Normas del olvido
En Bolivia alguna autoridad debe hacer cumplir las normas de una forma duradera.
Recuerdan… años atrás (allá por 1997) en la ciudad de La Paz hubo un remezón social cuando se habló de entregar una ración de leche a los voceadores de los minibuses. Si la traicionera memoria no me engaña, recuerdo que la dotación del líquido blanco se logró a punta de protestas, como casi todo se consigue en el país.
¿Cuánto duró esta medida? ¿Un mes?, ¿dos meses?… ya, siendo optimistas habrá sido una resolución con algo más de medio año de eficaz existencia. Pero, aquello agonizó con el tiempo y después murió en el olvido. Pillar a un voceador que se alimente con leche sería, pues, un éxito para titular a cinco columnas.
¿Y alguien se acuerda de la prohibición para el quinto pasajero de los trufis? Al final, esa práctica fue nomás aceptada. Aquello nos ha resultado tan normal como viajar al lado de un chofer de minibús, cerquita, o encima, de la caja de cambios. Hay normas que los choferes paceños se las han pasado con la misma facilidad como cruzan algunos semáforos rojos. Por ejemplo, la obligatoriedad del pasaje diferenciado para la tercera edad o a los estudiantes.
Ni qué hablar del respeto por los ruteos que hace meses ocasionó una colisión entre usuarios y conductores. Pero, después de tantas amenazas y broncas, ahora los maestros del volante siguen con sus caprichos. Y los intentos por unificar tarifas de los taxis son baches profundos de donde no salimos, pues al menos en este rubro campea muy sobrio el “maldito” neoliberalismo.
Hay más. Los castigos para las aerolíneas atrasonas están en stand by (dizque en sala de espera) y ni qué hablar del servicio en las flotas que van por las rutas interdepartamentales. Dicho servicio fue noticia los últimos días, porque el Gobierno promueve el respeto por el derecho del pasajero. Pero no hay nada nuevo en este rubro y, al contrario, todo es antiguo. Los pasajeros centrales que se cargan en estos viajes son esenciales para el bolsillo de los choferes, y la puntualidad ha quedado en el buzón de equipajes. Y pobre del valiente que quiera protestar.
En un mea culpa sin sentido habrá que decir que los medios de comunicación también hemos fallado: “Por nuestra culpa por nuestra culpa”… porque ha faltado un seguimiento mediático permanente al incumplimiento de estas reglas. Aunque la responsabilidad mayor es de las autoridades que deben hacer de estas reglas una constante en el tiempo.
Es que de verdad alguien debería acabar de una vez con todas esas arbitrariedades o, simplemente, hacer cumplir la ley. Es simple como eso, pero acá en Bolivia cuesta, y mucho, que las cosas sucedan como deberían pasar en un país dizque “normal”.