Saturday 15 Feb 2025 | Actualizado a 22:31 PM

Jugando como Balón de Oro

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 2 de enero de 2025 / 00:16

No hay que “jugar para él”, él juega para todos. A su increíble ligereza le suma una gambeta indescifrable: pica, frena, engancha, vuelve a picar, frenar y enganchar, sale por afuera, se clava en seco y arranca para el otro perfil.

Y siempre encarando con energía, con ambición. Les rompe la cintura a los marcadores. Si va por la raya es para desbordar y hacer el centro de la muerte, si recorta hacia adentro saca el latigazo al arco. Un infierno para las defensas. ¡Y la velocidad…! Mohamed Salah es una flecha humana.

El suizo Murat Yakin, su entrenador en el Basel FC, al comienzo de su carrera europea, sostiene convencido que Salah “podría competir en una carrera con Usain Bolt”. Tiene una partida demoledora y un tren sostenido; llega una milésima antes que los rivales, pellizca la bola y se la lleva. Y no es un simple velocista.

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«Con futbolistas veloces he jugado. Pero él es veloz, técnico y además hace goles», dice Alino Diamanti, quien fue su compañero en la Fiorentina.

Salah cerró el año con un gol y dos asistencias frente al West Ham. Con ello redondea 20 anotaciones y 17 pases convertidos por sus compañeros en sólo 26 cotejos en lo que va de la temporada 2024-2025.

Números impresionantes para un extremo, que juega fuera del área, sólo entra en ella para convertir o dar el pase decisivo. Su entrenador actual, el holandés Arne Slot pondera, sin embargo, la notable ayuda que presta Mohamed al equipo cuando se pierde la pelota y se involucra en la recuperación.

Es, seguramente, uno de los tres fichajes más rentables en lo que va del milenio. Los otros dos, diríamos, son el de Cristiano Ronaldo por el Real Madrid y el de Robert Lewandowski por el Bayern Munich. Mohamed Salah llegó a Liverpool de la Roma en 42 millones de euros en junio de 2017. Una ganga.

En el mimo momento, el Barcelona fichó a Dembelé por 145 M€. La diferencia entre y otro fue abismal: Dembelé hizo 40 goles, Salah lleva 231, más 105 asistencias y 8 títulos, todos los posibles, incluidos Champions League, Mundial de Clubes, Premier y FA Cup, los cuatro más relevantes para un club inglés.

Ocho años después, su cotización no ha caído, está en 55 millones. La Roma tuvo que dar explicaciones de por qué soltaba a un jugador que había demostrado estar para estrella: “Para poder cumplir con el Fair Play financiero”, dijo Ramón Rodríguez Verdejo, el famoso “Monchi”, entonces director deportivo del equipo romano, hoy en el Aston Villa. El club escarlata había sido tercero y subcampeón italiano con Mohamed como figura y goleador. Su pase generó protestas de los tifosi.

Antes que la Roma, otro se había equivocado con Salah: el Chelsea. “Seis goles en 7 partidos: Mourinho ha regalado un fenómeno a la Fiorentina”, tituló La Gazzetta dello Sport el 5 de marzo de 2015. Se refería al egipcio, que terminaba de darle el triunfo a la Fiorentina por 2 a 1 sobre Juventus en Turín por semifinal de la Copa Italia. Dos goles del zurdo, uno de ellos sensacional en el que atravesó toda la cancha llevándose a la rastra al zaguero Padoin para definir cruzado, alto y potente, abrieron de par en par los ojos de toda la Italia futbolera. “Ma, ¿quién es este extraterrestre…? ¿de qué planeta cayó…?”

Todavía con 22 años, Mohamed era un misterio. Y su pasaporte no lo ayudaba; pese a que el fútbol está definitivamente globalizado desde hace tiempo, nadie creía que un egipcio podía ser un verdadero crack. El mismo prejuicio que ha afectado a tantos buenos jugadores de países no tradicionales. Había caído a préstamo del Chelsea, porque el técnico portugués no lo tenía en consideración. Y en el Calcio deslumbró. De la Fiorentina volvió al Chelsea, que inmediatamente lo pasó a la Roma por modestos 15 millones. Y dio otro salto de calidad. Dos temporadas de oro en la ciudad de los Césares le valieron que el Liverpool hiciera la máxima inversión de su historia hasta ahí: esos 42 millones más 8 millones en objetivos. Jürgen Klopp, quien estaba modelando el nuevo Liverpool campeón, dio su conformidad. Y allí demostró su fuertísima mentalidad: a mayor exigencia, mayor rendimiento.

¿Cuál es el secreto de su siempre fenomenal estado físico, sobre todo ahora con 32 años…? Una motricidad fantástica con apenas 73 kilos y un metro 75, liviano, fibroso. Y con escasísimas lesiones. En quince temporadas sólo ha faltado a 38 partidos por dolencias menores. Algún episodio mediano de tobillo, pero nunca un problema muscular ni de rodilla. Es sanísimo. Los números lo certifican: ha jugado 42, 41, 52, 52, 48, 51, 51, 51 y 44 encuentros en las últimas nueve temporadas. Fantástico. Y en esta podría superar los 60. Semejante regularidad habla también de una conducta en la vida privada.

No obstante su momento estelar, el 30 de junio vence el contrato del Faraón y el Liverpool no ha movido ficha. Hay un silencio extraño de parte del club y el atacante se siente “decepcionado”. El 25 de noviembre reconoció a los medios: «Estoy más fuera que dentro, no te voy a mentir. Estamos casi en diciembre y aún no he recibido ninguna oferta para seguir en el club. Todos saben cuánto tiempo llevo aquí. No hay otro club como este, pero hasta ahora no ha habido ninguna propuesta de renovación”. También enfatizó su amor por el Liverpool y los aficionados: «He estado muchos años aquí. Amo a los fans, y ellos me aman. Pero esto no está en mis manos ni en las de ellos. Solo trato de dar lo mejor de mí porque así soy».

Quienes tienen temores de que termine marchándose son los hinchas. Y pretendientes le sobrarían. El 30 de diciembre, Mohamed volvió a hablar con la prensa, que insiste con preguntarle por su continuidad. Dijo que “están muy lejos” en las conversaciones. Es lógico que, por su edad, pretenda firmar un último supercontrato. Ya está en condiciones de negociar por su cuenta con otro club. Arabia Saudita le ofrecería una fortuna. Y el fútbol inglés perdería un intérprete irremplazable. Pese a ello, ha dicho que está totalmente enfocado en ganar la Premier. La última noticia es que en los despachos de Anfield estarían preparando una oferta fuerte para que siga 2 ó 3 años más.

Ni Vinicius ni Raphinha ni Lamine Yamal ni Lewandowski ni Harry Kane, ni Bellingham ni Haaland ni Mbappé tienen una actualidad siquiera parecida a la de Salah. En números o en juego. Su fabulosa media temporada la realza el equipo. Liverpool es puntero holgadísimo en Champions y en Premier, semifinalista en la Copa de la Liga Inglesa y con todas las posibilidades en la FA Cup. Con el andar arrasador que le ha impreso Arne Slot podría dar un cuatriplete de fábula.

Si esto sucede y al Real Madrid no le parece un escándalo, es un candidato excelente al Balón de Oro. Pasa que no tiene una prensa egipcia bombardeando al mundo con su postulación. Pero está en modo Balón de Oro. Tampoco el Liverpool se dedica todo el día a promocionarlo. Juega muy bien y ya. Sería el segundo africano en lograrlo. El primero fue, en 1995, George Weah, aquella pantera liberiana del Mónaco, el PSG y el Milan, delantero de punta que, con el máximo respeto, no llegaba al nivel de Salah. No obstante, el Faraón sería el primero del área musulmana (Benzema profesa esa religión, pero es francés).

Nadie sabe cómo será su segundo semestre, sí que está jugando para Balón de Oro. Y que lo merece.

(01/01/2025)

El espíritu de Di Stéfano

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 13 de febrero de 2025 / 00:08

¿Qué estadística o qué análisis táctico pueden explicar un partido cuando éste se rompe y se torna loco, ingobernable para los entrenadores como el Manchester City 2 – Real Madrid 3 del martes…? No hay. Ahí es cuando el papel donde está dibujado el 4-3-3 o el 3-5-2 se hace un bollo y va a parar al canasto.

Cuando el dato de pases en el primer tercio de campo o en la zona 14 no tiene ninguna validez. Los jugadores no son muñequitos manejados desde afuera. Son humanos y se ven envueltos por el torbellino de la emoción, del ida y vuelta y ya no razonan tácticamente, juegan.

Van y vienen a mil y en esa fuerza centrífuga aciertan o se equivocan y el resultado puede terminar siendo 3 a 2, 5 a 4 o lo que fuera. Y eso es lo que encanta al público, levanta a los telespectadores y diferencia a este deporte de todos los demás: es un volcán de pasión.

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Y si en esa batidora está involucrado el Real Madrid, el frenesí es aún mayor. Es un club que da todo por la victoria en cualquier partido y bajo toda circunstancia.

Es habitual verlo jugar mal, que no tenga un planteo eficiente, que falle en defensa o incluso que lo estén pasando por encima, parece un equipo de potrero con grandes luminarias; pero posee un tesoro que nadie más lo tiene y es que nunca está entregado: va siempre al frente. Y al que llega le hacen sentir que ahí hay que ir para adelante hasta el último aliento. El jugador lo percibe o se lo hacen percibir.

Ese es el gran legado de Di Stéfano. Imprimió al club su carácter feroz, indomable y vencedor. Es como dice José Santamaría: «En su vocabulario no entraba la palabra empate». Por eso uno va al museo del Real Madrid y es todo Di Stéfano por acá, Di Stéfano por allá. Él inventó ese fenómeno ganador.

Cuando llegó allí ya tenía 27 años y el Madrid sólo había ganado 2 ligas (1932 y 1933), pero en su primera temporada -1953/54- fue campeón y goleador. Los clubes dominantes eran Barcelona y Athletic de Bilbao, Alfredo cambió todo: conquistó 8 ligas, 5 Copas de Europa, 1 Copa del Rey, 1 Intercontinental y 2 Copa Latina, que entonces era importante. Y fue cinco veces Pichichi…

Ese espíritu de león que le imprimió no cambió más. Esto nos lo refirió Alfredo en persona: venía de estar tres meses en el Barcelona, que nunca terminaba de arreglar los papeles de su fichaje y estaba harto de que mañana, que pasado… Bajó del tren en Madrid y lo llevaron a conocer el viejo Bernabéu, entonces llamado Chamartín. «Qué hermoso estadio, me quiero quedar», le dijo al amigo que lo guiaba. Este le respondió: «Pero mirá que este club no gana nunca». Ahí le salió la fiera que tenía adentro: «No importa, un club que tiene este estadio es un grande».  Y mirando a Sara, su mujer, decidió: «Acá nos quedamos». Fueron palabras bíblicas. Desde 1953 a hoy es el club más vencedor del mundo, con docenas de remontadas memorables.

Como esta de Manchester, en la que perdía 2 a 1 y era dominado hasta el minuto 86 y se llevó la victoria en el 92. Lo ha hecho tantas veces… Es el tipo de triunfo que convence a un club, a sus jugadores e hinchas, de que está para campeón. Un éxito que vale doble si consideramos que viajó a Inglaterra con un solo central -Asencio- y cinco defensas lesionados: Alaba, Rüdiger, Militão, Carvajal y Lucas Vázquez. Improvisando a Valverde de lateral y a Tchouameni de zaguero. Pero el que entra asume el compromiso y disimula ausencias.

Ganaba bien el City con un gol de Haaland tras una preciosa combinación aérea Gvardiol-Haaland-Gvardiol-Haaland con buena culminación del noruego, infinitamente mejor definidor que Mbappé. El francés fue casi intrascendente en el juego y muy errático frente al arco, empató de casualidad: intentó rematar un centro, le pegó mal, con la tibia, pero la bola se enroscó, sorprendió al arquero Ederson y se metió: 1 a 1. Gol de pantorrilla.

Luego devino un penal claro de Ceballos a Foden y Haaland lo ejecutó magnífico, fuerte, rasante y pegado a un palo, inatajable para el magnífico Courtois. A propósito del penal, extraordinario arbitraje del francés Clément Turpin, tal vez el mejor silbato del mundo, hoy. Siempre sereno y con un altísimo grado de acierto. Cuando el réferi sabe tanto del juego como de reglamento se le facilita todo.

Los dos mejores entrenadores del mundo, hoy, son acusados de ineptos. A Carlo Ancelotti le dicen que no sabe de táctica, que se guía por corazonadas, que es un bonachón que se lleva bien con sus jugadores, les da confianza y ya. Nada tan erróneo. Ha estado en los clubes más grandes del planeta y acumula 31 títulos. Tiene el récord de Champions ganadas y exprime lo mejor de cada jugador. Sus equipos siempre muestran una moral de hierro y eso lo transmite el técnico al grupo, no al revés. No hay equipos valientes con técnicos timoratos.

Y a Guardiola -el más grande de la historia- se lo acusa de que le dan una Ferrari y la choca. Pero el mérito extraordinario de Pep es otro: a un club que vivió un siglo y cuarto en media tabla o descendiendo (tiene once descensos, entre ellos uno a tercera categoría) lo convirtió en un clásico del Real Madrid. No hay mejor partido posible en los últimos tiempos que un City-Madrid. Siempre que se enfrentan concitan la atención mundial. Y cuando el Madrid sale victorioso lo celebra como un título mundial. Así de grande es Guardiola.

Pero que sea el mejor no conlleva ser perfecto. “Dicen que los fantasmas no existen. Claro que existen si las personas se esfuerzan para ello. Di Stefano está vivo. Está vivo en esa cosa marcial que comparte con los madrileños, en la rabia cotidiana de Florentino, en ese Asencio que es un salvaje”, sostiene Diego Torres, periodista de El País, de Madrid. “Luego está este partido que yo creo que lo pierde Guardiola -sigue-. Él está convencido desde hace meses de ‘defenderse con el balón’, de que no puede ir a presionar con todo a campo contrario como lo hacía, que debe manejar la pelota en su campo esperando a que los rivales le salgan y no yendo a buscarlos como antes…. Más allá de la baja de Rodri, acá hay un cambio ideológico que veo como un retroceso. Ahora que la mitad de Europa quiere jugar como Guardiola, Guardiola quiere jugar a dormir los partidos. Los durmió contra el Liverpool, el United, el PSG, el Arsenal… e hizo el ridículo. Ahora salió a dormírselo al Madrid y llevó las cosas al terreno que mejor le convenía al Madrid, que fue a Manchester con un solo defensa central, un niño además. El City metió el 1-0 y se dedicó a quemar tiempo tocando la pelotita en horizontal y así, en lugar de llevar el partido al terreno donde el Madrid era más débil, en su defensa, se expuso a los accidentes, y cada pérdida de balón se producía a 30 metros del área del City. Guardiola volvió a traicionar sus ideas con futbolistas preparados para la aventura no para la especulación. Y dio otro paso más hacia su autodestrucción”, finalizó.

Es posible, sucede con casi todos los técnicos: les agarra un ataque de dirección técnica y quieren demostrar que están por encima de todo y de todos. E inventan cosas raras.

Los tacticistas se arrancan los pelos con el Real Madrid, es inclasificable, no entra en ninguna disquisición táctica, pero siempre sale a flote, y gana. Estando ordenado, gana, desordenado es más peligroso todavía. Y sigue aumentando su leyenda.

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‘Yo, el mejor de todos…’

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 7 de febrero de 2025 / 00:03

Nunca en la historia, en 150 años de fútbol, un futbolista llegó a los cuarenta años en el estado atlético de Cristiano Ronaldo. Está asombrosamente perfecto, impecable.

Pareciera poder seguir dos o tres años más en ese nivel físico, por lo que no es utópico que alcance sus objetivos de marcar 1.000 goles oficiales -lleva 917- y jugar el Mundial 2026. Cuatro o cinco décadas atrás, cuando alguien llegaba a los treinta o treinta y dos calendarios se lo tachaba de veterano.

Y lo era. Pelé se retiró de la Selección Brasileña a los 30. La carrera del deportista se ha estirado. Messi fue campeón y figura del Mundial -con 7 goles y 3 asistencias-, a los 35 años y medio. Lewandowski lidera a los goleadores en España próximo a los 37 y Salah atraviesa su mejor temporada en Inglaterra cercano a los 33. Lo vemos también en el tenis con el fenómeno Djokovic, quien sigue en la cima a los casi 38.

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Cristiano sopló sus 40 velitas el miércoles, dos días después de marcar un doblete al Al-Wasl de Emiratos Árabes Unidos. Y encabeza otra vez la tabla de artilleros de la liga de Arabia Saudita, que es más fuerte de lo que se cuenta. Es un caso de longevidad fabuloso, ayudado por el hecho de sufrir escasísimas lesiones en 23 temporadas. Es claro que él jamás entró en el roce con los zagueros y que aquella gavilla de Sergio Ramos, Pepe, Arbeloa, Marcelo, los dos Carvajal, Xabi Alonso jugaban de compañeros y no de rivales. Por eso y por su extraordinaria profesionalidad y cuidados luce como cero kilómetro.

Lastimosamente, la embarró en una nota exclusiva que concedió a su amigo Edu Aguirre, el ultramadridista integrante de El Chiringuito. Con una arrogancia jamás vista sentenció: “El mejor de la historia soy yo, punto final. Los números lo dicen”. Y siguió con su megalomanía: “¿Qué quiere decir la palabra goleador? Números, el que pone la pelotita dentro del rectángulo. ¿Quién es el mayor goleador de la historia? Yo creo que soy el jugador más completo que ha existido. Es mi opinión. Una cosa es un gusto, yo creo que soy yo. Hago todo en el fútbol. Juego bien de cabeza, tiro bien faltas, tiro bien del pie izquierdo, soy rápido, soy fuerte, salto… Una cosa es un gusto, te gusta más Messi o Pelé o Maradona. Entiendo eso y lo respeto. Pero decir que Cristiano no es completo, es mentira. ¡Soy el más completo!». Cerró a toda orquesta: “Sinceramente, no vi a nadie mejor que yo”.

Muhammad Alí también alardeaba de más, se ponía nariz contra nariz con Sonny Liston y le prometía noquearlo en el sexto asalto. ¡Y era Sonny Liston, que venía de triturar a Floiyd Patterson…! Pero cumplía, lo acababa en el sexto. Y antes de estropear su rostro lo ridiculizaba con su box magistral. Claro, Alí era un genio verdadero, no un esforzado gimnasta. Y además simpático, chispeante, inteligente. La vanidad, si es graciosa, hasta cae bien. No es el caso de Cristiano.

Desde luego, marcar 917 goles profesionalmente, ganar 34 títulos y cinco Balones de Oro es un mérito fantástico, pero por supuesto no es el mejor de la historia. Autoproclamarse superior a Pelé, Maradona o Messi es futbolísticamente sacrílego. No se lo cree ni él. Ese trío está varias galaxias por encima suyo. Y fueron campeones mundiales, que el portugués no lo es. Incluso hay varios más que ocupan un altar supremo: Di Stéfano, Cruyff, Platini, Zidane, Beckenbauer, Ronaldinho, Ronaldo Fenómeno, Xavi Hernández, Gerd Müller, Puskas, Garrincha, George Best. Auténticamente excepcionales, muy superiores en calidad de juego a CR7. Conste que a Di Stéfano y a Puskas los vimos sólo por videos y aún así nos cuesta excluirlos. Luego hay una docena del nivel Zico, Bobby Charlton, Michael Laudrup, Baggio, Baresi, Benzema, Neymar, Iniesta… figuras técnicamente exquisitas.

Pelé fue el futbolista perfecto, Maradona la habilidad sublime unida a una bravura casi suicida. Y Messi es una simbiosis de ambos con más velocidad y más conducción que ambos. Cristiano puede luchar en el rubro centrodelanteros goleadores. Con Müller, Van Basten, Romario, Lewandowski, Hugo Sánchez, Luis Suárez, su propio compatriota Eusebio… Es decir con los ilustres 9 de la historia. En ese escenario pierde ante la fiereza de Müller, la espectacularidad del mexicano, la clase magistral del holandés, la potencia desmesurada de Eusebio. No obstante, puede torcerles el brazo porque entre artilleros lo que prima es el número. Si uno anotó 917 y otro 560 la comparación empieza a perder sentido. Es como en los cien metros llanos: la marca dice todo. Uno dice “Usain Bolt 9,58” y no hay mucho que agregar.

“Los números están ahí…”, deslizó Cris, que ha vivido para engrosar sus números personales. Sí, las cifras son incontestables. El juego también. El fútbol se convirtió en la máxima pasión de la humanidad, casi comparable al sexo por la habilidad, el talento, la creatividad, el ingenio, la picardía, la gracia, la inteligencia, el encanto, la gambeta, el amague, el dominio y también la garra, el coraje, la intrepidez… Cristiano Ronaldo no encaja en ninguno de esos ítems. Alguien deslizó una pregunta: ¿A quién le gusta ver jugar a Cristiano Ronaldo…? Nadie se atrevió a responder. Es más un suceso estadístico que futbolístico. Con que te digan cuántos goles hizo, alcanza. “Hay jugadas en mediocampo o incluso más atrás, de Messi, Maradona o Pelé que te pagan las dos horas invertidas en ver el juego, que te arrancan una sonrisa así no terminen en gol”, comenta Ricardo Rozo, brillante analista colombiano.

“Creo que hay una animadversión hacia Cristiano”, protesta Andrés Magri, también colombiano, director de la revista Fútbol Total. Rozo le contesta: “No creo que haya animadversión. Es simplemente que una cosa es ser un goleador descomunal, un atleta impresionante y otra un jugador increíble. En el resumen del partido notas la diferencia: en el caso de Cristiano, alcanza con ver su gol, con los verdaderos genios tenías que ver el partido entero”.

En los grupos de fútbol que integramos por WhatsApp con prestigiosos colegas de toda América, España, Italia, se dio un largo debate acerca de las declaraciones de Cristiano Ronaldo, también se realizó una encuesta con cinco opciones: a) Es el mejor de todos; b) Está en el podio; c) En el top 5; d) En el top 10; e) Fuera del top 10. Nadie lo votó en las dos primeras, uno sólo lo incluyó en el top 5, tres en el top 10 y todos los demás lo dejaron fuera de los diez primeros. Y votaron decenas.

Son dos cosas diferentes: los goles y el juego. Sucede que en este tiempo donde se adora la estadística ha quedado un poco relegado el debate sobre el arte, la fantasía que hizo célebre a este deporte. Sin embargo, no ha desaparecido: Messi lleva 60.000 ó 70.000 personas a los estadios en la MLS y en Arabia acuden 12.000 a los partidos de Cristiano. La magia sigue prevaleciendo.

No obstante, ha sido un buen disparo marketinero el de Cristiano, instaló el tema y muchos que tocan de oído compran el mensaje. El presente tiene un efecto gaseosa, sube la espuma y hace ruido, pero el tiempo ubica todas las cosas en su justo sitio. A Cristiano también le dará el lugar que le corresponde.

(06/02/2025)

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Los hijos y los nietos, felices

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 3 de febrero de 2025 / 00:59

Ya está. Jhon Jáder Durán se va a Arabia Saudita. El Al Nassr pone 77 millones de euros más 13 en objetivos (seguramente alcanzables) y el corpulento delantero deja el Aston Villa. Se va a compartir ataque con Cristiano Ronaldo y Sadio Mané. El traspaso ha generado un gran debate: ¿está bien…? ¿está mal…? Está bien porque representa la máxima transferencia de la historia de un futbolista colombiano, lo que valoriza a todos los futbolistas de su país.

Está mal porque con semejante juventud ya lleva dos temporadas en la Premier League, la meca de todo jugador, y la deja para ir a un destino que, para muchos, es un cementerio de futbolistas. Está en la edad perfecta para descollar y ser una luminaria en el escenario soñado por todos. Se baja para convertirse en un ultramillonario, pero ya no estará en la élite.

Quienes despertaban temprano los sábados o domingos para ver los partidos del Aston Villa con la ilusión de gritar un gol suyo ahora podrán dormir un par de horas más.

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¡Ronaldo go home…!

Las redes sociales atraparon miles de comentarios. Los contra usaron hasta la palabra “mercenario”. Otros, menos extremistas, escribieron “decepcionante”. Y los pro (no tan futboleros, por cierto), aprobaron con “felicitaciones”, “adelante”. Hay que entender que es una decisión absolutamente personal y respetable. De la mejor fuente: el Al Nassr pagará a Durán 35 millones de euros por año, 2,9 millones por mes, 96.000 por día, 4.000 por hora… Eso, durante cinco años y medio, o sea 192,5 millones totales. Una operación brutal, una megatransferencia reservada a supercracks. Cuando a uno le ponen enfrente un contrato de tales proporciones y sólo tiene que firmar, seguramente le tiemblan las piernas. Es muy difícil decidir, y más cuando acabas de cumplir 21 años.

Es más de lo que ganó nunca James Rodríguez, más de lo que gana el propietario de cualquier banco de América Latina, más de lo que perciben, enteros, los planteles de la mayoría de los clubes de nuestro continente. Estamos hablando de un jugador joven, potente, técnico y con carácter, con un potencial luminoso, pero que en seis años de actuación marcó apenas 38 goles, no ha sido campeón y no es titular ni en el Villa ni en la Selección Colombia. Y no lo estamos demeritando, son datos de la realidad.

Dos opiniones de lectores de El Tiempo, de Bogotá, reflejan la polarización respecto a esta transferencia, que será inolvidable: “Lo de Duran es natural, es nuestra mentalidad. Por eso no tenemos ni tendremos nunca el nivel para ser campeones de nada. Pues nuestros jugadores juegan por plata no por gloria”, critica Alberto Farfán. En un punto diametralmente opuesto, Juan F. Yeped manifiesta: “Jhon, por favor, no lo piense dos veces, esta oportunidad es única y le garantiza un futuro a usted y a su familia!! El futbol es temporal, lesiones y situaciones fuera de su control pueden estar a la vuelta de la esquina. Disfrute cada minuto en Arabia”. La aprobación, únicamente basada en el dinero, gana por amplia mayoría. Realizamos un sondeo en Twitter y el resultado es claro: 66% se inclinó por la opción “Muy bien, será millonario”; el 34 restante votó por “No, es una gran decepción”.

Está claro que lo deportivo se querella contra lo económico, no al revés. “Va a jugar con Cristiano Ronaldo, puede aprender”, dicen unos, a manera de justificación. “Y a los 25 años puede volver a Europa”, agregan otros. No, en rigor, a los 27 años y medio. Que debería igual es la plenitud total. Si el propio Cristiano sigue goleando a los 40 (los festeja mañana) y Lewandowski lidera a los goleadores en España cercano a los 37… El tema es que justo ahora Jhon Jáder está en el momento perfecto de subir al estrellato, para que su silueta se refleje en la Luna… Y se va al desierto…

El grueso de quienes están de acuerdo se apoya en una idea: “Asegura su futuro y el de su familia. Con esa plata no tendrán que trabajar ni sus hijos ni sus nietos”. Agregamos bisnietos y tataranietos. Ahora bien, ¿quién instaló eso de que un atleta debe jugar para que no trabajen ni sus nietos…? El objetivo de un deportista es triunfar, conquistar títulos con sus clubes y su selección, ganar prestigio, llegar a la cima, dejar un legado, quedar en la memoria de los hinchas. Aparte, Jhon Jáder ya es millonario, cobra 75.000 libras a la semana, unos 93.513,75 dólares cada siete días. O, expresado de otro modo, 4.862.715 dólares anuales. Cuando terminara el vínculo con Aston Villa (también en junio de 2030) iba a tener un acumulado de 36.470.362 dólares. Da para tener el autito y la casita. ¿Cuánto se necesita para blindar el futuro de una familia…?

A los 21 años, Jhon Jáder ya ha sido objeto de tres transferencias importantes: de Envigado al Chicago Fire (1.700.000 euros), de allí al Aston Villa (20,15 M€) y ahora esta. Por eso uno se pregunta: ¿por qué nunca fue titular para Unai Emery…? ¿Por qué tan pocos minutos con Néstor Lorenzo…? Apenas 5,8 partidos sumando todas sus entradas.

Para Aston Villa es un negocio brillante, aunque no quería hacerlo. “El jugador se quiere ir”, declaró Unai Emery, sin dejar dudas: Durán estuvo de acuerdo, presionó. Y cuando es así el club no puede hacer nada. La pregunta es ¿acertó…? Sólo el tiempo lo dilucidará. ¿Volverá a Europa en 2030…? ¿El dinero lo relajará…? ¿Encontrará en Arabia el nivel que le permita pelear un puesto en la selección…? ¿Se llevará bien con CR7…? Sabemos del ego estratosférico de Cristiano y de las pocas pulgas de Jhon Jáder. Son personalidades fuertes. El colombiano no va a ir a jugar para el portugués. Un pase no dado, Cristiano que levanta los brazos protestando y pueden saltar chispas.

Exhumamos el derrotero de Neymar, que, atraído por el oro del PSG, en lugar de quedarse en Barcelona a ganar campeonatos con Suárez y Messi prefirió partir. Su huida a París fue desastrosa. Se apagó su luz, sufrió el hacha de una liga físicamente impiadosa, se llenó de lesiones. No pudo ganar la Champions, que para eso lo llevaron, ni el Balón de Oro. Y esa malaria se trasladó a la Selección Brasileña. Sus registros anuales, que en los tiempos buenos eran de 43 goles, 42, 39, comenzaron a bajar dramáticamente a 28, 23, 19, 17, 13, sin contar los prolongados períodos de inactividad. Cuando prevalece el dinero por sobre los sueños, algo falla. Ahora acaba de volver al Santos cantando el tango de Cadícamo. “Vuelvo vencido a la casita de mis viejos, cada cosa es un recuerdo que se agita en mi memoria”. 

La contrafigura de ambos casos es Erling Haaland, que hace dos semanas rubricó un nuevo acuerdo con el Manchester City por diez años. No es todo por dinero. Seguramente le han garantizado un proyecto deportivo ganador, con Guardiola al frente y compañeros de jerarquía para pelear por todo. Semejante renovación -hasta 2034- en un goleador consagrado, por el que suspiran el Real Madrid, el Barcelona, el Bayern, el Arsenal, el mundo árabe o la MLS significa “me quiero quedar, soy feliz aquí, no estoy desesperado por irme a otro club, deseo ganar más títulos con el City, quiero devolver el cariño con goles…” Seguirá en el Olimpo. Messi mismo, cuando el Barcelona le cerró la puerta en la cara, lloró, se bajaba el sueldo un cincuenta por ciento con tal de quedarse. Porque el Barça es el escalón más alto. Igual iba a ganar.

Pero son decisiones… Cuando alguien te sienta a una mesa y te dice “firme acá, hay 192 millones para usted…”

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¡Ronaldo go home…!

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 30 de enero de 2025 / 00:51

Los futbolistas han copado todos los ámbitos del fútbol: a su retiro son técnicos, asistentes, preparadores de arqueros, coordinadores, directores deportivos, representantes, comentaristas en televisión, ejecutivos de empresas de ropa deportiva y, lo último, presidentes y hasta dueños de clubes.

En la Argentina ya hay seis exjugadores que presiden los clubes donde fueron ídolos: Juan Román Riquelme (Boca Juniors), Juan Sebastián Verón (Estudiantes de La Plata), Diego Milito (Racing Club), Gonzalo Belloso (Rosario Central), Luis Fabián Artime (Belgrano) y Víctor Godano (Colón).

David Beckham encabeza la directiva del Inter Miami, Alexi Lalas la de Los Angeles Galaxy, Rui Costa la del Benfica y es muy conocido que Franz Beckenbauer, Uli Hoeness y Karl-Heinz Rummenigge presidieron, a su turno, el Bayern Munich. Pero hay decenas de casos más.

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Cien años de evolución

Hasta poco tiempo atrás, José Francisco Cevallos y Carlos Alejandro Alfaro Moreno lideraron desde los despachos al Barcelona SC, de Guayaquil, Daniel Passarella y Carlos Babington llevaron las riendas de River y Huracán. Ariel Graziani es el flamante titular del Delfín, de Manta.

Algunos lo han hecho muy bien, como Verón, que hizo construir el nuevo y magnífico estadio de Estudiantes y ha ganado títulos, o los tres alemanes, que llevaron a la grandeza al Bayern Munich. Beckham logró que un club nuevito como el Inter Miami contratara a Messi y, con él, se hizo conocido mundialmente, además de convertirlo en un negocio redituable.

En cambio, a un coloso de los campos como Passarella le fue mal: bajo su presidencia River descendió por única vez en su historia. Cada día hay más. Kylian Mbappé es propietario del SM Caén, militante de la Segunda de Francia, a punto de bajar a Tercera. Gerard Piqué es dueño del Fútbol Club Andorra, de la Primera Federación, lo que antes era Segunda B. Futbolistas accionistas en club hay decenas.

Uno de los casos más resonantes es el de Ronaldo Nazario, quien el 3 de septiembre de 2018 se convirtió en el presidente del Valladolid, de la Primera División de España, al adquirir el 51% del paquete accionario en unos 30 millones de euros. Rumores de pasillo dicen que, en verdad, O Fenómeno no ostenta más que el 9% de esa participación, el resto sería de un grupo empresario, pero lo ponen de cabeza por su popularidad para atraer patrocinios y posibles acuerdos, su experiencia, sus contactos y su ojo para ver jugadores.

Sin embargo, la experiencia no ha salido bien, los fichajes han sido una pesadilla y deportivamente es un naufragio monumental. Ello, sumado a que lo ven como un presidente ausente, que nada tiene que ver con el club, ha generado un rechazo absoluto de toda la comunidad vallisoletana hacia la figura del exgoleador, al punto de organizarse manifestaciones pidiendo su marcha de la ciudad donde murió Cristóbal Colón. El domingo, en la derrota en casa ante el Real Madrid por 3 a 0, como en partidos anteriores, el estadio José Zorrilla lució un gigantesco mosaico amarillo compuesto por banderas y pancartas con la leyenda “Ronaldo go home” (vete a casa). Dada la relación de Ronaldo con el Real Madrid por su pasado como jugador, algunos pensaron que tal vez el presidente asistiría al partido para compartir palco con su amigo Florentino Pérez, pero sin demasiadas esperanzas. No acudió. No obstante, gran parte del estadio se pasó casi todo el tiempo gritando “Ronaldo vete ya”, “Fuera presidente” y “Directiva dimisión”.

La furia de los hinchas es tan grande con él que hace meses no va a ver al equipo de local por temor a ser agredido o a recibir insultos. Fue en la primera fecha del campeonato y no volvió más, pues el ambiente está tan espeso que podrían agredirlo.

Valladolid va último con sólo 15 puntos y 14 derrotas en 21 cotejos y, según la misma prensa de la ciudad, “no tiene la más remota posibilidad de salvarse del descenso”. Ha tenido derrotas catastróficas como con Barcelona (7 a 0), Atlético de Madrid de local (5 a 0) y los dos duelos ante el Madrid (ambos 3 a 0). En el medio, se fue el técnico uruguayo Paulo Pezzolano, quien tuvo un choque con la afición. Pezzolano lo dirigía en Segunda, el equipo jugaba mal y la gente coreaba “Pezzolano dimisión…” No obstante, en las últimas el equipo logró ascender y el día del festejo el entrenador les gritó burlonamente a los hinchas “Pezzolano dimisión…” Lo cual, como es lógico, cayó muy mal.

Pero este descenso inminente no sería tan grave si no se cuenta lo anterior. Ronaldo asumió en la temporada 2018-2019 y, desde entonces, el derrotero del equipo blanquivioleta ha sido catastrófico. Decimosexto el primer año con 17 derrotas, decimotercero el segundo con 14 caídas, descendido el tercero, subió en la 2021-2022, volvió a bajar inmediatamente en la 2022-2023, otra vez retornó a Primera en 2023-2024 y ahora está por hilvanar su tercer descenso en tres temporadas sucesivas en Primera. Un récord. Que parece decretado a juzgar por sus actuaciones y por estar tan abajo en las posiciones. Ahora lo dirige el argentino Diego Cocca, quien, de momento, no ha logrado enderezar la nave. El armado del plantel ha sido deficiente.

“Es penoso, porque el Valladolid tiene una bonita tradición en Primera, no es un equipo del ascenso”, dicen los cronistas locales. “De aquí ha salido Fernando Hierro y han pasado el Polilla Da Silva, Cuauhtemoc Blanco, René Higuita, Jorge El Mortero Aravena, el Mágico González, el Pibe Valderrama y tantísimas figuras más del fútbol español”.

Pero es seguro que semejante animadversión hacia su figura lo llevará a alejarse del club. Es cuestión de que aparezca el comprador. El mismo Ronaldo ha admitido que no sería un problema vender su participación en el club. De hecho, hay cantidades de millonarios deseosos de entrar en el mundo del futbol. Ya en la Premier League, la Serie A italiana y la liga francesa casi todos los clubes están manos árabes o de magnates norteamericanos, que están comprando también clubes brasileños y belgas. Incluso puede que ganara dinero, aunque lo venda en Segunda. Además, Ronaldo Nazario ha manifestado sin remilgos que quiere presentarse a las elecciones de presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF). Es su más deseado objetivo y para eso debe deshacerse de cualquier porcentaje de propiedad en clubes, por cuestiones reglamentarias.

En abril pasado ya se deshizo del Cruzeiro, del que tenía el 78% de la SAF, la Sociedad Anónima de Fútbol Cruzeiro, que controla el área futbolística del club donde se inició profesionalmente jugando. La vendió a Pedro Lourenço, un poderoso empresario fanático de los azules, cuya vida es una película. Lourenço comenzó de niño trabajando en minas de carbón con su padre y sus nueve hermanos e hizo una fortuna con un supermercado BH, al que le siguió una cadena, la más grande de Minas Gerais. Pedrinho, como es conocido, ya era un mecenas del club, hasta que finalmente lo compró. Los torcedores, felices. Cruzeiro estaba en la ruina y ahora están seguros de que el empresario lo ordenará y lo llevará de nuevo a la cima. Pero también manifestaron su alegría por el alejamiento de Ronaldo, a quien criticaban por no verlo comprometido con el club. Y por no verlo. Mostraba escasa presencia en Belo Horizonte, como en Valladolid.

Entrando al área le iba mejor.

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Cien años de evolución

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 27 de enero de 2025 / 00:10

Quince goles en dos partidos, como vimos la semana anterior con Benfica 4 – Barcelona 5 y PSG 4 – Manchester City 2, no solo es sorprendente sino altamente meritorio. Lo mismo que la goleada por 6-0 de Argentina sobre Brasil en el Sub-20.

Antiguamente eran frecuentes estos resultados abultados. En el Mundial ’54, en Suiza, las selecciones terminaban 9 a 0, 8 a 3, 7 a 5, 6 a 1. Se jugaba libremente, todo era más lento, había enormes espacios para quien llevaba la pelota, se podía pensar la maniobra y el concepto era meter más goles que el rival.

Luego fueron reduciéndose los goles, comenzaron a ajustarse las marcas, a “apretar en el medio”, devino el catenaccio, enseguida llegó el “hombre a hombre”, más tarde el defender con diez, apareció la presión, ahora la intensidad, que los primeros defensores sean los delanteros… el puesto de arquero evolucionó un diez mil por ciento, los jugadores que defienden son actualmente atletas superentrenados, las tácticas defensivas mejoraron… Y muchos aspectos más.

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Todo se fue complicando para el atacante y con ello se achicaron las posibilidades de hacer gol. Incluso mermaron drásticamente las situaciones de riesgo. Por eso, a veces se genera una sola y hay que tratar de meterla si se quiere ganar.

No obstante, el futbolista ha sabido adaptarse y, pese a todo, se ven proezas técnicas y partidos electrizantes. Hubo un bache notorio en el juego en el segundo semestre del año pasado. Ahora parece levantar en Europa, donde están los mejores intérpretes. Lo que ya nunca volverá es el romanticismo de antes, la fidelidad de los jugadores a un club, el amor por la camiseta.

El mercenarismo de los futbolistas es lamentable, firman contrato hoy se quieren ir mañana por una oferta mejor. Por eso valoramos extraordinariamente la decisión de Haaland de firmar con el City por nueve años y medio más, hasta 2034. Es un mensaje a todos sus colegas del mundo. Significa “me quiero quedar, soy feliz aquí, no estoy desesperado por irme a otro club, deseo ganar títulos con el City, quiero devolver el cariño con goles…”

Pero hay una realidad: cuando vemos videos de varias décadas atrás nos desanima aquello. Hemos vuelto a ver, completas, las finales mundialistas desde 1966 hacia acá y aquel fútbol nos parece elemental. Nunca se disputó, ni de cerca, una final tan espectacular como la de Catar 2022 entre Argentina y Francia (3-3).

Es comprensible, todo fue evolucionando: la pelota, los campos de juego, la indumentaria, el cuidado, el reglamento, la medicina deportiva… Quienes están convencidos de que el fútbol de antes era mejor argumentan: “Si pusiéramos a los futbolistas de hace cincuenta o sesenta años a entrenar como se entrena ahora, con la alimentación y preparación actual, con las tácticas modernas, serían unos fenómenos también”.

Efectivamente, quien nació con un don para algo determinado, se adaptaría a toda la metodología de hoy e igual brillaría. No hay dudas. Sin embargo, conseguiría menos proezas. Pelé dijo una vez “si yo jugara ahora haría tres mil goles, no te pegan como antes”. Se pega mucho menos, es verdad, pero se marca infinitamente más. No tendría espacios ni tiempo.

Lo que no se analiza es que, si tomamos, por ejemplo, a los 22 protagonistas de la final de 1970 y les damos toda la preparación y las condiciones actuales, pero los hacemos jugar con la velocidad, la intensidad, la presión y las marcas de ahora se equivocarían mucho más que antes y mostrarían menos técnica, menos precisión y magia. Y ESTARÍAN JUGANDO CONTRA LOS MISMOS RIVALES. O SEA, NO SE TRATA DE MAYORES O MENORES CAPACIDADES SINO DE MAYORES O MENORES DIFICULTADES.

Si tenemos diez minutos para vestirnos lo hacemos de una manera, si tenemos tres será de otra, menos prolija y más descuidada. Si nos dan diez metros para realizar una jugada, la haremos de una manera, si disponemos de dos metros, la haremos de otra y, sin duda, tendremos menos posibilidades de que sea exitosa. Si nos marca un rival, podremos intentar cierta jugada, si nos marcan tres, tal vez ni la intentemos. Si estamos libres de presión pensamos y nos movemos con libertad, si nos están encimando, estorbando, impidiendo la maniobra, ya no tenemos la misma facilidad creativa.

Por lo tanto, el entrenamiento, la alimentación y las nuevas tácticas tienen poco que ver, lo que cambió es el grado de dificultad, que es veinte veces mayor.

Es lo mismo que si una mujer joven y soltera se dedica exclusivamente a estudiar, y la comparamos con otra que también estudia, pero además es casada, trabaja, tiene dos niños que lleva a la casa de su madre antes de ir a la oficina para que se los cuide, debe hacer las compras al terminar la jornada y, al volver al hogar, hacer algo de cenar. Puede que las dos se gradúen, pero esta última tiene muchísimo más mérito por los obstáculos que ha debido enfrentar. El que antes gambeteaba a cinco hoy posiblemente eludiría a uno o dos y debería tocar la pelota porque se la sacan. El mayor impedimento reduce la capacidad de lograr hazañas. Técnicas o físicas.

Añoramos a los grandes cabeceadores de antes, los Spencer, Passarella, Zamorano, espectaculares, claro, no obstante, hacer goles de cabeza era menos dificultoso. En el área era común que hubiese diez jugadores, hoy hay 16 ó 18. Sólo es cuestión de contar en cada tiro de esquina que vemos. Y los arqueros de antaño por lo general no salían, se quedaban en la raya, ahora dan varios pasos hacia adelante y atrapan la bola o dan el puñetazo. No es tan fácil ver un gol directo de córner.

El fútbol es un deporte colectivo donde fascina lo individual. El hincha adora al héroe “que gana un partido él solo”, “que gambetea a cinco y mete el gol”. Pero la colectivización del fútbol fue desapareciendo las individualidades. Por eso pelean por el Balón de Oro jugadores buenos, aunque normales, como Vinicius, Bellingham o Mbappé. Así y todo, es notable que tres de los primeros diez goleadores de todos los tiempos sean actuales: Cristiano Ronaldo (919), Messi (850) y Lewandowski (682), primero, segundo y octavo. Y no sería extraño que, en los próximos tres o cuatro años el polaco trepe hasta el tercer lugar. Sería sensacional, por lo difícil que es ahora anotar goles.

Consultado sobre cuál fútbol fue mejor, el de ayer o el de hoy, Enzo Francescoli respondió con franqueza: “Hay diferencias, no quiero decir cuál es mejor o peor. Ahora es mucho más rápido, hay menos espacios y menos posibilidades de lograr cosas”. Enzo debutó hace 46 años y se da cuenta de que a él también le costaría más, por talentoso que fuera.

Por ello, al trazar un paralelo, prevalecen en la elección los futbolistas más cercanos a esta época. Y porque cada tanto aparece un deportista que supera a los anteriores. Nadie es el mejor para siempre. Djokovic, Nadal y Federer son los tenistas más grandes de la historia, y son de este tiempo. Lo mismo ocurre en todos los deportes. Guillermo Vilas, el atlante del tenis argentino, un sujeto lúcido, pensante, dejó una reflexión magistral sobre el ayer y el hoy: “Si me ponen contra el Federer de 2004 con mis mejores herramientas de 1977, yo no tendría opciones, me liquidaría por 6-1 y 6-2. Y eso, si tengo suerte. Lo mismo contra Nadal o Djokovic. Enfrentar a un tenista de 1900 contra uno de 2000 no es coherente, hay cien años de adelantos”.

(27/01/2025)

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