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Xavier albó pertinente

/ 22 de enero de 2023 / 06:45

Xavier Albó habló con el suplemento sobre el TIPNIS, de las autonomías, del Cóndor de Los Andes y del puño en alto.

DIBUJO LIBRE

A lo largo de la existencia de Animal Político, que el próximo abril cumple 12 años, el suplemento tuvo, al menos, cuatro entrevistas con don Xavier Albó, el doctor en Lingüística y Antropología, sacerdote jesuita, huelguista, junto a Luis Espinal, en la huelga de hambre de las cuatro mujeres mineras, en diciembre de 1977 – enero de 1978, que empezó el retorno a la democracia. Hasta eso le debemos al estudioso que se acaba de irse este viernes 20, a la edad de 88 años.

Don Xavier siempre le recibía a uno con una franca sonrisa y le saludaba en aymara, o en quechua, como probándolo en su conciencia de la realidad indígena del país. Don Xavier, amigo, que cuando llegaba a algún foro al que había sido invitado, se presentaba: “Hola, soy el p’ajla”.

Cuatro entrevistas, publicadas el 12 de febrero de 2012, el 25 de enero de 2015, el 10 de abril de 2016, y el 10 de septiembre de 2017. Para recordarlo, en las siguientes líneas, reproducimos partes significativas de dichas entrevistas, en la idea precisar algunos aspectos de su pensamiento. Va, don Xavier.

TIPNIS.

En el diálogo del 12 de febrero de 2012, el tema con don Xavier no podía se otro que la tensión generada por el proyecto de la carretera por en medio del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS). La octava marcha de la CIDOB, efectuada entre agosto y octubre de 2011 había conseguido que se declare al TIPNIS territorio “intangible”, pero otra marcha, del Consejo Indígena del Sur (Cnisur) había llegado a La Paz en enero de 2012 pidiendo derogar la ley 180 de Intangibilidad. Luego vendría la consulta en el territorio indígena; justo dos días antes que se publicara la entrevista, el 10 se promulgó la Ley de la consulta.

De ambas marchas, Albó decía que la de la CIDOB fue más legítima. La marcha del Conisur es “menos legítima que la otra (de la CIDOB), pero es legítima. La otra (de la CIDOB) fue de protesta y ésta otra (del Conisur) no la hubiesen hecho si no hubiera sido que el propio Gobierno tenía ganas de mostrar aliados”.

Sobre la consulta en el TIPNIS que se avecinaba, Albó no dejó de ser crítico: la Ley de la consulta debió llamarse, dijo ‘Ley de penetración al TIPNIS’. “Pero claro, tampoco digamos que todo es mala leche; por lo menos se hizo en la Asamblea Legislativa una Ley de Consulta (…) Ahora, no sé si es un intento o disfraz de consulta, no me animo a decir una cosa o la otra; veremos qué es lo que pasa en los siguientes días. Esta ley puede ser un mal menor”.

AUTONOMÍAS.

La entrevista publicada el 25 de enero de 2015 revisaba la vigencia e impulso que tendrían, o no, las autonomías indígenas; el 6 de diciembre de 2009, 11 municipios habían decidido transitar hacia esta nueva forma de administración territorial.

Para una mayor proyección de las autonomías indígenas, decía don Xavier, lo que ha faltado es voluntad política y audacia. “Yo dudo que el Gobierno tenga voluntad política de avanzar; voy directo al grano, me parece cada vez más claro”, protestó esa vez.

Y no era una académico frente al problema, sino alguien que lo vivía: “Falta imaginación de cara a lo que podría ser esto. Yo estoy vinculado a Jesús de Machaca, allí se había avanzado bastante, pero fue el Alcalde el que puso una especie de compás de espera, un bloqueo, como se le quiera llamar, para que la cosa no avance, porque él perdía su silla. Tanto es así que ahora el mismo alcalde se presenta otra vez para la elección, cuando teóricamente había entrado solo interinamente hasta que se apruebe el Estatuto, pero lo bloqueó”.

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Falta de audacia. Por eso criticaba abiertamente algunos estatutos de autonomías indígenas: “Ni son audaces… Son timoratos en general; es la impresión que yo he tenido de lo que he leído. En el de Machaca era un solo punto el complicado: a ver qué ponían sobre el rol de los partidos allí, y habían llegado a una fórmula mucho más timorata que la inicial; decía: ‘para la presentación de candidatos lo haremos según nuestros usos y costumbres, para después, el resultado, lo haremos por elección normal’”.

Hacía notar cómo se había impedido el desarrollo de la justicia indígena: “ninguno de los estatutos que he visto ha avanzado en la cuestión del sistema judicial, de administración de justicia, y esto es porque les cortaron las alas con la Ley de Deslinde Jurisdiccional”.

GALARDÓN.

La plática del 10 de abril de 2016 ocurruió en el contexto de que días antes él y el padre Mauricio Bacardit habían recibido de manos del presidente Evo Morales el Cóndor de Los Andes en el grado de Caballero.

Y ratificaba aún con más fuerza lo que había dicho en la ceremonia de entrega, que a la trilogía ama sua (no seas ladrón), ama llulla (no seas mentiroso) y ama quella (no seas flojo), habría que añadirle el ama llunk’u (no seas adulón) y el ama ch’in (no te calles).

“—¿Qué finalmente quiso decirles a Evo Morales y Álvaro García? —Que no hay que ser ni llunk’u ni ch’in; esto último quiere decir “no callarse cuando uno tiene qué decir”, no mantenerse mudo cuando hay que hablar; es lo que yo quiero decir”.

Justo esos días se daba el debate sobre los “librepensantes” en el MAS. “Entonces, yo manifesté, dijo: ‘Yo quiero estar con el proceso, pero claramente no quiero perder mi libertad de decir lo que me parece que hay que decir en cualquier momento, y el (Luis) Espinal estaría muy preocupado por mí si no fuera capaz de decir lo que me parece que hay que decir’”. Albó reconoció entonces la advertencia que le hizo a Morales: “pero dije la amenaza: que si (Evo) no sabía negar el ch’in y el llunk’u, entonces, devuelvo [la distinción]. Espero que no lo tenga que hacer”.

COCHABAMBA.

Y, la entrevista del 10 de septiembre de 2017, en Cochabamba, donde él ya vivía, a dos meses de que él cumpliera 83 años. Esta vez habló un poco de todo.

Apenas dos meses después el Tribunal Constitucional Plurinacional iba a emitir la polémica sentencia constitucional 0084/2017, por la que por primera vez en la historia del país se establecía la repostulación indefinida para las autoridades electas.

Con todo, de cómo le iba ir al MAS decía que “hablar de 2019, el año de la elección, eso dependerá mucho de qué desgaste hayan tenido Álvaro (García) y Evo (Morales); según ese desgaste no podrían ni plantear sensatamente la reelección”.

No dejaba de criticar a la oposición por su actitud de retirarse de la selección de los futuros candidatos a altos jueces del órgano judicial: “La propia oposición se ha marginado, en la última parte se retiraron y así quedan solo los dos tercios del MAS. Eso de automarginarse, siendo minoría, siempre tiene sus defectos”.

Y, tras recordar su participación en la huelga de hambre de las mujeres mineras a fines de 1978, reivindicó el puño izquierdo en alto (hoy signo del MAS) como un símbolo más amplio que el político o ideológico: “El puño izquierdo, por si acaso, es señal de izquierda, no necesariamente comunista. (…) en una entrevista con radio Fides, puse como ejemplo que cuando resistíamos en la huelga de hambre todos estábamos con el puño izquierdo levantado; tenemos la foto del encuentro en San Calixto y prácticamente todos estábamos con el puño en alto. Eso no quería decir que fuésemos ateos ni comunistas ni marxistas porque el grupo era muy diverso: tres curas, cuatro monjas, también estaba la compañera de Guillermo Lora. Era un grupo mixto”.

(*)Iván Bustillos Z. es periodista de La Razón

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El gran juego de Trump: renegociar al mundo

Según Yanis Varoufakis, el líder republicano impulsa un plan económico global que va más allá de los aranceles.

/ 9 de marzo de 2025 / 00:55

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está embarcado en ejecutar un plan que va mucho más allá de simples aranceles y buscar una salida a la guerra en Ucrania. Lo que está impulsando está modificando las alianzas globales y todo apunta a reconfigurar el orden internacional. Todo esto en un momento de turbulencia económica global, donde los mercados financieros se tambalean y las relaciones comerciales entre naciones se tensan día tras día.

Según un análisis reciente del reconocido economista y exministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, los críticos centristas de Trump no han entendido realmente la naturaleza de su estrategia económica. «Oscilan entre la desesperación y una conmovedora fe en que su frenesí arancelario se desvanecerá. Asumen que Trump bufará y soplará hasta que la realidad exponga el vacío de su racionalidad económica», señala.

Para el economista, estos críticos «no han estado prestando atención: la fijación arancelaria de Trump es parte de un plan económico global que es sólido, aunque inherentemente arriesgado”. El griego tiene un punto bastante razonable: por lo general los críticos del líder republicano no se preocupan en entender lo que está pretendiendo y, por lo tanto, se quedan en la superficie.

Estado Unidos, ¿explotados?

Para entender el plan maestro de Trump, es fundamental comprender por qué él cree que Estados Unidos ha sido explotado por el resto del mundo. Varoufakis explica que la visión del primer mandatario sobre la supremacía del dólar es dual. Si bien es una ventaja excepcional, se ha convertido en una carga exorbitante.

«Su principal queja es que la supremacía del dólar puede conferir enormes poderes al gobierno y a la clase dirigente de Estados Unidos, pero, en última instancia, los extranjeros la están utilizando de maneras que garantizan el declive de EEUU», escribe Varoufakis.

Según esta visión, Trump lamenta desde hace décadas el declive de la manufactura estadounidense, resumido en su célebre frase: «si no tienes acero, no tienes un país». Pero, ¿por qué culpar de esto al papel global del dólar?

La respuesta, según Varoufakis, es que «los bancos centrales extranjeros no permiten que el dólar se ajuste a la baja hasta el nivel ‘correcto’, en el que las exportaciones estadounidenses se recuperen y las importaciones se restrinjan». No se trata de una conspiración contra América, sino que es natural que los bancos centrales europeos y asiáticos acumulen los dólares que fluyen a Europa y Asia cuando los estadounidenses importan productos.

«Al no cambiar su alijo de dólares por sus propias monedas, el Banco Central Europeo, el Banco de Japón, el Banco Popular de China y el Banco de Inglaterra suprimen la demanda (y, por tanto, el valor) de sus monedas», lo que beneficia a sus exportadores y les permite ganar aún más dólares, creando un círculo vicioso.

El dilema del dólar

El presidente está atrapado en una aparente contradicción. Por un lado, el estatus hegemónico del dólar «sustenta el excepcionalismo estadounidense», permitiendo al gobierno estadounidense mantener déficits y financiar un ejército sobredimensionado que «arruinaría a cualquier otro país». Además, como eje de los pagos internacionales, el dólar hegemónico permite al presidente «ejercer el equivalente moderno de la diplomacia de los cañoneros: sancionar a voluntad a cualquier persona o gobierno».

Sin embargo, para Trump, esto no compensa el sufrimiento de los productores estadounidenses que son socavados por extranjeros cuyos bancos centrales «explotan un servicio (reservas de dólares) que América les proporciona gratuitamente para mantener el dólar sobrevalorado». En esa visión de Trump, «América se está socavando a sí misma por la gloria del poder geopolítico y la oportunidad de acumular beneficios de otras personas».

«Estas riquezas importadas benefician a Wall Street y a los agentes inmobiliarios, pero solo a expensas de las personas que lo eligieron dos veces: los estadounidenses del corazón que producen los bienes ‘masculinos’ como el acero y los automóviles que una nación necesita para seguir siendo viable», señala Varoufakis, capturando la esencia del discurso trumpista.

El punto de inflexión

La preocupación fundamental de Trump, según Varoufakis, es que este sistema es insostenible a largo plazo. Trump teme que «a medida que la producción de Estados Unidos disminuye en términos relativos, la demanda global del dólar aumenta más rápido que los ingresos estadounidenses. El dólar entonces tiene que apreciarse aún más rápido para mantenerse al día con las necesidades de reserva del resto del mundo. Esto no puede continuar para siempre».

El economista griego describe el «escenario de pesadilla» que obsesiona a Trump: cuando los déficits estadounidenses excedan cierto umbral, los extranjeros entrarán en pánico, venderán sus activos denominados en dólares y buscarán otra moneda para acumular. «Los estadounidenses quedarán en medio del caos internacional con un sector manufacturero destrozado, mercados financieros derruidos y un gobierno insolvente».

Es esta visión apocalíptica la que ha convencido a Trump de que «está en una misión para salvar a América», con el deber de introducir un nuevo orden internacional.

El plan maestro de Trump

El núcleo del plan maestro de Trump, según Varoufakis, es «efectuar en 2025 un decisivo movimiento anti-Nixon. Esto es un shock global que cancele el trabajo de su predecesor al terminar el sistema de Bretton Woods en 1971, que encabezó la era de la financiarización».

Este nuevo orden global se caracterizaría por «un dólar más barato que sigue siendo la moneda de reserva mundial», lo que reduciría aún más las tasas de endeudamiento a largo plazo de EEUU. La pregunta es: ¿puede Trump tener su pastel (un dólar hegemónico y bonos del Tesoro estadounidense de bajo rendimiento) y comérselo (un dólar depreciado)?

Trump sabe que los mercados nunca entregarán esto por sí solos. «Solo los bancos centrales extranjeros pueden hacer esto por él. Pero para aceptar hacerlo, necesitan primero ser sacudidos para actuar. Y ahí es donde entran sus aranceles», explica Varoufakis.

Aranceles como herramienta

Esta es la parte medular que se debe comprender, según el análisis de Varoufakis. «Erróneamente creen que él piensa que sus aranceles reducirán el déficit comercial de América por sí solos. Él sabe que no lo harán. Su utilidad viene de su capacidad para conmocionar a los banqueros centrales extranjeros para que reduzcan las tasas de interés nacionales».

Como consecuencia, «el euro, el yen y el renminbi se suavizarán en relación con el dólar. Esto cancelará los aumentos de precios de los bienes importados a EEUU y dejará los precios que pagan los consumidores estadounidenses sin afectar. Los países con aranceles estarán, en efecto, pagando por los aranceles de Trump».

Los datos recientes del Censo de EEUU confirman la magnitud de lo que está en juego: las importaciones de bienes totalizaron $2.9 billones en 2024, con China, Canadá y México representando más del 40% de ese volumen. Trump viene yendo y viniendo con establecer aranceles del 25% sobre bienes provenientes de México y Canadá, junto con un impuesto adicional del 10% sobre los bienes chinos.

El gran juego de Trump

Los aranceles son solo la primera fase del plan maestro. «Con aranceles altos como el nuevo estándar predeterminado, y con dinero extranjero acumulándose en el Tesoro, Trump puede esperar su momento mientras amigos y enemigos en Europa y Asia claman por hablar», señala Varoufakis.

Aquí entra la segunda fase del plan: la gran negociación. A diferencia de sus predecesores, «Trump desprecia las reuniones multilaterales y las negociaciones abarrotadas. Es un hombre uno a uno. Su mundo ideal es un modelo de centro y radios, como una rueda de bicicleta, en el que ninguno de los radios individuales marca mucha diferencia en el funcionamiento de la rueda».

Las exenciones recientes a ciertos productos de México y Canadá bajo el tratado USMCA (como televisores, aires acondicionados, aguacates y carne) ilustran esta dinámica de negociaciones uno a uno. Sin embargo, según informes de la Casa Blanca, aproximadamente el 50% de las importaciones estadounidenses desde México y el 62% desde Canadá aún pueden enfrentar aranceles, y estas proporciones podrían cambiar a medida que las empresas modifiquen sus prácticas.

Trump, el negociador

Con los aranceles como amenaza y la protección de seguridad estadounidense como moneda de cambio, Trump espera que cada país “acceda a apreciar sustancialmente su moneda sin liquidar su tenencia de dólares a largo plazo», explica Varoufakis.

No solo esperará que cada socio recorte las tasas de interés internas, “sino que exigirá cosas diferentes a diferentes interlocutores. De los países asiáticos que actualmente acumulan más dólares, exigirá que vendan una parte de sus activos en dólares a corto plazo a cambio de su propia moneda (que así se apreciará)».

Para la zona euro, «Trump puede exigir tres cosas: que accedan a cambiar sus bonos a largo plazo por otros a ultra-largo plazo o posiblemente incluso perpetuos; que permitan que la fabricación alemana migre a Estados Unidos; y, naturalmente, que compren muchas más armas fabricadas en Estados Unidos».

Riesgos y amenazas al plan

Como todo plane, por muy bien trazado que esté, eventualmente puede salir mal. Varoufakis señala varios riesgos:

«La depreciación del dólar puede no ser suficiente para cancelar el efecto de los aranceles sobre los precios que pagan los consumidores estadounidenses. O la venta de dólares puede ser demasiado grande para mantener los rendimientos de la deuda estadounidense a largo plazo lo suficientemente bajos».

Pero además de estos riesgos manejables, la estrategia será puesta a prueba en dos frentes políticos:

En primer lugar, el frente doméstico. «Si el déficit comercial comienza a reducirse según lo planeado, el dinero privado extranjero dejará de inundar Wall Street. De repente, Trump tendrá que traicionar a su propia tribu de financieros e inmobiliarios indignados o a la clase trabajadora que lo eligió», señala el exministro griego.

En segundo lugar, el frente internacional. “Al considerar a todos los países como radios de su centro, Trump puede pronto descubrir que ha fabricado disidencia en el extranjero. Pekín puede lanzar la precaución al viento y convertir a los BRICS en un nuevo sistema de Bretton Woods en el que el yuan juegue el papel de anclaje que el dólar jugó en el Bretton Woods original».

Un mercado nervioso

Los mercados financieros han reaccionado con nerviosismo ante este juego de ajedrez multidimensional. El índice S&P 500, que sigue a las mayores empresas estadounidenses cotizadas, se movió a la baja en la última semana, pasando de los 5.968,33 puntos a 5.769,9 puntos. Esto equivale a un 3,33% menos, una caída en gran parte debida a la incertidumbre económica.

«El mercado está teniendo problemas para digerir el ajedrez multidimensional que Trump y su equipo están jugando», dijo Michael Block, estratega de mercado de Third Seven Capital. «Este juego de ajedrez multidimensional no le está saliendo bien al gran maestro. Puede haber un método en la locura. Podría estar tratando de confundir a los líderes mundiales. Pero el mercado está diciendo: deja de confundirnos, no nos gusta esto».

La amenaza de nuevos aranceles sobre la madera y los productos lácteos canadienses, anunciada hoy por Trump, ha añadido más incertidumbre a una economía que ya muestra grietas en sus cimientos. Los despidos están aumentando, las contrataciones se están desacelerando, la confianza de los consumidores se está erosionando y la inflación está repuntando.

Un legado asombroso o un ajuste de cuentas

«Quizás este sería el legado más asombroso, y el ajuste de cuentas, del por lo demás impresionante plan maestro de Trump», concluye Varoufakis, refiriéndose a la posibilidad de que China establezca un nuevo sistema de Bretton Woods con el yuan como moneda de referencia.

El presidente Trump, por su parte, parece imperturbable ante las fluctuaciones bursátiles. «Nada que ver con el mercado», dijo Trump en la Oficina Oval. «Ni siquiera estoy mirando el mercado, porque a largo plazo, Estados Unidos será muy fuerte con lo que está sucediendo».

Mientras tanto, el mundo observa con una mezcla de asombro y preocupación cómo el líder republicano desarrolla su estrategia día a día, entre anuncios repentinos, marchas atrás parciales y nuevas amenazas. Lo que está claro es que Trump está ejecutando un plan mucho más sofisticado y ambicioso de lo que sus críticos quieren reconocer. El mundo enfrenta la posibilidad real de una reconfiguración fundamental del orden económico internacional establecido después de la Segunda Guerra Mundial.

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Un mundo brutal

El exvicepresidente Álvaro García Linera escribe sobre el poder, su ejercicio y las consecuencias cuando se pierde la legitimidad.

Arm in chains and the hand is closed as a fist, struggle free from oppression and tyranny ,

/ 9 de marzo de 2025 / 00:45

Cuando Maquiavelo recomendaba al príncipe que para gobernar había que hacerse amar y temer por el pueblo, estaba resumiendo la llave maestra de la legitimidad de cualquier gobierno. No se trata de usar la fuerza para ser temido ni de ser condescendiente con todos para ser amado. Al final, coacción sin justificación colectiva y bondad sin firmeza en los temas de gobierno son pilares deleznables para afrontar exitosamente el gobierno de cualquier sociedad atravesada de múltiples y contradictorios intereses.

Para el florentino, ser temido es la virtud del respeto que se obtiene del ejercicio pleno y en todo el territorio de las decisiones de gobierno. Ser amado es tomar medidas que beneficien, de alguna manera, a todos: ricos y pobres. Ambas son la metáfora de lo «universal» que, a decir de Marx, es el monopolio por excelencia de los estados modernos. El Estado puede presentarse como la forma de unificación política de la sociedad precisamente porque es la única institución que reclama con éxito el ejercicio vinculante y universal de sus decisiones en un territorio y, por otro lado, porque sus determinaciones están pensadas también para beneficiar, formalmente de manera universal, a todos sus habitantes.

Pero claro, lo sabía bien Maquiavelo, los universales del Estado son monopólicos, es decir, los define el príncipe, no los súbditos; aunque la virtud del respeto emergerá de la capacidad del príncipe para tomar decisiones que sean susceptibles de tener un mínimo interés común a todos los súbditos. Por ello, lo universal es abstracto, pero real. Porque ciertamente beneficia más a unos, el Príncipe y su corte, lo que hoy llamamos las clases dominantes. Pero algo, por muy poco que sea, deberá llegar al pueblo, para cimentar tolerancia y cumplimiento.

Común a todos y monopolio de pocos es la fusión política permanente que garantiza la atracción, la adhesión y legitimidad de cualquier gobierno del Estado. Pero cuando esto se quiebra, lo que tenemos es la ferocidad de un Estado patrimonial y oligárquico, que es lo que justamente estamos viendo brotar hoy por todas partes del mundo.

La lujuria de los poderosos

En los países subalternos del orden capitalista es conocida la presencia de USAID con sus llamados «proyectos de desarrollo», «fortalecimiento democrático» y de «prensa libre» que, a nombre de valores y beneficios para todos, financian élites locales leales a las empresas y políticas norteamericanas. Es el «poder blando» («ser amado») que viabiliza sin traumas el poder duro de los intereses corporativos («ser temido»). Pues ahora estas edulcoraciones de la dominación no van más. Los intereses norteamericanos ya no apelarán a eufemismos y consenso para estar allí donde vean conveniente. A modo de cañoneras de mercado, el proteccionismo arancelario de EE.UU. doblegará a muchos gobiernos extranjeros para que se sometan, sin filtro ni artificio justificador, a lo que EE.UU. necesita para reorientar el comercio mundial. Y si esto no funciona, EE.UU. lo tomará por la simple razón de que le da la gana. Primero tal vez sea Groenlandia, luego Panamá, quizá luego Gaza…

Que EE.UU. protegerá a Occidente del comunismo, o ahora del asiatismo bárbaro, está bien para los seguidores de Walt Disney que se fascinan con las historias de fantasías. Hoy, el poder duro de las armas de disuasión es un negocio más, como vender cerveza. Si Europa quiere protección, señala Trump, que pague los costos de la seguridad, que suba su gasto en defensa para comprar más armas a EE.UU. y ponga los muertos en las nuevas aventuras coloniales que aún añora perseguir. Los «valores de Occidente» que engatusaron a las antiguas generaciones ahora son una vulgar mercancía que se exhibe en el escaparate del supermercado como la pasta dentífrica o el tocino.

Si hasta hace poco la expansión de la OTAN, la guerra por encargo en Ucrania o la invasión de Libia y Afganistán se las justificaban con la retórica de combatir las autocracias, hoy descaradamente se anuncia que es solo un método para controlar territorio y someter fuerza de trabajo barata. Cínicamente y ante los ojos de millones de ciudadanos, Trump les echa en cara a los ucranianos que Occidente paga por cada joven muerto que tienen en combate y, encima, sin rubor alguno, les reclama que sus muertos valen menos de lo que han recibido y que deben devolver parte de ese dinero con la entrega de sus minerales. La moral bucanera ha sustituido a la ilusión universalista.

Para no quedar atrás, la presidenta de la Comisión Europea, von der Leyen, anuncia con entusiasmo que ha llegado «la hora del rearme» continental por lo que los estados podrán endeudarse sin límite para abastecer sus arsenales. Finalmente, después de tanta alharaca medioambiental, para todos ellos, las bombas que resguarden sus murallas resultan más importantes que el calentamiento global. Y no deja de ser pintoresco el afectado gesto dramático con el que numerosos voceros «occidentales» desempolvan viejos manuales bolcheviques para denunciar el grosero comportamiento «imperialista» de EE.UU.; olvidándose que lo que hoy tanto les molesta de las bravuconadas de Trump es lo que ellos han hecho todos estos años con África o Medio Oriente.

Atravesamos tiempos liminales sin horizonte ni redención previsible. Por ello, el mundo se ha convertido en un campo de batalla sin reglas para descuartizar países, mercados, poblaciones y esperanzas. Y en casa de los imperios recargados, el esquema es el mismo. Las ideologías que legitimaban la dominación han envejecido y la gramática del dinero es hoy el nuevo soberano. Las oligarquías se han lanzado al asalto del poder estatal. No necesitan justificación. Tampoco requieren de los servicios de las aburridas clases medias letradas que hacían artificios lingüísticos con los «valores y principios» democráticos. Solo requieren sirvientes que ejecuten los caprichos bobos de niños ricos con juguete nuevo.

Las oligarquías en el poder compiten para deshuesar lo más dolorosamente posible los servicios públicos. Botan a funcionarios de larga trayectoria como si se trataran de calcetines sucios. Financian campañas electorales a bolsillo suelto como quien apuesta a una carrera de caballos. Compran votos con denigrantes loterías. Y luego, para completar su canallada, a plena luz pública, se autoasignan contratos estatales, o la propiedad de empresas públicas, para aumentar el valor de sus compañías. Los contorsionistas de este vodevil, los presidentes, no se quedan al margen y se lanzan a estafar abiertamente a incautos ciudadanos con criptomonedas. Desdoblando el cuerpo del príncipe (el gobierno) del cuerpo de la persona que funge hoy como gobernante, arguyen que la promoción rentada de tal o cual cripto no es en cuanto presidente, sino en cuanto individuo, habilitando así una novísima coartada criminal respecto a que se es gobernante solo cuando estampan su firma en documentos con bandera de su país; pero luego, el resto del tiempo son simples individuos abocados a engordar lascivamente sus arcas personales.

Sin embargo, que este envilecimiento de los estados pueda imponerse no es meramente una astucia de oligarquías corruptas, sino que requiere, al menos, la tolerancia silenciosa de una parte de un electorado igualmente envilecido. Clases medias en pánico moral por el ascenso social de sectores populares o indígenas. Jóvenes varones aterrados por su impotencia jerárquica ante mujeres empoderadas. Trabajadores empobrecidos que creen que los migrantes que limpian las casas y cosechan los alimentos, les arrebatan los empleos en las industrias o empresas de servicios. Acusar a los débiles de los efectos que las fechorías de los plutócratas causan en los sectores medios, se ha convertido en la mejor manera de embaucar a los pueblos. Los que hasta ayer se asumían como los sublimes redentores de la humanidad hoy insuflan cacerías racistas de latinoamericanos, africanos y musulmanes. En tanto que otros, se jactan de haber convertido el mar Mediterráneo en una gigantesca y barata tumba de indocumentados.

https://es.wikipedia.org/wiki/Nicol%C3%A1s_MaquiaveloEl poder oligárquico mundial es hoy la brutalidad del más fuerte, la obscenidad del más millonario, la crueldad del más prepotente. Para qué ser amado si es más fácil y humillante aterrorizar al indefenso. El único universal que veneran es el dinero. La parálisis y miedo que provocan les hace creer que han inaugurado una nueva gobernabilidad fundada en las billonadas que ostentan. Sin embargo, gobernar sin evocar algún tipo de universal, alguna forma de beneficio común, es efímero. Es un tema de cohesión social que promueve la tolerancia moral de los gobernados. Por ello, en medio de esta orgía de ofensas desbocadas, quizá valga la pena recordar nuevamente a Maquiavelo que, conocedor de las tentaciones principescas de creerse impunes y eternos, les advertía sobre la suerte del emperador romano Máximo el Tracio, que desdeñó ser amado y transmutó el temor por el odio y desprecio de sus súbditos. Finalmente, después de unos años y en medio de rebeliones, los ciudadanos vieron pasar rumbo al senado, la cabeza cortada del emperador y de su hijo.

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Los hombres que explican cosas

El 8 de marzo no solo es una fecha de conmemoración, sino también de reivindicación. En ‘Los Hombres Me Explican Cosas’, Rebecca Solnit expone cómo no escuchar a las mujeres perpetúa la desigualdad.

/ 9 de marzo de 2025 / 00:21

Rebecca Solnit reúne un conjunto de ensayos sobre la violencia contra las mujeres en un libro titulado “Los hombres me explican cosas”. Precisamente, el breve ensayo que da título al libro permite comprender lo que el filósofo Jacques Rancière entiende por desacuerdo, una de las categorías que permite observar las injusticias de los grupos que no pueden ser escuchados.

Rebecca Solnit narra una serie de experiencias personales en las que hombres le explican cosas, no solo a ella sino a otras mujeres, la mayoría de las veces sin que ellos sepan de lo que están hablando, porque simplemente no escuchan a las mujeres. Rebecca empieza contando un encuentro con un hombre mayor y adinerado que, sorprendido de que ella sea escritora –condición que le sorprende a su interlocutor–, le pregunta con un tono paternal que le explique sobre qué ha escrito; ella le menciona el tema de su último libro y el señor mayor le recomienda leer un libro que él supuestamente había leído recientemente y que versa sobre la misma temática. Después de una larga conversación, en la que el hombre le explica sobre el libro que ella debería leer, muy molestas, ella y su amiga, le indican que el autor del libro es en realidad una autora y es ella: Rebecca Solnit. La amiga de Solnit tuvo que decirle varias veces “¡ese es su libro!» hasta que el señor fue a comprobar, no a su librero sino al «New York Times Book Review», que ella era la autora, lo cual demostraba que el sujeto ni siquiera había leído el libro, sino como la mayoría de las veces, algunos hombres mayores que se jactan de su sabiduría, solo leen una reseña de los libros. Muchas veces a la gente le gusta decir que ha leído, pero no le gusta leer.

El ensayo “Los hombres me explican cosas” está repleto de referencias similares, sin embargo, lo que intenta hacer notar Rebecca Solnit es que la mayoría de las veces los hombres no escuchan a las mujeres y no ven la violencia que practican con esa sordera. Cuando Solnit publicó una primera versión de este ensayo, ella cuenta que recibió muchas cartas, algunas de ellas de hombres que le decían que “no es cierto que los hombres no escuchan a las mujeres, sino que ella desconoce algunas cosas y, entonces, una vez más empezaban a explicarle cosas”. La pulsión de los hombres por expresar su dominio se encuentra en tratar a las mujeres como menores de edad a las que deben cuidar y explicarles cosas.

El argumento de Rebecca Solnit no se encuentra solo en la sordera de algunos hombres, sino en el efecto que ello genera en las mujeres, que cansadas de escuchar a los hombres explicándoles cosas empiezan a dudar de ellas mismas, y de lo que saben. La violencia cognitiva no se encuentra solo en no escuchar al otro, sino en restarle valor a su palabra, para Rebecca Solnit, ello impacta, por ejemplo, en la cantidad de denuncias de violencia contra la mujer que no son atendidas por los policías, porque ellos en vez de escucharlas, les empiezan a explicar que lo que vivieron no es violencia o que, de alguna manera que ellos explican, es culpa de ellas. En muchas sociedades, las normas que castigan la violencia contra las mujeres son denunciadas por los hombres por considerarlas normas que no las comprenden, o que los malinterpretan.

Jacques Rancière denomina desacuerdo al des-entendimiento, es decir a la disputa sobre lo que hablar y escuchar quiere decir, y que termina por constituir la racionalidad misma de la situación de habla. En los casos de desacuerdo los interlocutores entienden y no entienden la misma cosa, así se utilicen los mismos términos, y es que aun cuando pareciera que los interlocutores entienden de lo que hablan, una de las partes no ve o no escucha el objeto sobre el cual habla la otra persona. En este sentido, el desacuerdo sería una especie de punto ciego que hace imposible una conversación, porque una de las partes no puede demostrar su argumento, porque éste no es reconocido por el lenguaje de la otra parte. De esta manera, si llevamos este ejemplo al campo de la justicia, el querellante se ve despojado de los medios de argumentar, se ve despojado de las palabras que traduzcan su sufrimiento y permitan que ese sufrimiento sea visto, y justamente por ello, por esta ausencia, se convierte en víctima, no solo de aquello que no puede explicar sino por la misma situación que le despoja de su argumento.

Un caso de desacuerdo tiene lugar cuando la resolución de un conflicto que opone a dos o más partes, se hace en el lenguaje, en el idioma, de una ellas, mientras que las injusticias sufridas por las otras partes no se significan en ese idioma.

Rancière señala que el agravio, el daño, está mostrando que hay una parte de la comunidad política que no es parte de la misma, porque no es visible, no es audible, no es portadora de la palabra. Por lo tanto, a esta parte –que no es parte de la comunidad– lo único que le queda es disputar el orden que la ha excluido, enfrentándose a la comunidad que la niega. Esta disputa, esta querella de los sin parte, no puede expresarse sino a través del conflicto, cuestionando los roles, las jerarquías, las tareas, las maneras de ver, las maneras de oír y las maneras de decir, para visibilizar su exclusión.

Podríamos decir que se encuentran en desacuerdo las víctimas que reclaman algo que el sistema –sea jurídico o político– no puede conceder, porque este sistema, que también es un sistema de lenguaje, no significa el sufrimiento que padecen, y en consecuencia permite visibilizar que el conflicto es político, porque el supuesto consenso del que nace el Derecho y las instituciones políticas aparentemente modernas, las ha excluido.

Los movimientos feministas son un claro ejemplo de una parte de la sociedad que reclama su invisibilidad respecto de la estructura patriarcal que las enmudece y muchas veces solo tienen como repertorio su condición de movimiento, de conflicto, de revuelta y de denuncia, en tanto su voz no se significa en las instituciones que deberían resolver el conflicto.

Al movilizarse dejan al descubierto la violencia y opacidad del sistema, sea éste jurídico o político, que generalmente van de la mano y se prorrogan, mucho más, cuando estos sistemas toman la decisión de reprimirlos bajo el argumento de mantener el orden, la ley y la paz social.

El movimiento 8-M no solo reúne al movimiento feminista, sino a otras partes de la sociedad, de la comunidad política, que no son parte de la sociedad que ha diseñado las instituciones jurídicas y políticas y que, en su repertorio de lucha y frente a la ceguera y la sordera de los dominantes, decantan por la movilización.

En el movimiento 8-M, podríamos decir que los movimientos explican cosas, solo esperamos que a partir de la movilización se deje ver lo que no podía ser visto, se pueda oír un discurso allí donde solo había ruido.

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La OEA en la encrucijada

El 10 de marzo próximo, la OEA elegirá un nuevo Secretario General, en reemplazo de Luis Almagro. Albert Ramdin, ministro de Surinam, emerge como favorito por su experiencia.

/ 9 de marzo de 2025 / 00:00

El próximo lunes 10 de marzo del año 2025, la panamericana Organización de los Estados Americanos (OEA) llevará a cabo en su sede en Washington, DC, una importante Asamblea General extraordinaria con el objetivo de seleccionar al individuo que ocupará el destacado cargo de Secretario General en reemplazo de Luis Almagro, cuyo período al frente de la organización llegará a su finalización el 25 de mayo de dicho año. Los dos candidatos más fuertes que estaban en competencia eran Rubén Ramírez Lezcano (quien declinó su participación a última hora), actual canciller de Paraguay, y Albert Ramchand Ramdin, quien se desempeña como ministro de Relaciones Exteriores de su país. Del mismo modo, aunque Costa Rica ya se ha sumado a la avalancha de apoyos al candidato de Surinam, se tiene que el propio canciller costarricense en su momento habría evaluado presentar su candidatura, toda vez que su derecho a hacerlo permanece abierto hasta el mismo día de votación, al ser miembro pleno de la organización. También otros nombres se barajaban en los pasillos como el del expresidente colombiano Iván Duque, quien aparentemente contaba con el respaldo de la Casa Blanca pero no de su país en esta coyuntura.

En el caso especial de Ramdin, como destaca el sitio web (www.AlbertRamdin.com), sus 25 años de experiencia en áreas de negociación internacional, diplomacia multilateral, asistencia al desarrollo, ejecución de políticas públicas, facilitación estratégica de negocios y comercio, gestión de proyectos, recaudación de fondos, transparencia, además de haber trabajado en reformas y reestructuraciones institucionales a nivel gubernamental, no gubernamental y en el sector privado, respaldan una impresionante trayectoria que le ha valido cosechar una vorágine de apoyos previos militantes de su campaña desde hace meses.

Como bien apuntaba el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Boston, Jorge Heine, vaticinando la elección de Ramdin, que además de su amplia experiencia en el manejo de la organización, esta opción «despejaría una extraña anomalía (en) la OEA porque nunca había sido dirigida por un secretario general proveniente del Caribe, aunque los países caribeños conforman casi la mitad de los miembros», recordando que la Vigésima Reunión Especial del Consejo de Relaciones Exteriores y Comunitarias (COFCOR) del CARICOM reafirmó su compromiso con la candidatura de Ramdin, para el período 2025-2030, en las elecciones que se celebrarán en el primer cuarto de año de 2025, lo que ya le daba una ventaja inicial numérica de 14 votos de 18 que son necesarios, y sumados a los votos anunciados el 4 de marzo mediante Comunicado Conjunto por Brasil, Bolivia, Chile, Colombia y Uruguay, superaría los necesarios para hacerse de la Secretaría General que a la fecha suman públicamente 21 de acuerdo a lo reportado por el Secretario Ramdin.

La renovación de la dirección político-administrativa de la organización se desarrolla en un contexto de alta complejidad, marcado por un cambio drástico de 180° en la política exterior de los Estados Unidos, que aporta más del 50% del presupuesto de la Organización. País que desde la toma de posesión del segundo mandato discontinuo de su presidente el 20 de enero de 2025, ha iniciado un proceso de desvinculación multilateral, incluyendo su retiro del Acuerdo de París sobre Cambio Climático, el Consejo de Derechos Humanos de NNUU y la Organización Mundial de la Salud. En este marco, el Presidente Trump el pasado 4 de febrero firmó una Orden Ejecutiva, en el mismo espíritu, que instruye una revisión exhaustiva de todas las entidades internacionales en las que Estados Unidos participa y a las que brinda apoyo financiero. Este proceso, que se extenderá hasta el 30 de abril, abarca la evaluación de acuerdos, pactos y tratados en los que el país mantiene una participación activa.

La estrategia de la directiva de la empresa se suma a los objetivos delineados en el Proyecto 2025 «America First», que plantea la posibilidad de prescindir incluso de organismos como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, considerados por el plan como intermediarios costosos que desvían recursos antes de su destino final en proyectos internacionales. En consonancia con el replanteamiento de su papel en la OTAN, una eventual salida de Estados Unidos de las instituciones del Sistema de Bretton Woods podría volverse una realidad en el corto plazo. Las conclusiones del informe en curso, previsto para los próximos 150 días, proporcionarán un panorama más preciso sobre las instituciones en las que Estados Unidos optará por reducir o cesar su participación. Entre las entidades sujetas a revisión podrían figurar organismos de gran relevancia, como las Naciones Unidas o la Organización de Estados Americanos, según lo sugerido por el Secretario Musk.

En este sentido, de acuerdo con lo reportado por Kriston Capps del Washington Post, el giro de política internacional ha impactado incluso en el mundo del arte, toda vez que el Museo de Arte de las Américas, el espacio cultural dirigido por la OEA contiguo al edificio histórico a metros de la Casa Blanca, «ha cancelado dos exposiciones próximas», de artistas negros y de artistas queer de Canadá, quienes «cancelaron las exposiciones para cumplir con las órdenes de la administración Trump de eliminar la financiación federal para iniciativas de diversidad, equidad e inclusión (DEI en inglés)».

En los diversos círculos de discusión y análisis dentro de la Organización, se puede observar claramente que la selección del próximo Secretario General estaba tomando forma en un novísimo acorde geopolítico entre Estados Unidos, nación que es miembro pleno y uno de los países fundadores, y China, potencia que actualmente ocupa un puesto como observador en la Asamblea General. En este mismo contexto, el candidato paraguayo que retiró su postulación el miércoles 5 de marzo ante la intimidante ola de apoyos públicos que aparecían a favor de Ramdin, era claramente identificado por su afinidad a los intereses de Washington, quien incluso sostuvo reuniones previas con el Presidente y el Secretario de Estado de los Estados Unidos.

Por otro lado, el Canciller Ramdin viene de representar a un Estado que, a diferencia del ex candidato Ñandutí, no reconoce a Taiwán y se alinea con la política de «una sola China», además de beneficiarse de las significativas inversiones en el Caribe, lo cual es reflejo de una estrategia de cooperación más amplia y de una postura geopolítica distinta, sin mencionar la influencia de las observaciones europeas que financian una gran parte de los proyectos que continúan en funcionamiento. Esta dinámica configura un significativo enfrentamiento de diversas influencias y corrientes de pensamiento en el complejo proceso de elección del próximo líder de la Organización. No obstante, de acuerdo a lo reflejado por el Miami Herald, el enviado de la Casa Blanca para América Latina, Claver-Carone, ha negado enfáticamente un diferendo político indicando que «eso es una falsa narrativa» y que «el Secretario General de la OEA será un aliado de Estados Unidos».

Sin embargo, la eventual disminución del compromiso y la participación activa de los Estados Unidos en el seno de la Organización de los Estados Americanos ya marca repercusiones de gran magnitud en el desarrollo del proceso, dando lugar a un panorama de incertidumbre tanto a nivel institucional como geopolítico. A lo largo de la historia, se ha observado que Washington ha tenido un impacto significativo en la determinación y desarrollo de la agenda hemisférica en el seno de la Organización de los Estados Americanos, desempeñando una función fundamental en la articulación de acuerdos, la gestión de respaldos estratégicos y el establecimiento de prioridades en el marco de dicho ente. En este preciso contexto, es crucial considerar que su apoyo o la ausencia de participación no solo tendría un impacto directo en la distribución de poder al interior de la entidad, sino que además podría generar un cambio sustancial en las posibilidades y tácticas del Secretario General.

Durante las intervenciones realizadas el pasado 10 y 11 de febrero, en el Consejo Permanente de la OEA y ante la Sociedad Civil, la amplia y valiosa experiencia en Relaciones Exteriores del exsecretario General Adjunto Albert Ramdin le ha permitido destacar la imperiosa necesidad de alcanzar un consenso sólido entre los Estados miembros para asegurar la estabilidad institucional de la OEA y progresar hacia una agenda de desarrollo sostenible, equitativo e inclusivo en la región. Sin embargo, el actual contexto político en el hemisferio occidental agrega una complejidad adicional que incluye la polarización en torno a temas sensibles y controversiales, que ha profundizado las fracturas y divisiones entre los Estados miembros, generando alineamientos estratégicos y posturas que podrían condicionar la gestión, sin mencionar temas como los que subyacen sin ser abordados, que incluyen las responsabilidades de la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos en asuntos no contemplados en la agenda institucional abordados de motu propio.

Además, es importante considerar que actores extrarregionales, como China o la Unión Europea, en la presente coyuntura podrían (deberían) estar interesados en escalar su influencia en los procesos políticos y de colaboración que tienen lugar en el seno de la Organización de los Estados Americanos. Este teatro geopolítico de modificación en el equilibrio de poder sin duda impactará la dinámica del Secretario General y las gestiones futuras del organismo como espacio de diálogo y toma de decisiones en el ámbito regional. En este sentido, la elección del Secretario podría convertirse en un astrolabio que dará cuenta de la posición de las guías mayores marcando el sendero de la Organización de los Estados Americanos en un contexto geopolítico en evolución.

El Secretario General Ramdin enfrentará uno de los desafíos más críticos en la historia de la Organización: superar una profunda crisis financiera e institucional que ha persistido durante un largo período, manifestada en balances negativos recurrentes debido a una dependencia excesiva de fondos «específicos» provenientes de Estados no miembros, como España y otros países de la Unión Europea, así como de contribuciones adicionales de naciones como Estados Unidos, Canadá y México, destinados a programas centrales en áreas como seguridad, narcotráfico, fortalecimiento democrático, derechos humanos, lucha contra el terrorismo y prevención del crimen transnacional, que corren riesgo de no alcanzar sus objetivos. En la presente coyuntura, esto podría llevar a que estos pilares caigan en saco roto comprometiendo la capacidad de la Organización, marcando la imperiosa necesidad de implementar medidas urgentes para restablecer la estabilidad financiera regular, fortalecer la gobernanza interna y garantizar que los recursos se utilicen de manera efectiva, recuperando así el liderazgo de la Organización en la promoción de sus objetivos de seguridad, democracia, derechos humanos, entre otros.

De acuerdo con el Decano y Representante Permanente de Antigua y Barbuda ante la OEA, Sir Ronald Sanders, la crisis es de tal magnitud que al momento «215 trabajadores y 67 programas son afectados directamente, además que varios proyectos están paralizados» (por la evaluación de fondos específicos), lo que pone desafíos extra para el próximo primer oficial de la OEA, que convoca tanto habilidades diplomáticas como de resiliencia y capacidad de adaptación bajo presión, para negociar a su turno con el Representante del Presidente Trump, el excónsul General en Bermuda y Embajador de EEUU ante Barbados, Leandro Rizzuto Jr. (quien no ha tomado posesión a la fecha ni ha sido sujeto de examinación en el senado), teniendo en cuenta que ya el enviado Claver-Carone ha señalado que Estados Unidos cree «que la OEA está quebrada, y necesita mucho, pero no se sabe si es reformable», análisis que ya fue compartido en audiencia con el Canciller Ramdin.

De hecho, esta emergencia ha escalado a tal nivel que la CAD, la Comisión de Asuntos Financieros dirigida por el Representante permanente de Chile junto con la Secretaria para Asuntos Financieros (SAF) de la OEA, además de las delegaciones de Bahamas, Antigua y Barbuda, Canadá y Colombia, entre otras, se dieron a la tarea urgente de elaborar un proyecto de Resolución aprobado el 6 de marzo de 2025, para revisitar las capacidades ejecutivas que son mandatos de los Estados y el «capital humano» necesario para cubrirlas. La resolución, titulada «Medidas Especiales para el Mantenimiento de las Operaciones y de los Recursos Humanos de la OEA ante la Orden Ejecutiva (OE) de Realineación de las Prioridades de Ayuda Exterior de los Estados Unidos», busca mitigar los efectos negativos de la decisión estadounidense. La resolución autoriza la utilización de $4 millones del subfondo para la reserva de recuperación de costos indirectos para proteger a los recursos humanos afectados. Los fondos se destinarán a cubrir salarios y gastos de desvinculación en casos donde no sea posible reasignar recursos, y estarán disponibles hasta el 30 de abril de 2025, fecha en que se espera que concluya la revisión de la OE.

La resolución aprobada es una alerta roja y un llamado a los Estados miembros para que busquen nuevas fuentes de financiamiento, reduzcan costos, elaboren planes de contingencia, eliminen gastos no esenciales y negocien con las autoridades estadounidenses, enfatizando la necesidad de abordar problemas estructurales identificados durante esta crisis, como la dependencia de fondos de donantes específicos en lugar de las contribuciones regulares de los 32 Estados miembros, lo que se considera una anomalía política y financiera. La resolución, aunque fue inicialmente aprobada, no se dejaron esperar las observaciones y recomendaciones adicionales, que coincidieron en expresar preocupación por la crisis y su impacto en la efectividad de la OEA, y la diversificación de las fuentes de financiamiento aumentando la responsabilidad de membresía de los Estados. Mientras tanto, Canadá criticó la falta de liderazgo proactivo para gestionar la crisis de manera holística y sugirió la creación de un Director Ejecutivo de Funcionamiento, tal como se recomendó en una revisión externa previa. Al finalizar la sesión, la representante alterna de Estados Unidos informó que presentaría en breve un pie de página que inicialmente lo denominó una resolución general sobre el tema, que podría aportar mayor luz sobre los movimientos tectónicos que se viven al interior de la Organización.

En consecuencia, la designación del Secretario General de la OEA no se limita a un procedimiento burocrático de suma de votos (50% + 1 mínimo, en tres rondas) ni a una frívola disputa de intereses entre los Estados miembros; representa una reestructuración del tablero geopolítico hemisférico. Nos hallamos multilateralmente en un momento abismal, en el cual la Organización se enfrenta a una crisis financiera e institucional sin precedentes, la erosión de su autonomía ante la dependencia de fondos externos y la creciente presión de actores extrarregionales que aspiran a expandir su influencia en la región. Este es un hito que requiere además de la diplomacia convencional, ingenio extremo bajo presión, y visión estratégica capaz de mantener a la OEA en el equilibrio entre su misión histórica y las demandas del nuevo orden global. La designación del nuevo líder no puede ser reducida a cálculos geopolíticos, la OEA debe superar sus propias contradicciones, reinventarse y responder con audacia a los desafíos del siglo XXI, o está condenada a convertirse en una institución a la deriva de la inercia de sus limitaciones, desafío que recae oportunamente en el Embajador Ramdin que no solo cuenta con la experiencia diplomática necesaria, sino también y sobre todo de liderazgo institucional al haber ejercido la Subsecretaría por 10 años.

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Ideas políticas: Bolivia, entre vacíos e ilusiones

Fernando Mayorga analiza la situación del debate en torno a ideas políticas en Bolivia, destacando el agotamiento del proyecto del MAS y la falta de propuestas claras en la oposición.

/ 1 de marzo de 2025 / 20:44

En una conversación apasionante, el destacado sociólogo y escritor Fernando Mayorga ofrece un análisis incisivo sobre la evolución de las ideas políticas en Bolivia y el actual vacío que caracteriza tanto al oficialismo como a la oposición en el país.

Nuestro invitado, quien ha estudiado profundamente el desarrollo de las corrientes de pensamiento político boliviano, identifica un evidente agotamiento del proyecto que el Movimiento al Socialismo (MAS) encarnó desde 2006, así como una desorientación en las filas opositoras, que se manifiesta en discursos reactivos sin propuestas concretas de país.

Ideas Políticas

Jean Touchard (1918-1971) fue un reconocido historiador y politólogo francés. Publicó un celebrado texto titulado “Historia de las Ideas Políticas”, donde estudia la evolución de las mismas en Francia. Ahí dice que, para reflexionar sobre las ideas políticas, “no se trata solamente de analizar los sistemas políticos elaborados por algunos pensadores, sino de volver a instalar estos sistemas dentro de un contexto histórico, de esforzarse por ver cómo nacieron y qué representaban para los hombres que vivían en esa época”.

Más aun, “una idea política tiene un espesor, un peso social. Puede comparársela con una pirámide de varios pisos: el de la doctrina, el que los marxistas denominan la ‘praxis’, el de la vulgarización, el de los símbolos y representaciones colectivas. La historia de las doctrinas forma parte de la historia de las ideas, pero ni es toda la historia de las ideas ni quizá su parte esencial”.

Siguiendo con su razonamiento, se entiende por una idea política un conjunto de ideas en el que se asientan las formas institucionales -es decir, del Estado-, de la economía y la propia sociedad en una época. Es el tejido de conceptos y visiones subyacentes sobre el que se operan las transformaciones.

Ideas, Narrativas y Estrategias

Se puede complementar esto con dos nociones más. La primera, la concepción de René Zavaleta de que no existe una teoría general del Estado moderno. “En último término, la teoría del Estado, si es algo, es la historia de cada Estado”, escribió el sociólogo boliviano. Consecuentemente, si bien hay ideas políticas que se expanden por irradiación desde los centros de poder mundiales, sus formas específicas varían en cada sociedad. Por ejemplo, el neoliberalismo en Bolivia adquirió la curiosa forma de la “capitalización”.

La segunda noción es que las ideas políticas son también narrativas. Consecuentemente, pesan sobre ellas las mismas las consideraciones al respecto ya advertidas por Manuel Castells y otros en sentido de que son contingentes y se desempeñan estratégicamente. Se insertan y explican tanto como resultados y a la vez generadoras de las relaciones de poder existentes en una sociedad dada. No existen en el aire.

En el caso boliviano, luego de la Guerra del Chaco, emerge con claridad la idea de lo nacional popular, que va a expresarse inicialmente en la Constitución de 1938, durante el gobierno de Germán Busch. Con la Revolución Nacional de 1952 va a tomar la forma del nacionalismo revolucionario. Luego, en las décadas de 1960 y 1970, en el marco de las dictaduras que se instalan en la región como resultado de la Guerra Fría, estará presente el nacionalismo militar. Los decenios de 1980 y 1990 estarán signados por el neoliberalismo. En ese periodo, como correlato, cobrarán mayor fuerza las ideas políticas del indianismo y del indigenismo. Estas últimas se cristalizarán con la emergencia del MAS y la formulación de la actual Carta Magna y el Estado Plurinacional.

El Agotamiento del MAS y sus ideas

Según Mayorga, el proyecto político del MAS, que logró concretarse en un «ciclo hegemónico» a partir de 2006, se caracterizó inicialmente por posicionarse frente al neoliberalismo, promoviendo un Estado con protagonismo económico y una visión de país basada en el reconocimiento de la diversidad cultural.

«El proyecto se concretizó con la nacionalización, con la Constitución Política, pero desde el 2015 el MAS abandona ese proyecto en términos de transformación de la sociedad, porque la gestión se va a concentrar en la estrategia de reelección» de Evo Morales, explica Mayorga.

Este giro estratégico significó que un proyecto que había logrado ser hegemónico fue perdiendo su horizonte transformador. «Cuando vuelven al poder (en 2020) no hay ninguna mirada autocrítica, ni tampoco una idea de democratización. Es más bien como un reproceso, como la propuesta de industrialización, y la idea de plurinacionalidad siempre apareció secundaria», añade el sociólogo.

La crisis actual del partido gobernante se expresa en su incapacidad para renovar sus ideas políticas. «Si de 2015 a 2020 se encerró en el tema de la reelección, 2022 a 2025 se encerró en una cosa más absurda, que es el tema de quién va a ser el próximo candidato en las elecciones de agosto. Es decir, subordinaron lo estratégico a lo táctico».

La Oposición en su Laberinto

En cuanto a la oposición, Mayorga observa una «postura meramente reactiva» sin un proyecto alternativo claro. El debate entre Estado Plurinacional y República resulta, según nuestro entrevistado, en una «falsa contradicción».

«El debate es absurdo porque es identitario. Quien invoca la república, lo que dice es que todos somos mestizos, que es la idea básica del nacionalismo revolucionario, y quien dice Estado Plurinacional no niega la idea de nación, simplemente piensa en el pueblo no como una unidad, sino como una diversidad», subraya.

Esta ausencia de propuestas alternativas revela la «derrota ideológica» de la oposición. «No tienen proyecto para el país, por eso su negación de lo plurinacional tiene un tinte racista. Y frente a este modelo de Estado fuerte, plantean de manera nostálgica el (decreto supremo) 21060, para enfrentar la crisis económica».

Mayorga señala además cómo la derecha boliviana se encuentra en un «laberinto discursivo» frente a fenómenos como el proteccionismo de Trump, que contradice el discurso ultraliberal que algunos sectores han adoptado.

Otros Factores

El sociólogo identifica dos factores determinantes en la actual coyuntura política boliviana:

El primero es la judicialización de la política. Se trata de un mecanismo institucional con enorme poder para incidir en el comportamiento de los actores políticos. «Puede tomar decisiones que ordenen el campo político en función de un plan. Hay muchas señales que implican eliminación de candidatos», advierte Mayorga.

El segundo es la irrupción de figuras ajenas a la política institucional. Ejemplifica esto con la figura del empresario Marcelo Claure, quien «no plantea ninguna idea política, sino que lanza solamente señales. Los opositores actúan en torno a lo que va diciendo él y se produce toda esta confusión que se tiene respecto a cómo definir un candidato del lado opositor”.

La Crisis Económica

La crisis económica que enfrenta Bolivia, particularmente la escasez de dólares, constituye otro factor determinante. Para el gobierno, para el presidente Luis Arce, representa un severo golpe a sus aspiraciones electorales, considerando que su imagen como experto en economía fue precisamente su principal capital político.

El primer mandatario «tenía un perfil que fue la razón para que sea el candidato en 2020: tenía que ser quien enfrente los efectos económicos negativos en la economía generados por la pandemia», recuerda Mayorga. Agrega que «pensar ahora que tiene alguna posibilidad de reelección es una idea bastante equivocada por parte del gobierno. Y es un efecto de la crisis económica».

Para la oposición, la crisis tampoco ha derivado en que logran capitalizar oportunidades. «En vez de que la oposición tenga respuestas creativas a la crisis, lo que hace es repetir otra vez estas consignas que se muestran contrarias a las políticas de inclusión económica».

El sociólogo señala un error fundamental en el análisis opositor: «confunden la crisis económica de este momento con un fracaso del modelo económico. Un modelo económico en el que, durante las primeras tres gestiones del MAS, se redujo la pobreza, se redujo la desigualdad social, se incluyó a millones de personas a un nivel de consumo, de accesos a servicios de educación y de movilidad social».

Un Escenario de Incertidumbre

En síntesis, el panorama político boliviano se caracteriza por lo que nuestro invitado define como «un momento de incertidumbre política e institucional» y un «vacío de ideas políticas» tanto en el oficialismo como en la oposición.

La fragmentación política visible tanto dentro del MAS como en las diversas facciones opositoras refleja esta ausencia de proyectos claros. No obstante, el sociólogo considera que el campo político «se va a ordenar cuando salga la convocatoria de elecciones, y el tiempo, que es un tema clave en política, les obligue a tomar decisiones».

Sin embargo, ese ordenamiento estará condicionado por los factores ya mencionados: la judicialización de la política, la intervención de actores externos al sistema político tradicional y el impacto de la crisis económica. En este escenario, la renovación de las ideas políticas continúa siendo una tarea pendiente para los actores en el camino hacia las próximas elecciones de 2025.

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