Las promesas del cambio de magistrados
'Las promesas que hicieron ayer los políticos son los impuestos de hoy', William L. Mackenzie King
La reciente designación de nuevos magistrados en Bolivia, producto de las promesas de cambio del sistema judicial, ha generado expectativas. Los ciudadanos esperaban una transformación que fuera más allá de un simple cambio de nombres en los tribunales. Sin embargo, la pregunta sigue vigente: ¿qué cambio real ha traído consigo el cambio de magistrados? ¿Realmente se ha dado el paso hacia una justicia independiente, imparcial y eficiente, o simplemente estamos ante un reacomodo de figuras que replican las mismas dinámicas de poder? Las promesas realizadas por los políticos en su momento se están pagando en forma de desconfianza y frustración popular.
I. La necesidad de tener magistrados en Bolivia
En cualquier democracia que se precie de serlo, el poder judicial debe ser la columna vertebral de la defensa de los derechos fundamentales, el cumplimiento de la ley y el equilibrio entre los distintos poderes del Estado. En Bolivia, la necesidad de magistrados no es solo una cuestión de administración judicial; es una cuestión de confianza social y estabilidad política.
Los magistrados no solo resuelven casos; su tarea es garantizar que el marco normativo y las decisiones políticas se ajusten a los principios constitucionales. Su rol es fundamental para mantener el orden y la paz social, y asegurar que el poder ejecutivo y el legislativo no sobrepasen los límites establecidos. Por ello, tener magistrados competentes e imparciales es esencial para la consolidación de la democracia. El poder judicial es el garante de que la ley se cumpla por igual para todos, sin distinciones.
La independencia judicial es uno de los pilares de un Estado de derecho. En un país como Bolivia, donde la política a menudo se encuentra entrelazada con los intereses partidarios, la independencia de los magistrados se vuelve aún más crucial para asegurar que la justicia no se vea afectada por presiones externas. Este es el primer punto que justifica la existencia de magistrados en Bolivia: garantizar que el poder judicial se mantenga libre de manipulaciones y actúe como un contrapeso efectivo a los otros poderes del Estado.
II. ¿Qué trae el cambio de magistrados?
Cuando se cambian los magistrados, como sucedió recientemente en Bolivia, se crea una atmósfera de expectación, pues se presume que este cambio traerá consigo una nueva perspectiva en la administración de justicia. Sin embargo, las promesas de un nuevo sistema judicial, de una justicia imparcial y accesible para todos, rápidamente chocan con la realidad del aparato judicial que sigue funcionando dentro de las mismas estructuras que no promueven cambios profundos.
Las promesas de renovación de los magistrados han sido acompañadas por la idea de que con ellos llegaría una justicia más eficiente, menos corrupta y más vinculada a la realidad de los ciudadanos. Sin embargo, la historia reciente muestra que el cambio de magistrados no ha sido suficiente para transformar un sistema judicial que ha estado históricamente marcado por la politización y la falta de independencia.
El proceso de selección de nuevos magistrados ha sido, en muchos casos, cuestionado por su falta de transparencia. Los partidos políticos, a menudo, mantienen un control sobre la designación de estos magistrados, lo que da lugar a la percepción de que el sistema judicial sigue siendo una extensión del poder político. En este contexto, las promesas de independencia judicial y reforma profunda parecen ser solo discursos vacíos, pues las mismas dinámicas de cooptación continúan operando.
Este cambio de magistrados, entonces, no ha logrado modificar las estructuras de poder que sostienen al sistema judicial. Los magistrados nuevos se enfrentan a la misma realidad estructural, política y económica que sus predecesores. Si bien puede haber diferencias individuales entre los nuevos y viejos magistrados, el sistema en su conjunto sigue siendo vulnerable a las mismas presiones externas y carece de los mecanismos necesarios para garantizar una verdadera independencia.
III. Las promesas incumplidas: los impuestos de hoy
«Las promesas que hicieron ayer los políticos son los impuestos de hoy». Esta frase de William L. Mackenzie King refleja con precisión el sentimiento popular que surge cuando se percibe que el cambio prometido no ha llegado o no ha sido el esperado. Los ciudadanos depositan sus esperanzas en los políticos que prometen reformas, pero, en muchos casos, se encuentran con una realidad que no cumple esas expectativas.
En Bolivia, las promesas de transformación del sistema judicial han sido reiteradas por años, pero las reformas sustantivas nunca llegaron. El cambio de magistrados fue percibido como una oportunidad para redirigir el rumbo de la justicia, pero a menudo las promesas de los políticos se convierten en impuestos pesados que los ciudadanos deben cargar en su vida diaria: una justicia lenta, ineficiente y, en muchos casos, corrupta. La transformación de un sistema judicial requiere más que un cambio de nombres: requiere un compromiso real con la independencia judicial, la transparencia en los procesos de selección y la implementación de reformas estructurales que permitan a los magistrados actuar sin interferencias externas.
El cambio de magistrados en Bolivia, lejos de representar una transformación significativa en la justicia del país, parece ser una repetición de las mismas promesas incumplidas de siempre. El poder judicial, tal como está compuesto, sigue siendo un reflejo de las disputas políticas, donde los intereses partidarios continúan prevaleciendo sobre los principios constitucionales.
Para que el cambio sea real, es necesario más que una simple rotación de nombres; es necesario transformar las estructuras que han permitido la cooptación del sistema judicial. Mientras las promesas de cambio continúen siendo solo un eco vacío de los discursos políticos, los impuestos que la sociedad deberá pagar serán altos: desconfianza, impunidad y una democracia que no logra consolidarse en la práctica.
¿Qué realmente trae el cambio de magistrados para Bolivia? Una pregunta cuya respuesta todavía está por verse, pero que, por el momento, parece que las promesas de ayer siguen siendo los impuestos de hoy.
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