Monday 17 Feb 2025 | Actualizado a 20:27 PM

No es grave, todos ganan y todos pierden

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 17 de noviembre de 2024 / 21:39

“Uruguay es tan chico que para tirar un córner te tenés que ir a otro país”, bromeaba Marcos Lubelski, empresario futbolístico rosarino residente en Montevideo, quien sentía verdadero cariño por la patria de Artigas.

Esa miniatura demográfica que, toda entera, cabe seis veces en San Pablo, cinco en Buenos Aires y tres en Bogotá. Es lindo el “paisito”… pero duro futbolísticamente para el visitante.

Te lo hace sentir. Para dar una idea: siete veces se disputó la Copa América en tierra charrúa y nunca perdió un partido: fueron 31 triunfos y 7 empates, con 90 goles a favor y apenas 18 en contra. Ello muestra que como anfitrión puede ser amable, aunque no hace concesiones. Te hace pasar, pero tiene al perro al lado gruñendo…

Es cierto, Uruguay es resultado. Nunca tuvo compromiso con el juego, la estética es un problema de los otros, pero al resultado se llega con algo y, si le faltó preciosismo, le sobró temperamento. La actitud, la entrega, el compromiso son innegociables allí.

El mejor elogio a la Celeste es decir que nadie quiere jugar contra Uruguay. Ni Brasil (los uruguayos no le piden autógrafos a los brasileños, y menos desde el Maracanazo). Nunca se escuchó a nadie decir: “¡Bien…! Nos toca Uruguay”. Uruguay es el dentista en el juego de la pelota.

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En esta Eliminatoria, ya le ganó a Brasil, Argentina, Colombia y Chile. Que pase el que sigue… Luis Suárez le quemó el rancho a Bielsa. Vio que él ya no podía y prendió fuego desde afuera, pero el viernes Uruguay lamió sus heridas ganando un partido increíble a Colombia. Intuíamos que era el duelo más atractivo para ver siendo neutrales, como lo fue la semifinal de la Copa América en Charlotte.

Y resultó hermoso, vibrante, intenso, cambiante, dramático. ¡Esto es el fútbol…! No sólo presionar y presionar, también soltarse, atacar. Ganaba Colombia, ganaba Uruguay, empató Colombia, ganó Uruguay… Igualar a los 96 minutos es emocionante, perder a los 100 es decepcionante. Pero así es este juego maravilloso. Por eso los hinchas somos eternos peregrinos que buscan ese pedazo de fútbol que nos alegre el espíritu. Cruzamos ríos, atravesamos desiertos, escalamos montañas, desandamos valles, recorremos miles de partidos, muchas veces soportando tedio y cero a ceros hasta hallar una perla como esta de Uruguay 3 – Colombia 2.

Bello juego para los neutrales, épico para los uruguayos, amargo para los colombianos. Sin embargo, hay que acostumbrarse a esto. El fútbol está totalmente emparejado y perder es una posibilidad real. Argentina cayó ante Paraguay, Brasil apenas rascó un empate en Venezuela… Hasta el final del primer tiempo era un apacible triunfo colombiano, trastocado en el minuto 57 por un desgraciado gol en contra de Dávinson Sánchez, que hasta ahí era una figura enorme anticipando y rechazando. Uruguay estaba en la lona, se levantó y noqueó. Tres minutos después del 1-1, una buena combinación Maxi Araujo, Olivera, Aguirre permitió el 2-1 celeste que nadie podía imaginar y empezó otro partido, más vertiginoso, impredecible, de ida y vuelta total.

Entre el primer y segundo gol uruguayo hubo una contra de Colombia encabezada por Jhon Jader Durán con superioridad numérica, era pase cantado a Luis Díaz, pero Durán hizo la personal y la tiró afuera. Los compañeros lo miraron mal. Jhon Jader tiene grandísimas condiciones, puede ser una estrella en Inglaterra, sin embargo, debe bajarse del caballo. Como dicen los brasileños, “ele cree que joga mais do que joga”. No entendió todavía el espíritu colectivo de esta Selección Colombia. Esa jugada daba para anotar el 2-1. Uno piensa: por algo Unai Emery nunca le da la titularidad en el Aston Villa. Al ratito, Lorenzo lo cambió. Hay que ver si el martes lo vuelve a alinear de entrada.

* Basta de Suárez. Es lo que parece decir el triunfo uruguayo sobre Colombia. El terremoto que causaron las declaraciones del “Pistolero” quedarán atrás con este 3 a 2. Suárez no está más, la vida sigue.

* El milagro Alfaro. Días pasados sosteníamos que, en el fútbol actual, el técnico representa el 60% del éxito o el fracaso de un equipo. Tal vez más. Scaloni es un ejemplo, Lorenzo otro, Hansi Flick en el Barcelona, uno más. Y ahora lo de Alfaro, que ha obrado una transformación de asombro en Paraguay. Cinco presentaciones, invicto, tres triunfos y dos empates. Y dando vuelta los últimos dos, ante Venezuela y Argentina. Recuperó la garra guaraní, el estilo defensivo que caracteriza al futbolista paraguayo. Revolucionó el medio, hay una euforia nacional. Paraguay parecía encaminarse a una nueva frustración (lleva tres Mundiales sin ir), ahora todos aseguran que clasifica. Había jugadores, faltaba despertarlos. Le ganó bien a una Argentina algo aburguesada.

 * ¿Sin recambio…? Argentina sigue liderando las posiciones y con total seguridad irá al Mundial. Pero el motor está fallando. Ya suma tres derrotas, tres en once juegos. No es poco. No juega relajado, pero hay un aflojamiento general inconsciente. Messi no va a vivir para siempre. Alguien más debe ayudar a resolver los problemas. No se advierte un recambio. O no hay otros de este nivel o Scaloni no se anima a ponerlos para no fallarles a los que le dieron tanto. Juegan siempre los mismos, aunque no estén rindiendo. Uno de los que encarna la renovación es Alejandro Garnacho, del Manchester United. Fue tan pobre lo suyo que en solo 32 minutos puso en duda todo su futuro en la selección. Lo mejor que le puede pasar a la Albiceleste es que termine este año y volver con nuevos aires en marzo. Pero no será un arranque fácil: enfrentará a Uruguay en Montevideo…

* Anuncio. Brasil, este Brasil modesto de nuestros días, no pudo con Venezuela. Otra vez defraudó Vinicius, que además falló un penal (se lo tapó el arquero Romo). Con un agregado: debía patearlo Raphinha, el que mejor remata. Pero había que dárselo a Vini para que se reivindicara. Y salió mal. Hay algo peor: el anuncio de que la CBF está buscando un técnico grosso para el Mundial. Un Pep Guardiola, un Ancelotti para sustituir a Dorival Junior. Obviamente, esto viste de precariedad el proceso actual. Nunca es bueno ventilar ese tipo de deseos cuando hay otro profesional trabajando.

*Apuesta brava. La de Óscar Villegas, de ir a Guayaquil con un equipo B. Se sabía. Al mínimo error Ecuador lo podía facturar. Y el de José Sagredo no fue un error sino un horror: penal por una mano imprudente, absurda, increíble, expulsión y gol del 0 a 1. Ahí se derrumbó todo. No obstante, el entrenador tiene el crédito intacto. Si él diseñó esta estrategia para derrotar a Paraguay, hay que apoyarlo.

 * En cancha, 19. La tabla miente con Ecuador: dice 16 puntos, pero, en rigor, en cancha ganó los mismos 19 que Uruguay y Colombia, pasa que le descontaron tres por el famoso caso del colombo-ecuatoriano Byron Castillo. Un equipo excepcional en defensa, discreto del medio hacia adelante al que es complicadísimo vencer. Es más fácil cruzar el Sahara a pie que la línea compuesta por Angelo Preciado, Félix Torres, William Pacho, Piero Hincapié y Pervis Estupiñán. De lo mejor del mundo, sin duda.

No hay grandes reproches para nadie, ni para Argentina, ni para Colombia ni para Bolivia. Perdieron y a otra cosa. Todos ganan y todos pierden.

‘Entonces nos teníamos ni contrato…’

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 17 de febrero de 2025 / 00:01

“¿Qué si se televisó aquella final…? No, ¡si en Paraguay no existía la televisión…! Apenas había dos diarios, La Tribuna y El País. Y tres radios, eso era todo”.

Hipólito Recalde (hermano de madre de los reconocidos arqueros Ramón Maggereger y Luis y Arturo Galarza), un 8 con marca y llegada nos pintó la modestia de aquella primera final de la Copa Libertadores.

Fue el 19 de junio de 1960. Recalde marcó el gol de Olimpia frente a Peñarol en el partido de vuelta, en Asunción, pero Luis Cubilla puso el 1 a 1 y el empate consagró al equipo mirasol, que había vencido 1-0 en Montevideo con tanto de Alberto Spencer. A los dos -Recalde y Cubilla- los reunimos en Paraguay para entrevistarlos en 2007.

Irónico: Peñarol, que se había opuesto a la creación de la Copa, fue el primer “campeón de América”, como se llamó desde entonces al ganador de la célebre competencia. Y haría doblete al año siguiente.

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Tras varios congresos de la Conmebol, la disputa de la Libertadores fue aprobada el 2 de agosto de 1959 en Caracas con 8 votos a favor, uno en contra (de Uruguay) y una abstención (Venezuela). Justamente el abanderado del NO fue Washington Cataldi, delegado de Peñarol.

Luego se escribió una posverdad que lo situó como “el padre de la Libertadores”. Él levantó la mano votando en contra, lo atestiguan actas y diarios de la época. Todo indica que la idea de crear la Libertadores fue del médico y periodista chileno Antonio Losada, exdirigente de Universidad de Chile. Pero no tenía prensa.

Lo que si fue invento de Cataldi -genial- se implementó en 1966: que participaran los campeones y subcampeones de cada país. De ese modo Peñarol y Nacional entrarían siempre y además se aseguraban jugar dos clásicos con el Centenario a tope. Como es habitual, hubo críticas al comienzo, pero el torneo se robusteció.

No había televisión ni diarios deportivos, la cobertura de partidos con “enviados especiales” no era frecuente. Hasta la palabra “medios” se desconocía. Se le decía “prensa”.

Tampoco existían las redes sociales ni los teléfonos móviles, ni muchos escenarios aptos para albergar un gran evento futbolístico. Las canchas tenían más tierra que pasto. Esa final se disputó en el estadio Sajonia, entonces de pequeñas dimensiones; recién en 1974 fue rebautizado como “De los Defensores del Chaco”. Y se jugó de tarde, nos aclaró Recalde, “porque el Defensores no tenía luz artificial”.

La lumínica del coliseo asunceno se instaló en 1977, también para poder recibir a la ya popular Libertadores. Y los jugadores peñarolenses, sudados como estaban, subieron al bus y se fueron a bañar al hotel. Los vestuarios no tenían agua caliente.

El periodismo aún no estaba infectado del nacionalismo actual. La Tribuna, principal matutino paraguayo, dice en algunos párrafos de su extensa crónica: “Peñarol, desde el primer minuto (del segundo tiempo) se insinuó como una fuerza más armónica y técnica.

Fue muy visible el empinamiento de su labor”… “(Tras el empate aurinegro) El tanto constituyó merecido premio al mejor juego que venía exhibiendo el campeón uruguayo”… “(Cierre de la nota) El público saludó cordialmente a los jugadores de Peñarol, al término del partido, con una estruendosa y afectuosa ovación”. Aunque también comenzaban las “picardías”.

El estadio, que congregó a 20.000 personas aquella tarde, aún no tenía tribuna detrás de uno de los arcos. “Había un paredón. La gente se trepaba y miraba el partido desde ahí. Y si no le gustaba como estaba dirigiendo el referí, le tiraba piedritas con una honda”, evocaba Recalde entre sonrisas.

Y empezaban las avivadas de escritorio para sacar ventaja. En 1961, Peñarol debía enfrentar de nuevo a Olimpia, pero por semifinales. Roberto Scarone, técnico aurinegro en los dos primeros títulos, comentó: “Yo a Olimpia no lo conocía, entonces Güelfi (presidente del club) tuvo la idea de ir a verlo y con Washington Cataldi viajamos a Santiago de Chile para asistir al partido entre Colo Colo y Olimpia. Fuimos a Buenos Aires y de ahí a Chile. Olimpia le hizo cinco goles a Colo Colo y en los paraguayos jugaba un centrodelantero excelente, Cabral. Tuvo una actuación extraordinaria, hizo dos goles. Yo pensaba cómo hacer para controlarlo, porque nos podía dar problemas. Se lo comenté a Cataldi. ¿Sabe qué hizo…? Cuando llegamos a Buenos Aires de regreso fue a ver a Herminio Sande, presidente de Independiente y le dijo: <<Tenés que comprar un número 9 de Olimpia llamado Cabral>>. Sande le preguntó. <<¿Y yo para qué quiero un 9…?>> Cataldi lo tranquilizó: <<No te preocupés, después lo pasamos para Peñarol, pero no quiero que juegue contra nosotros”. Así se hizo: al mes, cuando se enfrentaron Peñarol y Olimpia, Cabral ya estaba en Avellaneda.

A comienzos de los ‘60 no viajaban hinchas visitantes a los partidos -algo inimaginable entonces- ni el torneo tenía la pompa y la repercusión de hoy. No hay constancia de que, tras la final, Peñarol haya recibido la Copa, que al parecer recién estuvo terminada para 1961. Era otro mundo. No había VAR ni tarjetas amarillas y rojas ni carrito de los lesionados ni habían aparecido las marcas deportivas. Los futbolistas eran profesionales hasta cierto punto. “Yo nunca firmé un contrato”, contaba don Hipólito. “¿Qué contrato? si ni sueldo teníamos. Nosotros no, pero los jugadores de los otros clubes trabajaban todos. Olimpia, el que mejor pagaba, nos daba cien guaraníes por entrenamiento, que eran cuatro a la semana. Y un premio por partido ganado. Si le ganábamos a Cerro, ahí sí, nos daban un 15.000 guaraníes, que no te hacía rico, pero era una platita”.

A su lado, Luis Cubilla asentía: “En Peñarol éramos 40 jugadores y practicábamos todos con una sola pelota. De los futbolistas, casi nadie tenía auto. Yo tenía una chatita y cuando pasé al Barcelona de España se la dejé a Pedro Rocha. Ni se la vendí, se la dejé nomás. Era todo muy modesto, pero teníamos un lindo grupo en Peñarol. Se festejaban los cumpleaños de las familias comiendo pastelitos que hacían nuestras esposas o con un asadito en el fondo, tomando vino con gaseosa. Con lo que nos dieron por esa final me compré un terrenito en Montevideo, donde luego levanté mi casa. Pero tampoco era gran cosa”.

Se había autorizado un cambio por equipo en los partidos, aunque casi no se utilizaba el recurso, a no ser por lesión. Y la Conmebol no pagaba premios, cada equipo se quedaba con su taquilla de local y punto.

Aquella Libertadores de 1960 comenzó tímidamente con 7 equipos y tuvo en total 13 partidos. Uno de esos siete pioneros fue Millonarios, que dio la nota goleando 6-0 a Universidad de Chile en Santiago. Tan poco ruido hizo esa versión inicial que el mismo Scarone lo ilustra con una anécdota: “Fuimos a Buenos Aires a jugar la semifinal con San Lorenzo un miércoles y el chofer de un taxi ni siquiera sabía que había un partido entre San Lorenzo y Peñarol. Y eso que el hombre era futbolero por lo que hablamos…”

Seis décadas y media después, acaba de empezar otra Libertadores, con 47 clubes y 155 partidos, cinco cambios por lado, televisión con 20 cámaras, millones de tuits y alta repercusión mediática. El choque consume horas de TV y radio en todo el continente desde varios días antes. Y ahora los futbolistas son millonarios. En estos 65 años, la rueda de la vida y del fútbol dio tantas vueltas…

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El espíritu de Di Stéfano

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 13 de febrero de 2025 / 00:08

¿Qué estadística o qué análisis táctico pueden explicar un partido cuando éste se rompe y se torna loco, ingobernable para los entrenadores como el Manchester City 2 – Real Madrid 3 del martes…? No hay. Ahí es cuando el papel donde está dibujado el 4-3-3 o el 3-5-2 se hace un bollo y va a parar al canasto.

Cuando el dato de pases en el primer tercio de campo o en la zona 14 no tiene ninguna validez. Los jugadores no son muñequitos manejados desde afuera. Son humanos y se ven envueltos por el torbellino de la emoción, del ida y vuelta y ya no razonan tácticamente, juegan.

Van y vienen a mil y en esa fuerza centrífuga aciertan o se equivocan y el resultado puede terminar siendo 3 a 2, 5 a 4 o lo que fuera. Y eso es lo que encanta al público, levanta a los telespectadores y diferencia a este deporte de todos los demás: es un volcán de pasión.

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Y si en esa batidora está involucrado el Real Madrid, el frenesí es aún mayor. Es un club que da todo por la victoria en cualquier partido y bajo toda circunstancia.

Es habitual verlo jugar mal, que no tenga un planteo eficiente, que falle en defensa o incluso que lo estén pasando por encima, parece un equipo de potrero con grandes luminarias; pero posee un tesoro que nadie más lo tiene y es que nunca está entregado: va siempre al frente. Y al que llega le hacen sentir que ahí hay que ir para adelante hasta el último aliento. El jugador lo percibe o se lo hacen percibir.

Ese es el gran legado de Di Stéfano. Imprimió al club su carácter feroz, indomable y vencedor. Es como dice José Santamaría: «En su vocabulario no entraba la palabra empate». Por eso uno va al museo del Real Madrid y es todo Di Stéfano por acá, Di Stéfano por allá. Él inventó ese fenómeno ganador.

Cuando llegó allí ya tenía 27 años y el Madrid sólo había ganado 2 ligas (1932 y 1933), pero en su primera temporada -1953/54- fue campeón y goleador. Los clubes dominantes eran Barcelona y Athletic de Bilbao, Alfredo cambió todo: conquistó 8 ligas, 5 Copas de Europa, 1 Copa del Rey, 1 Intercontinental y 2 Copa Latina, que entonces era importante. Y fue cinco veces Pichichi…

Ese espíritu de león que le imprimió no cambió más. Esto nos lo refirió Alfredo en persona: venía de estar tres meses en el Barcelona, que nunca terminaba de arreglar los papeles de su fichaje y estaba harto de que mañana, que pasado… Bajó del tren en Madrid y lo llevaron a conocer el viejo Bernabéu, entonces llamado Chamartín. «Qué hermoso estadio, me quiero quedar», le dijo al amigo que lo guiaba. Este le respondió: «Pero mirá que este club no gana nunca». Ahí le salió la fiera que tenía adentro: «No importa, un club que tiene este estadio es un grande».  Y mirando a Sara, su mujer, decidió: «Acá nos quedamos». Fueron palabras bíblicas. Desde 1953 a hoy es el club más vencedor del mundo, con docenas de remontadas memorables.

Como esta de Manchester, en la que perdía 2 a 1 y era dominado hasta el minuto 86 y se llevó la victoria en el 92. Lo ha hecho tantas veces… Es el tipo de triunfo que convence a un club, a sus jugadores e hinchas, de que está para campeón. Un éxito que vale doble si consideramos que viajó a Inglaterra con un solo central -Asencio- y cinco defensas lesionados: Alaba, Rüdiger, Militão, Carvajal y Lucas Vázquez. Improvisando a Valverde de lateral y a Tchouameni de zaguero. Pero el que entra asume el compromiso y disimula ausencias.

Ganaba bien el City con un gol de Haaland tras una preciosa combinación aérea Gvardiol-Haaland-Gvardiol-Haaland con buena culminación del noruego, infinitamente mejor definidor que Mbappé. El francés fue casi intrascendente en el juego y muy errático frente al arco, empató de casualidad: intentó rematar un centro, le pegó mal, con la tibia, pero la bola se enroscó, sorprendió al arquero Ederson y se metió: 1 a 1. Gol de pantorrilla.

Luego devino un penal claro de Ceballos a Foden y Haaland lo ejecutó magnífico, fuerte, rasante y pegado a un palo, inatajable para el magnífico Courtois. A propósito del penal, extraordinario arbitraje del francés Clément Turpin, tal vez el mejor silbato del mundo, hoy. Siempre sereno y con un altísimo grado de acierto. Cuando el réferi sabe tanto del juego como de reglamento se le facilita todo.

Los dos mejores entrenadores del mundo, hoy, son acusados de ineptos. A Carlo Ancelotti le dicen que no sabe de táctica, que se guía por corazonadas, que es un bonachón que se lleva bien con sus jugadores, les da confianza y ya. Nada tan erróneo. Ha estado en los clubes más grandes del planeta y acumula 31 títulos. Tiene el récord de Champions ganadas y exprime lo mejor de cada jugador. Sus equipos siempre muestran una moral de hierro y eso lo transmite el técnico al grupo, no al revés. No hay equipos valientes con técnicos timoratos.

Y a Guardiola -el más grande de la historia- se lo acusa de que le dan una Ferrari y la choca. Pero el mérito extraordinario de Pep es otro: a un club que vivió un siglo y cuarto en media tabla o descendiendo (tiene once descensos, entre ellos uno a tercera categoría) lo convirtió en un clásico del Real Madrid. No hay mejor partido posible en los últimos tiempos que un City-Madrid. Siempre que se enfrentan concitan la atención mundial. Y cuando el Madrid sale victorioso lo celebra como un título mundial. Así de grande es Guardiola.

Pero que sea el mejor no conlleva ser perfecto. “Dicen que los fantasmas no existen. Claro que existen si las personas se esfuerzan para ello. Di Stefano está vivo. Está vivo en esa cosa marcial que comparte con los madrileños, en la rabia cotidiana de Florentino, en ese Asencio que es un salvaje”, sostiene Diego Torres, periodista de El País, de Madrid. “Luego está este partido que yo creo que lo pierde Guardiola -sigue-. Él está convencido desde hace meses de ‘defenderse con el balón’, de que no puede ir a presionar con todo a campo contrario como lo hacía, que debe manejar la pelota en su campo esperando a que los rivales le salgan y no yendo a buscarlos como antes…. Más allá de la baja de Rodri, acá hay un cambio ideológico que veo como un retroceso. Ahora que la mitad de Europa quiere jugar como Guardiola, Guardiola quiere jugar a dormir los partidos. Los durmió contra el Liverpool, el United, el PSG, el Arsenal… e hizo el ridículo. Ahora salió a dormírselo al Madrid y llevó las cosas al terreno que mejor le convenía al Madrid, que fue a Manchester con un solo defensa central, un niño además. El City metió el 1-0 y se dedicó a quemar tiempo tocando la pelotita en horizontal y así, en lugar de llevar el partido al terreno donde el Madrid era más débil, en su defensa, se expuso a los accidentes, y cada pérdida de balón se producía a 30 metros del área del City. Guardiola volvió a traicionar sus ideas con futbolistas preparados para la aventura no para la especulación. Y dio otro paso más hacia su autodestrucción”, finalizó.

Es posible, sucede con casi todos los técnicos: les agarra un ataque de dirección técnica y quieren demostrar que están por encima de todo y de todos. E inventan cosas raras.

Los tacticistas se arrancan los pelos con el Real Madrid, es inclasificable, no entra en ninguna disquisición táctica, pero siempre sale a flote, y gana. Estando ordenado, gana, desordenado es más peligroso todavía. Y sigue aumentando su leyenda.

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‘Yo, el mejor de todos…’

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 7 de febrero de 2025 / 00:03

Nunca en la historia, en 150 años de fútbol, un futbolista llegó a los cuarenta años en el estado atlético de Cristiano Ronaldo. Está asombrosamente perfecto, impecable.

Pareciera poder seguir dos o tres años más en ese nivel físico, por lo que no es utópico que alcance sus objetivos de marcar 1.000 goles oficiales -lleva 917- y jugar el Mundial 2026. Cuatro o cinco décadas atrás, cuando alguien llegaba a los treinta o treinta y dos calendarios se lo tachaba de veterano.

Y lo era. Pelé se retiró de la Selección Brasileña a los 30. La carrera del deportista se ha estirado. Messi fue campeón y figura del Mundial -con 7 goles y 3 asistencias-, a los 35 años y medio. Lewandowski lidera a los goleadores en España próximo a los 37 y Salah atraviesa su mejor temporada en Inglaterra cercano a los 33. Lo vemos también en el tenis con el fenómeno Djokovic, quien sigue en la cima a los casi 38.

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Cristiano sopló sus 40 velitas el miércoles, dos días después de marcar un doblete al Al-Wasl de Emiratos Árabes Unidos. Y encabeza otra vez la tabla de artilleros de la liga de Arabia Saudita, que es más fuerte de lo que se cuenta. Es un caso de longevidad fabuloso, ayudado por el hecho de sufrir escasísimas lesiones en 23 temporadas. Es claro que él jamás entró en el roce con los zagueros y que aquella gavilla de Sergio Ramos, Pepe, Arbeloa, Marcelo, los dos Carvajal, Xabi Alonso jugaban de compañeros y no de rivales. Por eso y por su extraordinaria profesionalidad y cuidados luce como cero kilómetro.

Lastimosamente, la embarró en una nota exclusiva que concedió a su amigo Edu Aguirre, el ultramadridista integrante de El Chiringuito. Con una arrogancia jamás vista sentenció: “El mejor de la historia soy yo, punto final. Los números lo dicen”. Y siguió con su megalomanía: “¿Qué quiere decir la palabra goleador? Números, el que pone la pelotita dentro del rectángulo. ¿Quién es el mayor goleador de la historia? Yo creo que soy el jugador más completo que ha existido. Es mi opinión. Una cosa es un gusto, yo creo que soy yo. Hago todo en el fútbol. Juego bien de cabeza, tiro bien faltas, tiro bien del pie izquierdo, soy rápido, soy fuerte, salto… Una cosa es un gusto, te gusta más Messi o Pelé o Maradona. Entiendo eso y lo respeto. Pero decir que Cristiano no es completo, es mentira. ¡Soy el más completo!». Cerró a toda orquesta: “Sinceramente, no vi a nadie mejor que yo”.

Muhammad Alí también alardeaba de más, se ponía nariz contra nariz con Sonny Liston y le prometía noquearlo en el sexto asalto. ¡Y era Sonny Liston, que venía de triturar a Floiyd Patterson…! Pero cumplía, lo acababa en el sexto. Y antes de estropear su rostro lo ridiculizaba con su box magistral. Claro, Alí era un genio verdadero, no un esforzado gimnasta. Y además simpático, chispeante, inteligente. La vanidad, si es graciosa, hasta cae bien. No es el caso de Cristiano.

Desde luego, marcar 917 goles profesionalmente, ganar 34 títulos y cinco Balones de Oro es un mérito fantástico, pero por supuesto no es el mejor de la historia. Autoproclamarse superior a Pelé, Maradona o Messi es futbolísticamente sacrílego. No se lo cree ni él. Ese trío está varias galaxias por encima suyo. Y fueron campeones mundiales, que el portugués no lo es. Incluso hay varios más que ocupan un altar supremo: Di Stéfano, Cruyff, Platini, Zidane, Beckenbauer, Ronaldinho, Ronaldo Fenómeno, Xavi Hernández, Gerd Müller, Puskas, Garrincha, George Best. Auténticamente excepcionales, muy superiores en calidad de juego a CR7. Conste que a Di Stéfano y a Puskas los vimos sólo por videos y aún así nos cuesta excluirlos. Luego hay una docena del nivel Zico, Bobby Charlton, Michael Laudrup, Baggio, Baresi, Benzema, Neymar, Iniesta… figuras técnicamente exquisitas.

Pelé fue el futbolista perfecto, Maradona la habilidad sublime unida a una bravura casi suicida. Y Messi es una simbiosis de ambos con más velocidad y más conducción que ambos. Cristiano puede luchar en el rubro centrodelanteros goleadores. Con Müller, Van Basten, Romario, Lewandowski, Hugo Sánchez, Luis Suárez, su propio compatriota Eusebio… Es decir con los ilustres 9 de la historia. En ese escenario pierde ante la fiereza de Müller, la espectacularidad del mexicano, la clase magistral del holandés, la potencia desmesurada de Eusebio. No obstante, puede torcerles el brazo porque entre artilleros lo que prima es el número. Si uno anotó 917 y otro 560 la comparación empieza a perder sentido. Es como en los cien metros llanos: la marca dice todo. Uno dice “Usain Bolt 9,58” y no hay mucho que agregar.

“Los números están ahí…”, deslizó Cris, que ha vivido para engrosar sus números personales. Sí, las cifras son incontestables. El juego también. El fútbol se convirtió en la máxima pasión de la humanidad, casi comparable al sexo por la habilidad, el talento, la creatividad, el ingenio, la picardía, la gracia, la inteligencia, el encanto, la gambeta, el amague, el dominio y también la garra, el coraje, la intrepidez… Cristiano Ronaldo no encaja en ninguno de esos ítems. Alguien deslizó una pregunta: ¿A quién le gusta ver jugar a Cristiano Ronaldo…? Nadie se atrevió a responder. Es más un suceso estadístico que futbolístico. Con que te digan cuántos goles hizo, alcanza. “Hay jugadas en mediocampo o incluso más atrás, de Messi, Maradona o Pelé que te pagan las dos horas invertidas en ver el juego, que te arrancan una sonrisa así no terminen en gol”, comenta Ricardo Rozo, brillante analista colombiano.

“Creo que hay una animadversión hacia Cristiano”, protesta Andrés Magri, también colombiano, director de la revista Fútbol Total. Rozo le contesta: “No creo que haya animadversión. Es simplemente que una cosa es ser un goleador descomunal, un atleta impresionante y otra un jugador increíble. En el resumen del partido notas la diferencia: en el caso de Cristiano, alcanza con ver su gol, con los verdaderos genios tenías que ver el partido entero”.

En los grupos de fútbol que integramos por WhatsApp con prestigiosos colegas de toda América, España, Italia, se dio un largo debate acerca de las declaraciones de Cristiano Ronaldo, también se realizó una encuesta con cinco opciones: a) Es el mejor de todos; b) Está en el podio; c) En el top 5; d) En el top 10; e) Fuera del top 10. Nadie lo votó en las dos primeras, uno sólo lo incluyó en el top 5, tres en el top 10 y todos los demás lo dejaron fuera de los diez primeros. Y votaron decenas.

Son dos cosas diferentes: los goles y el juego. Sucede que en este tiempo donde se adora la estadística ha quedado un poco relegado el debate sobre el arte, la fantasía que hizo célebre a este deporte. Sin embargo, no ha desaparecido: Messi lleva 60.000 ó 70.000 personas a los estadios en la MLS y en Arabia acuden 12.000 a los partidos de Cristiano. La magia sigue prevaleciendo.

No obstante, ha sido un buen disparo marketinero el de Cristiano, instaló el tema y muchos que tocan de oído compran el mensaje. El presente tiene un efecto gaseosa, sube la espuma y hace ruido, pero el tiempo ubica todas las cosas en su justo sitio. A Cristiano también le dará el lugar que le corresponde.

(06/02/2025)

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Los hijos y los nietos, felices

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 3 de febrero de 2025 / 00:59

Ya está. Jhon Jáder Durán se va a Arabia Saudita. El Al Nassr pone 77 millones de euros más 13 en objetivos (seguramente alcanzables) y el corpulento delantero deja el Aston Villa. Se va a compartir ataque con Cristiano Ronaldo y Sadio Mané. El traspaso ha generado un gran debate: ¿está bien…? ¿está mal…? Está bien porque representa la máxima transferencia de la historia de un futbolista colombiano, lo que valoriza a todos los futbolistas de su país.

Está mal porque con semejante juventud ya lleva dos temporadas en la Premier League, la meca de todo jugador, y la deja para ir a un destino que, para muchos, es un cementerio de futbolistas. Está en la edad perfecta para descollar y ser una luminaria en el escenario soñado por todos. Se baja para convertirse en un ultramillonario, pero ya no estará en la élite.

Quienes despertaban temprano los sábados o domingos para ver los partidos del Aston Villa con la ilusión de gritar un gol suyo ahora podrán dormir un par de horas más.

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¡Ronaldo go home…!

Las redes sociales atraparon miles de comentarios. Los contra usaron hasta la palabra “mercenario”. Otros, menos extremistas, escribieron “decepcionante”. Y los pro (no tan futboleros, por cierto), aprobaron con “felicitaciones”, “adelante”. Hay que entender que es una decisión absolutamente personal y respetable. De la mejor fuente: el Al Nassr pagará a Durán 35 millones de euros por año, 2,9 millones por mes, 96.000 por día, 4.000 por hora… Eso, durante cinco años y medio, o sea 192,5 millones totales. Una operación brutal, una megatransferencia reservada a supercracks. Cuando a uno le ponen enfrente un contrato de tales proporciones y sólo tiene que firmar, seguramente le tiemblan las piernas. Es muy difícil decidir, y más cuando acabas de cumplir 21 años.

Es más de lo que ganó nunca James Rodríguez, más de lo que gana el propietario de cualquier banco de América Latina, más de lo que perciben, enteros, los planteles de la mayoría de los clubes de nuestro continente. Estamos hablando de un jugador joven, potente, técnico y con carácter, con un potencial luminoso, pero que en seis años de actuación marcó apenas 38 goles, no ha sido campeón y no es titular ni en el Villa ni en la Selección Colombia. Y no lo estamos demeritando, son datos de la realidad.

Dos opiniones de lectores de El Tiempo, de Bogotá, reflejan la polarización respecto a esta transferencia, que será inolvidable: “Lo de Duran es natural, es nuestra mentalidad. Por eso no tenemos ni tendremos nunca el nivel para ser campeones de nada. Pues nuestros jugadores juegan por plata no por gloria”, critica Alberto Farfán. En un punto diametralmente opuesto, Juan F. Yeped manifiesta: “Jhon, por favor, no lo piense dos veces, esta oportunidad es única y le garantiza un futuro a usted y a su familia!! El futbol es temporal, lesiones y situaciones fuera de su control pueden estar a la vuelta de la esquina. Disfrute cada minuto en Arabia”. La aprobación, únicamente basada en el dinero, gana por amplia mayoría. Realizamos un sondeo en Twitter y el resultado es claro: 66% se inclinó por la opción “Muy bien, será millonario”; el 34 restante votó por “No, es una gran decepción”.

Está claro que lo deportivo se querella contra lo económico, no al revés. “Va a jugar con Cristiano Ronaldo, puede aprender”, dicen unos, a manera de justificación. “Y a los 25 años puede volver a Europa”, agregan otros. No, en rigor, a los 27 años y medio. Que debería igual es la plenitud total. Si el propio Cristiano sigue goleando a los 40 (los festeja mañana) y Lewandowski lidera a los goleadores en España cercano a los 37… El tema es que justo ahora Jhon Jáder está en el momento perfecto de subir al estrellato, para que su silueta se refleje en la Luna… Y se va al desierto…

El grueso de quienes están de acuerdo se apoya en una idea: “Asegura su futuro y el de su familia. Con esa plata no tendrán que trabajar ni sus hijos ni sus nietos”. Agregamos bisnietos y tataranietos. Ahora bien, ¿quién instaló eso de que un atleta debe jugar para que no trabajen ni sus nietos…? El objetivo de un deportista es triunfar, conquistar títulos con sus clubes y su selección, ganar prestigio, llegar a la cima, dejar un legado, quedar en la memoria de los hinchas. Aparte, Jhon Jáder ya es millonario, cobra 75.000 libras a la semana, unos 93.513,75 dólares cada siete días. O, expresado de otro modo, 4.862.715 dólares anuales. Cuando terminara el vínculo con Aston Villa (también en junio de 2030) iba a tener un acumulado de 36.470.362 dólares. Da para tener el autito y la casita. ¿Cuánto se necesita para blindar el futuro de una familia…?

A los 21 años, Jhon Jáder ya ha sido objeto de tres transferencias importantes: de Envigado al Chicago Fire (1.700.000 euros), de allí al Aston Villa (20,15 M€) y ahora esta. Por eso uno se pregunta: ¿por qué nunca fue titular para Unai Emery…? ¿Por qué tan pocos minutos con Néstor Lorenzo…? Apenas 5,8 partidos sumando todas sus entradas.

Para Aston Villa es un negocio brillante, aunque no quería hacerlo. “El jugador se quiere ir”, declaró Unai Emery, sin dejar dudas: Durán estuvo de acuerdo, presionó. Y cuando es así el club no puede hacer nada. La pregunta es ¿acertó…? Sólo el tiempo lo dilucidará. ¿Volverá a Europa en 2030…? ¿El dinero lo relajará…? ¿Encontrará en Arabia el nivel que le permita pelear un puesto en la selección…? ¿Se llevará bien con CR7…? Sabemos del ego estratosférico de Cristiano y de las pocas pulgas de Jhon Jáder. Son personalidades fuertes. El colombiano no va a ir a jugar para el portugués. Un pase no dado, Cristiano que levanta los brazos protestando y pueden saltar chispas.

Exhumamos el derrotero de Neymar, que, atraído por el oro del PSG, en lugar de quedarse en Barcelona a ganar campeonatos con Suárez y Messi prefirió partir. Su huida a París fue desastrosa. Se apagó su luz, sufrió el hacha de una liga físicamente impiadosa, se llenó de lesiones. No pudo ganar la Champions, que para eso lo llevaron, ni el Balón de Oro. Y esa malaria se trasladó a la Selección Brasileña. Sus registros anuales, que en los tiempos buenos eran de 43 goles, 42, 39, comenzaron a bajar dramáticamente a 28, 23, 19, 17, 13, sin contar los prolongados períodos de inactividad. Cuando prevalece el dinero por sobre los sueños, algo falla. Ahora acaba de volver al Santos cantando el tango de Cadícamo. “Vuelvo vencido a la casita de mis viejos, cada cosa es un recuerdo que se agita en mi memoria”. 

La contrafigura de ambos casos es Erling Haaland, que hace dos semanas rubricó un nuevo acuerdo con el Manchester City por diez años. No es todo por dinero. Seguramente le han garantizado un proyecto deportivo ganador, con Guardiola al frente y compañeros de jerarquía para pelear por todo. Semejante renovación -hasta 2034- en un goleador consagrado, por el que suspiran el Real Madrid, el Barcelona, el Bayern, el Arsenal, el mundo árabe o la MLS significa “me quiero quedar, soy feliz aquí, no estoy desesperado por irme a otro club, deseo ganar más títulos con el City, quiero devolver el cariño con goles…” Seguirá en el Olimpo. Messi mismo, cuando el Barcelona le cerró la puerta en la cara, lloró, se bajaba el sueldo un cincuenta por ciento con tal de quedarse. Porque el Barça es el escalón más alto. Igual iba a ganar.

Pero son decisiones… Cuando alguien te sienta a una mesa y te dice “firme acá, hay 192 millones para usted…”

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¡Ronaldo go home…!

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 30 de enero de 2025 / 00:51

Los futbolistas han copado todos los ámbitos del fútbol: a su retiro son técnicos, asistentes, preparadores de arqueros, coordinadores, directores deportivos, representantes, comentaristas en televisión, ejecutivos de empresas de ropa deportiva y, lo último, presidentes y hasta dueños de clubes.

En la Argentina ya hay seis exjugadores que presiden los clubes donde fueron ídolos: Juan Román Riquelme (Boca Juniors), Juan Sebastián Verón (Estudiantes de La Plata), Diego Milito (Racing Club), Gonzalo Belloso (Rosario Central), Luis Fabián Artime (Belgrano) y Víctor Godano (Colón).

David Beckham encabeza la directiva del Inter Miami, Alexi Lalas la de Los Angeles Galaxy, Rui Costa la del Benfica y es muy conocido que Franz Beckenbauer, Uli Hoeness y Karl-Heinz Rummenigge presidieron, a su turno, el Bayern Munich. Pero hay decenas de casos más.

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Hasta poco tiempo atrás, José Francisco Cevallos y Carlos Alejandro Alfaro Moreno lideraron desde los despachos al Barcelona SC, de Guayaquil, Daniel Passarella y Carlos Babington llevaron las riendas de River y Huracán. Ariel Graziani es el flamante titular del Delfín, de Manta.

Algunos lo han hecho muy bien, como Verón, que hizo construir el nuevo y magnífico estadio de Estudiantes y ha ganado títulos, o los tres alemanes, que llevaron a la grandeza al Bayern Munich. Beckham logró que un club nuevito como el Inter Miami contratara a Messi y, con él, se hizo conocido mundialmente, además de convertirlo en un negocio redituable.

En cambio, a un coloso de los campos como Passarella le fue mal: bajo su presidencia River descendió por única vez en su historia. Cada día hay más. Kylian Mbappé es propietario del SM Caén, militante de la Segunda de Francia, a punto de bajar a Tercera. Gerard Piqué es dueño del Fútbol Club Andorra, de la Primera Federación, lo que antes era Segunda B. Futbolistas accionistas en club hay decenas.

Uno de los casos más resonantes es el de Ronaldo Nazario, quien el 3 de septiembre de 2018 se convirtió en el presidente del Valladolid, de la Primera División de España, al adquirir el 51% del paquete accionario en unos 30 millones de euros. Rumores de pasillo dicen que, en verdad, O Fenómeno no ostenta más que el 9% de esa participación, el resto sería de un grupo empresario, pero lo ponen de cabeza por su popularidad para atraer patrocinios y posibles acuerdos, su experiencia, sus contactos y su ojo para ver jugadores.

Sin embargo, la experiencia no ha salido bien, los fichajes han sido una pesadilla y deportivamente es un naufragio monumental. Ello, sumado a que lo ven como un presidente ausente, que nada tiene que ver con el club, ha generado un rechazo absoluto de toda la comunidad vallisoletana hacia la figura del exgoleador, al punto de organizarse manifestaciones pidiendo su marcha de la ciudad donde murió Cristóbal Colón. El domingo, en la derrota en casa ante el Real Madrid por 3 a 0, como en partidos anteriores, el estadio José Zorrilla lució un gigantesco mosaico amarillo compuesto por banderas y pancartas con la leyenda “Ronaldo go home” (vete a casa). Dada la relación de Ronaldo con el Real Madrid por su pasado como jugador, algunos pensaron que tal vez el presidente asistiría al partido para compartir palco con su amigo Florentino Pérez, pero sin demasiadas esperanzas. No acudió. No obstante, gran parte del estadio se pasó casi todo el tiempo gritando “Ronaldo vete ya”, “Fuera presidente” y “Directiva dimisión”.

La furia de los hinchas es tan grande con él que hace meses no va a ver al equipo de local por temor a ser agredido o a recibir insultos. Fue en la primera fecha del campeonato y no volvió más, pues el ambiente está tan espeso que podrían agredirlo.

Valladolid va último con sólo 15 puntos y 14 derrotas en 21 cotejos y, según la misma prensa de la ciudad, “no tiene la más remota posibilidad de salvarse del descenso”. Ha tenido derrotas catastróficas como con Barcelona (7 a 0), Atlético de Madrid de local (5 a 0) y los dos duelos ante el Madrid (ambos 3 a 0). En el medio, se fue el técnico uruguayo Paulo Pezzolano, quien tuvo un choque con la afición. Pezzolano lo dirigía en Segunda, el equipo jugaba mal y la gente coreaba “Pezzolano dimisión…” No obstante, en las últimas el equipo logró ascender y el día del festejo el entrenador les gritó burlonamente a los hinchas “Pezzolano dimisión…” Lo cual, como es lógico, cayó muy mal.

Pero este descenso inminente no sería tan grave si no se cuenta lo anterior. Ronaldo asumió en la temporada 2018-2019 y, desde entonces, el derrotero del equipo blanquivioleta ha sido catastrófico. Decimosexto el primer año con 17 derrotas, decimotercero el segundo con 14 caídas, descendido el tercero, subió en la 2021-2022, volvió a bajar inmediatamente en la 2022-2023, otra vez retornó a Primera en 2023-2024 y ahora está por hilvanar su tercer descenso en tres temporadas sucesivas en Primera. Un récord. Que parece decretado a juzgar por sus actuaciones y por estar tan abajo en las posiciones. Ahora lo dirige el argentino Diego Cocca, quien, de momento, no ha logrado enderezar la nave. El armado del plantel ha sido deficiente.

“Es penoso, porque el Valladolid tiene una bonita tradición en Primera, no es un equipo del ascenso”, dicen los cronistas locales. “De aquí ha salido Fernando Hierro y han pasado el Polilla Da Silva, Cuauhtemoc Blanco, René Higuita, Jorge El Mortero Aravena, el Mágico González, el Pibe Valderrama y tantísimas figuras más del fútbol español”.

Pero es seguro que semejante animadversión hacia su figura lo llevará a alejarse del club. Es cuestión de que aparezca el comprador. El mismo Ronaldo ha admitido que no sería un problema vender su participación en el club. De hecho, hay cantidades de millonarios deseosos de entrar en el mundo del futbol. Ya en la Premier League, la Serie A italiana y la liga francesa casi todos los clubes están manos árabes o de magnates norteamericanos, que están comprando también clubes brasileños y belgas. Incluso puede que ganara dinero, aunque lo venda en Segunda. Además, Ronaldo Nazario ha manifestado sin remilgos que quiere presentarse a las elecciones de presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF). Es su más deseado objetivo y para eso debe deshacerse de cualquier porcentaje de propiedad en clubes, por cuestiones reglamentarias.

En abril pasado ya se deshizo del Cruzeiro, del que tenía el 78% de la SAF, la Sociedad Anónima de Fútbol Cruzeiro, que controla el área futbolística del club donde se inició profesionalmente jugando. La vendió a Pedro Lourenço, un poderoso empresario fanático de los azules, cuya vida es una película. Lourenço comenzó de niño trabajando en minas de carbón con su padre y sus nueve hermanos e hizo una fortuna con un supermercado BH, al que le siguió una cadena, la más grande de Minas Gerais. Pedrinho, como es conocido, ya era un mecenas del club, hasta que finalmente lo compró. Los torcedores, felices. Cruzeiro estaba en la ruina y ahora están seguros de que el empresario lo ordenará y lo llevará de nuevo a la cima. Pero también manifestaron su alegría por el alejamiento de Ronaldo, a quien criticaban por no verlo comprometido con el club. Y por no verlo. Mostraba escasa presencia en Belo Horizonte, como en Valladolid.

Entrando al área le iba mejor.

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