Ahora eres futuro, Chaco
Nada de lo que somos los bolivianos se entiende sin la Guerra del Chaco.
El pasado no pasa nunca, no está muerto, ni siquiera es pasado. Nada de lo que somos los bolivianos se entiende sin la Guerra del Chaco, porque esta última contienda bélica es nuestro mito fundacional. Estamos lejos del día en que los hombres y mujeres de esta tierra se puedan sentir libres de la sombra del Chaco. Lo dijo, poéticamente certero, el Chueco Céspedes: “Ahora eres patria, Chaco”. Lo dijo, pisando fuerte, Querejazu Calvo: “Si una nación no reaccionara ante los ultrajes que le infieren, no merecería ser una nación”.
Estoy en la biblioteca del Centro Patiño de Cochabamba. Es viernes por la noche y voy a presentar el libro Ya no morirán: historias stronguistas de la Guerra del Chaco. Comienza a llegar la gente. Entra Vivi y me regala unas poleras del comandante Chávez. Su madre es una fiel oyente del programa Contextos de Red Patria Nueva, se llama Marina Hinojosa. Tiene un puestito en La Cancha y un padre que peleó por la patria.
Entra don Carlos Noya, un señor mayor con un maletín negro. Dice que tiene fotos viejas de los años 30. Me muestra una. Son los jugadores de la selección boliviana recién bajados de un barco, el “Ciudad de Buenos Aires”, en el puerto de Montevideo, días antes de que arranque la primera Copa del Mundo. Su padre está en ese retrato en blanco y negro. Es Constantino Noya, nacido en Tarata, emigrado de chango a Oruro. Las fotografías añejas en oro y negro nos hablan del “fichaje” de Noya por The Strongest después de brillar en el decano del fútbol boliviano, el legendario Oruro Royal. Noya cayó prisionero en la guerra y compartió cautiverio con Renato Choco Sainz, su compañero de zaga en el gualdinegro. Noya escapó de Asunción y se hizo amigo de Juan Lechín, otro stronguista de garra, pasión y sentimiento. Me cuenta entre susurros que los bolivianos que se quedaron en el Paraguay fue porque embarazaron a las mujeres al vaciarse el vecino país de hombres.
El general Castellón, del servicio pasivo, se acerca al final de la presentación. Ha venido porque en mi libro hay poemas (entre otros) de Olga Bruzzone de Bloch, autora de Tras la cortina de incienso (La Paz, 1974). Me cuenta de la censura atroz que sufrió la novela durante la dictadura de Hugo Banzer Suárez. El libro (sobre curas violadores, homosexuales y ladrones en tierras vallunas) fue confiscado y enviado a la hoguera, y de allí, al olvido. No es extraño que hablemos de este libro en esta noche de viejos soldados también olvidados.
En la presentación del Ya no morirán… hablo hora y media, hablo mucho. Comento las 80 fotografías que hay dentro del libro. Son fotos de fotos, cosechadas en hemerotecas empolvadas. En una de ellas están dos intelectuales cruceños. Son jóvenes y parecen alegres, pese a sus miradas serias. Van a ver por primera vez rostros aymaras, van a escuchar voces quechuas, y van a cantar cuecas en guaraní. Los vivos y los muertos de la patria no se conocían, la brújula del Chaco los iba a colocar juntos, hombro con hombro. Sus nombres son Humberto Vásquez Machicado, futuro historiador, y Lorgio Serrate Vaca Díez, futuro director de periódicos y cuentista. Serrate escribió en los años sesenta un libro titulado Tiempos viejos. No es extraño que hablemos ahora de este libro, donde todo es presente eterno.
¿Cuántas historias llegan con la presentación de un libro? A veces pienso que uno escribe para que los lectores te cuenten relatos, para poder seguir escribiendo, como ahora hago con esta columna. Estoy enamorado de la Guerra del Chaco porque me recuerda la Guerra Civil española, porque me gusta acordarme de mi aitite (abuelo) que luchó en el Eusko Gudarostea (Ejército vasco).
Decía el poeta T.S. Eliot en sus Cuatro Cuartetos (traducidos por el mexicano José Emilio Pacheco) que “el tiempo presente y el tiempo pasado / acaso estén presentes en el tiempo futuro / y tal vez al futuro lo contenga el pasado”. ¿Quién no tiene en Bolivia un pariente relacionado de algún modo con nuestra última contienda? Escribo sobre la Guerra del Chaco para que nos acordemos juntos de nuestros bisabuelos, para que nos sentemos a tomar un café con los hijos de ellos y los escuchemos como la primera vez, como la última. Ahora eres futuro, Chaco.
* Periodista y director de la edición boliviana del periódico mensual Le Monde Diplomatique. Twitter: @RicardoBajo.