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Friday 14 Feb 2025 | Actualizado a 19:52 PM

Asesinato de mujeres: un flagelo universal

La vanidad del marido o del examante no admite la ruptura, y prefiere afrontar penalidades más graves.

/ 27 de julio de 2019 / 00:28

En lo que va del año (2019), en Francia 73 mujeres perdieron la vida a manos de sus cónyuges o de sus exparejas. Una cifra curiosamente parecida a los homicidios acontecidos en Bolivia en este mismo lapso, con la diferencia de que la población francesa (67 millones de habitantes) es seis veces mayor que la boliviana (11 millones).

Si bien el fenómeno no es reciente, se ha expandido a nivel planetario en alarmante número, llegando a preocupar a las altas instancias de los organismos internacionales. Recuérdese que ya en 2016 Naciones Unidas adoptó el término “feminicidio” para calificar estos crímenes, ofreciendo la siguiente definición: “la forma extrema de violencia contra las mujeres y la más grande manifestación de desigualdad: hombre-mujer”. En Francia, la macabra estadística suma y sigue, pues en 2017 murieron violentamente 151 mujeres; mientras que en 2018 se registraron 231 víctimas, de las cuales 149 fueron mujeres. Lo que arroja el promedio de una muerte femenina cada tres días.

Nótese que en las reyertas domésticas, preludio de trágicas acciones, los hombres tampoco están exentos de salir ilesos. Aunque ciertos estudios señalan que, en general, estos homicidios no son premeditados, las causales son siempre parecidas. La vanidad del marido, del novio o del examante no admite la ruptura, y prefiere afrontar penalidades más graves aún. En Francia, el 54% de los casos son inducidos por el alcohol, los psicotrópicos o las drogas. Y cosa curiosa, en los últimos años los protagonistas sobrepasaban los 60 años.

Al igual que en La Paz, París ha reunido un gabinete de crisis para abordar este asunto. Entretanto, ya es de uso corriente el TGD (teléfono para grave peligro, por sus siglas en francés), que es la línea roja de pronto auxilio a la mujer en riesgo. Por otra parte, si una mujer ya ha detectado el carácter colérico y violento de su pareja, puede denunciarlo a los organismos policiales, y según los casos, obtener que a su cónyuge o expareja se le instale un brazalete electrónico con GPS, para inmediata ubicación del infractor, particularmente si a aquel se le prohibió, judicialmente, aproximarse a la potencial víctima. Si en Francia se registraron 3.332 casos de prevención en 2018, en España fueron 20.000 en el mismo año, como ejemplos europeos, para no referirnos a la siniestra letanía de atrocidades que se cometen diariamente en India o en ciertos países de confesión musulmana.

Todos los anteriores elementos nos conducen a reflexionar que el feminicidio nada tiene que ver con el nivel cultural de la sociedad donde ocurre, sino corresponde a un estado de ánimo que prevalece en el individuo atingido por un golpe emocional de difícil control. Si a ello se añade como condimento el influjo del alcohol o las drogas, los episodios criminosos devienen odiosamente abominables. Como nota marginal, también deberían considerarse aquellos crímenes perpetrados contra las mujeres por personas ajenas a su entorno familiar o social. Estos casos pertenecen sobre todo al ámbito delincuencial.

El decálogo de buenas intenciones aprobado recientemente en La Paz son quimeras abstractas sin ninguna medida concreta para salvar vidas, con excepción del anunciado “botón de pánico”, una aplicación para teléfonos móviles que permitiría a las víctimas alertar a la Policía cuando sean amenazadas o agredidas por sus parejas. Promesa que ojalá no se quede solo en palabras.

* Doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.

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Trump: la oligarquía imperial

Carlos Antonio Carrasco

/ 1 de febrero de 2025 / 06:00

Parece que el expresidente Biden no exageró cuando en su mensaje de despedida advirtió que una oligarquía estaba apoderándose del país, pues no solo se trataba del inefable Elon Musk, el hombre más rico del mundo, como cogobernante ad-hoc, sino también de esa docena de billonarios que tomaron puestos de alto mando o de simples consejeros con capacidad de decisión. El término “oligarca” adquirió aroma peyorativo en Rusia, cuando luego de la implosión de la Unión Soviética, amigos del nuevo gobierno se repartieron empresas estatales y otras fuentes de dinero fácil que los convirtió en corto tiempo en acaudalados personajes.

Quizás no sea el caso estadounidense, pero la figura aparente es la misma: gente altamente adinerada que además acumulará señorío político. Muchos de ellos incluso se mudaron a vivir en Washington, donde escogieron mansiones de gran valor como, por ejemplo, Howard Lutnik, nombrado secretario de Comercio, que, se dice, pagó 25 millones de dólares por aquella casa estilo francés. Otros no necesitarán habitar en la capital para saborear las mieles del poder, como Charles Kushner, suegro de Trump, quien será embajador en París.

Entretanto, los primeros decretos trumpistas, tanto de alcance interno como externo, tuvieron un efecto sísmico en el planeta. Al interior, medidas aparentemente cosméticas como la identidad sexual, hasta la fobia antimigratoria que se viene desatando de manera inclemente, como la reciente crisis con Colombia, en que la voluntad de la Casa Blanca se impuso por encima de los trinos soberanistas del humillado presidente Gustavo Petro.

En el plano internacional, después de sus agresivas declaraciones, invocando el Destino Manifiesto, se aguarda el seguimiento de las acciones correspondientes, entre ellas la intención de revertir el tratado Torrijos-Carter, que otorgaba a Panamá soberanía plena sobre el canal. Aparte de los precipitados deseos de comprar Groenlandia o anexar a Canadá como el 51 estado de la Unión, se percibe que Trump usará la herramienta expeditiva de la “diplomacia bulldoser” al elevar las tarifas aduaneras a los productos de importación para obtener los resultados que se propone. Ello podrá funcionar en ciertos casos, pero no en todas las situaciones, que provocarían graves medidas de retorsión tratándose, por ejemplo, de la Unión Europea o de China, muy temerosos del estilo impredecible del que se jacta Trump.

En el área geopolítica, su incursión en la negociación del alto al fuego en la Franja de Gaza, fue positiva, aunque ahora libere el envío a Israel de las poderosas bombas de 2.000 libras sin objetivo conocido. Su vaga idea de trasladar la población palestina a países árabes vecinos, es simplemente quimérica. En cuanto se refiere a su mentada tratativa para la paz en Ucrania, aún se espera que el anunciado diálogo personal con Vladimir Putin produzca benéficos resultados.

En suma, antes del fatídico término de los “cien días”, ya se puede vislumbrar el horizonte de las aspiraciones de Donald J. Trump: no solamente hacer grande América otra vez (MAGA), sino también recurrir a todos los medios para proyectar desde su republica oligárquica la imagen del emperador todo poderoso a nivel mundial.

*Es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia

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Brasil: la daga verde-amarilla

/ 18 de enero de 2025 / 06:00

Recordando que el 8 de enero de 2023, una importante masa humana de partidarios del expresidente Jair Bolsonaro, luciendo camisetas verde-amarillas irrumpieron en Brasilia, ocupando los tres palacios sede de los poderes del Estado, en lo que aparentó ser un golpe contra el flamante presidente Luiz Ignacio Lula da Silva, el New York Times comenta el informe de 884 páginas elaborado por la Policía Federal brasilera acerca de las investigaciones realizadas en estos dos últimos años sobre esos hechos. Sorprende en ese documento la meticulosidad de los planes que tenían los subversores para conseguir sus nefandos objetivos. Aquellos incluían el asesinato de Lula, de su vicepresidente Geraldo Alckmin y del juez Alexandre de Moraes. Un total de 37 personas figuran indiciadas en la pesquisa, incluyendo al propio Bolsonaro que, a la sazón, se hallaba exilado en la Florida. Las averiguaciones fueron facilitadas por cuanto a los complotados se les ocupó un documento titulado “La daga verde-amarilla” en alusión a la bandera nacional. Allí se detallaba el armamento requerido para la misión: una ametralladora, lanza-granadas, un lanza-roquetes, todo para asegurar al 100% el éxito. Sin embargo, se anotaba que como alternativa —en caso dado— se contemplaba el envenenamiento de Lula. También, en el plan se revela que un decreto, oportunamente aprobado, suspendería los poderes de la Corte Nacional Electoral, posibilitando que Bolsonaro retome el cetro presidencial. ¿Pero… qué falló? Al parecer, si bien el comandante de la Marina estaba firme, sus homólogos del Ejército y de la Fuerza Aérea se retractaron a último momento. La imputación a Bolsonaro dice textualmente que él “planificó, actúo y estuvo directamente al tanto de las acciones de esa organización criminal decidida a cometer un golpe de Estado para eliminar la democracia”. Aunque el implicado niega esos cargos, su condena estaría próxima.

Los hechos antes descritos en el autorizado rotativo americano, llaman la atención por la analogía con el asalto al Capitolio, protagonizado por seguidores de Donald J. Trump, el 6 de enero de 2021, cuyos cabecillas fueron juzgados y condenados, lo mismo que el propio Trump acusado de instigar esa asonada. No escapa a la memoria tampoco la admiración que el brasilero sentía por su mentor americano, al extremo de hacerse llamar “el Trump tropical”.

El análisis del Times termina haciendo alusión a que desde 1889 ocurrieron en Brasil nueve intentos de golpes militares, de los cuales cinco fueron victoriosos, particularmente el doble decenio de dictadura militar que acabó en 1985 y que, dado el permanente descontento castrense con la administración de Lula, no se puede asegurar que una acción militar no suceda otra vez, antes de las elecciones presidenciales programadas para 2026.

Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.

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2024: el año horrible

Carlos Antonio Carrasco

/ 4 de enero de 2025 / 07:17

Felizmente dejamos atrás el horrible año en que se sucedieron no solamente innumerables catástrofes naturales en diversas zonas del mundo, debido a los negativos efectos del cambio climático, sino que también por la mano humana se añadieron miles de víctimas por las guerras en curso y otras convulsiones sociales. El conflicto absurdo que se libra entre Rusia y Ucrania entró en su tercer año sin que se vislumbre una avenida hacia la paz. Mientras Moscú ensaya nuevas armas tremendamente mortíferas como la Oreshnik, las potencias occidentales que estimulan a Kiev en aquel conflicto le siguen aportando material bélico, copiosa ayuda financiera y soporte diplomático, eso sí, evitando intervenir con combatientes en tierra, porque como en tantos conflictos Occidente prefiere regalar las bombas y los dólares, pero ningún soldado. En este caso, el casi millón de muertos entre los dos bandos son jóvenes ucranianos y rusos que se baten ingenuamente por un pedazo de tierra con fronteras borrosas e imaginarias.

Lea: Notre Dame resucita otra vez

Más allá, en Medio Oriente, desde el 7 de octubre de 2023, Israel bombardea incesantemente la banda de Gaza, habiendo —hasta ahora— segado la vida de 105.000 palestinos, entre muertos y heridos, de los cuales buena parte son niños, en lo que, en la Corte Internacional de Justicia, se califica como genocidio. Ese brote guerrerista sirvió de pretexto a Tel Aviv para extender su arremetida militar contra Cisjordania, Líbano, Siria, Yemen y esporádicamente Irán. En ese ámbito, la caída de la dinastía de Assad en Siria, a manos de grupos islámicos radicales es un mal presagio. En África, las guerras civiles en Sudán, Somalia y Libia dejan el caos y hambrunas horripilantes.

Entretanto, los pleitos intraestatales se dividen cada vez más entre gobiernos democráticos y autocracias dictatoriales, donde las elecciones devienen una farsa como en Venezuela o Georgia. Aunque elecciones perfectamente legítimas dieron triunfales resultados a partidos de extrema derecha en Italia y Hungría y mayorías en Alemania, Francia, Holanda, Finlandia y Eslovaquia. Por otro lado, los indicadores económicos son preocupantes como la recesión en Alemania o la deuda en Francia, motores vitales de la Unión Europea, cuya fortaleza tambalea.

A todo aquello, agréguese la victoria electoral de Donald Trump que, a partir del 20 de enero de 2025, podría poner en ejecución su programa gubernamental que internamente se propone expulsar masivamente a los sujetos indocumentados que penetraron ilegalmente a territorio norteamericano. En cuanto a su política externa, aparte de su retórica aislacionista, la alza de tasas arancelarias para castigar particularmente a China y otros, es un hecho y recientemente sus intenciones de recuperar la soberanía sobre el Canal de Panamá, la compra de Groenlandia al reino de Dinamarca o la posible anexión de Canadá como el 51 Estado de USA, su menosprecio a la OTAN y a la Unión Europea, hacen pensar que su slogan MAGA ( make America grate again) ocultan el deseo de practicar el viejo concepto del imperialismo puro y duro.

(*) Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia

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Notre Dame resucita otra vez

Carlos Antonio Carrasco

/ 21 de diciembre de 2024 / 07:19

El 7 de diciembre, en solemne ceremonia cívico-religiosa, se inauguró con gran pompa la fase final de la reconstrucción de la icónica catedral que quedó semidestruida por un inexplicable incendio ocurrido el 15 de abril del 2019 a las 19 PM y que 400 bomberos lucharon contra el fuego hasta apagar las llamas 11 horas después. Gran parte del tejado y la famosa flecha que apuntaba al cielo quedaron reducidos a cenizas, lo mismo que ciertos altares y esculturas famosas resultaron afectados. Entonces, ante la multitud de parisinos que lloraban impotentes ante la destrucción de ese invalorable patrimonio, el presidente Emmanuel Macron juró restaurar los daños con decidido empeño. Por ello, cinco años más tarde cumplió su promesa gracias a las labores de cientos de arquitectos, albañiles, plomeros, carpinteros, cerrajeros, pintores, picapedreros, artesanos y restauradores calificados que trabajaron incansablemente bajo un costo de 700 millones de euros recaudados entre aportes del Estado y contribuciones voluntarias llegadas de todo el mundo, incluyendo donaciones anónimas de motivados feligreses. Fue ese día propicio para congregar 40 jefes de Estado, reyes e ilustres personajes que escucharon contritos una memorable evocación histórica de Macron recordando que Notre Dame resumía las diversas etapas de la Historia de Francia, desde las hazañas medievales de los caballeros cruzados, pasando por los días napoleónicos para rematar en los fulgores republicanos.  En verdad, esas piedras laboriosamente labradas son testimonios vivos del fervor de San Luis que transportó desde Jerusalén hasta esa iglesia las reliquias de Cristo, incluyendo la sagrada corona de espinas, pero también fueron silentes testigos de los desmanes revolucionarios que atentaron contra la integridad de la magna catedral en 1830, que incluso culminó en saqueo. Tuvo que advenir la inmortal obra de Víctor Hugo, “Notre Dame de Paris”, para que los franceses tomaran conciencia del valor de ese patrimonio y su aprecio crezca con el tiempo. Sin embargo, entre los privilegiados invitados a la inauguración de la renovada catedral, ¿cuántos de ellos incrustados en sus poltronas, sabrían quién era la bella Esmeralda o el monstruoso Quasimodo cuyos esqueletos fueron hallados abrazados en las catacumbas de ese mismo antro, según la novela de Víctor Hugo que consagró la fama de ese sagrado edificio? No creo que entre los doctos se halle el presidente electo americano Donald Trump que, entre la plegaría macroniana y la elegía episcopal dormitaba intermitentemente, ni tampoco el genial Elon Musk que aportó una copiosa suma para las obras de restauración. La ceremonia que comentamos sirvió también para cotejar la eterna rivalidad de la dicotomía roji-negra: el poder temporal y la omnipotencia eterna. Mientras el Papa Francisco excuso su presencia, por razones ignotas, el arzobispo de Paris, dejando de lado la majestad presidencial recuperó raudamente la primacía del evento, usando su báculo para golpear tres veces las puertas del recinto celestial que se abrieron dando paso al séquito de ostentosos clérigos lujosamente ataviados.

Entretanto, los ciudadanos de a pie, estuvimos confinados a rumiar nuestros recuerdos desde el atrio, añorando los años mozos cuando podíamos escalar los 422 peldaños hasta la cima de una de las torres, antes que los años y la impertinente artrosis nos impidan volver a cumplir esa devota hazaña. No obstante, agradecimos a Dios, que el fuego diabólico no hubiese alterado la belleza de los vitrales medievales ni las esculturas sagradas que se preservan en los altares.

El símbolo más sublime de la arquitectura gótica ahora perdura y el soplo divino apagó aquel fuego propalado por Satanás.

(*) Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia

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La era de Trump

/ 23 de noviembre de 2024 / 06:00

Aunque su inauguración recién será el 20 de enero de 2025, el 47 presidente Donald Trump ha comenzado a impulsar un violento terremoto tanto dentro de su país como en el resto del planeta. Su arrolladora victoria le ofrece en bandeja de plata un poder omnímodo para dirigir Estados Unidos de 2025 a 2028 sin contrapoder alguno, pues los republicanos controlan el Senado, el Congreso y la mayoría de los nueve jueces de la Corte Suprema de Justicia.

Con ese esquema podrá poner en ejecución no solo todas sus promesas electorales, sino también medidas que se le ocurran en su impredecible mentalidad y su conocido cambiante humor, como revelan las declaraciones de sus cercanos colaboradores que en su primer periodo sufrieron los embates de su carácter hasta ser despedidos y convertirse —ahora— en sus peores enemigos. Por ello, para adelantar prognosis acerca de su fresco periodo electivo, es de vital importancia registrar a quienes figuran ya en su entorno.

En la primera fila brilla el multimillonario Elon Musk (53), a quien Trump, además de agradecerle su copiosa contribución al fondo preelectoral, le debe también su valioso aporte con decisivas iniciativas en el área de la comunicación para seducir a los sectores indecisos y conquistar comunidades enteras como los latinos y los afroamericanos.

Su nombramiento como jefe del proyectado Departamento de Eficiencia Gubernamental pone a sus pies la totalidad de la administración pública cuyos puestos podrá modificar o suprimir. Pero ya, desde hoy en día, sus sugerencias para cargos claves en el gobierno han sido escuchadas por Trump e incluyen a varios empleados de sus empresas y de sus colegas del conglomerado tecnológico de Silicón Valley.

Por cierto, Elon Musk pasa gran parte de su tiempo en la residencia trumpista de Mar-a-lago, convertido casi en un familiar más del presidente. Importante para el ámbito latinoamericano es la designación del senador por Florida Marco Rubio (53) como secretario de Estado, pues su ascendencia cubana influirá sin duda en capitales determinaciones en lo que concierne la relación con países dictatoriales como Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Sus opiniones vertidas entonces como senador hacen presumir que la prioridad en su línea de mira será liquidar el espinoso caso venezolano. En cambio, las tareas pendientes de la política externa como la guerra rusoucrania, el enfrentamiento competitivo con China, la contención nuclear para Irán y el embrollado conflicto de Israel en el Medio Oriente, son carpetas que serán tratadas a alto nivel por el propio Trump, quedando para Rubio el ortodoxo seguimiento.

En este último punto se espera que el presidente electo presione al nefasto Bibi Netanyahu para un alto al fuego que ponga fin al feroz genocidio en Gaza.

Otros anunciados nombramientos despertaron opiniones controvertidas, como la mención de Robert Kennedy Jr. como secretario de Sanidad, dada su publicitada aversión a las vacunas que las considera moneda de corrupción de las grandes usinas farmacéuticas.

Sin duda, que la expulsión masiva de los inmigrantes ilegales que fue el principal tema de la campaña electoral tendrá que reconsiderarse a fondo por el alto costo financiero que implica y las dificultades logísticas que se prevén. Sin embargo, la delicada misión ha sido confiada a Tom Homan, reputado halcón partidario de la tolerancia cero.

Se confía que hasta el 20 de enero próximo se afine el equipo que acompañará a Donald Trump en su intento imperial de forjar su aspiración de llegar a MAGA, o sea, “hacer de América grande otra vez”.

*Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.

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