Tamayo y la reivindicación marítima
Imagen: RRSS
La imagen es referencial
Imagen: RRSS
Tamayo: Chile, a pesar de sus cañones y sus barcos, no ha enterrado el derecho boliviano ni lo enterrará jamás.
DIBUJO LIBRE
El 1 de noviembre de 1920, Bolivia acudió a la Sociedad de Naciones y planteó la revisión del Tratado de Paz y Amistad suscrito el 20 de octubre de 1904. Entre 1920 y 1921, fundamentándose en el artículo 19 del Convenio de la Liga de las Naciones, la misión estuvo a cargo de Félix Avelino Aramayo, Franz Tamayo, Florián Zambrana y Demetrio Canelas. La demanda boliviana reclamaba: 1) la violencia bajo la cual le fue impuesto el Tratado; 2) la inejecución por parte de Chile de algunos puntos fundamentales del tratado que estaban destinados a asegurar la paz; 3) un estado de cosas como amenaza permanente de guerra (prueba de ello es la actual movilización de efectivos militares que realiza Chile sobre la frontera con Bolivia, a pesar de la paz existente entre los dos países); 4) como consecuencia del Tratado de Paz de 1904, Bolivia se ha convertido en un país mediterráneo y privado de todo acceso al mar.
Las consideraciones de la demanda fueron postergadas hasta el siguiente año. Una comisión de tres juristas designados por el organismo emitió el 24 de septiembre de 1921 sus conclusiones:
Primero: La demanda de Bolivia, tal como ha sido presentada, es inadmisible. Segundo: La Asamblea de la Sociedad de las Naciones no puede por sí misma modificar ningún Tratado. Tercero: La revisión de los tratados es de competencia exclusiva de las partes contratantes. Cuarto: Además de que el Pacto establece el escrupuloso respeto de las relaciones recíprocas de los Estados organizados, solo atribuye a la Asamblea, por virtud del artículo 19°, la facultad de invitar a los miembros de la Liga a proceder a una nueva investigación de ciertos tratados, o de ciertas situaciones internacionales. Quinto: Esa invitación solo puede hacerse en aquellos casos en que los tratados se han hecho inaplicables, es decir, cuando el estado de cosas inexistentes al momento de firmarse ha sufrido, con el curso del tiempo, cambios morales o materiales de naturaleza tan radical, que su aplicación está fuera de toda posibilidad razonable, o bien en aquellos casos en que la situación internacional creada en virtud del tratado pueda poner en peligro la paz del mundo. Sexto: En el caso presente, la Asamblea tendría que asegurarse que se encuentra ante uno de los casos citados, antes de tomar en consideración la demanda de Bolivia.
Bolivia aceptó el fracaso y se reservó el derecho de someter nuevamente la demanda a los procedimientos establecidos en el pacto y cuando lo juzgara oportuno.
La experiencia negativa en la Sociedad de las Naciones fue una lección de importancia, un episodio político que conmovió a la sociedad de entonces. Como frecuentemente ha sucedido en el manejo de los asuntos internacionales, la decisión de presentar la demanda ante la Sociedad de las Naciones no consideró el clima prevaleciente, que era notoriamente desfavorable para pretensiones revisionistas.
En este contexto se produjo uno de los grandes debates del siglo XX. Dos años después de que se presentara la demanda, el diputado Franz Tamayo interpeló al ministro de Relaciones Exteriores, Ricardo Jaimes Freyre. “La tarde del 11 de enero de 1922, llenaban la Cámara varios representantes diplomáticos, senadores dirigentes políticos, estudiantes universitarios, y gente interesada en el choque oratorio señalado en el orden del día. Estaban también los periodistas que publicaban en La Paz y algunos corresponsales de la prensa extranjera”. En el prolongado debate de 17 sesiones, Tamayo se posicionó como defensor de los derechos de Bolivia.
La posición que Tamayo asumió resulta muy emotiva, como se puede apreciar en el siguiente fragmento: “En estos momentos, no solamente, por cierto, tratamos de abordar una cuestión diplomática, sino también moral, tratamos de sembrar semillas de carácter conciencial en el alma nacional”. Tamayo se mostró versátil en sus intervenciones, y el discurso en torno al interés nacional no pasó desapercibido. La refutación de tales afirmaciones, llevaron a Tamayo a conectar la existencia de la nación con el carácter nacional. Esta constatación permite a nuestro autor plantear que la orientación de la futura política boliviana consistía en proteger los intereses nacionales.
La idea del reivindicacionismo en Tamayo es potente e infranqueable: “Ya algún diputado se refería a los dos grupos de bolivianos legisladores que, en 1905, después de verificado el Tratado de 1904, aprobaron e improbaron respectivamente ese Pacto. Pero habéis visto cómo alguno de ellos, patriotas y valientes que salvaron su voto, perduran en la memoria de los bolivianos, como los únicos que fueron capaces de protestar contra el abuso de Chile”. Es con el siguiente fragmento que comprobamos la tenacidad en Tamayo y que llega a conmovernos: “Somos débiles, somos un país flaco y pequeño y no podremos hacer nada. Esto es evidente. Somos pobres, no tenemos riquezas, ni ejército, ni armas, ni cosa que valga; somos flacos. Pero este es otro error diplomático y jurídico del señor ministro. Así pequeños, así indefensos, así impotentes, así flacos como somos, podemos causar efectos de grave trascendencia universal en la Liga de las Naciones. He aquí cómo un país pequeñísimo, débil, pondrá en movimiento a las grandes potencias del mundo. Nuestro derecho, honorables representantes, es tan grande que basta esgrimirlo con honradez”.
También puede leer: Hegemonía lingüística de los tribunales internacionales
Han transcurrido 119 años desde la firma del Tratado de 1904, tiempo en el que se ha comprobado que el libre tránsito no ha funcionado debidamente. Son múltiples las ocasiones en que aquel derecho ha sido infringido. El no haber obtenido un resultado favorable ante la Sociedad de Naciones no detuvo a Bolivia en su empeño por encontrar una solución a su enclaustramiento. Es oportuno destacar lo que siempre se ha dicho con respecto de la cordialidad de las relaciones con Chile, que en realidad se han caracterizado por la provocación y la agresión.
Los dictámenes negativos de las demandas de 1920 y 2018 no son definitivos. Bolivia aún puede encontrar el camino de la justicia. ¿Está muerto el derecho boliviano? La respuesta es rotundamente no. “El derecho boliviano no está enterrado. Chile ha enterrado muchas cosas bolivianas, y su fuerza es tal que acabará por enterrar un día a los mismos traidores bolivianos, pero Chile a pesar de sus cañones y sus barcos, no ha enterrado el derecho boliviano ni lo enterrará jamás. La hora del último ajuste de cuentas está cerca y cuando ya no sea posible sostener ante el mundo crédulo, que fue la víctima la agresora del victimario, ni que el crimen fue jamás virtud” (Tamayo). Exponer la calidad del derecho boliviano no tanto en su valor jurídico, sino más bien en su trascendencia histórica, demuestra que es una fuerza que un día acabará por alcanzar realizaciones vinculadas a nuestra salida hacia el océano Pacífico.
(*)Pamela Escóbar C. es socióloga