Polarización, fragmentación y cancelación en Bolivia
El sociólogo Fernando Mayorga observa que fenómenos culturales y políticos complejos, amplificados por las redes sociales, han deteriorado el debate público y afectado a diversas esferas de la convivencia.
La historia reciente de Bolivia ha estado marcada por clivajes fundamentales que han definido el debate público: la intersección entre clase social y cuestión racial, las tensiones regionales, la dicotomía entre campo y ciudad, junto a las diversas visiones sobre el papel del Estado. Sin embargo, desde mediados de la década de 2010, nuevos conceptos y actitudes, como la posverdad, la política de las identidades, y, más recientemente, la fragmentación y el tribalismo, han emergido.
Fernando Mayorga, destacado sociólogo cochabambino, se une a nosotros para compartir su valiosa perspectiva sobre la evolución de la disputa política en Bolivia. Con una extensa trayectoria analizando el campo de la lucha por el poder, Mayorga nos ofrece una mirada profunda a los cambios y matices que vienen moldeando el panorama social y político del país en las últimas décadas.
En este diálogo, exploraremos cómo el panorama se viene transformando, desde un espacio donde el diálogo relativamente respetuoso entre posiciones divergentes era posible, hacia un escenario de creciente fragmentación. Hablaremos también sobre cómo la cultura de la cancelación está afectando la vida no sólo de los actores políticos, sino de todos los ciudadanos en general.
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¿Polarización?
Fernando Mayorga comienza presentando una perspectiva matizada sobre los fenómenos de polarización y fragmentación en el contexto político y social de Bolivia. En su análisis, enfatiza la importancia de distinguir entre diferentes formas y escenarios de polarización, advirtiendo contra el uso indiscriminado del término.
«Parto de un criterio básico y es evitar el uso indiscriminado del término polarización», afirma Mayorga, señalando que es común «hablar de polarización para referirse a cualquier tipo de diferencia, de confrontación, de disputa discursiva». El sociólogo destaca la necesidad de diferenciar entre la polarización política, las desavenencias sociales y las confrontaciones en entidades políticas específicas.
Mayorga subraya que la polarización se manifiesta de manera distinta en diversos ámbitos. «Ocurre de una manera en los medios de comunicación, en el espacio público, ocurre de otra manera en las redes sociales y ocurre de otra manera en las interacciones personales». Además, enfatiza que la polarización no es un fenómeno constante, sino que tiene momentos de intensidad variable.
Divisiones
En el contexto boliviano, Mayorga identifica una división clara entre masismo y antimasismo, que trasciende la tradicional dicotomía izquierda-derecha. «Detrás del masismo-antimasismo están los clivajes” clásico, explica, refiriéndose a las divisiones históricas en la sociedad boliviana. Estas son la antes mencionadas diferenciaciones en torno a clase y raza; campo y ciudad, regiones; y visiones sobre el Estado.
El sociólogo recuerda momentos de intensa polarización, como la crisis política de 2019, que se mitigó con las elecciones de 2020. «Tuvimos intensidad en la polarización en 2019, en el proceso electoral, en la crisis política. Eso se resolvió en el año 2020 con las elecciones que destituyeron a la democracia», afirma.
Mayorga advierte sobre una posible intensificación de la polarización en tanto que nos aproximamos al proceso electoral de 2025. «A medida que se acerca el proceso electoral de 2025, obviamente vuelve a surgir estas contradicciones y a medida que avancen los meses vamos a tener una exacerbación de esto», advierte.
Pugna política
Sin embargo, el experto señala que actualmente Bolivia está experimentando más bien una fragmentación política. «La fragmentación es precisamente una muestra de eso, de que no están agrupadas las coaliciones que impliquen los polos, que se contraponen y esa es polarización, sino que hay múltiples voces en cada campo, el campo oficialista, el campo opositor», explica Mayorga.
El sociólogo define la polarización como la existencia de «dos proyectos que se contraponen, donde hay coaliciones políticas y sociales que respaldan esos proyectos». En su opinión, Bolivia está «camino a una posible polarización, cuyo rasgo vamos a saber una vez que se defina el escenario preelectoral con las candidaturas respectivas».
Mayorga también aborda el fenómeno de la cancelación, describiéndolo como parte de «la negación de lo que es el otro, la otra opinión del otro». Define la cancelación como que «no solamente es que no acepto tus argumentos, sino que no quiero que hables para dar a conocer tu punto de vista o tu opinión».
Mayorga destaca la complejidad del panorama político boliviano, donde la fragmentación actual podría evolucionar hacia una polarización más definida en el futuro cercano. Es enfático al subrayar la importancia de comprender estos fenómenos en su contexto específico y evitar simplificaciones excesivas al analizar las dinámicas políticas.
Evolución
Mayorga reconoce una degradación en la capacidad de diálogo y deliberación democrática. «Hemos retrocedido en cierta medida porque no tenemos la predisposición de antaño a escuchar los argumentos del otro o asumir varios argumentos como propios». Esta situación, según el experto, es resultado de la crisis política que Bolivia ha experimentado desde 2016, pero también refleja tendencias regionales y globales.
Mayorga identifica varios factores que contribuyen a este cambio en las actitudes políticas. Entre ellos, destaca los siguientes:
Tendencias políticas. «Estamos en una época donde hay una emergencia muy fuerte de la derecha en sus versiones más extremas». El sociólogo destaca que «el estilo político de la ultraderecha es precisamente de un dogmatismo agudo» y se caracteriza por un «discurso excluyente y no solamente excluyente, sino de negación absoluta de consideración de que el adversario es un enemigo».
La recuperación de un discurso ultraconservador. Mayorga señala que este discurso «tiene un enraizamiento en lo religioso y lo religioso es maniqueísta por esencia, el bien y el mal». Este enfoque ha llevado a posturas más radicales y a «acciones discursivas de esa índole».
Redes sociales
El impacto digital. El sociólogo destaca cómo las redes sociales han cambiado la dinámica de la comunicación política. «En las redes sociales predominan los prejuicios, la gente recibe un mensaje que refuerza sus prejuicios, se adhiere a ellos y se enlaza de manera imaginaria con iguales de una comunidad que piensan de la misma manera».
La transformación de los medios de comunicación. Mayorga observa un cambio significativo en la relación entre medios tradicionales y redes sociales. «Ha ocurrido una cosa curiosa, antes las redes reproducían lo que se generaba en los medios como noticia, como opinión, ahora los medios se alimentan de lo que se dice en las redes». observa.
El rol de los intelectuales: El sociólogo critica la falta de liderazgo intelectual en este nuevo contexto. «En vez de que haya, como diría Antonio Gramsci, una dirección intelectual y moral por parte de los intelectuales, se tiene más bien una adaptación de los intelectuales a la resonancia que pueden tener en las redes otras calculadas en likes».
Mayorga concluye que estos cambios reflejan una transformación más amplia en la cultura política y en la cultura en general. Lamenta la falta de espacios para el diálogo y la discusión crítica, observando que las interacciones políticas a menudo se reducen a encuentros donde los participantes «no van a tener apertura a entender lo que el otro dice y a ver si se encuentran puntos de conciliación».
Consecuencias
Todo lo señalado anteriormente viene afectando la conversación en Bolivia y las mismas actitudes entre ciudadanos. Sin embargo, «estamos en un microcosmos político de opinión política y no son los temas que tocamos, no son de interés público», lamenta Mayorga. Argumenta que las preocupaciones de la gente común están más centradas en «los efectos de la parálisis económica, de incertidumbre económica». Según el experto, los temas sustantivos de la agenda pública solo se instalarán a medida que se acerquen las elecciones del próximo año.
Respecto a las disputas internas en las fuerzas parlamentarias, Mayorga las caracteriza como «performances provocadas por los medios de comunicación que tienden siempre a la espectacularización». Sin embargo, advierte que estas divisiones no necesariamente son síntomas de polarización. «Hablemos de polarización cuando haya, insisto, dos coaliciones políticas o agrupamientos políticos con sus bases sociales», sostiene.
El sociólogo reitera su posición crítica respecto a las visiones catastrofistas que hablan de «crisis terminal, crisis del modelo económico, crisis del Estado», argumentando que tales diagnósticos no aportan al análisis.
Mayorga aboga por un enfoque más sobrio: «Hay que tener cuidado con la retórica, hay que pasar más bien al análisis. Como siempre aconsejo, asumo yo una postura inicial que es de desdramatización».
Matices
El experto matiza aseverando que «no estoy diciendo que no hay polarización, estoy diciendo que hay que saber dónde situarla y ubicar a quienes la promueven y en qué momento se aparece como tal». Sugiere mantenerla presente como un riesgo potencial, pero sin asumirla como un hecho consumado.
«Creo que hay que ajustar el segundo rango mencionado, hay prestar atención a la fragmentación», afirma Mayorga. Plantea interrogantes sobre cómo esta fragmentación podría resolverse y qué consecuencias podría tener en términos de impulsar una polarización discursiva en el proceso electoral.
El sociólogo sugiere un enfoque de seguimiento continuo de la situación política: «Creo que por esa vía podríamos ir haciendo un seguimiento, otra vez sin visiones apocalípticas, pero tampoco cerrando los ojos a lo que está sucediendo». Este enfoque equilibrado, según Mayorga, permitiría una comprensión más precisa de la evolución política del país.
Cancelación
Finalmente, el sociólogo reflexiona sobre la «cultura de la cancelación» y sus efectos corrosivos en la sociedad boliviana, así como en otras partes del mundo. Este fenómeno, que va más allá de la política, ha tomado un espacio importante en las interacciones sociales, sobre todo a través de las redes sociales, donde se ha manifestado de manera más evidente. Para Mayorga, la cancelación está asociada principalmente a la ultraderecha, que utiliza las redes como herramienta de ataque y amedrentamiento hacia sus rivales.
Para ilustrar esta problemática, Mayorga comparte experiencias personales. En 2018, cuando escribió un tuit crítico hacia los «pititas», el movimiento de oposición a Evo Morales que crecía en las calles, recibió alrededor de «500 respuestas», de las cuales «400 eran violentas o amenazantes». Esta fue su primera experiencia con la cancelación en redes sociales, un fenómeno que continuó intensificándose después del golpe de Estado en 2019.
Cultura
Mayorga enfatiza que esta cultura de la cancelación no solo afecta a individuos en la política, sino también en otros ámbitos, como el arte y la cultura. Menciona casos como el de los Kjarkas, el afamado grupo folclórico boliviano, y otros artistas, quienes fueron objeto de boicots y llamados a no asistir a sus conciertos por haber apoyado públicamente a Evo Morales. Según Mayorga, estas acciones reflejan una «lógica perversa» de «vicios privados, virtudes públicas», en la que se condena públicamente a estos artistas, pero en privado, muchos de sus detractores siguen disfrutando de su música.
A pesar de este panorama desalentador, Mayorga señala que la cancelación en Bolivia no es tan severa como en otros países. Señala el caso de Argentina, donde este fenómeno se ha extendido más ampliamente a figuras públicas en los ámbitos del cine, la música y el arte. Sin embargo, advierte que esta lógica ya está presente en Bolivia, y aunque no augura una mejora inmediata, considera que es fundamental entender el fenómeno para poder ir abordándolo de manera adecuada. Mayorga aboga por la necesidad de analizar y comprender este fenómeno para mitigar sus efectos y preservar el espacio para la discusión crítica en la sociedad.