Saturday 29 Jun 2024 | Actualizado a 00:51 AM

Mucha repercusión, escasa recompensa

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 20 de junio de 2024 / 21:43

Organizar la Copa América en Estados Unidos es una idea atractiva como caja de resonancia y por su efecto multiplicador.

La competencia crece en importancia, se expande, pasa a dieciséis competidores, une a las tres Américas y adquiere una dimensión similar a la Eurocopa, que no es poco decir.

Europa es el continente más próspero y engloba a 55 asociaciones, Sudamérica apenas tiene diez y en naciones con sempiternas crisis. Gran mérito de nuestro querido fútbol sudamericano, muy superior a sus países. Sin ir demasiado lejos, es más prestigioso el fútbol argentino que la Argentina.

Aunque en casi todos es igual. De modo que hay un rédito intangible que no se discute. Pero vender las joyas de la abuela amerita un resarcimiento considerable. Llevar la Copa a Estados Unidos suponía obtener grandes réditos económicos para nuestras asociaciones. Para eso la exportábamos, entre otras cosas.

No parece ser así. Fuentes de Conmebol informaron que los premios de la Copa América para las dieciséis selecciones participantes ascienden a 72 millones de dólares en total. Cada equipo recibirá un fijo de 2 millones por participar, o sea por disputar la primera fase. Eso significa que cada asociación cobrará unos 667.000 por partido. Como mínimo, sorprende.

Es una Copa que posiblemente genere ingresos por 2.000 millones de dólares entre taquillas, parqueo, comidas, mercadeo, publicidad y derechos de televisación (este certamen se transmite a 130 países comunicó el presidente de la Conmebol). En Estados Unidos los estadios están rodeados de gigantescos playones para estacionamiento pues todos los aficionados llegan en auto.

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Hay lugar para decenas de miles de carros y eso cuesta entre 40 y 100 dólares, por lo tanto genera recaudaciones casi tan importantes como las taquillas. Para este choque inaugural entre Argentina y Canadá, según adelantó Conmebol, se agotaron las 70.000 entradas entre todos los rubros. De modo que, sin contar hotelería y demás gastos fuera del estadio, posiblemente alcance los 50 millones de dólares. Uno sólo de los 32 encuentros.

Luego, al pasar de cuartos de final en adelante hay una escala de recompensas económicas. El campeón obtendrá 16 millones (aparte de los 2 iniciales), el subcampeón 7, el tercero 5, el cuarto 4 y así en orden decreciente. No obstante, y sólo por poner un ejemplo, parece insólito que Argentina, que presenta a Messi, quien llena todos los escenarios y moviliza cientos de millones, sea retribuida con 667.000 dólares por cada partido de primera fase. Si queda eliminada, eso es todo lo que obtendrá en la Copa. Es cierto que la retribución de este torneo reparte más del doble que el anterior, el de Brasil 2021, cuando la bolsa de cuartos de final en adelante fue de 19,5 M (en esta es 40) y el campeón se llevó 6,5 M. También cabe reconocer que en la gestión de Alejandro Domínguez los premios de las competiciones aumentaron alrededor del 350%. Realmente ponderable. Pero lo de esta Copa no cierra en función de los grandes ingresos. No condice. 

La campaña electoral para la reelección del presidente Joe Biden está muy enfocada en los residentes latinos, que ya suman 65 millones en Estados Unidos. Y su comité de promoción, entre otras vías, ha escogido muy especialmente la Copa América, que es un imán para los latinoamericanos. Decenas de millones de dólares invertirán en publicidad para convencer a los votantes latinos de las benignas políticas de Biden para los inmigrantes de esta parte del mundo.

“Biden planea un esfuerzo de organización y publicidad para latinos durante la Copa América. Un plan de gasto multimillonario durante el torneo internacional de fútbol apunta a conectar con votantes difíciles de alcanzar”, escribió ayer el colega Michael Scherer en el Washington Post. “Los planes incluyen la venta de camisetas de fútbol de la campaña de Biden, así como una batería de anuncios en televisión y digital en inglés y español en Fox, Univision, radio y otros medios digitales que cubren el torneo”, dice Scherer. Esto da una idea de la relevancia de nuestra Copa.

También, el hecho de que 14 ciudades solicitaran ser subsedes del torneo indica la apetencia que provoca la legendaria Copa y el negocio que representa. Además, es un tubo de ensayo para el Mundial 2026.

“No hay clima de competencia, para nada”, comenta Rafael Crisóstomo, fotorreportero peruano residente en Key Biscaine, península de la Florida. “Llegamos a Atlanta en avión esta mañana y la única referencia al torneo era un pasajero venezolano que llevaba puesta la camiseta argentina. Acá es así. Y en las calles tampoco se ve euforia”, completa Rafa.

Pese a ello, la Copa promete ser espectacular, por el fútbol y por la puesta en escena, con estadios espectaculares y rebosantes de público. Este es un torneo para la televisión, y eso es lo que verá el televidente: alegría, confort, grandes jugadores, selecciones mundialistas, Messi… La trastienda no le interesa demasiado. Pero hay una trastienda. Una vez que hizo pie en Estados Unidos, es difícil que la Copa retroceda en ciertos aspectos. Las federaciones sudamericanas no querrán que los premios bajen de esos 72 millones (que muchos piden a cuenta uno o dos años antes). Y nadie aceptaría volver a jugar con diez equipos, esto achicaría los ingresos. No será fácil devolverla a América del Sur. Pasó con la Copa Oro de la Concacaf. Al comienzo se jugó en El Salvador, Guatemala, Honduras, Costa Rica, Trinidad Tobago, Haití, México… Cuando llegó a Estados Unidos en 1991, no salió más de allí. Las últimas 17 ediciones se realizaron en la patria de Washington. Algunas, compartidas con Canadá o México, para democratizar un poco.

Eso puede suceder con la Copa América.

Cuando pierde la selección, pierde el país

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 29 de junio de 2024 / 00:40

Amigos, familiares, compañeros, público en general le preguntan al periodista: ¿Qué tal está la Copa América…? Buena, linda, aún no alcanza para tildarla de apasionante.

Con sorpresas: los dos triunfos seguidos de Venezuela, la victoria de Panamá sobre Estados Unidos, el empate de Costa Rica ante Brasil. Faltarían más goles, pero empiezan a llegar.

Aún con el calor que agobia a buena parte del territorio norteamericano (Canadá 1 – Perú 0 se disputó con 39 grados) y con campos de juego no muy aptos, se juega a fondo, hay intensidad, ida y vuelta y tensión, como los choques Colombia-Paraguay, Chile-Argentina y algunos con increíble ardor como Ecuador-Venezuela, Brasil-Costa Rica y EE.UU.-Panamá. Nos animamos a pronosticar que mejorará en los tramos finales.

* Uruguay, ese ogro. Nadie lo quiere enfrentar y es el principal candidato al título. Ya había terminado el 2023 de la mejor manera, venciendo con autoridad a Brasil y Argentina (a esta, de visita).

Este año luce aún mejor. Es un equipo joven, con un estado físico fantástico, con el carácter y el compromiso por la camiseta que son norma en la Celeste. Y con el Manual de Bielsa. Esto es, vértigo, ataque tras ataque, rápida recuperación, jugar mucho por las puntas. Los diez jugadores de campo que golearon a Bolivia 5 a 0 tienen un promedio de 25,6 años.

Perfecto para el desgaste físico que pide el técnico rosarino. Y, a pesar de la juventud, todos tienen años de Primera y de selección. O sea, frescura y veteranía al mismo tiempo. Los uruguayos tienen selección, mínimo, para dos Mundiales. Está claro por qué Bielsa no cuenta con Godín, Cavani, Coates, Vecino y tiene a Luis Suárez de suplente. Necesita atletas para 95, 98 minutos.

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* Reflexión. La dejó Bielsa en rueda de prensa después del Uruguay-Bolivia: «Cuando un equipo crea muchas opciones de gol y convierte un porcentaje alto de ellas, eso deja un saldo positivo. Uruguay, la mayoría de las veces que llegó a la altura del último tercio del arco rival, logró cambiar la velocidad de las jugadas y convertir las posesiones en situaciones profundas, de calidad y con peligro”, inició Bielsa. Lo que el Bambino Veira llamaba “cambio de ritmo” e insistía tanto en ello: “sin cambio de ritmo no hay sorpresa, y sin sorpresa no hay gol”.

* El dolor de Bolivia. Saber de antemano que vas a perder. Y perdés. Duro. Y nadie hace nada. No se dan cuenta que cuando pierde la selección, pierde el país. Una pena. A la tarde en el diario, en los pasillos, en la cafetería, la pregunta era la misma: “¿Cuántos nos mete Uruguay, hoy…?”. Y tras la puntual goleada, los memes, crueles: “Bolivia juega de rojo para que no sepan que son ellos”. Y por la noche, los comentaristas hablan de “la subida de los laterales”, del “recambio generacional”, “la línea de cuatro o de cinco”… Fruslerías. El problema es de fondo: de dirigencia, de informalidad, de falta de visión, de contratar técnicos baratos, de la inexistencia de un plan nacional de formación juvenil, de no tener un centro de entrenamiento modelo como todas las selecciones del mundo. “Hay que dejar de ser pesimistas, tenemos lo nuestro, hay talento futbolero, no seremos la selección campeona del mundo porque tenemos nuestra realidad y dificultades, pero sé que se puede y hay que creer en los bolivianos”. Lo dijo Fernando Costa, presidente de la Federación Boliviana, antes de subir al avión para Estados Unidos. “Hay que creer en el talento boliviano”, concluyó. ¿Cómo ser optimistas, ingeniero…?

* Subidón. En una sola jornada, el promedio de goles se elevó de 1,83 a 2,14 gracias a los 8 tantos en una sola jornada, Estados Unidos 1 – Panamá 2 y Uruguay 5 – Bolivia 0. La Copa empezó a calentar motores.

* Récord. Ya puede decirse que esta edición 2024 fijará una nueva marca de asistencia de público para la Copa América. La anterior era la de 2016, también escenificada en EE.UU., en la que se vendieron 1.504.635 boletos (a una media de 47.019 por partido). La actual, en los primeros 14 juegos arroja 713.492 (50.964 por juego). Y faltan 18 cotejos. Además, resta lo más sustancioso: la tercera fecha completa y la fase eliminatoria. Podría superar el millón setecientos mil pagantes y alcanzar los 300 millones de dólares sólo en taquillas, apenas uno de una decena de rubros de negocios. En la ronda final todos los partidos se jugarán en estadios para 65.000 a 80.000 personas.

* Horno. En la feroz (e injusta) campaña de desprestigio sufrida por el Mundial de Catar, la famosa revista Der Spiegel, la más importante de Europa, le dedicó su portad con un título catástrofe: “PAÍS HORNO”. No era tan así. Al menos entre noviembre y diciembre. Se trataba de un calor intenso, pero tolerable, y por la noche la brisa del mar traía un fresquito que obligaba a ponerse un abrigo. Y los estadios estaban climatizados. En el campo la temperatura era ideal para los futbolistas, entre 21 y 22°. En Estados Unidos, en junio y julio, cuando se disputará el Mundial 2026, el calor golpea duro. “Hace muchas semanas que en Miami estamos con 40 grados, y la humedad es insoportable. No se puede estar sin aire acondicionado”, dice Johani Ponce, periodista venezolana. “Barranquilla es una nevera al lado de esto”, agrega Tito Puccetti, narrador y comentarista estelar de RCN y Win Sports, de Colombia, hablando de Arizona, donde Colombia enfrentó a Costa Rica. “Es como estar en un asadero de pollos, pero ser el pollo”, ironiza Ricardo Henao, su comentarista. ¿Habrá refrigeración en el Mundial 2026…? Huuuuuummmm… Estuvimos en el de 1994 y nos cocinamos en Chicago, en Los Ángeles…

* El Gordo y el Flaco. El país más finito de América derrotó al más grueso. Y con solvencia. Panamá, 4,5 millones de habitantes, un hijo putativo de los Estados Unidos (335 millones), le dio vuelta el bote al equipo de la rayas y las estrellas. Perdía 1 a 0, atacó con furia todo el partido y terminó ganándole sobre el final. Con buen fútbol. Hace justo 30 años, Panamá estaba en el puesto 140 del Ránking Mundial. Hoy es el 43. Algo bueno pasa allí.

* El señor Naciones Unidas. Estados Unidos ganaba con gol de un fantástico delantero: Folarin Balogun, que parece un embajador de la ONU. Es nacido EE.UU., se crió desde los dos años en Inglaterra, tiene padres nigerianos y desarrolla su carrera en Francia. Posee triple nacionalidad y jugó en las selecciones juveniles inglesas, pero decidió defender la camiseta blanca. Tremenda potencia, 22 años, ambicioso para el arco. Ponerle el ojo.

(29/06/2024)

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Hagan goles, caballeros

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 28 de junio de 2024 / 00:23

Las colonias de residentes latinoamericanos en Estados Unidos agradecen tener la Copa América allí. Es un contacto maravilloso con su país, con sus raíces. Acude gente que en muchos casos ni es futbolera, pero que hace un viaje a la patria a través de la camiseta.

Y se reúnen en familia. Un señor boliviano que trabaja en Naciones Unidas compartió vuelo con nosotros y nos comentó: “Tengo cuatro hijos y varios nietos en Estados Unidos, ya arreglamos hace dos meses juntarnos todos en Orlando para el partido Bolivia-Panamá del 1° de julio”. No les molesta hacer un gasto importante una vez que su selección los visita.

Se embanderan con sus colores, sonríen, se ven felices. El resultado es accesorio, igual van. Son los mejores clientes de la Conmebol y de los organizadores norteamericanos. Los que llenan los estadios y consumen generosamente.

“Decepción nacional”, “Estamos en el hoyo”, “Negro panorama”, son los encabezados de los diarios mexicanos y resaltan que es la primera derrota de su selección ante Venezuela en la historia (0-1).

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La afición de México recontraabarrotó el SOFI Stadium de Inglewood, en Los Ángeles. Una mole gigantesca que oficialmente tiene un aforo para 70.000 espectadores, pero en el que se vendieron 72.773 boletos. Un penal de Salomón Rondón le dio el triunfo y la clasificación a la Vinotinto. Hace 49 años, en la Copa América de 1975, Venezuela caía 11 a 0 ante una Argentina “B”. O “C”, sin jugadores de Boca, River, Independiente, San Lorenzo… El tiempo no les ha pasado en vano, crecieron.

Venezuela ha clasificado con antelación a la fase siguiente y puede darse el lujo de poner suplentes en la última fecha, pero seguramente no lo hará pues en caso de perder el primer lugar debería jugar con Argentina y todos prefieren esquivar a los campeones.

No obstante, México se debatió con grandeza y merecía llevarse algo. Los últimos quince minutos fueron de un dramatismo asfixiante. México atacando por aire, mar y tierra, Venezuela defendiendo con el alma. Hasta un penal tapó su magnífico arquero Romo. En la última fecha chocan México y Ecuador, un duelo imperdible.

Los cuatro goles del Ecuador 3 – Jamaica 1 fueron bienvenidos para mejorar aunque fuera levemente el raquítico promedio de gol que se registra hasta ahora: era de 1,70 y pasó a 1,83, pero la Copa sigue con menos de dos goles por partido. Algunos lo adjudican al calor extremo que azota algunas ciudades, a los criticados campos de juego, pero en 2016 también se jugó en la misma fecha en Estados Unidos y hubo muchas más conversiones, la media fue de 2,84. O sea, un gol más en cada juego. Mucho.

En aquel torneo de 2016, el chileno Claudio Bravo, por entonces en el FC Barcelona, fue declarado el mejor arquero de la Copa América Centenario. Ocho años después, ya con 41 y dos meses de edad, volvió a la titularidad de la Roja y mostró un nivel sorprendente. Es sin duda el mejor guardameta de la historia de Chile. Evidenció dos cosas: la evolución notable del puesto de arquero y la extensión de la carrera de los futbolistas. Aún cuando los arqueros perduran más porque deben trajinar menos. Pero también los reflejos se van. Bravo luce impecable y sigue en el Betis español.

Ecuador cambió el chip frente a Jamaica, salió con una notable decisión de triunfo, aunque no fue tan sencillo como indica el resultado. Y la fatalidad que tuvo ante Venezuela en el minuto 18 esta vez se revirtió completamente en fortuna. Primero porque Hincapié (sigue en alto nivel) quiso mandar un centro desde la izquierda, la bola rozó el botín del jamaiquino Palmer y se coló en un ángulo alto del golero Waite. Luego, porque un cabezazo de Félix Torres en el área adversaria pegó en codo del lateral Gregory Leigh. No hubo intención alguna de tocarla con la mano, pero el VAR y el juez entendieron que sí era falta y se sancionó penal. Importantísimo que lo haya ejecutado Kendry Páez, y que fuera gol, para darle confianza y galones al joven de 17 años, quien, como ya dijimos, tiene enormes facultades técnicas, pero al que hay que ayudar en este comienzo de carrera en la más difícil de todas las funciones del fútbol: crear juego.

Fue un partido de ida y vuelta, con alta intensidad, en el que se percibió una diferencia de calidad a favor de Ecuador. Hubo 24.074 aficionados en las tribunas, casi todos ecuatorianos. Que podrían colmar un estadio, pero el sorteo destinó a Ecuador en la costa oeste, donde no está su colonia más grande. En Nueva York podría completar un estadio solo: en todo el estado viven 300.000 inmigrantes del Ecuador.

Lo más lindo de la tarde llegó final, en el minuto 91: el gol de Alan Minda. Por lo electrizante de la maniobra y por el corolario de la misma. Pugnaba Jamaica por el empate, hubo un despeje en el área tricolor y nació una contra mortífera. Minda corrió 60 metros con la pelota sin perder el dominio ni que se le adelante; aún perseguido, siempre mantuvo el control de la acción, y al llegar al área definió con gran seguridad al segundo palo. Un gol que dice mucho del autor y lo eleva a la categoría de jugador de selección, variante interesante para titular o primer cambio. Nadie hace ese gol sin ser bueno. Ya había mostrado las uñas en el debut ante Guatemala, en marzo. Y llega a la red.

¿Qué es Jamaica…? Un equipo físicamente espectacular, aunque sólo físicamente. Técnicamente les da con lo justo y poseen baja comprensión del juego. De los 16 que enfrentaron a Ecuador, hay doce ingleses -juegan ahí por la nacionalidad de sus padres-, un estadounidense y tres jamaiquinos puros. El hecho de que ocho de sus jugadores habituales actúen en Inglaterra no se nota, no hacen diferencia. Sí hay tres que, se advierte, son de otra categoría: Mikhail Antonio, goleador del West Ham, De Córdova-Reid, armador del Fulham y Ethan Pinnock, excelente zaguero del Brentford. Son dirigidos por un islandés, Heimir Hallgrímsson, quien no se levanta del banco en todo el partido para dar una indicación. Ni pestañea, nada lo altera.

Hallgrímsson combina su trabajo de técnico con el de odontólogo. Alcanzó la fama por tres sucesos: siendo DT de Islandia eliminó a Inglaterra de la Eurocopa 2016 al vencerlo 2 a 1; clasificó a Islandia por primera vez a un Mundial en Rusia 2018 y finalmente igualó con Argentina 1 a 1 en ese mismo torneo. Tres hitos. Los pacientes lo esperan impacientes en Reikiavik, pero ya mismo vuelve, Jamaica es el primer eliminado de la Copa.

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Opinión

El carácter intacto

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 26 de junio de 2024 / 21:03

Benjamín Méndez Vasconcellos, licenciado en Finanzas e Historia, 22 años, nacido en Nueva Jersey de familia ecuatoriana, fue este martes una de las personas más felices del mundo:  cumplió su sueño de ver en vivo a su ídolo Lionel Messi en su propia ciudad.

Pagó 450 dólares por una entrada al Metlife Stadium, compró la camiseta albiceleste con el número 10 y fue uno de los 81.106 espectadores que presenciaron el Argentina 1 – Chile 0. Desde los 6 años sigue a Messi. No hizo goles, Leo, pero Benja estaba exultante como el día de su graduación. Es lo que despierta Leo.

A la misma hora que el cotejo entre los trasandinos, cruzando la ciudad, jugaban los Mets y los Yankees, el clásico del beisbol neoyorquino con estadio a reventar: vendieron 42.824 boletos. “Messi los dobló. Él solo llena los estadios”, dice Rafael Crisóstomo, peruano con cuarenta años en Iuesei. Con lo que generó este tradicional choque, casi se solventa la participación de todos los equipos.

Es la mayor concurrencia en los 48 partidos que se llevan disputados conjuntamente entre la Copa América y la Eurocopa. Como contrafigura, en el duelo Canadá 1 – Perú 0 en Kansas City, tres horas antes, los pagantes fueron 15.625.

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Si mañana Messi jugara en Pakistán, Finlandia o Australia, también metería 80.000 personas. Y con entradas a precios exorbitantes. Son otros tiempos, es cierto, pero esto no se vivió nunca ni con Maradona ni con Pelé. En el país del béisbol, Messi está convirtiendo al soccer en fútbol. La AFA, la Conmebol y la FIFA desearían que Messi tuviera diez años más para seguir explotando su fenomenal magnetismo. Pusieron a Argentina en los estadios más grandes justamente para que los llene. Y los dos que lleva la Copa con entradas agotadas fueron los dos del campeón del mundo.

“Chile no es el clásico de Argentina, el clásico nuestro es con Brasil”, pregona fuerte Oscar Ruggeri en ESPN. No obstante, se ha convertido últimamente en un partido picante, esperado, donde uno preveé que se sacarán chispas. Y así fue. Primero porque a Argentina todos le hacen una fuerza adicional por ser el campeón, segundo por la historia entre ambos. La Albiceleste y la Roja se enfrentaron en 30 ocasiones por Copa América, con 22 triunfos argentinos y 8 empates. Chile nunca ganó. Pero los Chi-Chi-Chi le arrebataron dos finales por penales (2015 y 2016)  después de empatar las dos veces 0 a 0.

Y el atractivo lo aportó la aspereza, el rigor y la tensión con que se jugó. La atmósfera que adquirió el juego le confirió una belleza morbosa. Se jugó al límite, con gran despliegue físico. Argentina fue más, lo dicen la observación, las llegadas netas al arco rival y las estadísticas: 62% de posesión a 38%, 22 remates al arco frente a 3 de Chile, 11 córners a 0, situaciones de gol 8 a 2. Más el gol victorioso. Cifras demoledoras.  

No obstante, le costó a Argentina. Recién en el minuto 88 llegó a la red. Las aproximaciones al arco chileno fueron forzadas. La razón hay que buscarla en su mediocampo. Rodrigo De Paul, jugador clave, deja el alma en la cancha, como siempre, sin embargo no está claro; Mac Allister, el reloj que da siempre la hora exacta, ha bajado su nivel después de una temporada brillante en el Liverpool, aunque ante Chile esbozó una levantada. Y Enzo Fernández definitivamente está bajo, errático, desaparecido, sin peso en la creación de juego del equipo. Eso lo sufre el ataque, que no recibe balones con claridad. El arco, la defensa, Messi y los goleadores siguen en nivel óptimo y con eso le alcanza a Argentina para ganar partidos, como a Canadá o a Chile. Para aspirar al título deben volver a rendir a pleno los tres del medio.

Lo que sí mantiene el cuadro de Scaloni es el carácter. Esto sigue intacto. Muestran un temple fantástico, sobre todo algunos elementos como Cuti Romero, quizás el mejor zaguero del momento internacionalmente. “Es excelente. Tiene la mentalidad de un campeón del mundo. Tengo que trasladar lo que hay en él a algunos de los demás…”, señaló Ange Postecoglou, el técnico australiano del Tottenham. “A mí no me gustaría jugar contra Cuti. Y a la mayoría de los chicos no les gusta entrenar contra él. Es un verdadero competidor. Yo amo eso de él. Ya sea un entrenamiento o un partido, lo que ves es lo que obtienes con Romero», cerró. Alto elogio. Como Cuti, Dibu Martínez, Tagliafico, Nico González, Lisandro Martínez, el mismo De Paul, tienen una agresividad excepcional para presionar, pelear cada pelota y llevársela. Antes brillaban los del medio y no estaban finos los goleadores, ahora es al revés. Por eso los partidos le salen ajustados. Pero ganó el grupo y sigue en carrera. ¿Está para campeón…? Debería levantar el mediocampo, justo la zona donde menos variantes tiene. Pero es un equipo que va siempre de menos a más. Pasó en Catar. Insistimos, lo más notable es el carácter fantástico de estos gladiadores y la serena inteligencia de su técnico, Lionel Scaloni.

Ricardo Gareca mejoró a Chile, se nota aún perdiendo. Tiene otra actitud la Roja y va a pelear duro en los dos tercios que quedan de Eliminatoria. El DT mostró personalidad al dejar afuera a Arturo Vidal y Gary Medel, los capangas de la Generación Dorada. En el cotejo ante Argentina se pasó la mitad del tiempo gritando a cada uno de sus jugadores “apretá, apretá…”. Quería sudor y pierna templada. Los jugadores le respondieron. Va a ser otra cosa Chile con el Flaco.

En Kansas City, con 38/39 grados a la sombra, Perú cayó ante Canadá y ya marcó los pasajes de regreso. No fue menos, pero una irresponsabilidad de su zaguero Miguel Araujo lo dejó con diez hombres y esa es demasiada ventaja. Después de haber rechazado una bola, Araujo siguió con la pierna y metió un planchazo. Ahí se vio que Perú no podría aguantarlo. Le da con lo justo para empatar. Y Canadá lo aprovechó ganándole 1-0. Ya Perú llegó a la Copa sin Yotún y Renato Tapia, sus dos elementos de más jerarquía. Fossati lo paró defensivamente bien, pero adelante tiene carencias enormes. “Ya estamos muertos, eliminados. No queda otra que reestructurar la selección. Apostemos por un equipo fresco y nuevo. Más oportunidades a Zanelatto, Grimaldo, el gringo Sonne, quizá ellos nos hagan salir de este pozo doloroso en el que estamos”, escribe, Fernando Jiménez, director de Todo Sport, de Lima. “Pero qué les va a interesar a nuestros dirigentes, si determinan que en los equipos jueguen seis extranjeros y sumando también los nacionalizados. Cómo van a aparecer valores si nuestras divisiones menores no tienen oportunidad de mostrarse. No podemos tener tantos viejos en nuestra selección”, concluyó. Lapidario.

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Colombia y Brasil confirmaron su momento

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 25 de junio de 2024 / 21:38

Los organizadores se frotan las manos: apenas cumplida la primera fecha de la Copa América, el juego de momento no deslumbra, pero el negocio va de maravillas.

Este lunes Colombia-Paraguay vendieron 67.059 boletos (la colonia colombiana en EE.UU. es inmensa y esta selección cafetera despierta las máximas expectativas).

Y una hora después, Brasil-Costa Rica tuvieron 67.158 pagantes. Las taquillas son apenas una entrada del colosal movimiento económico que genera la Copa. El parqueo en los estadios es otro, fantástico, va de 40 a 100 dólares según la cercanía con el escenario; las comidas son otro, en Estados Unidos el público acostumbra ir a comer al evento deportivo.

El mercadeo de camisetas, bufandas, gorros, etc., un rubro más. La publicidad en las pantallas y el movimiento colateral que genera en hotelería, restaurantes, empresas de movilidad como UBER, en las compañías de aviación.

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Y, por supuesto, lo grueso: la venta de los derechos televisivos. La Conmebol informó oficialmente el lunes el alcance global de la competición: los partidos van a 192 países, o sea al mundo entero. La ONU tiene 193 miembros. Alguna islita habrá quedado descolgada, el resto, todo. Se está cumpliendo lo previsto: la Copa América en Estados Unidos es un monumental fenómeno de ingresos.

Es altamente probable que genere unos 2.000 millones de dólares en conjunto. Pero la selección que se va en primera fase se llevará míseros 2 millones. Por esto no será sencillo devolver el torneo a Sudamérica. En cualquiera de nuestros países no se recaudaría ni el 10% de estas cifras. Nuestras mismas asociaciones pedirán que se juegue allá.

Los números que no son tan elevados son los de goles: 15 en los primeros 8 partidos: no llegan a 2 de promedio, 1,88. En ese contexto, tal vez los partidos más bonitos de la primera fecha sean Uruguay 3 – Panamá 1, por el persistente ataque de Uruguay, por los progresos de Panamá, y Colombia 2 – Paraguay 1.

Este último, un duelo áspero, vibrante, de alta tensión, en el que Colombia confirmó la presunción de que hará un excelente torneo, incluso llegar bien arriba. La tarea de Néstor Lorenzo allí es redentora, tomó una selección vencida, atribulada, sin figuras, y la convirtió en una eficiente maquinaria que hilvana 21 partidos invicto, con 16 triunfos y 5 empates. Lo insólito es que Colombia, que juega al ras, ganara haciendo dos goles de cabeza… ¡a Paraguay…!  

A diferencia de otras selecciones anteriores, esta Colombia no promete, cumple. Sabe a qué juega, se despliega en campo contrario, tiene variantes de gol. Y está funcionando sin 9, porque da la ventaja de jugar con Borré, que ni es referencia de área ni es goleador.

Tampoco muy influyente en el juego. Pero ¿quién puede contradecir al técnico Lorenzo…? Ha puesto feliz a un país. Le ha dado un estilo de juego a Colombia y, sobre todo, una mentalidad ganadora. La selección que batió un récord de ineficacia en la Eliminatoria con 7 partidos sin gol ahora tiene gatillo fácil, convierte seguido.

Ha encontrado un once fijo, potenció a todos los jugadores, recuperó a James Rodríguez, gestor de los dos goles con exquisitos centros. James, sin dudas, es el mejor centrador del mundo. Por encima de Messi, de Alexander Arnold, de Modric, de Kroos… Se lo ve exultante a James ahora. Lo increíble: no lo tenía nadie a Lorenzo, es un descubrimiento tan notable como el de Machu Picchu.

No obstante su derrota, vimos un nuevo Paraguay. Volvió a verse aguerrido como antes, pero con variantes y tres o cuatro elementos ofensivos que, si Garnero los junta, pueden hacer ruido: Julio Enciso, habilísimo y talentoso, Micky Almirón -ambos actuando en Inglaterra-, Ramón Sosa, de quien se rumorea pasará a Europa en 20 millones de euros, y el ya conocido Ángel Romero. Cuatro que saben mucho. Está en el técnico atreverse a ponerlos.

Y luego Brasil, este Brasil desteñido, una rémora de aquellos Brasiles de tiempos pretéritos, donde había cinco o seis monstruos. Empató 0 a 0 con una Costa Rica que puso una línea de cinco pegada a su arquero, otra de cuatro al borde el área y uno más corriendo a los volantes rivales. Como contaba el Chiqui Úbeda un 10 de Huracán, cuando le preguntaban por un técnico argentino ya fallecido: “Antes del partido hablaba con los periodistas y les decía: ‘Vamos a salir a buscar el partido’. Después, cuando estábamos en el túnel para entrar al campo nos paraba y cambiaba el discurso: ‘Muchachos, ocho atrás y dos defendiendo’…”

Esa fue la forma de Gustavo Alfaro, pero le dio resultado: le arrancó un empate a Brasil. Que pujó y pujó, dominó los 98 minutos, pero no tuvo claridad. “Hoy se estrena Brasil en la Copa en busca de una nueva identidad”, tituló el lunes Folha de São Paulo. Al menos ahí no la encontró. Fue el mismo equipo mediocre de la Eliminatoria, en la que marcha sexto con 7 puntos sobre 18 disputados y sin grandes figuras. Vinicius se fue reemplazado después de fracasar por completo ante el marcador Jeyland Mitchell. “Una actuación digna de un Balón de Hojalata: cero finalizaciones, ningún regate completado y 18 balones perdidos”, escribió el diario Sport, de Barcelona. Fue reemplazado a los 70 minutos.

“Brasil tuvo un debut frustrante”, tituló Tostão en su columna de la Folha. “Le faltó calidad para construir maniobras de ataque desde el mediocampo”, agregó el excrack. El flamante entrenador Dorival se quejó del juego defensivo de los Ticos.

“Dorival Junior, con un equipo repleto de estrellas que juegan en las mejores ligas del mundo, criticando el juego de Costa Rica, que salió ayer con un once repleto de chavales sin ninguna experiencia internacional. No le pudieron hacer un gol a un portero que juega en la tercera categoría del fútbol español y resulta que el problema fue el planteamiento defensivo de Alfaro. Llevan sólo 2 victorias en 9 partidos y 5 encuentros no amistosos consecutivos sin ganar y ahora el problema va a ser el sistema defensivo de Costa Rica. Váyase usted a esparragar y devuelva a Brasil a donde merece, que ya va siendo hora”. Esparragar: echar a una persona de un lugar, su actitud me crispó y lo mandé a esparragar.

El tema es que Colombia navega a toda vela y no es descabellado pensar que clasifique como primero. Si ello ocurre, Brasil podría ser segundo y se encontraría con Uruguay en la fase siguiente. Un Uruguay que es una tromba física y voraz en ataque. Se cumplió la primera fecha de la Copa, no es para descorchar champán, tampoco decepcionante.

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¿Hay una Copa América…?

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 24 de junio de 2024 / 23:25

“Hay dos países donde en la prensa escrita no existe la Copa América 2024: Estados Unidos y, más marcadamente, Brasil (¿el país del fútbol…?)”. La sentencia corresponde a Ricardo Vasconcellos, editor de Deportes de El Universo.

Efectivamente, si uno se guía por esos medios, casi no se entera de que se está disputando una Copa. Brasil siempre vivió un poco de espaldas al resto del continente, es como otro mundo. Y en Estados Unidos apenas si aparece alguna noticia en los periódicos en castellano.

En el Diario Las Américas, de Miami, de habla hispana, la sección deportiva está encabezada por una amplia nota sobre la Copa Stanley, de hockey sobre hielo, el anuncio de un duelo en los Oilers de Edmonton y los Panthers de Florida. A un costado, mucho más pequeña, la información del estreno estadounidense en la copa de fútbol: “EEUU debuta con mano dura sobre Bolivia en Copa América”, titula, con una fotito de Pulisic.

Folha de São Paulo, el diario más importante de Brasil le da, entre muchas otras noticias, un mínimo recuadrito al legendario torneo sudamericano: “Brasil se estrena en la Copa América en busca de una nueva identidad”. Y adentro da la misma noticia junto a otras de básquet, vóley y una de Flamengo donde, dice, le desapropian el terreno donde iba a construir su estadio.

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Lo mismo acontece en Globoesporte, de la Rede Globo, en la revista Placar y otros. ¿Será que esta Selección Brasileña no despierta emociones…? Nosotros cubrimos la Copa América 2019 en Brasil y tampoco el despliegue era importante, aún jugándose allí. En el resto de los medios sudamericanos las coberturas son amplias, con suplementos, ediciones especiales, guías para seguir la Copa y muchas páginas.

La Razón, nuestra Razón, dio en su cuadernillo de deportes 16 páginas, 14 de ellas dedicadas a la Copa, y este lunes, 12. También regaló fixtures de bolsillo, de la Eurocopa y la Copa América. Olé, de Buenos Aires le destina 20 páginas diarias. El Universo otorga entre 5 y 6 páginas cada día a la Copa, sin contar que en su portal de internet y en redes sociales publica innumerables novedades del torneo.

Coincidentemente, en ambos países no se ha parado el campeonato local. La Major League Soccer sigue normalmente, hasta con dos fechas por semana. Y el Brasileirão marcha a todo vapor, jugándose también miércoles y domingo. Aparte, la Selección Brasileña actual, aunque pueda lograr el título, no conmueve a las multitudes. A propósito: Vinicius es hoy el principal candidato a ganar el Balón de Oro (Bellingham se desinfló un poco en la Eurocopa), pero ¿atrae público…? ¿Alguien irá al partido de Brasil para ver a Vini…? Pareciera haber un Vinicius popular y admirado en Madrid y otro en la selección, donde aún debe componer su historia. Aunque esta puede ser su eclosión con la Verdeamarilla. Cumplirá 24 años en pleno torneo, está en su cénit. Veremos.

Estados Unidos jugó su primer partido ganando 2-0 a Bolivia. Weston McKennie, el volante norteamericano de la Juventus y excepcional cabeceador, fue titular. Le había pegado un palo a la competición: “Es frustrante estar en un estadio con capacidad para 70.000 personas y que apenas entren 25.000. No hay atmósfera. Los terrenos son irregulares, se rompen a cada paso. En la Eurocopa todo el mundo juega en campos grandes y con césped espléndido. El juego se ve afectado positivamente”, reclamó. Sin embargo, ante Bolivia se registraron 47.873 asistentes, o sea el 59,84% de ocupación del AT&T Stadium de Arlington, en Dallas.

El problema con los rectángulos de juego es que son escenarios de fútbol americano y poseen campos sintéticos. Y, para la Copa, algunos simplemente han pegado planchas de césped encima del original, que no siempre agarra bien. Esto hace que los panes se deslicen o bien se levanten. De allí la queja de varios técnicos y futbolistas.

Bolivia sufrió un dominio aluvional en los primeros veinte minutos del juego con los locales, algo realmente pocas veces visto. A los 30 segundos ya su notable arquero Viscarra había salvado dos jugadas netas de gol. Y antes de los tres minutos perdía 1 a 0. Bolivia estuvo en algún momento en el pelotón de abajo de Sudamérica junto a Ecuador y Venezuela, pero la Vinotinto creció notablemente y Ecuador ni hablar, ha alumbrado excelentes futbolistas y para algunos es el tercero de Sudamérica, en cambio la Verde quedó atornillada al último puesto. “Todos avanzaron y Bolivia no sólo se estancó, retrocedió”, se lamenta Carlos Mesa Gisbert, expresidente de la República e historiador futbolístico. El partido terminó apenas 2-0 porque Estados Unidos pareció levantar el pie del acelerador. Bolivia no contrata técnicos consagrados para su selección (el actual es Antonio Carlos Zago, brasileño) y tampoco trabaja en la formación de juveniles. Y cuando no hay abajo, no hay arriba. Por ahí pasan sus males y sigue engrosando decepción tras decepción en los torneos internacionales. Si sumamos Eurocopa y Copa América son 40 participantes, Bolivia está último entre los 40 en el Ránking Mundial en el puesto 84. Una pena porque se trata de un país muy futbolero, como los demás de América del Sur.

“Que los jugadores pongan actitud, corazón”, eran los comentarios de los hinchas bolivianos en las redes. Nada que ver, los futbolistas dejan todo, simplemente son lo que son. No les da. En Bolivia hay una carencia de formación, no se trabaja en captar y producir jugadores. Y cuando no hay materia prima, la posibilidad de éxito es cero.

La costa este de Estados Unidos está sufriendo una ola de calor insoportable. “Hace semanas estamos con 38 /40 grados y con una humedad terrible. No puedes estar un minuto sin aire acondicionado”, dice Johani Ponce, periodista venezolana que vive en Miami. Allí, en el Hard Rock Stadium donde se jugará la final, ante 33.425 espectadores, Uruguay le ganó a Panamá 3 a 1. Partido raro. Pudo ser 6-1 o, en un momento, 1-1. Es el Uruguay de Bielsa, fuerte candidato por su entrega y por su voluntad de ir hacia adelante. Ataca, finaliza, recupera y enseguida vuelve a atacar. Una y otra vez. Falló muchos goles. Darwin Núñez, delantero inaguantable por ambición y potencia, erró varios, pero hizo uno preciso de volea. El equipo uruguayo que saltó al campo tiene el promedio perfecto de edad: 26 años y 3 meses. O sea, juventud y experiencia.

Ronald Araujo, el magnífico zaguero del FC Barcelona, sufrió un golpe de calor y debió ser reemplazado. “Casi me desmayo”. En esta Copa no hay estadios refrigerados como en Catar. A aguantar…

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