Defender la estabilidad cambiaria
Mantener el tipo de cambio estable fue una decisión acertada, dado el contexto de una alta volatilidad cambiaria internacional.
DIBUJO LIBRE
Las reservas internacionales son activos financieros líquidos de libre disponibilidad por el Banco Central para financiar las operaciones de comercio exterior y realizar transacciones financieras por encargo de los residentes de un país. Están compuestas por divisas, que son monedas de alta aceptación como dólares y euros, por oro de alta pureza convertido en lingotes, monedas u otros, y por los Derechos Especiales de Giro (DEG). Los DEG son una unidad de cuenta mediante la cual el Fondo Monetario Internacional (FMI) contabiliza todas sus operaciones financieras y los otorga en determinadas cantidades a los países miembros, con relación a su participación accionaria en el organismo internacional.
Las reservas internacionales han permitido que la economía boliviana goce de estabilidad cambiaria por más de una década. La estabilidad cambiaria quiere decir que, con relación al boliviano, el precio del dólar estadounidense se ha mantenido fijo. Un dólar es equivalente a 6,96 bolivianos. La estabilidad cambiaria ha dado certidumbre a las transacciones comerciales y financieras de nuestra economía, permitiendo que los importadores tengan certeza del costo de sus importaciones y los exportadores puedan mantener ingresos estables en bolivianos una vez convertido sus dólares en moneda nacional.
El uso de reservas internacionales ha evitado que la alta volatilidad financiera internacional se traslade al interior de la economía doméstica. Varios países de la región como Chile, Colombia y Argentina han sufrido fuertes oscilaciones de su moneda frente al dólar. En un artículo anterior hice referencia a que el fortalecimiento del dólar derivado de la subida de tasas de interés de la Reserva Federal de los Estados Unidos había encarecido su valor frente a otras monedas consideradas también como refugio internacional de valor y sobre las monedas de países emergentes y en desarrollo. Como resultado de ello, se produjo una recomposición de activos internacionales que elevó la demanda de dólares en el mundo, explicada por la mayor rentabilidad de los instrumentos de renta fija en esa economía.
Para América Latina, este fenómeno implicó salidas de capitales y disminución de reservas internacionales. Los bancos centrales de la región estuvieron obligados a devaluar sus monedas para contener las presiones financieras externas. La economía boliviana no se vio forzada a romper la paridad cambiaria, en contraposición, sin embargo, sufrió un nuevo año de caída de reservas internacionales para financiar los desequilibrios originados en el sector externo. En ese contexto, mantener el tipo de cambio estable fue una decisión acertada, dado el contexto de una alta volatilidad cambiaria internacional.
La estabilidad cambiaria también ha contribuido a la estabilidad de precios. Al mantenerse el tipo de cambio, se preserva el poder adquisitivo del boliviano y evita que los precios que están indexados a las importaciones suban de forma injustificada. Como resultado, los precios domésticos no mostraron fuertes fluctuaciones en los últimos años. Destaca la gestión 2022, cuando la tasa de inflación boliviana llegó a 3,12%, situándose como una de las más bajas, cuando en el mundo los precios ascendieron en promedio en 8,8%; por esto la estabilidad económica boliviana fue altamente destacada por organismos internacionales.
La estabilidad económica también estuvo soportada por la política fiscal, lo que para 2022 representó más de $us 1.700 millones de dólares. El Estado mantuvo por más de dos décadas la subvención a la compra de combustibles, por considerarlos productos muy sensibles de la canasta básica de los hogares bolivianos. El aumento del precio del petróleo elevó el costo de su importación en 2022, que llegó a representar cerca de un tercio de todas las compras en el extranjero. Empero, de no haberse dado continuidad a la política de subvenciones a los carburantes, la inflación en el país se habría disparado como ocurrió en muchas economías vecinas. En ese sentido, parte del costo de la estabilidad de precios se vio reflejada en la caída de las reservas internacionales.
La disminución de reservas internacionales también obedece a la recuperación cíclica de la economía. Un indicador que es señal de la recuperación económica son las importaciones. Cuando una economía crece, aumentan las necesidades de importar. Bolivia es un importador de bienes de capital y suministros industriales y como tal requiere realizar compras al extranjero para producir más bienes y servicios domésticos. Después de la inédita recesión económica en 2020, de -8,7% y su recuperación de 6,1% en 2021 y 4,2% al tercer trimestre de 2022, es natural que la demanda por importaciones se haya incrementado fuertemente. El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) reportó un nivel récord de importaciones en la pasada gestión: más de $us 13.000 millones, de los cuales 80% son por bienes de capital e insumos industriales. En consecuencia, la recuperación de la economía también demandó un mayor uso de divisas.
Ahora bien, frente a la caída continua de las reservas internacionales de los últimos años, el Gobierno anunció en días recientes varias medidas que buscan corregir su tendencia negativa y fortalecerlas. Entre estas medias están el proyecto de “Ley de compra de oro destinado al fortalecimiento de las reservas internacionales” y el tipo de cambio diferenciado para exportadores.
La ‘Ley del Oro’ tiene como fin que una parte de las exportaciones auríferas, que rondan los $us 3.000 millones, se queden en el país para fortificar las reservas internacionales. Apostar por una mayor acumulación de reservas en oro es una estrategia que podría dar estabilidad a las reservas en el largo plazo, porque se trata de un activo que actúa como refugio en situaciones de incertidumbre internacional y su precio tiene una tendencia siempre creciente y menores oscilaciones que otras divisas. El otro objetivo de la ley tiene que ver con dotar al BCB de una gestión de tesorería e inversiones mucho más ágil, para que el ente emisor pueda realizar distintas operaciones con el oro, como los hacen otros bancos centrales. De esa manera, se busca despolitizar la administración de las reservas, ya que, actualmente, su efectivización debe ser autorizada por la Asamblea Legislativa Plurinacional.
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El “contrato sobre política de incentivo a las exportaciones”, firmado entre el BCB y el Banco Unión (de mayoría accionaria estatal), faculta al BCB a comprar dólares en el mercado cambiario a través del Banco Unión y otorgar a los exportadores un tipo de cambio superior a Bs 6,95 por dólar, lo que hoy reciben del sistema financiero. Esta medida busca dar mayor estabilidad al ingreso en bolivianos de los exportadores, por la venta de sus dólares, lo que suele fluctuar en función de la liquidez del sistema financiero de quienes compran usualmente sus divisas. Otra característica de la medida es que las liquidaciones de las transacciones se realizan en menor tiempo que el promedio de operaciones en el sistema financiero. Esta operación también está exenta de cualquier otro gasto para el exportador, como los costos por comisiones de transferencia que usualmente cobran los bancos privados.
Al fortalecerse las reservas internacionales, se garantiza la estabilidad cambiara. La estabilidad económica es un bien común de todos los bolivianos desde hace más una década, es deber de todos los bolivianos defenderla.
(*)Omar Velasco P. es Economista