Robo de bebés
La pareja presume que se estarían enfrentando a una red de tráfico de bebés
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Días atrás, una pareja denunció a La Razón el intento de robo de su bebé y la falta de apoyo de las fuerzas del orden y de la Justicia para sancionar este tipo de delitos, lo que les hace prever que los presuntos delincuentes operan bajo la protección de algunos fiscales; extremo que fue negado por los funcionarios de la FELCC consultados por este diario.
El hecho ocurrió el 8 de mayo en la plaza San Francisco, cuando una mujer (Nercy) de 22 años y su marido, Mirko, intentaron abordar un bus que se dirigía a la zona Sur. Según el relato de la madre, cuando subía las escaleras un hombre le propinó un codazo en las costillas. Al ver esta acción, Mirko interpeló al presunto agresor (Juan de Dios C.H.), quien le respondió no con palabras, sino con un chorro de gas pimienta dirigido hacia los ojos, lastimando de paso a su hijo, que entonces se encontraba en sus brazos.
Enceguecido por el gas, Mirko le confió el menor, de un año y medio, a su esposa. Minutos después, se le acercó una mujer que le sugirió que le diese al niño y así poder ir a ayudar a su marido, a quien, según le dijo, “lo estaban matando”; incluso intentó arrebatárselo por la fuerza. Ante la negativa de la madre, la mujer le ofreció un vaso con agua “para que se tranquilice”. Empero, alertada por una guardia municipal, Nercy escupió el líquido que había ingerido.
Por el barullo, los tres fueron trasladados hasta la FELCC por la Policía. Allí, siempre según la misma fuente, la fiscal que atendió su caso, Rosario Merlo, solo escuchó la versión del presunto agresor convertido ahora en víctima; pues, tras rociar el gas pimienta, recibió un empujón que lo despachó hasta el suelo, abriéndose una herida en la frente durante la caída. Por esta agresión y por un supuesto intento de robo denunciado por Juan de Dios, Mirko fue detenido durante ocho horas.
Al verla desconsolada por esta injusticia, otro de los funcionarios que atendió a Nercy le espetó que más bien debería estar agradecida, ya que casos como el suyo se repetían a diario, pero con finales trágicos, pues muchas mujeres, generalmente del campo, después de sufrir ataques con gas pimienta o de beber el agua que les ofrecían, se despertaban sin sus hijos, a quienes ya nunca más volvían a ver.
Consultada por qué no había escuchado la versión del padre ni de la madre, quien intentó explicarle (a gritos) que habían sufrido el intento de secuestro de su bebé y que en realidad ellos eran las víctimas, no los victimarios, la fiscal Merlo respondió a La Razón que les había negado la palabra porque “tenía muchos casos que atender”.
Estos hechos, sumados a los testimonios de vendedoras que reconocieron al agresor por acciones similares en el pasado, quien además cuenta con antecedentes (según su abogado), inducen a la pareja a considerar que estarían enfrentándose a una red de tráfico de bebés. Urge corroborar o desmentir estas sospechas.