La Muerte del género musical
Las características del consumo actual de los oyentes derivaron en un público más ecléctico y menos purista.

Pasó poco a poco pero ya es inevitable decir que es una realidad. Los puristas de la revista Billboard pueden llorar todo lo que quieran con los brazos levantados al cielo, pero es cierto: eso de las listas bien formaditas y cuadradas ya no va. Rock, rap, country, latino, pop y etcéteras como tal, no existen más. Calle 13 lo cantó (gritó) con orgullo cuando unió voces con Café Tacuba, Rubén Blades o Silvio Rodríguez. Pero más que duetos que siempre hubo y habrá, es ese cruce de estilos y ritmos y beats que a veces emociona y que a veces confunde, lo que mató a los géneros.
Niñatos irreverentes como Billie Eilish, Lil Nas X, o veteranas como la reina Madonna; que están cruzando, haciendo lazos con nuevos artistas emergentes (cof, cof, Maluma) o creando mezclas inclasificables; son quienes están transformando la música y dándole nuevo sentido a los géneros musicales.
Pero decir que estos cambios son movidas estratégicas de marketeros sería iluso, porque hay un espíritu diferente germinando detrás. Lil Nas y Billie son generación Z y su DNA se siente con fuerza más allá de la música que están interpretando. Está en la vida que están viviendo. Está en su sexualidad. En su ropa, en su actitud hacia la vida.
La generación Z no es la primera en tratar de jugar con los géneros. Ya los millennials antes trataron de saltar entre estilos, pero su música siempre resultó mainstream. Taylor Swift no dejaba de sonar o pop o country. No era difícil distinguir un estilo del otro. Lo que distingue la música que se está cocinando actualmente es lo híbrida que puede llegar a ser en una misma canción.
Y esta característica tiene mucho que ver con los hábitos que se dan en nuestro consumo de música. No existe una sola persona ya que escuche un solo disco cuando sale a la calle con los audífonos conectados al celular. Somos la generación de los playlists. Y ya no son listas de un solo género, son listas donde mezclamos hasta cinco géneros diferentes. Escogemos y armamos playlists con canciones favoritas que cubren desde bailables, temas para cantar o aquellos clásicos que no queremos soltar y le ponemos nombres tontos como: “Gimnasio Lunes”, “Canciones para ir al trabajo”, “Conduciendo al súper”, etc. Algunos son más originales: “Tesis triste, tesis feliz”, “Cómo odio esta oficina” o mi preferida: “Cristian… estoy embarazada”.
Pero en estos hábitos nuevos, para la generación Z el uso de las redes sociales es muy importante. Lil Nas X es popular en Twitter y usó TikTok (si tienes más de 25 años y realmente sabes qué es esto… felicidades) para lanzar su video Old Town Road, que tuvo un golpe de suerte con una tendencia viral que surgió a fines del año pasado y repuntó este año sobre los vaqueros de color: la “agenda yeehaw”, que le permitió a su video convertirse en uno de los más vistos en Estados Unidos y de lo más comentados entre los jóvenes de color. Billie Eilish también usa las redes sociales para mantener contacto con los fans, tener un ir y venir de opiniones con ellos, estrenar videos, comentarles fechas de sus conciertos, regalarles entradas, entre otras cosas. Estas redes de hecho permitieron que artistas de habla no inglesa que tenían antes limitaciones de difusión salten a la palestra de inmediato y circulen en circuitos tipo Coachella. Son artistas como Rosalía, Bad Bunny, Sofía Reyes, Blackpink o BTS.
Los “Gen Z” han crecido con apps y plataformas que les permiten crear o distribuir música mucho más fácilmente. Estas herramientas ya no son exclusivas de los magnates de la industria musical. Billie Eilish, por ejemplo, descargó una aplicación a su celular para componer canciones cuando tenía 13 años y junto a su hermano subió sus composiciones a SoundCloud para que la gente las descargara gratuitamente. Ocean eyes se hizo famosa de esa manera. Se subió a la nube. Unas horas le bastó para llamar la atención de la gente. Una web, Hillydully la reposteó y en menos de unos meses el tema se comenzó a hacer más y más popular de lo que cualquiera hubiera esperado, al punto de que en menos de tres años, Bad Guy, de Eilish estaba cerrando la película Brightburn (2019) y ahora es una de las cantantes más populares del mundo.
Mientras seas interesante, la industria vendrá a ti. Dominic Fike, de 23 años, firmó su contrato por 4 millones de dólares estando arrestado en su casa. Subió un EP que mezcla hip hop, música indie y guitarra acústica en distintos géneros, que inició una guerra entre disqueras por contratarlo primero. La originalidad de su estilo es subjetiva, pero las mediciones ya no parten por ventas sino por descargas. De allí que tener un disco de 12 canciones no sea tan rentable como sacar dos o tres temas y si la gente dice “esto es lo que quiero”, eso es lo que la maquinaria marketera apoyará por detrás.
Esto es prueba de que la música ya no se basa en tener contactos en la industria, solo tener talento… o suerte… y una computadora y una cuenta en SoundCloud. De ahí los ejecutivos vendrán a ti con la chequera y posiblemente Madonna querrá hacer el dueto contigo en español, portugués o coreano.