Brasil y los DDHH: diálogo y compromiso
El compromiso efectivo con los DDHH requiere planificación y cuidado con la cosa pública.

Brasil vuelve al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. La elección del país es un reconocimiento de la importancia de una de las mayores democracias del mundo y del compromiso inequívoco de Brasil con los derechos humanos. Trabajaremos a lo largo de nuestro mandato en el Consejo guiados por nuestra Constitución y por las demandas de la sociedad por un país más justo.
Honramos ese mandato al enfrentar, con osadía, nuestros desafíos. Brasil tiene problemas. Todos lo reconocemos. Lo que es necesario reconocer también es que Brasil sí enfrenta esos problemas. Avanzamos con base en el diálogo y en el entendimiento de que las soluciones son construidas, en un Estado de Derecho, por la sociedad y por el Gobierno.
Nuestro país extiende la invitación permanente para que todos los relatores especiales de la ONU nos visiten, y estamos entre los países del mundo que más los recibieron. Así debe ser en sociedades democráticas.
La presencia de Brasil en el Consejo de Derechos Humanos posibilitará presentar nuestra coyuntura y contribuir para que la comunidad internacional pueda de ella extraer lecciones. Mucho se dice sobre el impacto de medidas de austeridad fiscal sobre los derechos humanos. Lo que se dice menos es que el costo de economías desorganizadas recae desproporcionalmente sobre los más pobres. Sabemos, y en Brasil muy agudamente, que la irresponsabilidad en el manejo de las cuentas públicas y el populismo fiscal trajeron consigo un elevado costo social.
La situación que vivimos en Brasil es sintomática del impacto de la irresponsabilidad fiscal sobre el ejercicio de los derechos humanos. La crisis económica que ahora comenzamos a superar tiene origen sobre todo fiscal. El desorden de las cuentas públicas en los últimos años llevó a la mayor recesión de nuestra historia, al desempleo de cerca de 12 millones de personas. Puso en serio riesgo la sobrevivencia de programas sociales. Puso en serio riesgo la viabilidad de nuestros sistemas de educación y salud. Esa crisis autoinfringida puso en serio riesgo, en suma, derechos humanos que son conquistas de los brasileños, alcanzadas por el esfuerzo de generaciones.
La verdadera responsabilidad social presupone responsabilidad fiscal. El compromiso efectivo con los derechos humanos requiere planificación, progresos sostenibles, cuidado con la cosa pública. Esa postura nos permitió, también en 2016, aumentar la Bolsa Familia, después de dos años y medio sin reajuste. Permitió igualmente que el presupuesto para 2017 trajera más recursos para salud y educación. Permitió retomar y ampliar programas como el Fondo de Financiamiento al Estudiante de la Enseñanza Superior (FIES) y Mi Casa, Mi Vida, cuya sobrevivencia está comprometida. Permitió, en fin, ver el inicio de la recuperación económica en nuestro país.
Esa misma postura de responsabilidad está detrás de nuestra propuesta de reforma de la Previsión Social. Dejarla como está simplemente no sería una actitud aceptable y consecuente. Hemos dialogado con el Congreso Nacional y con la sociedad brasileña sobre este tema, que no es fácil de admitir. Pero si no hacemos nada, los jóvenes de hoy mañana no tendrán jubilación. Más que eso, los jubilados de hoy ya tendrán sus beneficios puestos en jaque. Propusimos una reforma en línea con la práctica en otros países que pasaron por la transición demográfica que atravesamos, reforma que busca la convergencia entre regímenes, eliminando privilegios. Nuestro objetivo es una previsión social sostenible y ecuánime.
En el Consejo de Derechos Humanos cabrá también a Brasil contribuir con debates internacionales sobre la promoción y la protección de esos derechos en el mundo. En todo, lo que nos anima son los compromisos fundamentales de nuestro pueblo con el respeto a la dignidad humana. Nuestra posición será siempre la del diálogo sin omisión, no la de los discursos vacíos. Diálogo desarmado para hablar de compromiso en la agenda internacional. Con ese binomio daremos, en el Consejo, nuestra contribución para la promoción de los derechos humanos en nuestro territorio y más allá de nuestras fronteras. Siempre pautados por el sentido mayor de responsabilidad: “responsabilidad con la promoción verdadera, sostenible y de largo plazo de los derechos humanos en Brasil y en el mundo”.