Crecimiento moderado
A veces es mejor tomar cierto respiro para ordenar la casa y desintoxicarse de ciertos excesos

La tasa de crecimiento acumulada del PIB nacional en el primer trimestre del año fue de 3,34%, la más baja desde 2010. Aunque el dinamismo económico sigue siendo elevado, es evidente que estamos enfrentando un nuevo momento de la economía que debe ser gestionado con prudencia, y que debería ser aprovechado también para ordenar las cuentas y prepararse para una futura expansión.
A pesar de este menor rendimiento de la economía durante los primeros tres meses del año respecto a las gestiones anteriores, el Ministro de Economía ha afirmado que el PIB logrará un crecimiento anual superior al 4%, mediante un impulso de la inversión pública y un mejor desempeño del sector de hidrocarburos.
Ahora bien, este dato debe ser contextualizado en un escenario latinoamericano que sigue mostrando un bajo crecimiento económico. Según la CEPAL, el PIB conjunto de los países latinoamericanos crecerá un 1,1% en 2017. Por tanto, incluso con un 4% de expansión anual, Bolivia seguiría siendo una de las dos economías sudamericanas con mejor desempeño.
De todas maneras, esta desaceleración debería llevarnos a una reflexión constructiva sobre el nuevo escenario en el que se está desenvolviendo la economía nacional. Después de casi cuatro años del fin del ciclo de precios elevados de las materias primas, hay suficientes evidencias que indican que los niveles anteriores a 2014 no van a volver en el futuro cercano. Es decir, que en los próximos años habrá que vivir con precios del gas, de los minerales y de la soya moderados, en el mejor de los casos. Los cuales además estarán cada vez más afectados por una alta volatilidad, debido a la lenta y desigual recuperación de los mercados regionales y globales.
Esta constatación es crucial para los escenarios de las finanzas públicas y la posibilidad de sostener un crecimiento económico por encima del 4%.
Ciertamente el país cuenta con un colchón financiero que ha sido utilizado para sostener la inversión pública, pero habrá que analizar su sostenibilidad en un contexto en el que la recuperación de las exportaciones se postergará hasta más allá de 2018. Esto exige un pilotaje más complejo de la macroeconomía, un mayor cuidado en la calidad de la inversión pública y un ajuste gerencial en el sector energético que está bajo presión. Es decir, ya no hay margen para cometer errores ni mucho menos para un mal manejo de los recursos.
Considerando este complejo escenario, un crecimiento moderado no es necesariamente una mala noticia, es consistente con estas presiones y puede ser incluso un síntoma del agotamiento de ciertas exuberancias que hay que limitar. A veces es mejor tomar cierto respiro para ordenar la casa y desintoxicarse de ciertos excesos, a fin de poder emprender en mejores condiciones un nuevo ciclo de expansión.