Las quemas en Santa Cruz disminuyeron este fin de semana y como resultado mejoró la calidad del aire. La densa humareda que cubría las ciudades cruceñas cedió. Las precipitaciones pluviales, aunque leves, ayudaron a mitigar la situación.
Santa Cruz redujo la cantidad de quemas la jornada de hoy domingo. Así lo informó la Dirección de Recursos Naturales de la Gobernación cruceña (Direna). El Sistema de Alerta Temprana de Incendios Forestales (Satif), registró solo tres incendios forestales activos en Santa Cruz. Todos ellos se encuentran en la Autonomía Indígena Originario Campesina (Aioc) Kereimba Iyambae y afectan a las localidades Gutiérrez, Tatarenda y Pirirenda.
Actualmente los municipios declarados en desastres por incendios forestales son 16. Se trata de los siguientes: San Rafael, San Matías, Aioc Kereimba Iyambae – Gutiérrez, Aioc Charagua, San Antonio de Lomerío, San Ignacio de Velasco, Carmen Rivero Torrez, Puerto Suarez, Robore, Urubichá, Cabezas, Camiri, El Torno, San José de Chiquitos, Samaipata y Moro Moro. Roberto Juchasara, bombero instructor de Direna, informó también que «las hectáreas afectadas por los incendios hasta la fecha ascienden a 1.078,858”.
Los bomberos y técnicos desplegados para controlar las quemas pertenecen a la Autonomía Indígena Originario Campesina guaraní Kereimba Iyambae, que anteriormente era el municipio de Gutiérrez, y la Gobernación cruceña. Participaron además los grupos voluntarios Guardián y Kereimba Iyambae. Contaron con el apoyo de dos camionetas de ataque rápido, dos drones y herramientas forestales.
Las imágenes satelitales de la organización Greenpeace, confirman la disminución de los focos de calor en Santa Cruz, que descendieron de más de 400 en días previos a menos de 40 hoy domingo. Como consecuencia, disminuyó el humo que cubría el territorio del departamento.
Sectores insisten en derogación de la disposición séptima
Agropecuarios y gremialistas cruceños calificaron la reunión de autoridades del gobierno con la Confederación de Empresarios de Bolivia como un intento de dividir a los sectores movilizados.
El presidente en ejercicio de la CAO, Klaus Frerking.
Klaus Frerking, presidente en ejercicio de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), y Edgar Álvarez, dirigente gremial de Santa Cruz, reafirmaron el rechazo de los sectores productivos y gremiales a la disposición adicional séptima de la Ley 1613. La normativa en cuestión autoriza la confiscación y decomiso de productos. Ambos dirigentes sostienen que no habrá diálogo con el gobierno hasta que se derogue el artículo considerado “confiscatorio” y “lesivo” para la economía nacional.
“La CEPB nunca participó en ningún ampliado de toda esta cadena productiva, nunca se acercó a este comité multisectorial a nivel nacional”, afirmó. “¿Cómo una ley se pone en pausa? Creo que aquí nadie entiende cómo una ley se puede poner en pausa”, cuestionó.
El dirigente agropecuario insistió en que la única salida es la derogación de la disposición séptima, que consideró una “jugada más del gobierno”. Añadió: “hemos presentado el proyecto de ley a diputados con un artículo único, que es la derogación de la cláusula séptima”. Además, recordó los casos de confiscación de arroz en Montero, señalando que “eso es lo que no vamos a permitir que ocurra en Bolivia”.
Sectores ven ‘mala intención’ del gobierno
Por su parte, Edgar Álvarez acusó al gobierno de actuar con “mala intención” al reunirse con sectores afines y no con los movilizados. “El gobierno lo ha venido haciendo jugando, reuniéndose, inventando reuniones con terceras personas”, afirmó. El dirigente cruceño aseguró que las movilizaciones continuarán y que se preparan medidas más duras. “Vamos rumbo a otro ampliado multisectorial en una de las ciudades para poder tomar determinaciones aún más duras”, anunció.
La disposición séptima, que forma parte de la Ley del Presupuesto General del Estado, ha generado un profundo malestar en el sector privado. Esto es así particularmente entre productores y gremiales, quienes la consideran una amenaza a la propiedad privada y a la estabilidad económica. Aunque el gobierno insiste en que la norma está dirigida a combatir el contrabando y la especulación, los sectores movilizados argumentan que su aplicación podría derivar en abusos de poder y afectar gravemente la cadena productiva.
Ayer lunes, Santa Cruz fue epicentro de un paro movilizado calificado como “exitoso” por los dirigentes. La protesta incluyó la participación de diversos sectores, entre ellos ganaderos, avicultores y productores de oleaginosas. Los líderes advirtieron que las movilizaciones escalonadas continuarán, comenzando este jueves en Sucre.
Gremialistas, agropecuarios, cívicos y otros sectores realizaron un paro movilizado en la capital cruceña hoy lunes. Anuncian que siguen en emergencia contra la disposición séptima de la Ley 1613.
La capital cruceña amaneció este lunes con una movilización de sectores productivos y gremiales en rechazo a la disposición séptima de la Ley 1613. Según los manifestantes, se trata de una normativa que afecta gravemente a los productores y comercializadores del país. El donominado paro movilizado fue calificado como «exitoso» por los dirigentes y anunciaron que marca el inicio de una serie de acciones escalonadas.
Edgar Álvarez, dirigente gremial de Santa Cruz, destacó la amplia participación en la movilización y confirmó que las protestas continuarán. «Hemos determinado que tenemos que seguir movilizados. Seguimos en emergencia y vamos a rumbo a otro ampliado multisectorial la próxima semana», afirmó. El dirigente explicó que las movilizaciones escalonadas comenzarán este jueves 16 de noviembre en Sucre y se extenderán a otras ciudades como La Paz y Cochabamba. Dijo que, en el transcurso, analizarán propuestas concretas para exigir la derogación de la polémica disposición.
Álvarez evaluó positivamente la jornada de este lunes. «Hemos calificado (la movilización) como exitosa. Han visto la cantidad de gente, del sector gremial, del sector productivo. Todos hemos salido a rechazar esta disposición». El dirigente fue enfático al señalar que «quien nos tiene movilizados es el gobierno», y advirtió que no descartan ninguna medida de presión.
Sectores condicionan diálogo
Por su parte, Klaus Frerking, presidente en ejercicio de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), ratificó la firmeza del sector en su rechazo a la disposición séptima. «No nos vamos a sentar en una mesa hasta que no sea derogada. Si es derogada, al día siguiente estamos sentados viendo todas las exigencias de cada sector», declaró. El dirigente agropecuario recordó que ya habían advertido al gobierno sobre los riesgos de esta normativa en diciembre pasado, pero que no fueron atendidos.
Las movilizaciones en Santa Cruz contaron con la participación de diversos sectores, como el Comité Cívico Pro Santa Cruz, la Confederación Agropecuaria Nacional (Confeagro), y federaciones de ganaderos, avicultores y productores de oleaginosas, entre otros. Los manifestantes recorrieron las calles del centro de la ciudad, pasando por instituciones gubernamentales como Impuestos Internos y el Instituto Nacional de Reforma Agraria, donde expresaron su descontento.
Mientras tanto, el gobierno insiste en que la disposición séptima no afecta a los empresarios ni a los gremiales, sino que está dirigida a combatir el contrabando y la especulación. Jorge Silva, viceministro de Defensa del Usuario y del Consumidor, reiteró que la normativa «no ha sido concebida para controlar y fiscalizar a los empresarios». Aseguró que se ha invitado a los sectores a trabajar en un reglamento que brinde seguridad jurídica. Sin embargo, estas declaraciones no han calmado los ánimos de los movilizados.
2025, cuando la crisis económica cambió la política boliviana
Julio Córdova y Paul Antonio Coca hablan sobre cómo la inflación, junto a la escasez de dólares y combustibles, está modificando rápidamente las percepciones de la ciudadanía boliviana en un año electoral.
La situación política en Bolivia se encuentra en un momento de transición crítica, marcada por una profunda crisis económica que ha derivado en un malestar social. Este escenario contrasta con el ciclo electoral de 2019 y 2020, donde la polarización política y social era el eje central del debate. En una entrevista exclusiva con Animal Político, de La Razón, Julio Córdova, investigador social y director ejecutivo de Diagnosis, y con Paul Antonio Coca, abogado y consultor, se analizan los principales factores que están moldeando el panorama político actual, con miras a las elecciones presidenciales de agosto de 2025.
La crisis económica es, sin duda, el factor más determinante en el escenario político actual. Según Julio Córdova, en 2019 y 2020 la insatisfacción no estaba centrada en la economía, sino en la polarización política y social. Sin embargo, en 2025, la situación es radicalmente diferente. «En la actual coyuntura, la polarización, aunque existe, se ha debilitado profundamente, ya no es el elemento central para entender el nuevo escenario político», afirma Córdova.
Crisis y consecuencias en las elecciones 2025
La economía boliviana ha experimentado un deterioro significativo en los últimos años. Paul Antonio Coca destaca que «la ausencia de dólares, la subida de precios, la escasez de carburantes y la inflación han generado un descontento generalizado». Este malestar se ha traducido en una caída drástica en la aprobación del gobierno de Luis Arce. Córdova señala que «si a finales del 2023 la aprobación de la gestión de Arce rondaba por el 42%, a finales del 2024 la aprobación de Arce estaba en menos del 10%, incluso en algunas encuestas estaba en menos del 5%». Esta vertiginosa caída refleja el profundo descontento de la población con la situación económica.
La crisis económica ha generado una demanda de renovación en los actores políticos que se manifiesta este 2025. Córdova explica que «ahora la gente, mucha gente está esperando una renovación de actores políticos, porque resulta que los actores políticos de ahora parecen una fotografía envejecida del escenario que vivió el país en los años 90». Esta demanda de renovación es un factor que está reconfigurando el panorama político boliviano.
La situación del MAS
El Movimiento al Socialismo (MAS), que ha dominado la política boliviana durante casi dos décadas, enfrenta un momento de debilidad. La crisis económica ha erosionado su base de apoyo, especialmente entre los sectores populares que históricamente lo han respaldado. Córdova señala que «los sectores de clases bajas que han tenido una mejora en sus condiciones de vida durante los años dorados del ciclo rosa de América Latina y que han accedido sobre todo a la educación superior, a la universidad, y han tenido una economía más estable, han dejado de tener una cultura sindical, una cultura popular, de movilización gremial, y han asumido valores de clase media de superación individual a partir de la educación superior».
Este cambio en los valores y aspiraciones de los sectores populares ha debilitado la base social y electoral del MAS. Además, la falta de movilización de los jóvenes de clases bajas durante la crisis de principios de la década también ha contribuido a esta debilidad. Córdova explica que «en la coyuntura del 2019 y 2020, los jóvenes de clases bajas no se han movilizado, ni siquiera durante el paro nacional de julio y agosto del 2020, para presionar que se realicen las elecciones. Se movilizaron los clásicos sindicatos, que han parado el país, pero no los jóvenes de clases bajas que han accedido a la universidad».
Dudas oficialistas
Dentro del MAS, también hay un debate interno sobre el futuro del partido. Andrónico Rodríguez, una figura emergente dentro del partido oficialista, ha comenzado a distanciarse del discurso tradicional del MAS, adoptando un enfoque más liberal en algunos aspectos. Paul Antonio Coca destaca que «Andrónico Rodríguez viene de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra y directamente lo que hace él es dar un discurso que es un guiño al empresariado, al emprendedor; a esos sectores que el MAS no ha potenciado». Este giro en el discurso de Rodríguez, explica el abogado, refleja la necesidad del MAS de adaptarse a un nuevo escenario político y económico.
La situación de las oposiciones en 2025
Las oposiciones en Bolivia enfrentan un desafío similar al del MAS: la necesidad de renovación. Sin embargo, según Córdova, algunos candidatos opositores parecen estar anclados en el pasado. «Parecería que algunos candidatos opositores todavía se han quedado en el escenario del 2019 y 2020. Están estructurando su proyecto, su discurso electoral en esa oposición radical con el MAS”, afirma.
Paul Antonio Coca coincide en que la oposición ha tenido dificultades para presentar propuestas sólidas y atractivas para la población. «Uno de los motivos de tantas derrotas por 20 años era que en todo ese tiempo solo hacían críticas al gobierno y nunca daban una propuesta seria y sólida y que la gente entienda», señala. Sin embargo, en esta elección, algunos candidatos opositores están intentando presentar soluciones a la crisis económica. Coca cita como ejemplo a Samuel Doria Medina, quien ha prometido que en 100 días habrá dólares disponibles, una propuesta que busca atraer a un electorado descontento con la escasez de divisas.
Chi Hyun Chung y Manfred Reyes Villa
Dos figuras que han ganado relevancia en este nuevo escenario político son Chi Hyun Chung y Manfred Reyes Villa. Ambos representan a sectores descontentos con el MAS y las oposiciones tradicionales, pero con enfoques diferentes.
Chi Hyun Chung, un candidato de origen coreano, ha logrado captar el apoyo de los sectores más pobres y precarizados de la sociedad boliviana. Córdova explica que «Chi es más peligroso para el MAS porque, según las encuestas de Diagnosis, el apoyo electoral a Chi son estratos más pobres, es decir, estratos típicamente de la clase baja y algunos estratos de pobreza». Estos sectores, que antes apoyaban al MAS, ahora buscan una alternativa que les ofrezca esperanza de cambio. «Si es que durante la gestión de Evo Morales y de Arce su vida no ha cambiado, y peor aún, si es que en el último año de gestión de Arce su vida ha empeorado en estos sectores vulnerables, entonces hay una tendencia a apostar por alguien completamente nuevo, hasta exótico, con la esperanza de que ese nuevo signifique para ellos algo diferente a partir del 2025», agrega Córdova.
Por otro lado, Manfred Reyes Villa, un político con una larga trayectoria en Bolivia, busca posicionarse como una opción intermedia entre el MAS y las oposiciones tradicionales. Córdova señala que «Manfred está en la frontera y por lo tanto no es tan peligroso para el MAS como Chi». Reyes Villa ha logrado atraer a segmentos de la clase media-baja y a algunos sectores de la clase baja ascendente, que buscan un cambio, pero no un giro radical.
Santa Cruz
Santa Cruz, el departamento más poblado y productivo del país, enfrenta una paradoja: a pesar de su creciente importancia no ha logrado generar un liderazgo político que refleje su peso en la política nacional. «¿Por qué si Santa Cruz es la locomotora económica de Bolivia y por qué si Santa Cruz es la síntesis de toda Bolivia a partir de la migración que ha habido durante décadas, no surge un liderazgo político que pueda reflejar esta realidad económica y social de Santa Cruz?», se pregunta Córdova.
La élite cruceña, que lideró las movilizaciones regionales entre 2007 y 2009, ha perdido influencia política. Córdova señala que «esta élite tradicional de Santa Cruz tuvo una derrota histórica de la cual no se ha recuperado». Figuras como Branco Marinkovic y Luis Fernando Camacho, que en su momento fueron líderes regionales prominentes, han visto disminuir su influencia. Camacho, en particular, ha perdido apoyo tras una gestión sin resultados relevantes como gobernador de Santa Cruz. «Después de las elecciones para gobernador tuvo una gestión desastrosa desde mi punto de vista y perdió liderazgo, según muestran las encuestas de Diagnosis, desde el 2023», afirma Córdova. Esto apunta a las consecuencias del paro de los 36 días entre octubre y noviembre de 2023, un hecho que marcó un antes y un después en la política cruceña.
Desafíos de los actores políticos, 2025 y más allá
Los actores políticos en Bolivia enfrentan varios desafíos de cara a las elecciones de 2025. En primer lugar, deben presentar propuestas concretas y atractivas para un electorado descontento y cansado de la polarización. Paul Antonio Coca destaca que «la gente quiere a alguien que le facilite la vida y la ayude a mejorar». Esto implica no solo ofrecer soluciones técnicas a la crisis económica, sino también comunicarlas de manera clara y accesible.
En segundo lugar, los candidatos deben lidiar con un marco constitucional que limita las posibilidades de ajustes estructurales. Coca señala que «muchos de estos cambios pueden pasar por modificar la Constitución Política del Estado y no se sabe si estarán en condiciones de hacerlo. Además, el último que quiso modificar la Constitución fue Evo Morales y ya sabemos cómo terminó esta historia». Esto plantea un desafío para aquellos candidatos que prometen transformaciones de fondo en el modelo económico y político del país.
Ambos analistas coinciden en que los actores políticos deben enfrentar en 2025 la demanda de renovación que surge de un electorado que busca nuevas caras y propuestas. Tanto el MAS como las oposiciones tradicionales tendrán que adaptarse a este nuevo escenario si quieren mantenerse relevantes en la política boliviana.
EL ESQUEMA DE LOS TRES GRUPOS SOCIALES
La política boliviana ha experimentado una profunda transformación en las últimas décadas, marcada por la polarización, la movilización social y la emergencia de nuevos actores políticos. Julio Córdova observa que el campo político boliviano se ha estructurado en torno a tres grupos sociales principales: las clases medias, las clases bajas y un sector intermedio. Este esquema, que Córdova denomina «los tres tercios», resulta esclarecedor para entender la dinámica política del país desde principios de los años 2000 hasta la actualidad, con miras a las elecciones de 2025.
Córdova explica que el campo político boliviano se ha dividido en las últimas décadas en tres grupos sociales, cada uno con sus propias características y preferencias electorales. Este esquema, explica, se configuró con claridad en las elecciones de 2002, cuando Bolivia experimentó un triple empate entre tres candidatos: Gonzalo Sánchez de Lozada (Goni), Manfred Reyes Villa y Evo Morales.
Fuente: Diagnosis
El tercio superior: las clases medias
Este grupo está compuesto por las clases medias urbanas, que tradicionalmente han apoyado políticas de ajuste estructural y reformas económicas de corte neoliberal. En 2002, este sector se decantó por Gonzalo Sánchez de Lozada, quien representaba una continuidad con las políticas económicas implementadas en los años 90. «El primer espacio son las clases medias, que apoyaron en su momento, en gran parte, la propuesta de ajuste estructural de los años 90», explica Córdova. Este grupo ha mantenido una postura fuertemente antimasista, rechazando el proyecto político del actual oficialismo y apoyando a candidatos de oposición como Samuel Doria Medina y Jorge Quiroga.
El tercio inferior: las clases bajas
Este grupo está conformado por los sectores populares e indígenas y las clases bajas, que históricamente han rechazado las políticas de ajuste estructural y han buscado una mayor inclusión social y económica. En 2002, este sector apoyó masivamente a Evo Morales, quien obtuvo alrededor del 22% de los votos. «El segundo espacio, de los sectores populares, de clases bajas, que siempre estuvo rechazando las políticas de ajuste estructural, aún en los años 90, y que durante los esos años se expresó en votos por Condepa (Carlos Palenque) y la UCS (Max Fernández), se expresó en el año 2002 en el apoyo a Evo Morales», señala Córdova. Este grupo ha sido la base electoral del MAS durante casi dos décadas, aunque en los últimos años ha mostrado signos de descontento.
El tercio intermedio: la clase media-baja
Este grupo, que Córdova describe como un «escenario intermedio», no se identifica plenamente ni con las clases medias ni con las clases bajas. Está compuesto por sectores de la clase media-baja y algunos segmentos de la clase baja ascendente. En 2002, este sector apoyó a Manfred Reyes Villa, quien representaba una opción intermedia entre el neoliberalismo de Goni y el populismo de Evo Morales. «El tercer espacio, que podría ser un escenario intermedio, que ni corresponde plenamente a las clases medias, que apoyaron a Goni, ni corresponde totalmente a las clases bajas, que apoyaron a Evo Morales, sino está asociado a la clase media-baja y un poco en grupos superiores de la clase baja», explica Córdova.
La ruptura del esquema de los tres tercios (2005-2014)
A partir de 2005, con la llegada de Evo Morales al poder, el esquema de los tres tercios comenzó a romperse. Morales logró consolidar una base electoral que incluía no solo a las clases bajas, sino también a una parte significativa del tercio intermedio. Córdova señala que «desde el referéndum revocatorio de mandato del 2008 hasta el 2014, casi dos tercios votaron por él». Este periodo marcó la hegemonía electoral del MAS, que logró atraer a sectores que antes apoyaban a candidatos como Manfred Reyes Villa.
Sin embargo, esta hegemonía comenzó a debilitarse después del referéndum constitucional de 2016, cuando el apoyo al MAS empezó a disminuir. Córdova explica que «después del referéndum del 2016, se tendió a romper esa hegemonía electoral del MAS, que alcanzaba los dos tercios, y poco a poco ha ido disminuyendo». Este debilitamiento se debe, en parte, a la movilidad social ascendente de los sectores populares, que han adoptado valores de clase media y han dejado de identificarse plenamente con el discurso dirigido a los pobres del MAS.
El regreso al esquema de los tres tercios en 2025
Para las elecciones de 2025, Córdova plantea que Bolivia ha vuelto al esquema de los tres tercios, aunque con algunas diferencias respecto al escenario de 2002. «Ahora hemos vuelto un poco al escenario de los tres tercios del que partimos en el 2002», afirma. Sin embargo, la polarización entre los extremos no es la misma, y hay un mayor espacio para candidatos que buscan representar a los sectores descontentos con el MAS y las oposiciones tradicionales.
Las clases medias antimasistas. Este grupo sigue siendo fuertemente contrario al MAS y apoya a candidatos de oposición como Samuel Doria Medina y Jorge Quiroga. Sin embargo, su influencia electoral ha disminuido en comparación con años anteriores, debido a la creciente fragmentación del campo opositor y la emergencia de nuevas figuras políticas.
Las clases bajas y el voto duro del MAS. Aunque el MAS sigue contando con un «voto duro» de alrededor del 20%, este sector ha mostrado signos de descontento, especialmente entre los jóvenes de clases bajas que han accedido a la educación superior. «Los jóvenes de clases bajas ya no tienen esa actitud antipitita, antineoliberal, sino están dispuestos a apoyar a un mejor candidato que les parezca bien», explica Córdova. Este cambio en las preferencias electorales de los sectores populares ha debilitado la base social del MAS.
Fuente: Diagnosis
Desacoplamiento en 2025
El tercio intermedio, los descontentos. Este grupo, que no se identifica plenamente ni con el MAS ni con las oposiciones tradicionales, ha ganado relevancia en el escenario político actual. Córdova señala que «en ese espacio intermedio no polarizado, se ubican Manfred Reyes Villa y Chi Hyun Chung». Estos candidatos representan a sectores que buscan un cambio, pero no necesariamente un giro radical. Manfred Reyes Villa, en particular, ha logrado atraer a segmentos de la clase media-baja y a algunos sectores de la clase baja ascendente, mientras que Chi Hyun Chung ha captado el apoyo de los sectores más pobres y precarizados.
La evolución del campo político boliviano, explicada por Julio Córdova a través del esquema de los tres tercios, refleja los cambios sociales, económicos y políticos que ha experimentado el país en las últimas décadas. Desde el triple empate de 2002 hasta la hegemonía del MAS y su posterior debilitamiento, el esquema que plantea el director ejecutivo de Diagnosis es clave para entender la dinámica electoral en Bolivia. En 2025, el regreso al esquema de los tres tercios, aunque con matices, sugiere un escenario político más fragmentado y diverso, donde las demandas de renovación y cambio serán centrales en la contienda electoral.
El segundo gobierno de Donald Trump en Estados Unidos ratifica el poder que tienen las decisiones de las grandes potencias en un mundo cada vez más interconectado. Su enfoque agresivo en materia de comercio internacional ha generado un clima de incertidumbre y tensiones en la economía mundial. Para entender mejor las implicaciones de estas políticas, conversamos con el economista y expresidente del Banco Central de Bolivia, Gabriel Loza Tellería, quien nos ofrece una perspectiva detallada sobre los desafíos y riesgos que plantea la administración Trump en su segunda etapa.
Trump 2.0: continuidad y radicalización de la política comercial
Gabriel Loza Tellería no duda en calificar la segunda administración de Trump como un mayor desarrollo de ideas y decisiones que ya se pusieron en marcha durante su primer mandato. «Esta segunda versión, Trump 2.0, es una continuación, profundización, y yo diría una radicalización de su política comercial que hizo a partir del 2017», afirma Loza.
En su primer gobierno, Trump inició una guerra comercial con China, imponiendo aranceles unilaterales para proteger la economía estadounidense. Sin embargo, Loza señala que, en esta segunda etapa, las medidas son más amplias y amenazan con tener impactos mucho más amplios. «El problema es que ahora Trump por lo menos amenazó a aplicar aranceles a todo el mundo. Nosotros decimos, los economistas, al resto del mundo, al mundo menos Estados Unidos. Entonces a todos, aliados o no aliados, una tarifa, y se está viendo cuál va a ser esa tarifa uniforme».
Esta política de aranceles generalizados no solo afecta a China, sino también a aliados tradicionales como Canadá y México. «A sus socios, que se supone que son Canadá y México, les amenazó con aranceles del 25 por ciento a sus importaciones», explica Loza. Sin embargo, el economista boliviano destaca que Trump ha utilizado los aranceles como una herramienta de negociación. «La visión que surge es que está utilizando el arancel como un arma de negociación, como un mecanismo de negociación. Por lo tanto, pero con la particularidad que primero pega y después negocia».
Audiovisual
Análisis de Gabriel Loza Tellería
Análisis de Gabriel Loza Tellería
La reacción de China y el riesgo de una guerra comercial global
Uno de los aspectos más preocupantes de la política comercial de Trump es la reacción de China. Según Loza, China ha respondido con medidas de reciprocidad, aunque de manera moderada. «China reaccionó con represalia, lo que en la Biblia se dice la ley del talión, el ojo por ojo, reaccionó en economía y la ley del talión comercial, aplicar medidas o contramedidas». Sin embargo, el economista advierte que la situación podría escalar si no se llega a un acuerdo entre ambas potencias. «Ese es un tema que nos deja mucha incertidumbre a nivel de la economía mundial. Está pendiente y todavía viene la otra parte».
Actualmente, Trump impuso un arancel del 10% a las importaciones chinas, lo que provocó una respuesta inmediata de Beijing, que aplicó tarifas a productos estadounidenses como el carbón y los automóviles grandes. Además, China inició una investigación antimonopolio contra Google, lo que demuestra que la guerra comercial no se limita solo a los bienes físicos, sino que también se extiende al ámbito tecnológico.
Unilateralismo de Trump y debilitamiento del multilateralismo
Uno de los temas centrales en la entrevista con Loza es el impacto del unilateralismo de Trump en el sistema multilateral de comercio. «Trump, en su primer gobierno, desconoció a la OMC (Organización Mundial de Comercio), aplicó unilateralmente, pero aún en forma limitada. Ahora lo ha extendido», señala el economista.
Loza advierte que esta política de unilateralismo está llevando a un nuevo orden, o más bien a un «desorden», en el que los acuerdos bilaterales predominan sobre los multilaterales. «Estamos transitando de un mundo donde debía negociarse multilateralmente con organismos multilaterales, a un nuevo orden, que yo llamaría desorden, de acuerdos bilaterales». Este cambio, según Loza, tiene implicaciones profundas para la equidad en el comercio internacional. «Las salidas bilaterales tienden a ir a ser más fuertes o a la confrontación».
Dólar y desdolarización
Otro aspecto que preocupa a Loza es la insistencia de Trump en mantener el dólar como la moneda dominante en el mundo, en un contexto en el que los países del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) están promoviendo la desdolarización del comercio. «Los BRICS plantearon, entre comillas, desdolarizar el comercio. La idea es que cada vez el dólar entre menos en las transacciones que se hacen los países», explica Loza.
Sin embargo, Trump ha respondido con amenazas de imponer aranceles a los países que busquen reducir su dependencia del dólar. «Trump amenazó con aranceles a aquellos del BRICS que planteen esta política de disminuir su dependencia al dólar», señala el economista. Esta política, según Loza, refleja una transición de un enfoque comercial a uno monetario, en el que Estados Unidos busca mantener su hegemonía financiera global.
Contradicciones en Occidente
La relación entre Estados Unidos y Europa también ha sido tensionada por las políticas comerciales de Trump. Loza destaca que, aunque Europa es uno de los principales socios comerciales de Estados Unidos, también es uno de los más afectados por los aranceles. «Estados Unidos tiene déficit comercial con la Unión Europea, que es uno de sus principales socios, pero Estados Unidos tiene déficit con Canadá, con México, con China, con varios países y quiere resolverlo supuestamente a través del arancel».
Además, el economista señala que Europa ha perdido parte de su influencia en el escenario global, especialmente en el contexto de la guerra en Ucrania y la dependencia de la OTAN. «Europa ha perdido su perfil. Ya no es lo que era un peso multipolar y que puede estar al lado de Estados Unidos o no», afirma Loza.
América Latina en el juego geopolítico
En cuanto a América Latina, Loza advierte que la región no debe subestimar el impacto de las políticas de Trump. «Estados Unidos le va a decir, América Latina que no le compren a China o si no yo le voy a poner medidas arancelarias o cualquier tipo de restricciones», señala el economista. Esto se debe al creciente papel de China en la región, tanto en términos de inversiones como de comercio.
Loza también destaca la importancia de la coordinación entre los países latinoamericanos para enfrentar estos desafíos. «Yo no creo ya en la integración del pasado. Pero sí creo mucho en la coordinación, en hablarse, en prever acciones que pueden pasar». Sin embargo, el analista reconoce que la falta de unidad en la región dificulta una respuesta efectiva a las políticas de Trump.
Bolivia
Loza no duda en señalar que Bolivia ha fallado en anticiparse a los desafíos globales. «Nosotros estamos en retrospectiva. Estamos analizando el pasado: qué nos ha pasado, qué problemas hemos tenido. No consideramos lo que pasa en el entorno internacional», afirma el experto. Esta falta de perspectiva, según Loza, nos ha llevado a reaccionar tardíamente a los cambios en la economía mundial, en lugar de prepararnos para ellos.
El economista recuerda que, desde 2022, ya se vislumbraban cambios significativos en el escenario global, especialmente tras el inicio de la guerra en Ucrania. «En agosto del 2022, hubo un punto de inflexión ya en los precios, en la situación mundial”. Se preveía que, como consecuencia del conflicto,” iban a haber efectos en la economía mundial y en la economía boliviana». Sin embargo, en lugar de anticiparnos a estos eventos, «recién se reacciona y se está diciendo: ah, es que los precios, que la economía internacional, la crisis que hemos tenido. Estamos echando culpas al pasado lo que pasa».
Loza destaca que Bolivia debería estar más preocupada por los efectos globales, especialmente en áreas como los minerales estratégicos y las materias primas. «Hay efectos en el oro, en los minerales estratégicos, las tierras raras. Hay efectos en todo lo que va a ser el tema de materias primas», asevera. Además, el papel de China en el mercado global y su relación con Estados Unidos son factores que no deberían ser ignorados. «Cosas que deberíamos estar preocupados, no tanto en la parte financiera, porque no somos pocos insertos al mercado financiero internacional, pero sí lo somos en el tema de comercio», agrega.
Trump y un mundo en incertidumbre
En síntesis, la política comercial de Trump 2.0 ha generado un clima de incertidumbre y volatilidad en la economía global. Como bien lo expresa Loza Tellería, «estamos en un mundo de mucha volatilidad, mucha incertidumbre». Las amenazas de aranceles, las represalias comerciales y el debilitamiento del multilateralismo son solo algunos de los desafíos que enfrenta la comunidad internacional.
Mientras tanto, los mercados financieros y las empresas siguen esperando las próximas jugadas de un presidente impredecible. Como concluye el experto invitado, «cualquier acción, cualquier medida que después pueda ser excesiva, puede causar daños muy elevados. De hecho, ya todo este juego de Trump con los aranceles y después su suspensión, ya ha provocado un desorden». En este contexto, la única certeza es que el mundo está navegando en aguas turbulentas, y las decisiones que se tomen en los próximos meses tendrán repercusiones duraderas en la economía global.
El precio del oro apunta a llegar pronto a $us 3.000 la onza
Las guerras comerciales y la política monetaria laxa impulsan al metal precioso como activo refugio, mientras países como Rusia, China e India aumentan significativamente sus reservas.
El precio del oro apunta a alcanzar los $us 3.000 por onza en los próximos tres meses, según un informe reciente de Citigroup Inc., que destaca el papel de la incertidumbre económica y geopolítica en la creciente demanda del metal precioso como activo refugio.
«El mercado alcista del oro parece listo para continuar bajo Trump 2.0», señalaron los analistas financieros del banco, en referencia al segundo gobierno de Donald Trump y cómo está impactando en la economía global. Entre los factores clave que impulsan la demanda de oro se encuentran las tensiones comerciales, la política monetaria estadounidense la continua compra de reservas por parte de los bancos centrales.
Las preocupaciones sobre una posible guerra comercial entre EEUU y China han sido un catalizador para la compra de oro. Citi advirtió que «los temores de guerra comercial han llevado a los distribuidores en Londres a trasladar metal a EEUU, por miedo a que el oro no quede exento de posibles aranceles». Según el banco, las primas actuales en el mercado reflejan un 20% de probabilidad de que Trump incluya el oro en un arancel global del 10%.
Política monetaria
Por otro lado, la apreciación del dólar estadounidense está aumentando el incentivo para que los bancos centrales de economías emergentes incrementen sus tenencias de oro, con el objetivo de respaldar sus propias monedas. «Los inversionistas recurrirán tanto al oro físico como a los fondos cotizados en bolsa respaldados por oro», señala el informe de Citi.
El oro ha seguido beneficiándose de la flexibilización monetaria. La Reserva Federal recortó las tasas de interés en septiembre de 2024, acumulando hasta la fecha una reducción de 100 puntos básicos. «El oro y la plata han recibido un impulso adicional de la política monetaria más laxa», explicó un analista de Bloomberg.
En este contexto, el precio del oro ha superado sucesivamente nuevos récords en las últimas semanas, con el precio spot alcanzando los $us 2.834,26 por onza el jueves pasado. Citigroup elevó su proyección de precio a tres meses de $us 2.800 a $us 3.000, mientras que su objetivo de 6 a 12 meses se mantiene sin cambios.
Precio e inversiones
El alza del oro no solo ha beneficiado a los inversionistas individuales, sino también a los grandes mineros. Barrick Gold, una de las principales productoras del mundo, informó un aumento del 23% en sus reservas de oro en 2024, en gran parte debido a su evaluación de la mina Reko Diq en Pakistán. Sin embargo, la empresa sigue enfrentando desafíos operativos y regulatorios en países como Mali y Papúa Nueva Guinea, lo que ha afectado su cotización en bolsa.
A nivel global, la compra de oro por parte de los bancos centrales sigue siendo un factor clave. «La incertidumbre geopolítica debido a la impredecibilidad de la administración Trump podría sentar las bases para una mayor demanda de oro», indicó Joseph Cavatoni, estratega de mercado del Consejo Mundial del Oro. «Los bancos centrales podrían repetir su tendencia de compras netas por encima de las 1.000 toneladas en 2025».
Incertidumbres
El alejamiento de varios países del dólar como moneda de reserva global también ha impulsado la demanda de oro. Rusia, por ejemplo, compró una cantidad récord de oro en 2024, equivalente a una cuarta parte de su producción anual, mientras que China y la India han aumentado significativamente sus reservas. Este proceso de «desdolarización» podría ser un factor clave para la continua escalada del oro en los próximos años.
Si bien los analistas coinciden en que el oro podría superar los $us 3,000 en el corto plazo, algunos advierten sobre los riesgos de una corrección si se resuelven ciertas incertidumbres. «Un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania, o la confirmación de que el oro quedará exento de los aranceles, podrían representar una oportunidad de compra en los próximos meses», señalaron los analistas de Citi.
No obstante, la combinación de factores como la alta demanda de los bancos centrales, las tensiones geopolíticas y una política monetaria más laxa sugiere que la tendencia alcista del oro podría prolongarse. «La carga creciente de la deuda gubernamental y el cambiante panorama geopolítico sugieren que los bancos centrales seguirán comprando oro», concluyó Cavatoni.
Así, el metal amarillo se consolida como un refugio seguro para los inversionistas en tiempos de incertidumbre, con expectativas de nuevos récords en los próximos meses.