Bolivia, el 6 agosto de 2025, cumplirá el bicentenario de su fundación. Es una fecha memorable para las élites del país, es la gran conmemoración. Pero, para los pueblos indígenas, campesinos y sectores populares, no hay nada que celebrar. ¿Acaso se puede alabar masacres, exclusiones, racismo y formas de despotismo político imperante en los 200 años? A pesar de las grandes diferencias sociopolíticas, a lo mejor se podría recordar acciones negativas, para que no vuelvan a ocurrir, para que la memoria colectiva no se extinga y continúe transmitiendo a futuro, una posición crítica en el horizonte descolonizador.
Lamentablemente, este año se juntan la celebración del Bicentenario con la elección nacional para presidente y vicepresidente del Estado, lo cual ya lo tiñe de muchas aflicciones e intereses políticos. Desgraciadamente, viejos políticos, llámese Jorge Tuto Quiroga, Carlos Mesa, Samuel Doria Medina, Manfred Reyes Villa, Johny Fernández, Luis Arce y hasta Evo Morales, están afanados para ser reelegidos como nuevos mandatarios. También aparecen algunas mujeres, el caso de Amparo Ballivián y algunas menos conocidas.
Aquí hay una clara manifestación de una generación que ya es gerontócratica y aun así siguen insistiendo para ser futuros gobernantes. ¿Por qué quieren seguir mandando? Dicen que pretenden sacar a flote el país. Sabemos que las justificaciones no son tan ciertas. Sencillamente, les gustó estar empoderados, porque es una manera de seguir gozando de varias ventajas. Es lamentable que este panorama preelectoral se da en medio de una crisis política, desde el oficialismo hasta los resabios de la oposición derechista.
A la “senilidad política” indicada hay que añadir a los supuestamente “nuevos políticos”, pero rancios en la edad y en ideas, como el rector de la UAGRM de Santa Cruz, Vicente Cuéllar; Luis Fernando Camacho y hasta el archimillonario dueño del equipo de futbol de Bolívar, Marcelo Claure, que buscan el poder político nacional, para administrar mejor sus empresas y tener más dinero, mediante el usufructo del Estado. Pero tampoco se descarta vía actos dolosos. A esta lista hay que añadir a algunos extranjeros, como el caso del coreano Chi.
Las redes sociales permiten, en alguna medida, saber qué piensa la gente, sobre todos los/as jóvenes. La indiferencia es una muestra de que están cansados de los viejos políticos y sus disputas internas. Hasta hace poco tiempo, oía manifestarse a la generación joven con frases como “que el oficialismo cure sus heridas”, pero hoy se dice “que se acabe todo de una vez”, que es un cuestionamiento a toda la presunción de ser imprescindibles y hasta salvadores del país.
Lo más interesante en este razonamiento es “que lo viejo muera de una vez”, “si algo que ya está podrido, tiene que acabarse” y de “esas cenizas resurgirá nuevas opciones y sobre desde los/as jóvenes”.
La fuerza social de los movimientos sociales, sobre todo de los indígenas, campesinos y sectores populares, hoy está atrapado en las rivalidades sectoriales y en sus propios errores. Por el momento, no hay grandes opciones ni propuestas claras desde un horizonte crítico y diferente. A pesar de estas declaraciones claras, los veteranos políticos aún tratan de llevar a su molino, pero el dique social de contención está siendo rebasado, por una masa de que están hartos de las veleidades de los políticos añejos, bajo la consigna de que se vayan todos y que se acabe todo de una vez.
Esta manifestación es el nuevo perfil de los jóvenes, aún distantes de los movimientos sociales, no solo en Bolivia, sino en el mundo. Pero tampoco hay lideres jóvenes, capaces de afrontar nuestra situación. El caso de Andrónico Rodríguez, oriundo y representante de la región del Chapare, es para estudiarlo. No reúne un perfil político apropiado para esos tiempos; pero algunos sostienen que podría “hacer algo”. Pero está supeditado al mando chapareño y muchos dicen que está subordinado a Evo Morales. En términos políticos, podría ser una alternativa para calmar algo la inclemencia, pero no creo que se anime por esta especie de “encierro político” de su entorno. Waynanakaxa, ukhamaraki tawaqunakaxa janikiwa suma thakhisaru sarantapkiti. Janikiw ch’axwa chuymanipkiti. Arsusiñasawa, ¿janicha?