Dos leones son el atractivo del circo Carioca
El propietario de los animales asegura que los adiestra con amor y paciencia

Las luces se encienden y el telón se abre, unos rugidos hacen retumbar la carpa del circo Carioca. Se trata de Hércules y Kiara, una pareja de leones que nacieron en cautiverio y que hoy son el principal atractivo del espectáculo circense.
Hace siete años fueron cambiados por una carpa que valía 5.000 dólares; desde ese tiempo los dos felinos forman parte de la familia de Marcos Fernández, su propietario.
Hércules y Kiara nacieron el 2001 en Oruro y descienden de padres africanos. Ambos llegaron a este mundo en un circo, pero los primeros propietarios no tenían los recursos suficientes para criarlos. A sus dos años, fueron cambiados por una carpa para espectáculos que, en ese tiempo tenía un valor de 5.000 dólares.
Fernández relató que los tiene bajo su cuidado hace siete años y que los primeros meses tenía mucho miedo. «Mi primer contacto fue darles el alimento de lejos y cada vez de más cerca hasta que ahora les doy de mi mano; de esa manera logré la confianza de mis animalitos».
Hércules pesa 170 kilos, tiene sobre su lomo la peculiar melena de un color más oscuro que lo distingue de otros felinos. Él es el rey entre otros tres leones y su función natural de macho es proteger a la manada y lo hace saber con permanentes rugidos que estremecen la pequeña jaula que comparte en su cautiverio.
Kiara, de 150 kilos, al igual que Hércules, toma diariamente cinco litros de agua y, cada día consume 18 kilos de carne ya sea de burro, algunas partes de la vaca o menudencias de pollo, pero sólo el cuello con la cabeza, porque otro alimento podría provocarles estreñimiento, comentó Fernández que a lo largo de estos años llegó a conocerlos muy bien.
El cochabambino Marcos Fernández, que se dedica a esta actividad hace 20 años y comparte «su hotel de 5 estrellas» — como él llama a su circo— con su esposa y dos hijos, indicó que luego de haber logrado la confianza de sus mascotas comenzó a enseñarles algunas habilidades.
Primero les enseñó a saltar y jugar en pequeños taburetes, luego lograr equilibrio en maderas, pero nunca utilizó látigos o palos. Estos elementos los reemplazó con paciencia, cariño y alimento, afirmó.
Tampoco les adiestró a saltar con ruedas de fuego porque considera que es violentar su naturaleza.
Fernández aseguró que su circo «es el único en Sudamérica que no maltrata a sus animales», porque ellos ya forman parte de su familia y se los trata en esa condición proporcionándoles una buena alimentación y cuidándolos adecuadamente.
Cachorros. Hace un año y medio, la familia creció en el circo. Nacieron Panchulo, de 70 kilos, y Fida, de 60 kilos de peso; ambos consumen el mismo alimento que sus padres, pero un poco menos. Son los más traviesos, «uno no sabe cuándo están jugando o cuándo están enojados», comentó Fernández.
Los cachorros también son adiestrados, «pero es más fácil con ellos por la convivencia y experiencia» que logró con los otros leones.
Como cualquier otro felino, Hércules, Kiara, Fida y Panchulo tienen rechazo al agua, sólo se los moja cuando hace calor, pero la limpieza de su jaula es diaria. Su jornada la pasan en una jaula en medio de la carpa del circo hasta el momento de su presentación donde se convierten en la principal atracción.
Ellos comparten su hogar con una llama, palomas y chivas, además, de los payasos que cobijados en el Circo Carioca recorren el país. La Razón los encontró en la población de Tarabuco, a 60 kilómetros de Sucre.
Las condiciones para entregar a las fieras
Marcos Fernández, que tiene cuatro leones, está dispuesto a entregar a sus animales para que sean llevados a un refugio, pero pide verificar el lugar donde irán pues dice que son como sus hijos y que busca lo mejor para ellos.
Piden que se facilite estudio de los niños
Una caravana de payasos, malabaristas, magos y animales adiestrados viaja de lugar en lugar mostrando su espectáculo. El único albergue fijo que tienen es la carpa de su circo, donde día tras día entrenan para presentar sus dotes al público.
Los niños forman parte de esta familia; sin embargo, están privados de uno de sus principales derechos: la educación, señaló Marcos Fernández, propietario del circo Carioca.
Fernández inscribió a sus dos hijos en dos escuelas este año. Primero en Oruro y luego en Sucre, donde pasaron clases dos meses, pero luego tuvo que dejar el lugar para ir a Tarabuco y ahora los niños están a punto de perder el año escolar.
Frente a esa realidad, pidió a las autoridades de Gobierno que en el caso de estos niños, que deben viajar con sus padres permanentemente, se les permita que vayan a la escuela en el lugar donde se encuentran. «Por nuestra actividad, una semana podemos estar en Sucre, otra en Santa Cruz o en cualquier parte del país».
Además pidió que se otorgue un tratamiento especial a los circenses en cuanto al pago de impuestos, puesto que los gastos operativos son muy altos.
Se requiere por día cerca de 450 bolivianos para pagar la alimentación de los animales y del personal, además deben cancelar los impuestos a Espectáculos Públicos del municipio donde llegan. A esto se suma el espacio que contratan para instalar toda su infraestructura.