Más Iberoamérica
Se debe acabar con la percepción de que Iberoamérica es una creación española

El 18 y el 19 de octubre, en la ciudad de Panamá tuvo lugar la XXIII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno. Una cumbre con algunas decisiones tomadas, pero que evidencia la necesidad de afrontar nuevos retos en la construcción de un verdadero espacio iberoamericano.
Entre las principales decisiones figura la candidatura de Rebeca Grysnpan, exvicepresidenta segunda de Costa Rica, como posible sucesora del saliente Enrique Iglesias al frente de la Secretaría General Iberoamericana (Segib). Asimismo, se han aceptado los nuevos esquemas de financiación para la implementación de las cumbres y el mantenimiento de todo el componente institucional iberoamericano. Un nuevo esquema de reparto en las cargas orientada a conseguir la paridad de cuotas de España y Portugal frente a América Latina, y que hasta ahora ha sido del 70%-30%, respectivamente. Finalmente, se acordó que los encuentros iberoamericanos se tornen bianuales, para que den secuencia a los encuentros entre la Celac y la UE, igualmente, celebrados cada dos años. El imbricar y conferir mayor concordancia entre ambas cumbres sin duda repercutirá positivamente en una alianza estratégica birregional que se ha venido afianzando en los últimos tres años.
Sin embargo, los retos siguen siendo relevantes. Se echa de menos un mayor compromiso de España y Portugal por “lo iberoamericano”. El sesgo paternalista sigue presente al igual que la mala lectura que España ha venido realizando del escenario al otro lado del Atlántico. Por ejemplo, en esta mayor proximidad del espacio iberoamericano, es necesario plantear una sede de la Segib para América Latina, hasta ahora en Madrid, a fin de conferir mayor transferencia de esa aprehensión que debe fortalecerse en el imaginario colectivo iberoamericano.
Del mismo modo hubiera sido fundamental robustecer la presencia de este enclave birregional, aprovechando el cambio de secretario general, con un expresidente latinoamericano. Abandonando así los candidatos de bajo perfil político pero con mayor desempeño “funcionarial”. Un secretario general de alto perfil, que no siga evidenciando ese afán subrepticio de España por controlar una institución común a 22 Estados miembros, espolearía, sin duda, la impronta y la proyección internacional de este escenario.
En otras palabras, se debe acabar con la percepción de que Iberoamérica es una creación española, y por eso la importancia de que la representación de España en la elección del nuevo secretario general sea sólo de un voto más, para que así nadie piense que está imponiendo, formal o informalmente, a su candidato, como parece que ha sucedido con la candidatura de Rebeca Grynspan.