‘Camachismo’ en tiempos de pandemia
Imagen: LA RAZÓN ARCHIVO
El cabildo, el paro sin fin que se viene en Santa Cruz, están poniendo a prueba la solidez y perspectiva de esta otra élite cruceña liderada por Luis Fernando Camacho
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El liderazgo de Luis Fernando Camacho revive sobre la base de su característica más conocida: la confrontación.
El punto sobre la i
En noviembre de 2019, la revista Globo de Brasil envió a la periodista Janaina Hirst a Santa Cruz de la Sierra. En ese momento, la irrupción de Luis Fernando Camacho en la política boliviana les parecía un ‘Déjà Vu’ de lo que había pasado con Jair Bolsonaro unos años antes. Hirst detallaba el uso de la imaginería religiosa (la Virgen, la Biblia, el rosario, el Cristo, etc), el discurso anticomunista, el liderazgo mesiánico y la reivindicación conservadora como señales inequívocas de un ‘bolsonarismo’ en ciernes.
Han pasado tres años, una elección nacional y otra subnacional que lo sitúa como gobernador de Santa Cruz.
En el trayecto, una serie de acciones y situaciones que quedarán entre la historia y el anecdotario. Sin embargo, hoy por hoy la coyuntura lo mantiene al frente, nuevamente, de la principal oposición del Gobierno. Esta vez el adversario ya no es Evo Morales, sino Luis Arce Catacora. No es el mismo escenario de 2019, pero se recurre al mismo método: un paro cívico indefinido. Los vaivenes para llegar a esta situación, entre las posturas de uno y otro lado, han resaltado el carácter intransigente del Gobernador cruceño y algunos analistas ya empiezan a hablar del “camachismo” como en algún momento se habló del “banzerismo”.
Aunque la trayectoria de Camacho no llega aún ni a la décima parte del expresidente Hugo Banzer, los paralelismos se dan por el discurso político conservador, su origen de clase y regional, ambos de Santa Cruz; además, por la presencia de algunos personajes en su entorno vinculados en su momento a Banzer o a Acción Democrática Nacionalista (ADN), como el exministro de Gobierno Guido Náyar, la familia Matkovic o su propio padre, José Luis Papi Camacho, señalado como paramilitar durante la dictadura banzerista.
Sin embargo, también hay diferencias que hacen que el ‘camachismo’ sea, hoy por hoy, un fenómeno para estudiar. “A diferencia de la Falange o ADN, el camachismo no tiene proyección nacional”, sostiene el exministro y exrector Reymi Ferreira. “Termina siendo un fenómeno muy local, urbano, un fascismo aldeano que no llega a tener ni siquiera una construcción ideológica”, resume.
El exsecretario de la Gobernación cruceña, Vladimir Peña, lo precisa como un resabio de los sectores tradicionalistas de Santa Cruz.
“Son herederos del tradicionalismo cruceño, que intenta rearticular un modelo, con sus luces y sus sombras, afectado por la modernización, la migración, e incluso por el proyecto político de Demócratas (de Rubén Costas), que era más abierto. De ahí que esta élite se sienta desplazada”, señala Peña. “A eso, sumemos la asunción del MAS, que desplaza a la vieja élite cruceña de la toma de ciertas decisiones. Por ejemplo, antes del MAS, sea quien sea el partido de gobierno, estaba claro que el ministro de Agricultura, Desarrollo Rural, o como se denomine la cartera, tenía que venir del sector agroindustrial cruceño. Con el MAS eso cambió”, explica.
Cuando hablamos de una élite cruceña regionalizada, sin mirada nacional, el politólogo Luis Andia se remite al periodo de la Revolución Nacional gestada en 1952 como un parteaguas.
“Antes del 52, la élite cruceña coordinaba con las élites minero feudales del occidente. Cuando llega el MNR y destruye estas oligarquías, la élite cruceña se mantiene tal cual, mientras que las del occidente se comienzan a adecuar a la modernidad”, explica Andia. “El nacionalismo revolucionario nunca llegó al poder en Santa Cruz, aunque sí llegó a las bases. De hecho, los partidos tradicionales nunca pudieron establecer una fuerza como tal a nivel local, cuando tenían que tomar decisiones sobre Santa Cruz, tenían que negociar directamente con las élites”, rememora el analista.
Esta prevalencia de la élite cruceña, según coinciden todos los consultados se ve interpelada, irónicamente, con el crecimiento del departamento y, sobre todo, del área metropolitana.
El llamado “Modelo de Desarrollo Cruceño” no podría existir sin la participación de miles de migrantes que llegan a cultivar la tierra, trabajar en la construcción, administrar el comercio y hasta el transporte público y privado.
Resulta contradictorio que los discursos conservadores y de rechazo sean contra los migrantes, pero a la vez resulta un elemento aglutinador para la base política de Creemos, el partido creado por el ‘camachismo’.
Calificativos como el de “avasalladores”, “malagradecidos” o “traidores”, o frases recurrentes que refuerzan el criterio de la ‘otredad’, “si no les gusta se pueden ir”, “los nacidos y no nacidos en esta tierra” o “tienen envidia de esta tierra bendecida”, son muy utilizadas, sobre todo en las redes sociales, pero también en ciertos discursos. El más extremo tal vez fue el del presidente del Comité pro Santa Cruz, Rómulo Calvo, cuando, llamó “bestias humanas” a campesinos que bloqueaban una carretera en la Chiquitanía.
El politólogo Dorian Zapata hace notar que pese a ser un fenómeno local, es también un signo de los tiempos y volvemos al ejemplo inicial de esta nota, el ‘bolsonarismo’. Pero también el ‘trumpismo’, el ‘macrismo’ o la aparición de ‘outsiders’ de ultraderecha en Latinoamérica como Antonio Kast, en Chile o Javier Milei, en Argentina.
En Europa también se vive una ola de extrema derecha coronada con la reciente victoria de Giorgia Meloni en Italia, pero con otros triunfos en Suecia, Hungría o Polonia, además de otros fenómenos electorales como Vox en España o Marine Le Pen, en Francia.
“En un estudio del que estoy participando, hemos visto que en el mundo hay muchas incertidumbres que generan respuestas del estómago. En la pandemia (del coronavirus) se vio bastante. En el ‘camachismo’ se ve mucho de ese fenómeno global: política de identidad, defensa de valores religiosos, conservadores y patriarcales”, enumera el politólogo.
“Sin embargo, lo que me parece un factor nuevo es la irrupción de las iglesias evangélicas”, hace notar.
Las páginas de redes sociales de diferentes ministerios religiosos evidencian esta afirmación. Por ejemplo, uno de las más influyentes, la del apóstol Marcelo Salas, un atleta, exluchador profesional convertido en pastor cristiano, realizaba una oración todas las jornadas, durante los 21 días que duró el paro cívico de 2019 que concluyó con la salida del poder de Evo Morales.
En cada video, relacionaba un pasaje bíblico con el movimiento político que finalmente derrocaría a Morales.
En el cabildo previo a las elecciones de 2019 que desembocarían en la crisis, Salas posteó lo siguiente: “Después del Cabildo. ¿Cuál es el siguiente paso? Más allá de todas las resoluciones emitidas en el Cabildo, necesitamos mantenernos unidos en la oración porque en esta lucha nuestro mejor aliado es Dios”.
Luego, instruyó que sus fieles realicen una oración que culminaba de la siguiente manera: “A ti entregamos Dios todopoderoso el presente y el destino de esta nación, reconocemos que de tu mano vamos a derrotar la corrupción, la violencia, el temor y la injusticia. Creemos y confesamos que este 20 de octubre, tú levantas un nuevo gobierno. En el nombre de Jesús. Amén.!!” (sic).
Este apoyo explícito sobrepasa las diferencias religiosas, pues si bien Salas es evangélico, Camacho se asume como católico y durante sus intervenciones lleva un rosario y también en sus intervenciones durante los cabildos de 2019 era secundado por la imagen de una Virgen, dos símbolos característicos de la Iglesia de Roma.
A eso se suma que los cabildos son convocados al pie de la estatua de El Cristo, y los discursos se dan en el Atrio Papal, construido para la llegada del papa Francisco en 2015.
Dorian Zapata aclara que este componente religioso va acompañado de un factor tecnológico que es el ecosistema de las redes sociales.
Técnicamente, tiene un denominativo en inglés, ‘Echo chamber’, que traducido al castellano sería una ‘cámara de eco’. “Todo este mecanismo definido por los algoritmos permite reforzar el discurso pensado por una élite. Es una herramienta muy poderosa que la puede utilizar cualquiera”, concluye.
Todas las características mencionadas se aplican al liderazgo de Luis Fernando Camacho, con la salvedad de que su atrincheramiento en Santa Cruz parece aumentar. Incluso, según Reymi Ferreira, “es cada vez más urbano, con poca raigambre en las provincias y definitivamente sin conexión con lo nacional”.
No obstante, el departamento de Santa Cruz se prepara para un paro cívico indefinido, alentado por el ‘camachismo’, por encima de las dudas de la institucionalidad cruceña agrupada en la Comisión Impulsora del Censo, por encima del alcalde Jhonny Fernández, de la Asociación de Municipios (Amdecruz), el empresariado y, por supuesto, del propio Gobierno nacional.
Es una incógnita si logrará doblar la mano del Gobierno, que parece apostar a esta pulseta para determinar la real correlación de fuerzas en el país en las calles.
En sus diferentes discursos, sobre todo en septiembre, Camacho ha resaltado “la capacidad del pueblo cruceño” de “doblegar al centralismo”. Repitió siempre que pudo las “victorias políticas logradas (a) base (de) protestas” desde Santa Cruz, como la elección de alcaldes en los 80 y de gobernadores ya en este siglo, las regalías petroleras y hasta la renuncia de Evo Morales en 2019.
Si el ‘camachismo’ prospera o avanza solo el tiempo lo dirá.
Censo en 2023, el leitmotiv de una nueva crisis
La realización del Censo en 2023, como quiere la institucionalidad cruceña, se ha convertido en el punto de discordia principal de una nueva crisis política en el país. En un momento en el que el gobernador cruceño, Luis Fernando Camacho, iba perdiendo popularidad y credibilidad, la demanda del Censo, secundada por la institucionalidad cruceña a través de la denominada Comisión Impulsora del Censo, ha vuelto a poner en situación de expectativa al líder de la agrupación política Creemos.
Camacho venía de romper su alianza con la UCS, el partido del alcalde Jhonny Fernández, mucho antes del quiebre definitivo entre ambos líderes a causa de las diferencias por la lucha en la demanda del Censo.
El Gobierno central dejó en evidencia su baja ejecución presupuestaria y la ausencia de obras visibles le valió las críticas incluso de disidentes de su tienda política. Además, dos casos de corrupción se ventilan en los juzgados, involucrando a funcionarios cercanos a su entorno en la Gobernación.
El caso más notorio es el de su exsecretario de Salud, Fernando Pacheco, que se encuentra prófugo, tras una denuncia de malversación de fondos del su secretaría.
Asimismo, el director de Seguridad Ciudadana de la Gobernación, Alejandro Soljancic, se encuentra detenido por una denuncia de la compra irregular de un carro bombero.
Quedan seis días para que se venza el plazo dado por la Comisión Institucional para que el Gobierno abrogue el Decreto Supremo 4760, que dispone la realización del Censo Nacional de Población y Vivienda para 2024. Si no, se viene un paro cívico indefinido, en una Santa Cruz, por ahora, dividida.
Según Reymi Ferreira, puede haber dos escenarios desde la perspectiva de la élite cruceña. “Primero, que obtengan su demanda y el Censo se adelante; y segundo, provocar un desgaste, sobre todo económico, a la gestión de Luis Arce, que les permita estar en igualdad de condiciones”.
(*)Gerson Rivero y Pablo Deheza Son periodistas de La Razón