narices y pensar en la Historia. Si no hace lo correcto, representará el ocaso de los ídolos que en su momento construyeron el país más progresista del planeta.
* Docente de la Universidad de Texas (EEUU).