Fernando Mayorga: El MAS ha dado un ‘giro programático’
A propósito de su nuevo libro de ensayos, ‘Incertidumbres tácticas’, Fernando Mayorga habla de la configuración política boliviana en la segunda gestión de Evo Morales. A partir de los ejes que encuentra también explica el presente del campo político.
El Movimiento Al Socialismo (MAS) ocupa el centro del campo político discursivo, afirmó hace un tiempo el sociólogo Fernando Mayorga. Esta idea —que atraviesa los ensayos de su nuevo libro Incertidumbres tácticas— fue contradicha por el vicepresidente Álvaro García Linera en su artículo publicado en este suplemento el domingo 2, tras sacarse por unos momentos su vestimenta de mandatario y portar la del académico.
A partir de los ejes que propone el libro de Mayorga, Animal Político conversó con el sociólogo sobre el “giro programático” que está dando el MAS, la recomposición del sistema de partidos y la “deconstrucción” del movimiento indígena; todos temas abordados a fondo en su texto recientemente publicado por Ciudadanía, el PIEB y Plural Editores.
— En su libro dice que las elecciones podían ser una oportunidad para la reconfiguración del sistema de partidos…
— Fueron una oportunidad perdida con un saldo negativo lamentable, porque el partido que había hecho mayores avances en una institucionalización fue el MSM (Movimiento Sin Miedo). El 12 de octubre pierde su sigla. Queda el Partido Verde, el primer partido, aún en ciernes, de la era plurinacional; luego, Unidad Demócrata (UD), una coalición conformada por Unidad Nacional —el partido de mayor antigüedad junto al MAS— que tiene una limitación institucional al ser sostenida por un jefe y su empresa, aliada al partido regional más reciente, el Movimiento Demócrata Social, organizado en la estructura de Verdes de Santa Cruz, juntos tienen una bancada con derrotero incierto.
— Entonces, ¿qué queda del sistema de partidos?
— Lo que yo llamo un sistema de partidos hegemónico. Ya habían rasgos y la elección de 2014 consolida este formato.
— ¿En qué consiste?
— Sigo a Giovanni Sartori. Es una clase de pluralismo, es decir, hay un multipartidismo moderado, donde hay competencia, pero no competitividad, o sea, no pueden ganar al favorito. Este autor dice que tienen que haber por lo menos tres victorias del partido de gobierno. En Bolivia hablamos de 15 años de presencia del MAS, que es lo que equivale a la democracia pactada.
— Más de un tercio de todo el periodo democrático…
— Además, en este formato las tres victorias son con mayoría absoluta y la distancia entre el primero y el segundo es de más de 25 puntos. Ése es un partido predominante.
— ¿Dónde queda acá el “valor” de la democracia multipartidaria ensalzado en los 90?
— Como todas las cosas, hay cosas buenas y malas. Lo que es común a los dos modelos (el multipartidario de los 90 y el actual) es el presidencialismo, solo que antes era presidencialismo de coalición de partidos que le daban al Presidente dos tercios. Ahora tienes un presidencialismo de mayoría, no se necesita de pactos. La diferencia está en que la interacción ya no es entre partidos. Antes, lo negativo era el cuoteo y lo positivo la búsqueda de equilibrios programáticos. En el presidencialismo de mayoría hay una cúspide decisional y las interacciones son dentro de la coalición del partido de gobierno, que es una coalición distinta: inestable y flexible. El MAS tiene una frontera difusa con el mundo sindical popular que se manifiesta en la figura condensada del líder.
— ¿Lo negativo del presidencialismo de mayoría?
— Lo negativo es que hay una concentración de recursos institucionales y se exacerba el decisionismo presidencial.
— Que es de lo que se quejan muchos.
— Sí, la oposición y razonablemente otros sectores, pero ahí viene la peculiaridad de la democracia, del proceso político y la sociedad boliviana. Hay dos formas de control al Órgano Ejecutivo, una es el control multipartidista en el Congreso, la segunda es la contra-mayoritaria, o sea de los otros órganos de poder, particularmente del Tribunal Constitucional. Acá hay cuatro órganos que están muy devaluados.
— Además se puede dudar que exista un Tribunal Constitucional…
— Porque están en juicio y el Electoral tiene una imagen negativa. En el pasado, el Órgano Electoral frenó decisionismos gubernamentales. Hoy o en la siguiente gestión de gobierno no va a haber capacidad de control multipartidario ni control contra-mayoritario.
— En varios de sus ensayos habla del control ciudadano.
— Lo que hubo en la segunda gestión de Morales fue un control episódico a través de la acción de la ciudadanía, es decir, que la sociedad le dice: no.
— ¿TIPNIS (Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure) y gasolinazo?
— Ésos son los más evidentes, pero hay ejemplos como la jornada de ocho horas de los médicos.
— ¿Hace cambiar al MAS estos eventos?
— Hablo de la hipótesis de un giro programático del MAS, porque a partir de la lectura del TIPNIS y del gasolinazo cambia la coalición de gobierno y cambia la metodología de su agenda, pasan a las cumbres sociales y amplían su interpelación. La elección de octubre es la ratificación de una decisión hecha dos años antes, abriéndose el MAS a profesionales, clase media y empresarios. De ahí salió la agenda patriótica que es la expresión de ese giro programático. Ya no está el discurso refundacional, ni el que dice que todo en el pasado fue colonial. No es Agenda “Plurinacional”, sino “Patriótica”, y el horizonte es el pasado: la fundación de la República: vamos a celebrar la tan criticada República.
— En su libro también habla de la declinación del discurso de la descolonización.
— En las políticas públicas. No soy propenso a decir que están renegando de sus principios, o que no hay relación entre el discurso y práctica, en primer lugar porque el discurso nunca es singular y segundo porque las decisiones no se toman en solitario y, tercero, porque desde el título (“incertidumbres tácticas”) considero cualquier proceso como continuidad histórica y como contingencia. Evo Morales avanza al centro en una entrevista en plena Asamblea Constituyente al decir: “Originarios somos todos, unos milenarios, otros contemporáneos”.
— Sobre su afirmación del MAS como centro político y discursivo, el Vicepresidente se refirió a su interpretación, negando una ‘derechización’.
— El centro es geométrico. No tienes hegemonía si no tienes el centro, no ganas sino cautivas al votante medio. Si te pones en un extremo pierdes. Presenté un balance de las elecciones en Santa Cruz en un seminario en que habían como 60 personas de la clase política e intelectual boliviana. Fue interesante la reacción sobre mi afirmación del giro programático del MAS. Unos hablaron de traición y otros de que no hubo ningún giro. Yo nunca dije de cuántos grados ha sido el giro, puede ser de 10 grados; de 180, radical; o de 360 y se vuelve al mismo lugar. ¿Quién puede decir cuál era el proyecto original del MAS?
— ¿La Agenda de Octubre de 2003?
— Los que dicen eso se creen los portavoces de esa agenda y le dicen al MAS: traición. Entonces, ¿cuál era el proyecto original?, ¿el texto de la Constitución del Pacto de Unidad?, ¿la Constitución aprobada en Oruro o la aprobada en el referéndum? Ir al centro, de la izquierda, obviamente es derechización. Los otros (opositores de derecha), van hacia el centro desplazándose a la izquierda.
— En eso coincide con el artículo de García.
— Eso tiene que ver con la capacidad hegemónica y en eso coincido. Se pueden discutir los matices, porque ahí está la riqueza. Se puede discutir la cuestión de “derechizado” respecto de qué, depende en qué puntos. Hay gente para la que el acercamiento con los empresarios es un escándalo, dicen que han impuesto su agenda al MAS; otros dicen que el Gobierno se ha deglutido hasta a los empresarios cruceños… Todo Estado tiene que buscar integración territorial y cohesión social, para eso, mientras más sectores represente, mejor. Sin eso no se puede cumplir la Agenda Patriótica, que tiene objetivos precisos y cuantificables: reducción de la extrema pobreza, acceso universal a servicios básicos y seguridad alimentaria.
— Escribe en su libro sobre eso y dice que el MAS ha dejado lo utópico.
— Lo deja por lo pronto y asume tareas concretas como las mencionadas. Hay algunas que las puede hacer el Estado en coordinación con otras instancias de la sociedad. Para servicios básicos y reducir la pobreza va a necesitar la coordinación con municipios y gobernaciones.
— ¿Va a tener que descentralizarse?
— Tendrá que propiciar el régimen de autonomías, debo suponer que para la seguridad alimentaria va a necesitar una colaboración público-privada. En esa lógica, no es un gesto pragmático de las elecciones de octubre, sino una consecuencia de rediseño de la agenda gubernamental al adoptar la Agenda Patriótica. ¿Por qué? Porque como nunca, después del gasolinazo y el TIPNIS, la popularidad de Morales había caído a 30% y un año, después sube otra vez a 50%.
—En esa reconfiguración ve la deconstrucción del movimiento indígena, ¿qué queda de éste?
— Esto no es una traición del MAS, sino un efecto político de un rediseño institucional. Cuando se aprueba la Constitución, las demandas del movimiento indígena se concretizan en derechos colectivos con la libre determinación en sus territorios. Entonces, el Estado tiene que velar por esos derechos. Si hay problemas, hay una negociación bilateral con pueblos específicos, por tanto ya no hay movimiento.
— ¿CIDOB y Conamaq?
— Existen formalmente, pero ya no como movimiento social.
— Eso los debilita en caso de negociación.
— Así sucedió en la IX marcha.
— De abogado del diablo, ese debilitamiento parece deliberado…
— No, no es un plan. ¿De qué manera materializas el ejercicio de derechos colectivos si no es así, en sus territorios?, ¿a quiénes consultas obras en el TIPNIS, al movimiento indígena o a los que viven ahí? Había movimiento indígena porque había una demanda de alta agregación: la Asamblea Constituyente, que no es poca cosa y que se ha materializado con la nueva Constitución. Ahora hay demandas de baja agregación. Entonces, cambia la figura.
— ¿Eso cambia al MAS?
— Yo hablo de una construcción minimalista, tiene un avance incremental. Por ejemplo, ¿qué pasa con la consulta previa como derecho colectivo cuando se aprueban la leyes orgánicas y la Ley de Régimen Electoral dice que las consultas no son vinculantes? Hay un límite al ejercicio de los derechos de los pueblos, porque no puede haber contraposición entre soberanía del Estado y capacidad de autodeterminación de ningún sujeto colectivo, ahí es el Estado. ¿Derechización? No sé si será así, para mí es un giro. En la constitución del Pacto de Unidad se decía autogobierno y ahora se pone libre determinación. No digo que esté mal o bien, sino que habrá que ver cómo encontrar puntos de equilibrio. Ése es el desafío, la “incertidumbre táctica”. Así se va construyendo de manera contingente.
— Con estos ejes de su lectura, ¿cómo se vienen las elecciones subnacionales?
— Ahí se va a terminar de configurar el panorama político, cuando se defina la distribución vertical del poder, pues la horizontal (en la Asamblea) ya se definió sin posibilidad de control multipartidario. Se verá si se va a repetir un carácter monocolor o habrá un freno; de una manera centralista o por negociaciones entre oficialismo y oposición en el sentido de intereses comunes. Esa segunda forma sería la más interesante. La elección de marzo de 2015 va a terminar de darnos las características del sistema de partidos aunque ya no tenga ningún efecto en el Legistativo, pero sí, por ejemplo, en la viabilidad de la coalición de UD, lo que no es poca cosa.
Perfil
Nombre: Fernando Mayorga
Nació: 9-5-1960
Ocupación: Docente e investigador en la Universidad Mayor de San Simón
Vida
Fernando Mayorga se divide entre la vida académica y la dirigencia de su club Aurora. Con una prolífica obra en el campo de las Ciencias Políticas está El discurso del Movimiento Nacionalista Revolucionario (1985); Neopopulismo y Democracia (2002); Encrucijadas; Avatares; Grita la hinchada y otros.