La reelección indefinida en Bolivia
La historia demuestra que EEUU llegó a revertir incluso los avances de la Revolución nacional de 1952.

La reciente aprobación de la repostulación indefinida en Bolivia ha sido el detonante de una campaña internacional liderada por Estados Unidos contra el proceso de cambio liderado por Evo Morales, con las mismas armas de desprestigio sistemático que se han utilizado contra Venezuela. Se aduce que el Tribunal Constitucional aprobó esta medida en contravención a un referéndum que la prohibía expresamente, demostrando su subordinación ante el Órgano Ejecutivo, y un abuso del Presidente.
Lo que existe en realidad es cierto grado de comunión ideológica que obedece al hecho de que la oposición decidió no participar en las elecciones judiciales de 2011, dejando que sea la militancia de Morales la que elija a los magistrados. En todo caso, el modelo boliviano de elección de magistrados por la vía del voto universal es mucho más democrático y participativo que el estadounidense, donde a los magistrados de la Corte Suprema los elige el presidente y los confirma el Congreso, con un mandato vitalicio. Si Evo hubiese adoptado el modelo estadounidense, a todos los magistrados los habría nombrado él, y sus mandados no serían por seis años, sino de por vida.
Es el abrumador poder parlamentario de dos tercios que ostenta Evo lo que frustra a su oposición. No tienen representación para hacer cambios en legislación alguna, y se ven constantemente obligados a acatar leyes elaboradas por el partido de Morales. Es comprensible la rabia de los que ahora protestan, pero es injusto que le endilguen a Evo la irrelevancia política de sus líderes de la derecha. Evo cumplió con el referéndum del 21 de febrero de 2016 al no utilizar su poder parlamentario para modificar la Constitución. Si después lo logró mediante una interpretación del Tribunal Constitucional, pues tampoco hay abuso alguno, sino uso pleno de sus opciones legales.
Para poder entender la lógica de la repostulación indefinida es necesario recordar que antes de Evo Bolivia era un país condenado a la miseria, que sobrevivía en un círculo vicioso de saqueo de la derecha, nacionalizaciones de izquierda y restauración del saqueo cuando volvía la derecha. El instrumento político para ese sometimiento era el reemplazo forzado del presidente cada cuatro años. Ningún programa de desarrollo de la izquierda, tendiente a la inclusión social, recuperación de recursos naturales y soberanía nacional, resistía más de un periodo presidencial, porque de inmediato Estados Unidos imponía otro gobierno de derecha con el mandato de revertir todo lo hecho por la izquierda.
La historia demuestra que Estados Unidos llegó a revertir incluso los avances de la Revolución nacional de 1952 que había disuelto al Ejército. Aplicando una democracia americanizada, primero corrompió a los líderes; y luego, para mantenerlos en el poder, compró lealtades y destruyó a opositores. Pero después de 12 años destruyó al MNR en luchas internas por el liderazgo, para dar paso a las dictaduras militares. Por lo tanto, a la luz de las lecciones de la historia, la repostulación indefinida estaría blindando a este proceso de cambio de las vulnerabilidades que tuvieron los del pasado.
Para nadie es un secreto que solo con la continuidad del actual modelo de desarrollo e inclusión social se pueden mantener los altos índices de crecimiento sostenido que ha estado logrando el gobierno de Morales. Lo que importa, en este caso, es el beneficio práctico para el bienestar de todos los bolivianos, más que las rabietas de unos cuantos en Bolivia y de otros cuantos en el Departamento de Estado. Después de todo, la revolución no les debe nada.