Espacios religiosos en la ciudad
Tal parece que la población se ha olvidado de que aquellos templos concentran memorias de la historia paceña.
El referirnos a los espacios destinados al culto como son las catedrales, iglesias y capillas nos acerca a una especie de poética, no solo por su concepción arquitectónica singular, sino también porque estos templos fueron creados para transmitir sensaciones espirituales a partir de sus dimensiones y sus bellas obras de arte, sin olvidar a aquellos vitrales que relatan historias de la religión católica.
Uno de estos ejemplos es la Catedral de Notre Dame de París, que recientemente sufrió un incendio que casi la destruye por completo. Ese accidente, empero, sensibilizó al mundo católico y no católico, y logró que varios países colaborasen de distintas maneras para evitar que esa histórica obra desaparezca. Con todo ello, se pudo evidenciar que esa infraestructura genera emociones profundas, y que su reconstrucción será todo un acontecimiento cuando finalice.
Independientemente de aquellas grandes obras de la humanidad, también es necesario nombrar a las iglesias y capillas que no por su dimensión menor dejan de ser portadoras de significación o están exentas de belleza; pues si bien no están engalanadas con imponentes obras de arte, su sentido religioso es capaz de relatar la historia y los tiempos relevantes del catolicismo. No menos destacados son los antiguos templos ubicados en el centro de La Paz, que abarcaron grandes terrenos para la Iglesia. Los conventos y huertas convirtieron aquellos lugares en referentes urbanos; en muchos casos aún no poblados, pero con fuerte identidad y significado desde esos momentos.
Sin embargo, en la actualidad pareciera que se han vuelto “transparentes”, ya que tal parece que las autoridades y la población en general se han olvidado que aquellos templos concentran memorias de la historia paceña. Este es el caso por ejemplo de San Francisco, donde se llevaron a cabo reuniones de los patriotas. Además de esta basílica, hoy restaurada, existen otras como la pequeña iglesia de El Carmen (calle Ballivián y Colón), que aparentemente pasa desapercibida pese a su ubicación y características. Al contar con 300 años de existencia, es un verdadero ícono del centro urbano y es capaz de relatar la vida de la sociedad de aquel entonces. Allí no deja de sorprender su altar de plata, la dimensión de su conjunto espacial y sus detalles. Algo singular ocurre con su oscuridad, la cual pareciera una búsqueda intencional del proyectista para transmitir sensaciones de espiritualidad.
En los últimos tiempos estos íconos con características simbólicas presentan un deterioro cada vez mayor. El argumento de que las iglesias son propiedad privada no elude el hecho de que forman parte de la historia de esta urbe y, por tanto, nos pertenecen, pues expresan nuestro pasado. Además, sobresale que ciertos santuarios son portadores de pinturas de carácter religioso, anónimo, realizadas en algunos casos por artistas indígenas. Por todo ello, es responsabilidad de todos conservarlas, pero con la intervención de restauradores profesionales, pues no faltan aquellos trabajos fruto de la buena voluntad que han tenido un pésimo resultado. Para dicha tarea se requiere tocar puertas; vale decir, ir tras un financiamiento que provenga de empresas, bancos y otros.
Para terminar, toda ciudad manifiesta su pasado en ciertas obras de arquitectura y arte, pero también en aquellas iglesias cuyos espacios silenciosos aún son buscados por creyentes que quieren adentrarse en su mundo espiritual.
* Arquitecta.