Cultura urbana
El denominador común en estos casos, y seguro muchos otros que no llegan a los medios, es la falta de información.

Días atrás, en vísperas de la efeméride de Cochabamba, el Gobierno nacional inauguró parcialmente el servicio del Tren Metropolitano que une el Cercado con los municipios circundantes. Dos semanas después se suspendió el funcionamiento de una de las líneas debido al hurto de un cable y el martes se denunció un nuevo “atentado” por un grafiti en uno de los vagones.
El Tren Metropolitano inició sus operaciones el martes 13 de septiembre y fue el propio Presidente del Estado, junto al Ministro de Obras Públicas, el encargado de entregar la obra, que demandará, hasta su finalización, todavía pendiente, una inversión de más de Bs 3.112,1 millones; pero dos semanas después se denunció el robo de al menos 50 metros de cable de cobre de alimentación de la corriente de la Línea Roja, obligando a paralizar sus operaciones.
Sin embargo, los reportes periodísticos y no pocas publicaciones de las y los usuarios en redes sociales digitales dieron cuenta, por un lado, de la ausencia de medidas de seguridad en el recorrido de los tres ramales del tren, así como insuficiente coordinación con otras instituciones llamadas a facilitar la seguridad en la ferrovía tanto como en los cruces con calles y avenidas.
Por el otro lado, también se destacó la falta de previsión en la empresa administradora del servicio de transporte masivo para informar al público usuario de asuntos tan elementales como el precio del pasaje y otros, así como para educar a la ciudadanía sobre los muchos aspectos que tienen que ver con la seguridad de las operaciones. Se han visto imágenes de comerciantes apostados al costado de la vía y hasta de un conductor de minibús de transporte de pasajeros pretendiendo transitar por encima de las rieles.
El denominador común en todos estos casos, y seguramente muchos otros que no llegan a los medios de comunicación, es la falta de información. Es bien sabido que la seguridad de las operaciones de servicios de transporte masivo de pasajeros implica cuidar numerosos detalles, comenzando por señalización adecuada en las estaciones y otros puntos de contacto con las y los usuarios, y terminando en una larga lista de elementos a ser instalados a lo largo del recorrido. Son tareas todavía inconclusas.
Estas medidas, que debieran ser elementales, necesitan el acompañamiento de campañas de sensibilización y educación de la ciudadanía, como se hizo, por ejemplo, en La Paz antes de iniciarse las operaciones de La PazBUS y de Mi Teleférico, explícitamente orientadas a crear una “cultura” entre las y los usuarios de dichos servicios.
De nada sirve, pues, culpar a la falta de educación vial o de cultura urbana entre la población cuando esas carencias, perfectamente previsibles, no han sido tomadas en cuenta por quienes administran la empresa responsable del servicio. Urge, pues, un trabajo más serio y responsable en éste y otros asuntos, a menos que se prefiera el riesgo de hacer fracasar la operación o, peor, causar accidentes que pueden incluso ser fatales.