Hincha de Racing, dicen unos, de Independiente, reclaman otros. Él nunca lo aclaró. Gardel solía jugar a los dados con el misterio. Y ganarle.
En Toulouse no tienen dudas, lo dice el Registro Civil: Charles Romuald Gardes, luego mundialmente Carlos Gardel, nació el 11 de diciembre de 1890 en la rue Du Canon d’Arcole 4, del elegante distrito Compans Caffarelli.
En la Argentina tampoco hay titubeos: desde los 2 años, Gardel vivió siempre en Buenos Aires, su ciudad, a la que le cantó y de la que es su arquetipo: no existe nada más porteño que el Morocho del Abasto.
Buenos Aires ya sabemos, pero, ¿cómo es futbolísticamente la Toulouse de Gardel…? Tibia, o menos que eso, fría. Lo cuenta el máximo ídolo del club violeta, Alberto Marcico, aquel de Ferro, Boca y Gimnasia: «No son de los más pasionales. Me acuerdo de que en el primer partido nuestros hinchas aplaudieron a un rival por haber hecho una buena jugada, no entendía nada.
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Tarantini, que ya jugaba en el Toulouse, me explicaba que allá era así, pero yo estaba acostumbrado a que te putearan ni bien llegabas a la cancha del otro equipo. Aunque me adapté bien y Francia es un país que amo mucho».
Beto es Gardel en Toulouse. Estuvo siete años en la ciudad y también fue amado, por sus goles, pero sobre todo por su clase magistral en el manejo de pelota. El hincha tolosano lo adora porque nunca quiso irse a un equipo líder. Tenía una adicción terrible para un deportista: tomaba seis litros de gaseosas por día. No la cero, la de azúcar. Lo hizo durante años y obliga a preguntarse el crack estratosférico que hubiese sido sin esa carga para su físico.
Toulouse no respira fútbol, pero en cambio es la capital del rugby, en Francia y en Europa. De allí es el Stade Toulousain, el supercampeón de la liga francesa y también máximo vencedor de la Copa de Campeones de Europa. O sea, es el Real Madrid del rugby.
El Stade Toulousain es como una enredadera que no deja crecer a esa otra flor que es el Toulouse Fútbol Club, que nunca pudo coronarse en Primera División. Pero que tuvo una extraordinaria alegría en abril de 2023: ganó la Copa de Francia, nada menos que goleando 5-1 al Nantes en la final. Esa conquista dio mucho ánimo al club violeta y a sus hinchas, al punto de que su presidente, Damien Comolli, lanzó la idea de llevar el Stadium de los 33.000 actuales a 50.000 asientos, lo cual está en conversaciones con el alcalde local.
Comolli es un ejecutivo que ya fue entrenador y posteriormente director deportivo del Saint-Étienne, Tottenham, Liverpool, Fenerbahçe, entre otros grandes de Europa, y cuando el gigantesco fondo de inversión estadounidense RedBird Capital Partners adquirió el 85% del Toulouse en propiedad, la empresa lo puso en la cabeza del club.
RedBird Capital Partners es también dueño del Milan AC desde agosto de 2022, por el que pagó 1.200 millones de dólares. Los norteamericanos tomaron al club en la Liga 2, les llevó dos años ascenderlo, pero al tercero ganaron la mencionada Copa de Francia, la cual había obtenido una vez, en 1957.
A 677 km al sur de París, Toulouse es una preciosa y señorial ciudad atravesada por el río Garona, que aspira a ser la tercera de Francia detrás de la capital y de Marsella.
Es un centro universitario con decenas de miles de jóvenes -muchos llegados de todas la latitudes- y sede de la conquista espacial europea. En ella radica la mayor industria aérea del continente, donde se construyeron el Caravelle y el Concorde, dos símbolos de la aeronáutica mundial.
El sábado pasado, el Toulouse tuvo su acontecimiento del año: recibió al líder y multicampeón Paris Saint Germain. Y el Stadium estuvo a tope. Naturalmente RedBird Capital Partners quiere un coliseo para 50.000 espectadores, porque generaría mayores ingresos, pero el alcalde la ciudad, Jean-Luc Moudenc, les dijo algo así como “sería fantástico, pero, ¿quién paga la ampliación…?”. Y recordó que la refacción del estadio de Bordeaux, para llevarlo a 42.000 plazas, costó 350 millones de euros.
La fiesta no fue completa. El Toulouse, que aspira a un cupo europeo (en realidad no tiene material para lograrlo) cayó ante el PSG 1 a 0. El once parisino no presentó a todos sus titulares, los guardó para el choque de hoy de Champions ante el Brest. Ganó sin jugar bien, sólo por peso específico y mayor jerarquía.
Y por un gol generado por William Pacho, muy sólido y adaptado totalmente a su nuevo equipo. Llegó un tiro de esquina, ganó en el salto, su cabezazo dio en el travesaño y, al caer, la empujó el español Fabián Ruiz. El Toulouse fue apenas un soplo de entusiasmo, nada más.
No se le vio una idea, una táctica, una individualidad, un plan, nada. Si en los 96 minutos que dura un partido (este, por caso) nunca un jugador propio gana en el mano a mano contra un rival es imposible lograr desequilibrio. Lo primero que uno se pregunta es ¿quién es el técnico…? Respuesta: el catalán Carles Martínez, siempre entrenador de equipos de base, esta es su primera experiencia con el plantel de mayores. Con todo, va décimo en la tabla, lejos del descenso, aunque también de los puestos de copas internacionales.
La francesa es una liga físicamente africana en la que se busca formar y descubrir talento para luego venderlo a España e Inglaterra. No abunda la calidad, no obstante año tras año logran colocar Tchouamenis en 80 millones (un timo de proporciones bíblicas). El único que piensa netamente en lo deportivo es el Paris Saint Germain.
Muy meritorio, por cierto. Desde hace una década busca ganar la Liga de Campeones de Europa, y una vez alcanzó la final. “Para nosotros lo máximo era ganar al Marsella, la Copa de Europa no la veíamos ni en películas», recordó Jocelyn Angloma, antiguo jugador del PSG y de la Selección Francesa, de la época anterior a los cataríes.
Pese a que la prensa internacional no habla nunca bien del PSG, es una maravilla lo que han conseguido sus dueños cataríes. El fondo soberano Qatar Investment Authority compró en 2011 el 70% del paquete accionario del Paris Saint Germain en 50 millones de euros.
Hoy está valuado en 870 millones. Sabroso negocio. Pero más importante que eso, el emir de Catar lo ha convertido en una marca mundial, integra el grupo de los superpoderosos de Europa junto al Real Madrid, el Barcelona, Bayern Munich, Manchester City, etc. Y, sobre todo, es el club de referencia en Francia. Es Boca más River en su país. El rival a vencer. Todo en apenas trece años y medio. Y en Toulouse no fue la excepción.
Bernard Arnault, la tercera fortuna más grande del mundo (191.000 millones de dólares), dueño de Louis Vuitton y decenas más de marcas de lujo, acaba de hacerse con el control del París FC, un club de la Segunda a punto de ascender, para hacerle la guerra al PSG y convertirse en su derby, porque la Ciudad Luz es la única gran capital internacional sin un clásico de fútbol.
Allí en Toulouse, la cuna de Carlos Gardel, se llenó el estadio el sábado a la noche para recibir al cuadro capitalino con entradas agotadas. Pero si el Zorzal Criollo hubiese visto cómo juega el Toulouse no le hubiese gustado. Les habría cantado el tango Patadura, de Carreras Sotelo y López Ales.