Cuestión de actitud
En el país, los automovilistas, motociclistas y peatones tienen licencia para matar y morir

Si usted se para sobre las rayas blancas (cebras) de las esquinas cuando maneja, si cruza la calle por la mitad esquivando el semáforo o si lo hace toreando a los autos en movimiento… bienvenido al tráfico en cualquiera de las ciudades de Bolivia.
Si usted tiene que ir por la calzada porque las aceras son tiendas y están ocupadas por precarios almacenes y orondas vendedoras… ¡Se encuentra en los alrededores de los mercados extendidos en nuestro país!
Cuando usted maneja un automóvil, camión, volqueta o autobús, está en una selva donde gana el poder del más fuerte. En esa cruenta batalla es recomendable: no respetar la luz roja, montarse sobre las cebras, tocar bocina amedrentadoramente, torear transeúntes haciendo rugir el motor, estacionar en doble fila, adelantar por la derecha, circular por el centro de la vía y pisar a fondo el acelerador cuando algún incauto pretenda pasarnos.
Si maneja motocicleta tiene licencia para matar o morir, puede volar de una esquina a otra estornudándose en los semáforos, pasar raspando entre los autos y espantar transeúntes desprevenidos. Cuando suba a la moto asegúrese de no mostrar la placa, no tener luces y no ponerse casco; si lo tiene, cuélguelo del manubrio, y no olvide manipular el escape para que usted y toda la humanidad sepan que va montado en un ruido. Así no será un bicho raro en el enjambre motorizado de las ciudades bolivianas.
En cambio, si su vehículo es una ecológica y humilde bicicleta, se recomienda creerse moto y cruzar entre los autos de forma suicida, de ninguna manera ir por la derecha, considerar el semáforo sólo como parte del paisaje y esforzarse por cargar el mayor peso posible. Para no sentirse menos puede instalar una bocina atronadora.
Si usted pertenece a la categoría de los peatones, recuerde que, al igual que los automovilistas y motociclistas, también tiene licencia para matar y morir. Un peatón eficiente en las calles de las ciudades bolivianas tiene que combinar el espíritu de aventura con la agresividad y el desprecio a las normas. Si usted camina por nuestras calles, deténgase a mirar vitrinas en mitad de la acera, converse con sus acompañantes; de ser posible, instale una tienda en la calle y, por favor, no olvide construir un rompemuelle frente a su casa, mientras más alto, mejor. Tampoco tiene que hacer caso de los semáforos (artefacto diabólico del imperialismo y la colonización), subir al vuelo en el taxi, de todos modos, no mire a sus mentirosas luces capitalistas, mire fijamente a los ojos del enemigo (es decir, de los automovilistas) e intente descifrar sus intenciones ¿pasará o sólo me está amenazando?, luego cierre los ojos y láncese al vacío. Dios dirá.
Pero, si quiere probar que las y los bolivianos somos capaces de convivir en este nuevo mundo urbano que tiene al 70% de sus habitantes viviendo en ciudades, entonces, pare en la luz roja, respete la cebra, no toque bocina sino en casos de emergencia y no aterrorice a los peatones. Quizá el resto de ciudadanos lo miren con sorpresa o pena o desprecio, pero usted tendrá la íntima satisfacción de estar demostrando que el ser humano es capaz de aprender y respetar reglas de juego para una convivencia digna.