Médicos voluntarios
Valdrá la pena vigilar la actividad de médicos voluntarios, pero solo para fomentarla y apoyarla

En tiempos cuando se deplora la actitud de un grupo de médicos que han logrado confundir demandas gremiales con reivindicaciones de clara motivación política y que hace más de 40 días impiden que muchas personas accedan a los servicios de salud públicos, todavía se lamenta la muerte de un grupo de profesionales de la medicina que sacrificaron su vida cuando viajaban a hacer voluntariado.
El trágico accidente en el camino hacia el norte del departamento de La Paz ocurrido en agosto pasado hizo visible no solamente la inseguridad a la que se exponen muchas personas que viajan en buses de empresas ilegales, conducidos por personas irresponsables, también mostró que hay numerosos profesionales que no necesitan cámaras o grandes incentivos para ofrecer su servicio a quien lo necesite.
Aunque son muchos los grupos de médicos y otros profesionales de la medicina que atienden gratuitamente a personas necesitadas, habitualmente en zonas rurales donde los sistemas de salud no llegan o no abastecen los servicios, y que se organizan de diversas maneras, fue MediFund, una organización cristiana, la que obtuvo más publicidad cuando el bus en el que viajaban 25 voluntarios sufrió un accidente y 11 personas perdieron la vida.
El director de esa organización apela a los más de cinco años de experiencia llevando servicios de salud gratuitos a comunidades campesinas e indígenas alejadas de los centros urbanos como el mejor motivo para seguir brindando este voluntariado. “Seguiremos, porque la gente nos necesita”, afirma, pero también reconoce que en lo sucesivo lo menos que necesitan los profesionales de salud es un seguro de vida.
Como este grupo, de clara filiación religiosa, existen otros en La Paz, como los que se organizan en torno al Instituto Nacional de Oftalmología y al Instituto Nacional del Tórax. Ambos tienen en común el aglutinar a diversos especialistas que viajan por cuenta propia sin cobrar por sus servicios ni, en ocasiones, por los medicamentos que entregan. Lo suyo es un acto de entrega, y consideraciones como la seguridad física o la comodidad no suelen ser parte de la decisión.
Se ha sugerido que para evitar accidentes como el que enlutó al voluntariado en agosto se apliquen más o mejores controles a la actividad voluntaria, pero especialmente a las instituciones que la promueven. Pero todo apunta a que este tipo de actividad seguiría desarrollándose eficazmente en medio de un modesto silencio de haber funcionado los controles referidos a la seguridad en los transportes, esos sí bien establecidos.
El voluntariado es una de las más estimulantes actividades humanas, pues pone a prueba la resiliencia de quienes lo practican, pero sobre todo ayuda a compartir el conocimiento y la experiencia propios con personas que los necesitan, y cuánto más si se trata de atención médica, tan escasa para las y los más pobres. Valdrá la pena vigilar la actividad de médicos voluntarios, pero solo para fomentarla y apoyarla.