El homicida de la joven Betty la espiaba y acosaba
Crimen. Víctor Avendaño fue remitido a la cárcel
Víctor Avendaño, el joven que mató y luego quemó a su amiga Betty Condori, la espiaba y acosaba. La Policía estableció que bajó a su celular las llamadas que la víctima sostenía con un supuesto enamorado. Ayer fue enviado a la cárcel.
La joven de 22 años fue enterrada a las 15.00 de ayer en medio de llanto y desconsuelo de sus familiares y amigos. Víctor Avendaño, quien terminó con la vida de la joven el sábado por la noche, fue remitido ayer a la cárcel de San Pedro con detención preventiva.
Víctor había logrado bajar, a través de un programa, las grabaciones de las llamadas que Betty sostuvo con su supuesto enamorado que vive en Rurrenabaque, y eso ocasionó su bronca.
Según el jefe de la División Homicidios de la fuerza anticrimen, coronel Félix Rocha, Víctor entró en cólera al escuchar conversaciones dulces entre la pareja. «A él no le decía eso. Le trataba mal», dijo.
La psicóloga Elizabeth Ordóñez explicó a La Razón que esa actitud corresponde a acoso y a una obsesión enfermiza hacia la víctima.
Antes del sábado, tras mucha insistencia, Víctor le pidió a Betty ser al menos su amigo, propuesta que ella aceptó.
Esa tarde la joven salió de su casa a las 15.00 y después iba a ir al concierto del grupo Aventura. Nunca más volvió.
Tras discutir, el autor del hecho causó la muerte de Betty con un golpe en la cabeza con una botella. Luego actuó con frialdad para hacer desaparecer el cadáver.
Dejó el cuerpo cerca de la avenida Entre Ríos y fue a un basural a conseguir bolsas. Después lo trasladó hasta Munaypata, donde los padres de Víctor tienen una casa de descanso. Ahí dejó algunas prendas de Betty. Después la llevó a la plaza Niño Jesús, metida en bolsas y cajas de cartón. Fue hasta su casa, en la Garita de Lima, y sacó una carretilla. Llegó con el cadáver hasta la calle Nicolás Palma de Alto San Pedro, ahí le echó querosén, le prendió fuego y se fue.
Ordóñez explicó que su actitud corresponde a una persona que tuvo el tiempo de planificar su delito. «No fue por una emoción violenta», manifestó. Víctor, tras confesar el crimen, habría dicho a los policías, la noche de su detención: «Mi único delito fue amar a una mujer que no me hacía caso».