Alexander
Este caso revela hasta qué punto está en riesgo la integridad de los niños sin hogar

El trágico suceso en el que un bebé de ocho meses de vida murió supuestamente después de ser víctima de maltrato y, aparentemente, hasta de violencia sexual ha conmocionado a la opinión pública a extremos pocas veces vistos en tiempos recientes, y no es para menos, pero sobre todo ha servido para alertar a la sociedad sobre una amenaza mayor sobre niñas y niños.
En efecto, diez días después de ocurrido el hecho, Alexander casi ha dejado de ser el nombre de un bebé abandonado por sus padres junto a su hermana, también de corta edad, e ingresado al hogar Virgen de Fátima, dependiente del Servicio Departamental de Gestión Social (Sedeges) de la Gobernación de La Paz en agosto, para convertirse en el nombre que designa una situación que fácilmente puede calificarse de horrorosa, pues muestra hasta dónde está en riesgo la vida de los niños y niñas que al no tener una familia están a cargo de las instituciones del Estado.
Según lo que se sabe, el bebé presentó un cuadro de paro cardiorrespiratorio, aparentemente causado por broncoaspiración (estando echado vomitó, pero no pudo expulsar el líquido, que le impidió la respiración); ante la gravedad del caso, fue llevado al Hospital del Niño, donde según una primera versión no fue atendido y se lo derivó al hospital Juan XXIII y, según una segunda explicación, fue reanimado y luego derivado al citado nosocomio debido a que en el primero no había espacio disponible en su unidad de terapia intensiva.
No obstante, luego del deceso se reveló que el bebé tenía signos de violencia sexual, extremo que disparó el horror, considerando que resulta casi inimaginable que un adulto pueda concebir y menos ejecutar semejante acto. Lo cierto es que con el paso de los días, la investigación a cargo del Ministerio Público reveló una serie de nuevos detalles, muchos contradictorios entre sí, y ahora ya no solo no se tiene certeza de la naturaleza de las evidencias que llevaron a sostener que había sido violado, sino que tampoco parece posible identificar al o los autores del horrendo crimen.
Lo que queda, así, es la incertidumbre sobre qué pasó, cómo y por qué; y en cambio la certeza de que las instituciones han fallado, no solo en este caso, sino, como se ha revelado en los últimos días, sistemáticamente, ya que no es la primera vez que se denuncia violencia sexual contra los y las menores del Hogar Virgen de Fátima. Asimismo, la actuación de los galenos en el Hospital del Niño deja mucho que desear, al menos mientras no se sepa hasta dónde tienen responsabilidad directa o indirecta en el caso.
Ciertamente el caso seguirá resonando mientras no concluya la investigación en marcha, y tal vez la indignación pase cuando haya alguna persona sentenciada. Sin embargo, seguirá siendo una tarea pendiente cambiar esa realidad que, por lo visto, es un infierno para las y los niños en esas instituciones.