Especialidades
No se le da la importancia que merece a la atención de enfermedades que requieren subespecialistas

El fin de semana en este mismo diario se informó sobre la escasez de especialistas en distintas ramas de la medicina, que son muy importantes para cubrir las patologías más frecuentes y así proporcionar un servicio de salud completo. Está claro que cuatro médicos para cada 10 mil habitantes es también un número muy bajo de cobertura, si se considera que lo ideal es un galeno por cada 1.000 habitantes.
Sin embargo, se olvidan a las subespecialidades que, como bien se mencionó en el artículo, forman parte de un requerimiento específico, para tratar patologías aún más complejas, pero que siguen siendo atendidas por médicos especialistas. Resultado de esta ausencia, se acumula trabajo de alta complejidad, se deja de atender pacientes con otras alteraciones más sencillas, y tampoco se le estaría dando la importancia ni la atención de excelencia que requieren los enfermos con alteraciones que demandan cuidados más especializados.
En el medio existen subespecialistas en diversas ramas; sin embargo, su trabajo aún no está formalizado ni ha sido correctamente asignado; por tanto, se dedican a ramas de especialidad general, sin poder desarrollar toda su capacidad. Ello se debe a una mala distribución de profesionales médicos, por la ausencia de una política de Estado que los organice. Tampoco hay incentivos para quienes tienen estudios complementarios a sus especialidades. Por otra parte, el sistema universitario (me refiero a las universidades que pueden impartir títulos de especialistas) no se preocupa por equilibrar la asignación de cupos para las especialidades con déficit en la atención, ni tampoco de formar a los subespecialistas que se requiere.
En el reportaje también se hace referencia a la intención de buscar culpables entre las organizaciones y sociedades del rubro, pese a que la única responsable de este déficit es la “descoordinación”, por la ausencia de un plan estatal en salud que incentive y otorgue a los profesionales facilidades para que puedan desarrollarse, sin restricciones, en la especialidad que han elegido, para bien de los enfermos.
Urge resolver estas restricciones e impedimentos por parte de los actores (Universidad y Estado), porque las enfermedades no esperan, atacan a las personas con la intención de mermar su salud y acabar con su vida, sin importarles las buenas intenciones ni los planes futuros.
La famosa Cumbre de Salud (a la que ya se cambió de fecha varias veces) tiene el desafío de resolver una lista de problemas que cada día aumenta, amén del acceso universal a la atención médica; y dudo que, con consignas prediseñadas, se pueda alcanzar ese beneficio que todos esperamos; y mejor ni hablar de calidad, porque ese es otro tópico que podría enfurecer a muchos.