Presupuesto 2017
Hace falta una planificación elaborada con la participación de todos los actores económicos.
Días atrás fue presentado el Presupuesto General del Estado para la gestión 2017. Este documento, además de prever un incremento en la inversión pública del 3%, un crecimiento del 4,8% del PIB, una inflación esperada del 5% y el congelamiento del tipo de cambio; apunta a que la macroeconomía del país se mantenga en equilibrio en un ambiente externo aún turbulento.
Este ejercicio de finanzas públicas, fruto de un trabajo complejo de proyecciones numéricas, se constituye en la bitácora que permite dar el rumbo a la política monetaria, fiscal y cambiaria del país. Por tanto, se trata de un requisito básico para alcanzar ciertos objetivos sociales superiores como la reducción de la pobreza o una redistribución equitativa de la riqueza.
Las proyecciones del Presupuesto General del Estado (PGE) adelantan una buena salud financiera para Bolivia en la próxima gestión. Sin embargo, cabe reflexionar sobre la situación en el mediano y largo plazo, más aún tomando en cuenta que la tendencia mundial de los precios de las materias primas se perfila a la baja, con la consecuente contracción de los ingresos fiscales para todos los niveles de Estado del país, incluido un déficit fiscal del 7,8% del PIB, que por ahora se prevé financiar con un mayor endeudamiento público.
En estos tiempos caracterizados por la incertidumbre, el tener una imagen certera del futuro económico resulta una tarea que roza en lo mágico. Por tanto, conviene realizar un análisis prospectivo que trascienda más allá de una gestión de 365 días y considere múltiples escenarios con sus posibles impactos ante la persistencia del shock negativo de ingresos que registran las arcas estatales, como resultado de la tendencia depresiva de las cotizaciones de precios del petróleo, gas, minerales y alimentos; además de las condiciones climáticas adversas.
Para alcanzar un desarrollo económico sostenible urge contar con un plan a largo plazo que contemple en detalle el cambio en la matriz productiva, que identifique sectores, más allá del gasífero, que impulsen el crecimiento económico. Ello junto a una adecuada inversión pública y privada permitiría a la población boliviana acceder a una mejor calidad de vida con empleos formales y ante todo sostenibles.
El PGE constituye una herramienta que permite tener señales respecto a la economía en un periodo determinado. No obstante, para tener una mirada con un horizonte más amplio, hacen falta elementos de planificación con la participación activa de todos los sectores económicos, pues, de lo contrario, se corre el riesgo de replicar métodos tradicionales que no toman en consideración el hecho de que los ciclos económicos son una realidad que trasciende las elucubraciones académicas.