Las elecciones presidenciales de 2025 encuentran al departamento de Santa Cruz en un momento político complejo. A pesar de su relevancia actual, por su economía y peso poblacional, los liderazgos cruceños de cuño tradicional aparecen fragmentados y sin una proyección clara más allá de lo local. La persistencia de discursos regionalistas y la irrupción de nuevas figuras políticas están reconfigurado el escenario.
Para entender esta situación, Animal Político, de La Razón, entrevistó a dos conocedores de la realidad boliviana y cruceña en particular. Reymi Ferreira, abogado y exministro de Defensa, y Daniel Valverde, exdiputado y exdirector del Observatorio Político Nacional de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno, nos presentan sus perspectivas. Ambos analizan la situación del liderazgo cruceño, los discursos que se vienen desplegando y las nuevas dinámicas políticas que emergen en el departamento.
La limitación del discurso regionalista
Según Ferreira, la política cruceña ha estado marcada por un enfoque localista que impide la consolidación de un liderazgo nacional. «Los candidatos son bolivianos, la elección es nacional, no regional», enfatiza. Añade que figuras como Luis Fernando Camacho y los liderazgos cívicos han construido su discurso sobre la base del victimismo frente al centralismo, lo que les impide trascender más allá de Santa Cruz. «No tienen un discurso nacional porque no pueden, no lo entienden ni lo saben construir», sostiene.
Por su parte, Valverde, exdiputado y exdirector del Observatorio Político Nacional, coincide en que el localismo ha sido una traba para la proyección de liderazgos cruceños. Discursos como el de “le damos de comer a Bolivia” puede ser atractivo dentro de Santa Cruz, pero fuera de ella genera rechazo. El también abogado señala que Santa Cruz sigue atrapada en una «microcultura política» que impide una mayor integración nacional.
Esta limitación discursiva ha impedido que los políticos cruceños logren generar una agenda nacional con propuestas claras y articuladas. En lugar de posicionar un proyecto integrador que dialogue con el resto del país, muchos de ellos continúan apelando a una retórica de confrontación con el gobierno central. Esto, según Ferreira, «se convierte en un arma de doble filo, ya que refuerza la identidad cruceña, pero limita el apoyo fuera del departamento». Como resultado, los candidatos cruceños que buscan proyección nacional suelen verse marginados en las elecciones generales, donde la mayoría del electorado se encuentra en el eje central del país.
División en Santa Cruz
Valverde destaca que la falta de un discurso incluyente también ha generado fracturas internas dentro de Santa Cruz. «El regionalismo extremo ha llevado a que muchos sectores de la población, especialmente aquellos de origen migrante, no se sientan representados por las élites políticas tradicionales», afirma. Esto ha dado lugar a un desencanto con la clase política y ha abierto espacio para nuevos actores que intentan llenar ese vacío con propuestas más integradoras o, en algunos casos, con discursos populistas.
El desafío para los políticos cruceños radica en trascender la narrativa del agravio y construir una visión de país que conecte con la diversidad del electorado. «Si Santa Cruz quiere influir en Bolivia, debe pensarse como parte del país y no como una isla», asevera Ferreira. La clave estará en desarrollar un liderazgo que entienda la complejidad del país y que logre articular una propuesta nacional sin perder de vista las particularidades de la región.
El impacto del paro de los 36 días
Uno de los eventos más significativos en la política cruceña reciente fue el paro de los 36 días entre octubre y noviembre de 2022. La movilización, que exigía censo poblacional en 2023, tuvo como su protagonista más visible al gobernador Luis Fernando Camacho. Ferreira califica el hecho como «una medida absurda e irracional que solo dañó a Santa Cruz». Aunque reconoce que el electorado más fiel de Camacho sigue respaldándolo, sostiene que el apoyo empresarial y de sectores menos radicales se ha debilitado. «Los empresarios podrán ser de derecha, pero son empresarios. No van a seguir alentando acciones que les perjudican económicamente», argumenta.
Valverde complementa esta visión destacando que la detención de Camacho a finales de 2022 reconfiguró el escenario político. «El camachismo sigue teniendo una base leal, pero el paro evidenció sus limitaciones», dice. Añade que la falta de una estructura partidaria consolidada hizo que la influencia de Camacho dependiera más de la emotividad que de una visión política estructurada.
Tuto Quiroga y la disputa por el electorado cruceño
En la carrera electoral en la que ya está involucrado el país, Jorge «Tuto» Quiroga ha intentado posicionarse como el heredero del capital político de Camacho en Santa Cruz. Ferreira sostiene que «Quiroga representa a la vieja derecha cruceña, el legado de Banzer, y eso le da cierto atractivo para el sector conservador». Sin embargo, advierte que el electorado cruceño también ha cambiado y que el precandidato podría no ser capaz de capturar el apoyo que Camacho tenía en su momento más fuerte.
Valverde refuerza esta idea. «Los sectores tradicionales se sienten cómodos con Quiroga, pero no está claro que pueda movilizar el mismo nivel de respaldo que tuvo Camacho en 2019 y 2020». Añade que el desgaste de los partidos tradicionales hace que muchos votantes busquen alternativas fuera de la derecha clásica. Precisa que el camachismo “tiene un componente tradicional y otro popular en su votación. Tuto va recibir el componente tradicional. Sin embargo, Tuto no tiene la chispa o llegada espontánea de Luis Fernando Camacho para conectarse con el conglomerado popular”.
Quiroga enfrenta un reto significativo en su intento por consolidarse como el líder indiscutible de la derecha cruceña. Su imagen, fuertemente vinculada a los gobiernos neoliberales de finales del siglo XX, genera tanto simpatías como rechazo. Mientras que para algunos representa estabilidad y experiencia, para otros es símbolo de una política agotada y poco innovadora.
Desafíos en Santa Cruz
Además, la fragmentación del electorado cruceño dificulta su consolidación. «Tuto no solo compite contra el desgaste natural de su figura, sino también contra una base de votantes que, aunque tradicionalmente conservadora, busca renovación», explica Valverde.
Otro desafío es la competencia con nuevos actores políticos que han emergido en Santa Cruz y que apelan a sectores populares desencantados con la política tradicional. «El voto joven y el voto migrante, que han sido cruciales en recientes elecciones, podrían no inclinarse fácilmente hacia Quiroga», señala Ferreira. En este sentido, su éxito dependerá de su capacidad para ampliar su discurso y conectar con un electorado más heterogéneo.
Quiroga busca capitalizar el vacío dejado por Camacho, que fue candidato presidencial en 2020, pero su éxito no está asegurado en Santa Cruz. Si bien cuenta con el respaldo de sectores tradicionales, su desafío será demostrar que su liderazgo puede trascender el pasado y adaptarse a las nuevas dinámicas políticas.
La irrupción de Chi Hyun Chung
Una de las figuras que ha ganado relevancia es la del pastor evangélico Chi Hyun Chung. Según Ferreira, «Chi ha tenido la inteligencia de evitar el discurso regionalista y enfocarse en un mensaje nacional». Valverde, sin embargo, ve con escepticismo su proyección. «Chi es un improvisador, su discurso es desestructurado, pero juega con la imagen de outsider», sostiene.
La popularidad de Chi Hyun Chung radica en su capacidad para atraer a un electorado desencantado con la clase política tradicional, tanto oficialista como opositora. Su perfil, que combina religión y política, ha resonado especialmente entre los sectores más conservadores de las clases populares y en aquellos que demandan un cambio radical. Su mensaje se apoya en una narrativa antisistema, apelando a la idea de que los políticos tradicionales han fracasado en la administración del país.
A diferencia de otros candidatos, Chi ha logrado captar la atención tanto en Santa Cruz como en otras regiones del país, particularmente en sectores populares que se sienten marginados. Su estrategia se basa en un discurso moralista y en la promesa de algo nuevo y diferente.
Sin embargo, su falta de experiencia y conocimiento en la administración del Estado puede jugarle en contra. «No basta con ser una figura novedosa; tarde o temprano, tendrá que demostrar que tiene un plan viable para gobernar», advierte Valverde. Además, su postura conservadora y su fuerte vinculación con el evangelismo pueden limitar su crecimiento en sectores más progresistas o con posturas laicas.
Otro factor que podría influir en su futuro político es la incertidumbre sobre la legalidad de su candidatura. Al haber nacido en Corea del Sur, algunos sectores han puesto en duda si cumple con los requisitos constitucionales para postularse a la presidencia. «Esto podría convertirse en un obstáculo clave en su campaña, si se presentan impugnaciones», advierte Ferreira.
El MAS en Santa Cruz
El Movimiento al Socialismo (MAS) sigue siendo una de las fuerzas políticas más influyentes en Bolivia, y Santa Cruz no es la excepción. A pesar de los desafíos que enfrenta, el partido oficialista mantiene un respaldo sólido en el departamento, particularmente entre los sectores populares y migrantes. Ferreira sostiene que «hay un 25% o 30% del electorado cruceño que votará por el MAS, sin importar la sigla o el candidato». Esta base de apoyo proviene principalmente de trabajadores, comunidades indígenas y sectores urbanos empobrecidos que han sido beneficiados por las políticas sociales implementadas durante los gobiernos del MAS. La cifra citada por el exministro es consistente con los resultados electorales de los últimos ciclos electorales desde 2005 en adelante.
Sin embargo, el MAS enfrenta una creciente fragmentación interna que podría afectar su desempeño. La disputa entre Evo Morales y Luis Arce ha generado incertidumbre dentro del partido y ha debilitado su capacidad de movilización. Valverde señala que «el MAS tiene que reconstruir sus pactos con sectores productivos y empresariales si quiere mantener su influencia». A pesar de estos conflictos, la estructura organizativa del MAS sigue siendo una de sus mayores fortalezas, permitiéndole mantener una presencia constante en el territorio.
Mientras los liderazgos cruceños se encuentran divididos entre distintas facciones, el MAS sigue apelando a su electorado con una estrategia basada en la estabilidad y la continuidad de sus políticas. «Los sectores que apoyan al MAS ven en el partido una opción predecible frente a la incertidumbre que presentan otras alternativas», explica Ferreira.
Si bien el voto leal al partido representa una porción significativa del electorado, ganar nuevos adeptos sigue siendo complicado debido a la percepción de que el MAS es un partido centralista y ajeno a los intereses cruceños.
Tiempos complejos
Las reflexiones de Ferreira y Valverde evidencian un momento harto complejo y complicado para los liderazgos en Santa Cruz. El regionalismo ha limitado la proyección nacional de sus figuras políticas, el camachismo se ha desgastado tras el paro de 2022, y el MAS viene herido por una lucha interna fratricida. Mientras tanto, Chi Hyun Chung canaliza el descontento con la política tradicional, aunque con un proyecto incierto.
Santa Cruz, con su peso económico y su diversidad social, podría desempeñar un rol clave en las elecciones de 2025. Sin embargo, para que sus líderes trasciendan el ámbito local, necesitarán articular un discurso verdaderamente nacional. Como concluye Ferreira, «aquello que nace con una visión regionalista se queda en lo local. Si Santa Cruz quiere influir en Bolivia, debe pensarse más allá de sus fronteras”.