Oficialismo y oposición se acusan de dañar la democracia en sus 40 años de vigencia
El MAS afirma que el 2019 hubo un ‘golpe de Estado’, mientras que la oposición asegura que en su último gobierno Evo Morales impuso una ‘dictadura’.
2019: Miembros de la policía frenan la marcha de activistas del 21F frente a la Plaza del Estudiante, en La paz.
Imagen: Archivo La Razón
Al cumplirse 40 años de la recuperación de la democracia, el debate político sobre su vigencia encuentra y refuerza la polarización entre los sectores de oficialismo y oposición.
Así, la democracia encuentra diferentes impresiones del sector político.
Por ejemplo, el expresidente Carlos Mesa considera que “vivimos con un grave deterioro de los valores y libertades conquistados en 1982”.
“La democracia heredada de una larga y rica historia universal, es víctima de sus propios mecanismos de funcionamiento (…). La legitimidad de origen ganada por el voto popular, es el trampolín del populismo autoritario para construir el edificio de la dictadura y saltar a la ilegitimidad del poder total mal disfrazado de celofán legal”, escribió en un artículo publicado en su cuenta de Twitter.
En esa misma línea, el también opositor Samuel Doria Medina y exlíder de Unidad Demócrata (UD) Samuel Doria Medina aseguró que “la democracia no puede darse por sentada. Hay que defenderla todos los días de las fuerzas que pretenden vaciarla de contenido”.
“He visto y participado en dos oleadas de batallas por la democracia: la lucha contra las dictaduras militares en los años 70 y 80, y la lucha contra la reelección indefinida y la alteración de las libertades democráticas que los bolivianos reconquistamos hace 40 años” publicó en Twitter.
Por su parte, el expresidente y líder del Movimiento Al Socialismo (MAS), Evo Morales, considera que la democracia “se mantiene fortalecida con la vida orgánica de nuestros movimientos sociales, el aporte intelectual de patriotas profesionales y conciencia patriótica de sectores empresariales”.
“El 18 de este mes también recordaremos la 2da recuperación de la democracia, por decisión valiente y consecuente de nuestro pueblo que con su voto al MAS-IPSP y nuestros candidatos, los hermanos #LuchoYDavid, decidió poner fin al gobierno de facto que empezó en noviembre de 2019”, publicó el exmandatario en alusión a las elecciones del 18 de octubre de 2020, en las que ganó el binomio Luis Arce-David Choquehuanca.
Reseña
El domingo 10 de octubre de 1982 se puso fin al periodo de las dictaduras en Bolivia, cuando Hernán Siles Suazo juraba como presidente, luego de una seguidilla de gobiernos militares que comenzaron en 1964.
Desde entonces, la Presidencia del país fue definida en urnas, a través del voto popular en elecciones nacionales.
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Debate
El debate en torno a la democracia surge desde las voces opositoras, que arroparon su discurso de “dictadura” luego de un referendo consultivo el 21 de febrero de 2017.
En dicho proceso, se consultó a la población si el entonces presidente, Evo Morales, podía postular o no nuevamente a la Presidencia; entonces, por muy poco, los votantes del “no” ganaron esa consulta.
Pero luego, argumentando “un derecho humano”, Morales dijo que volvería a postular “porque las bases me están pidiendo”.
Ante eso, la oposición política, plataformas ciudadanas y otros sectores calificaron de “dictadura” el Gobierno de Morales y afirmaron que la democracia estaba “quebrada”.
Otro evento que acentuó el debate sobre la democracia en Bolivia ocurrió en noviembre de 2019, después de las elecciones presidenciales en las que, según datos preliminares, ganó el candidato del MAS, Evo Morales.
Segundo en los resultados de ese proceso, el líder de la opositora Comunidad Ciudadana (CC), Carlos Mesa, impulsó las protestas por un supuesto ‘fraude electoral’.
Dichas protestas cobraron fuerza con un motín policial y la sugerencia militar para que Morales renuncie a su cargo.
Finalmente, el 10 de noviembre, Morales renunció a su cargo.
Dos días después, la entonces senadora Jeanine Áñez se proclamó, primero, presidente de la Cámara Alta y, después, presidenta del Estado, en actos en la Asamblea Legislativa, sin quórum reglamentario y sin presencia de la bancada mayoritaria del MAS.
El oficialismo calificó dicho proceso como ‘golpe de Estado’, porque la sucesión presidencial no fue constitucional y, sobre todo, porque de inmediato policías y militares ejecutaron las masacres de Sacaba y Senkata con 36 muertos y más de una centena de heridos.
Por lo tanto, consideran que hubo una “ruptura” del periodo democrático desde 1982.