Industrialización de la minería
Lo imprescindible de este modelo radica en conformar empresas mixtas con tecnología de punta.
![](https://www.la-razon.com/wp-content/themes/lr-genosha/assets/img/no-image.png)
En abril de 2005 publiqué en La Razón el artículo titulado Ineficiencia productiva en Comibol, donde se puntualizaban algunos factores que impiden la industrialización minera en Bolivia: entre otros, el arranque aplazado del horno Ausmelt en Vinto, las frecuentes averías de Karachipampa, las licitaciones fallidas de las refinarías de zinc (Potosí y Oruro) o el fracaso del riesgo compartido con Jindal en el Mutún. Respecto a los esfuerzos gubernamentales impulsados en tres direcciones para promover la industrialización —reactivación de viejas fundiciones (Karachipampa, Telamayu, Pulacayo, Catavi); relanzamiento del Mutún; emprendimiento de nuevos proyectos (horno Ausmelt en Vinto, cadena de evaporíticos, Coro Coro, Empresa del Oro)—, se señalaba que éstas no representan una política de industrialización minera. Entretanto, el Ministerio de Minería y Metalurgia se debate entre promover megaproyectos de riesgo compartido y/o desarrollar tecnología propia relacionada con encadenamientos graduales de industrialización. Fundimos estaño y antimonio, pero el resto de minerales se exporta como concentrados, a bajo precio, con fuga de metales no declarados. Por último, en el mencionado artículo se afirma que el uso de tecnología de punta podría paliar la posible crisis de un sector monoproductor carente de exploración, tecnología, controles ambientales.
En la última feria de minería desarrollada a principios de agosto en el Campo Ferial de La Paz pude apreciar una gran oferta de alta tecnología relacionada con la actividad extractiva minera únicamente. No se presentó ninguna exposición relacionada con la fundición de minerales. En la misma línea, el Embajador adjunto de Australia visitó recientemente al Ministro de Minería para explorar oportunidades de inversión en el sector, pero sin concebir la industrialización minera (La Razón 3/8/2016). Lo anterior demuestra que no existe en el país un criterio progresista para impulsar la fundición de minerales con inversión extranjera y tecnología de punta.
En una reciente entrevista con el Embajador de China en Bolivia le expuse mi inquietud de impulsar un programa de industrialización de la minería boliviana, a través de la asociación de empresas mixtas con tecnología de punta; propuesta que fue calificada como muy interesante. Para su materialización, la Corporación Minera de Bolivia (Comibol) necesita estructurar un plan de industrialización con la cooperación china que atraiga inversiones extranjeras y nacionales. El valor agregado obtenido por este programa sería de considerable impacto. Por ejemplo, una barra de concentrado de cualquier mineral adquiere un valor comercial 50 veces respecto a su valor bruto. Es decir que las exportaciones bolivianas de minerales podrían llegar a $us 5.000 millones en un año, a un costo de $us 1.500 millones. Lo imprescindible de este modelo radica en conformar empresas mixtas con tecnología de punta. Adicionalmente, este programa impulsaría el incremento de la inversión extranjera directa (IED), que podría pasar de $us 503 millones en la actualidad a $us 2.000 millones, superando el récord histórico de $us 1.759 millones alcanzado en 2013 (Armando Álvarez, La Razón, 31/7/2016)