El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se encuentra ‘neurológicamente perfecto’ luego de una cirugía urgente a la que fue sometido esta semana por una hemorragia intracraneal, informó hoy su equipo médico tras una nueva intervención.
Lula, de 79 años, fue operado con éxito el martes en Sao Paulo por un hematoma cerca del cerebro derivado de un golpe sufrido hace casi dos meses, cuando se cayó en el baño de la residencia presidencial en Brasilia.
Debió someterse a una nueva intervención complementaria, un cateterismo por vía femoral previsto en el protocolo médico para minimizar el riesgo de más sangramientos en el futuro.
«(Lula) está neurológicamente perfecto, está óptimo», informó tras la intervención el neurocirujano Marcos Stavale, uno de los médicos que lo atiende en el Hospital Sirio-Libanés de Sao Paulo, en una rueda de prensa.
El alta de terapia intensiva «debería ser hecha mañana (viernes)», estimó otro de los médicos, Roberto Kalil.
Se prevé que el mandatario de izquierda salga del hospital paulista el lunes o martes de la semana próxima y regrese a Brasilia, donde necesitará «reposo relativo por algunas semanas».
Lula se encontraba en la mañana del jueves ‘despierto y conversando’, según Kalil, aunque todavía con prohibición de visitas excepto de familiares y de su esposa, Janja Silva.
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Urgencia en la madrugada
El presidente fue trasladado en la noche del lunes al hospital en Sao Paulo tras sentir dolores de cabeza. Los médicos le detectaron una ‘hemorragia intracraneal’, consecuencia tardía de un golpe sufrido casi dos meses atrás.
El 19 de octubre, Lula se cayó en el baño de la residencia oficial y se dañó la parte trasera de la cabeza. Recibió puntos de sutura y evaluaciones periódicas durante varias semanas.
La hemorragia detectada esta semana obligó a que lo operaran de urgencia en la madrugada del martes, para drenar el sangrado y evitar que el hematoma comprimiera el cerebro.
Tras realizar con éxito la cirugía, consistente en la extracción de la sangre acumulada, los médicos resolvieron practicarle dos días después un cateterismo para «minimizar el riesgo de futuros sangramientos».
El doctor Kalil explicó que la nueva intervención, de ‘bajo riesgo’ y ‘relativamente simple’, tuvo por objetivo embolizar la arteria meníngea, foco del problema en la cabeza.
Después del cateterismo, los médicos evaluaron que las probabilidades de nuevos sangramientos en el futuro son de ‘menos de cinco por ciento’.
Sin licencia por el momento
Luego del accidente doméstico de octubre, Lula canceló un viaje a Rusia, donde participaría en la cumbre de los BRICS.
Sin embargo, mantuvo sus compromisos en Brasil y el 18 y 19 de noviembre fue anfitrión de la cumbre del G20 en Rio de Janeiro.
Tras la cirugía de esta semana, el gobierno brasileño se maneja por ahora con la hipótesis de que el mandatario no necesitará pedir licencia, pese a que permanece hospitalizado.
«A priori estamos considerando que no habrá necesidad de un apartamiento formal del presidente», dijo el martes el ministro de Comunicación, Paulo Pimenta, a la radio local Gaúcha.
La Constitución brasileña indica que el vicepresidente debe sustituir al presidente en caso de «impedimento» temporal, aunque no especifica quién ni cómo debe evaluar sus capacidades para ejercer el poder.
Una fuente de la presidencia brasileña informó el martes a la AFP que ‘en principio’ el vicepresidente Geraldo Alckmin «no asume la agenda del presidente», cuyas actividades previstas fueron ‘postergadas’.
El doctor Kalil dijo este jueves que por ahora Lula ‘no está trabajando’, aunque estima que «en los próximos días, incluso desde el hospital, hablará con sus asesores».
Incertidumbre hacia 2026
El problema médico de Lula volvió a poner sobre la mesa la cuestión de la sucesión en la izquierda brasileña, sin figuras claras para reemplazarlo como eventual candidato en las elecciones presidenciales de 2026.
Lula dijo en noviembre que si «no hay otro candidato» él estará ‘listo’ para concurrir, aunque espera que «no sea necesario» y haya una ‘gran renovación política’ en su Partido de los Trabajadores.
Del otro lado, la derecha tampoco tiene el panorama definido. El ex presidente Jair Bolsonaro pretende competir, pero se encuentra inhabilitado por la justicia por haber cuestionado sin pruebas la fiabilidad del sistema electoral.