Pedro Querejazu: ‘Las fotografías revelan una nueva faceta en la obra de Arturo Borda’
El investigador presentó su nuevo libro, que profundiza en la obra pictórica del artista.

Las múltiples contradicciones que pueden encontrarse en la obra de Arturo Borda son, más que contrasentidos, manifestaciones de una personalidad compleja. “Romántico, clasista, esteticista, simbolista, actor de cine y teatro, escritor, poeta, pintor y líder sindical”, así describe el historiador y crítico de arte Pedro Querejazu al mítico artista paceño.
En el libro Borda 1883-1953 —que se presentó el 3 de mayo en el Auditorio de la Universidad Privada Boliviana (c. 5 de Obrajes)— el investigador muestra un análisis de su obra pictórica desde la Historia del Arte, con la colaboración de la también historiadora del arte Lucía Querejazu. Contiene más de 451 fotografías en color de pinturas y dibujos, además de 34 fotografías que acompañan tres ensayos, escritos por Jessica Freudenthal, Omar Rocha y Claudia Pardo, sobre El Loco, la novela más conocida del también escritor.
— ¿Cómo nació el proyecto?
— Comenzó hace varias décadas. Si bien conocí su obra en 1971, mientras trabajaba en el Museo Nacional de Arte como restaurador, fue en 1983 —después de realizar una exposición en homenaje al centenario de su nacimiento, junto a Ronald Roa— que le propuse al historiador hacer un libro sobre la obra del artista. Roa no estuvo de acuerdo porque ya estaba trabajando en uno por sí mismo.
Desde entonces mantuve una espera activa, durante la cual me dediqué a fotografiar todas las piezas de Borda a las que tuve acceso. En 2010 Roa publicó su libro, que tiene un enfoque histórico muy bien documentado, que no abordó el necesario análisis de la obra pictórica o literaria del autor que yo tenía en mente.
Así que en 2011 hice un perfil de proyecto para buscar financiamiento —que vino de la mano de la Fundación Solydes— para publicar un libro que se aproximara a su pintura, desde la Historia del Arte. El año siguiente lo tuve prácticamente listo, pero por razones económicas tuvimos que esperar.
Durante los siguientes tres años siguió apareciendo información. Lo más notable fue llegar a ver una fotografía tomada o mandada a tomar donde se puede ver la imagen del yatiri en la que se basó el pintor para su famoso cuadro (El Yatiri, 1918), con una diferencia. La fotografía está tomada en el patio de su casa. Entonces, al realizar la obra, reprodujo con mucho detalle las figuras humanas, pero le cambió el contexto, que en la pintura es un paisaje similar al del estrecho de Tiquina, en el lago Titicaca. Y como éste hay muchos ejemplos, que el libro ilustra de manera paralela.
— ¿Qué implicó este hallazgo para su investigación?
— Esto abrió un panorama que hasta 2012 era insospechado para mí; sabía que él utilizaba fotografías, pero no que las construía como vehículo para realizar su obra pictórica. Lo notable es percibir y demostrar que cuando él concebía una obra de arte, lo hacía no solo en el boceto, sino como una imagen completa, en la que después introducía elementos propios. Además de ser un notable escritor literario, hizo crítica de arte y fue actor, productor y director de cine. Y la función de las fotografías en la pintura tiene relación con las otras actividades a las que también se dedicó.
— Entonces ¿cuál es para usted la relación entre la pintura y la escritura de Arturo Borda?
— Se ha dicho que sus pinturas ilustran su obra escrita. Mi argumento es distinto. Él pensaba en lenguaje pictórico y probablemente afinaba su pintura a partir de su discurso literario y viceversa. Es como una marcha paralela. Ninguno depende del otro, son complementarios e inseparables.
El mejor ejemplo es la relación entre la novela El Loco y el cuadro Filicidio (1918). Muchos piensan que la pintura es la ilustración del texto, pero tienen discursos distintos. El Loco, al principio, describe cómo fue abandonado el narrador y se describe a sí mismo como un nonato. En medio de una tormenta, en la noche, en el río Choqueyapu, el bebé reconoce su situación y ve cómo una cerda se aproxima para devorarlo, pero después una mujer lo encuentra y lo rescata.
En la pintura, el hecho discurre de día, por la tarde, también en el río Choqueyapu y el niño, que no es un neonato, por su fisonomía es mayor, ya está muerto y ha sido parcialmente devorado por la cerda. Lo que demuestra que hay temáticas comunes, tratadas de diferente manera.
— ¿Es por eso que también incluyó colaboraciones sobre la obra literaria del autor?
— A Borda hay que verlo de manera integral y su obra literaria, que está muy ligada a la pictórica, como ya hemos visto. Por ejemplo, la taxonomía que utilicé en su pintura es simplemente un proceso operativo para analizar mejor ciertas cosas, pero algunas piezas podrían estar en dos o tres categorías al mismo tiempo. La idea del libro es generar más investigaciones, porque sé que hay más obras a las que no tuve acceso. En cuanto a su faceta como escritor, aún no se han recopilado sus críticas de arte, o sus discursos políticos, que yo sepa. Así que hay aún mucho material por ser estudiado.
Pérfil:
Nombre: Pedro Querejazu
Profesión: Historiador y crítico de arte
Nació en: Sucre Nació en 1949. Después de realizar estudios sobre artes plásticas (Bolivia) y restauración (España), dedicó gran parte de su carrera a la Historia del Arte. Fue director del Museo Nacional de Arte (1982-1986) y de la Galería de la Fundación BHN (1991-1997). Es autor de los libros La Placa (1990),
El dibujo en Bolivia (1996), Guiomar Mesa (2009), Luigi Doménico Gismondi. Un fotógrafo italiano en La Paz (2010), Keiko González (2011) y Arte contemporáneo en Bolivia. 1970-2013. Crítica, ensayos y estudios (2013), entre otros.