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Futbolista de cine, vida de película

Muchos otros irlandeses del norte lograron fama en distintos ámbitos, ninguno alcanzó la idolatría del genial delantero. Belfast puede ufanarse de acunar a dos leyendas: de allí salieron el Titanic y el puntero que hizo delirar al fútbol inglés.

/ 17 de noviembre de 2019 / 18:10

Entre la parva de flores, coronas y bufandas del Manchester United que colmaban su tumba, alguien dejó un ejemplar del Daily Mirror de ese 25 de noviembre de 2005. Ese día, el Mirror salió con una enorme foto a toda portada de George Best con la camiseta de sus glorias, la roja del United y un título mínimo, aunque gigante, y en doble sentido: “THE BEST”. La imagen del periódico entre los claveles y las rosas tiene una connotación triste y a la vez epopéyica, encierra cariño, gratitud, nostalgia, idolatría.

Acababa de morir el más grande futbolista británico de la historia. Muerte joven de uno de esos sujetos que uno desea inmortales. Irlanda del Norte le dio funeral de estado en el castillo de Stormont a su hijo más célebre y 500.000 personas se congregaron al paso del coche fúnebre, algo jamás visto en el pequeño estado del Reino Unido. Durante muchos días, ya bien entrado diciembre, en pleno invierno, decenas de miles de personas desfilaron por el cementerio Roselawn, de Belfast, para darle su adiós, su ofrenda al sensacional jugador. Un día se contaron hasta 30.000 visitantes y debieron acordonar los pasillos para evitar desbordes. Poco después, la principal estación aérea de la capital de Irlanda del Norte pasó a llamarse Aeropuerto George Best. Muchos otros irlandeses del norte lograron fama en distintos ámbitos, ninguno alcanzó la idolatría del genial delantero. Belfast puede ufanarse de acunar a dos leyendas: de allí salieron el Titanic y el puntero que hizo delirar al fútbol inglés.

El destino tiene sus caprichos y excentricidades, también sus premoniciones. Conjuntó todas las habilidades futbolísticas en un niño de apellido Best, vocablo que significa “el mejor”. Vaya acierto… En Cregagh, barrio humilde de Belfast, lo descubrió Bob Bishop, uno de esos cazatalentos que pululan por los arrabales buscando perlas. El 1° de abril de 1961, Bishop fue al correo de Belfast y le envió un telegrama a su jefe, el célebre Matt Busby, manager general del club de Bobby Charlton. El mensaje era muy escueto: “Creo que te he encontrado un genio”.

Lo había visto en un partido de chicos: el Cregagh Boys Club venció 4-2 al Boyland con dos goles de George. Lo demás fue lo usual, hablar con la familia, tramiterío, viaje y colocarlo en una pensión en Manchester. Sus padres, Dickie y Anne, le compraron su primer pantalón largo para la ocasión. De entrada, reinó el espanto: apenas alcanzaba el metro 57 centímetros y pesaba 51 kilos. Quizás no sirviera para un fútbol rudo, muy físico. Pero sólo tenía 14 años, había que trabajarlo y esperar.

Apenas dos años y medio después, en septiembre del ’63, debutaba en Primera junto a Charlton y Dennis Law frente al West Bromwich Albion. Y unos meses más tarde se estrenaba la malla verde de Irlanda del Norte.

Ahí comenzaba la andadura de un atacante colosal, casi extraño como producto del fútbol británico de esa época, de fuerza, choque, carrera, centro y remate de cabeza o con el pie. Tenía una habilidad impropia de un jugador de esos lugares, era un gambeteador impredecible, encarador (los verdaderamente grandes no tocan para atrás o a los costados). Era difícil de parar, arrancaba, frenaba y salía imprevistamente para cualquiera de los dos perfiles. Hacía valer su velocidad y remataba brillantemente con ambas piernas, aunque lógicamente mejor con derecha, su diestra. Llevaba el 11 en la espalda, sin embargo, no estaba siempre en la punta, hacía diagonales o arrancaba como un 9 retrasado. La palabra para definir su accionar en el área es desparramo. Desparramaba defensas con frenos, amagues y enganches. Y definía rápido, con clase. Pese a su delgadez, le sobraba coraje, eso enloquecía a los hinchas.

“Era muy hábil y veloz, con una pegada bárbara. Tenía un dominio en velocidad admirable. Un caso atípico para el fútbol inglés, de una habilidad sudamericana”, evocó el querido Oscar Malbernat, quien lo enfrentó en la final Intercontinental de 1968 con Estudiantes. “Jugadores así, en Inglaterra, aparecen muy de vez en cuando. Por eso creo que lo querían tanto. Más allá, obviamente, del carisma y de la pinta innegables que tenía”, recordaba Cacho, quien lo marcó en el cotejo de ida. Malbernat era un férreo marcador, pero Osvaldo Zubeldía, un estratega notable preparando partidos, sabía que Best podía ganarle el partido solo y, aunque mantuvo el mismo equipo, cambió los laterales para la revancha. En Old Trafford, Malbernat pasó a la derecha y mandó sobre George Best a Tato Medina, un lateral asfixiante en la marca, que no daba un milímetro. Esa noche virtualmente no dejó respirar al de Belfast (también lo pateó y escupió, digámoslo). Y de las chispas que surgieron en cada duelo se fueron expulsados los dos. Negocio para Estudiantes.

Si Coutinho fue traspasado en 160 millones de euros hace dos años, no imaginamos la cotización de George Best hoy. Al Manchester United le costó reponerse del desastre aéreo de Munich, donde, entre otros, pereció su joven ídolo Duncan Edwards. Pero se reconstruyó futbolísticamente a partir de Bobby Charlton, un zurdo extraordinario, fino, goleador e inteligente, que se desplazaba como en patines. En 1962 fichó al escocés Dennis Law, el gran artillero del momento. Y con el ascenso de Best se formó un tridente célebre en el que, combinados los tres, marcaron 665 goles. Ganaron la vieja Premier de 1965 y 1967, y la Copa de Europa de 1968, dándole por primera vez el trofeo continental a Inglaterra. A la muerte del Chico de Belfast, se anunció que se levantaría una estatua conmemorativa de la “Santísima Trinidad” o United Trinity (Best-Law-Charlton), la cual se yergue frente al estadio de Los Diablos Rojos. En el término de cuatro años, los tres recibieron el Balón de Oro: Law en 1964, Bobby en 1966 y Georgie en 1968.

De los tres, este último era claramente el mayor ídolo de los hinchas. Su juego espectacular, atrevido y su irreverente estilo de vida lo entronizaron. A nivel nacional lo amaban; la consagración internacional le llegó en 1966, con 19 años, en un choque de cuartos de final de Europa frente al Benfica de Eusebio, entonces una superpotencia junto al Inter, el Milan y el Real Madrid. El Benfica estaba invicto a nivel continental en Lisboa y el United lo doblegó 3 a 2 con dos goles y una actuación brillante de Best. Por su genialidad, su cabello largo sobre la frente y su aspecto de niño bonito, la prensa portuguesa lo bautizó “El Quinto Beatle”, apodó que se le pegó para siempre.

Desde sus cualidades, Best podría haber sido campeón del mundo en 1966 como sus compañeros Charlton y Stiles, pero desde su nacionalidad debía contentarse con una realidad muy modesta a nivel selección. En aquellos tiempos, su Irlanda del Norte era Best y diez más. Esos diez, por lo general, futbolistas de clubes de la Segunda y Tercera División inglesa. No tuvo la suerte de disputar un Mundial o una Eurocopa.

Entrados los años ’70, comenzaron a rodearlo las noticias extradeportivas. El chico que había sido un modelo en su escuela, con excelentes notas, silencioso y tímido, era ahora un joven demasiado apuesto, famoso y millonario, un playboy. Las mujeres lo acosaban. Confesó que llegó a compartir sábanas con unas 2.000. De ellas, tres Miss Universo. Se enfrascó en otro partido, contra la noche, la bebida y los excesos. Era un ícono de la moda y conducía un Jaguar. Su rendimiento empezó a mermar y su carrera se acortó dramáticamente. George asistía más a las discotecas en Londres que a los entrenamientos en Manchester. En medio de escándalos y con sólo 27 años fue excluido del United, que, tras cartón, descendió de categoría.

Allí desandó un larguísimo derrotero por clubes menores, algunos ignotos, en Australia, Sudáfrica, Irlanda, Estados Unidos. Pero no pudo superar nunca el alcoholismo. Le trasplantaron un riñón, seguía bebiendo a mares y falleció en 2005. Medio siglo después de su estrellato, nadie ha podido destronarlo del pedestal. Y cada 25 de noviembre Irlanda del Norte lo venera.

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‘¡Marquen a los nuestros…!’

Jorge Barraza, columnista de La Razón

Por Jorge Barraza

/ 9 de febrero de 2025 / 22:04

Con su 5 a 0 a domicilio al Valencia por Copa del Rey, el Barcelona alcanzó un impresionante promedio de 3,11 goles por partido. Desde la llegada de Hansi Flick dejó los pases laterales, la cadencia, la posesión y va directo al ataque.

Juega al espacio para Lamine Yamal, Raphinha y Lewandowski y estraga defensas. En once ocasiones marcado 5 goles o más. Y aunque falta todavía mucha temporada, está a un solo gol de igualar su marca global del curso 2023-2024. El año pasado cerró con 110 goles en 53 partidos, ahora está en 109 con 35 salidas al campo.

Es un rodillo. En los dos choques de Copa le anotó 12 al Valencia: 7-0 y 5-0. Esto nos trajo a la mente un suceso acaecido en los albores del profesionalismo, referido por viejos maestros del periodismo que nos dieron aulas de profesión en nuestros inicios.

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Los hijos y los nietos, felices

Hace ya muchos años -86 exactos- el Racing Club de Corbatta y Perfumo, actual campeón de la Copa Sudamericana, produjo un hecho sensacional, que seguramente es un récord mundial, sobre todo por haber acontecido en el máximo nivel de juego. Marcó 8 goles en tres partidos consecutivos.

En tres domingos, uno detrás del otro, 24 gritos. Y en partidos oficiales. El 2 de octubre de 1938, en Avellaneda, aplastó a Platense 8 a 2. Siete días después, en La Plata, goleó a Estudiantes 8 a 2, y el 16 de octubre, nuevamente en su viejo estadio de madera, le hizo 8 a Lanús: 8 a 1.

Una proeza goleadora jamás repetida. Diez de esos goles fueron de Evaristo Barrera, un cordobés tan grandote que le llamaban “El Ómnibus”. Al año siguiente Racing lo transfirió al Lazio de Italia y, dicen, no volvió nunca más, ni de vacaciones, murió allá. Había surgido del mismo club de Dybala, Dertycia y Mario Kempes: Instituto.

Otros seis tantos fueron del Chueco García, de cuya fabulosa pierna izquierda supimos también por nuestros mayores. “La derecha la usaba para caminar solamente”, evocaba mi padre, simpatizante de Rosario Central, donde el zurdo deslumbró. Contaba maravillas del Chueco, refería una costumbre suya de limpiar todo el camino de rivales y dejársela en bandeja al “9” para que anotara, tras lo cual le decía “¡servido…!”.

También fue el ídolo del escritor Osvaldo Bayer, otro centralista irredento. Enrique García rivaliza con Félix Loustau, de River, y con Juan Ramón Verón y Oscar Mas por el cetro de mejor puntero zurdo de la historia del fútbol argentino. No obstante, hay coincidencias en sentar en el trono al Chueco.

Los hinchas y los diarios le amontonaban apodos como si fueran ofrendas florales: El Fenómeno, El Imparable, El Mago; finalmente se impuso y perduró para siempre El Poeta de la Zurda. Era de la época de los wines-wines, esos sujetos peculiares pegados a la raya que hacían maravillas y tiraban centros venenosos, más orgullosos de bailar al marcador que de marcar goles.

Enrique García excitó tribunas en los años ’30 y ‘40. Los futbolistas estaban lejos todavía de adueñarse del fútbol (hoy son los patrones que deciden cuando se van, cuando se quedan). El romanticismo era un manto que abrigaba toda la actividad. Se jugaba por el aplauso, por la camiseta y por el honor. Los jugadores soñaban con el pase a un cuadro grande, pero si se daba, se daba, si no, felices igual.

Con el Chueco se dio el primer caso de la historia en que hubo de recurrirse a una votación para decidir si era transferido o no. Defendía los colores de Rosario Central y Racing ofreció un dineral por su pase. Los hinchas centralistas no querían saber nada de perder al gestor de sus mayores alegrías domingueras. Se opusieron tenazmente. Sin embargo, la plata estaba, y era grande.

La directiva, para no sufrir costos políticos, llamó a asamblea de socios. Que decidieran ellos. Y se votó por el sí. En enero de 1936 Racing pagó unos 12.000 dólares más lo recaudado en un partido amistoso entre ambos. Era una cifra altísima. El Chueco se mudó a Avellaneda, para felicidad de la grey racinguista.

El segundo caso, en Argentina, se dio también en Central. Había surgido otro gigante: Mario Kempes. El Valencia de España lo quería sí o sí. El público canalla decía no y no. Y se llamó a votación. Se impuso, como siempre, el vil metal. Y el Matador se convirtió en el ídolo supremo de la historia futbolera valenciana. Nadie lo supera hasta hoy.

Hubo dos casos más de voto popular, estos dos en Uruguay. El primero fue el de Alcides Silveira, el inefable Cacho, fantástico zaguero y volante. Jugaba en Sud América, clubcito montevideano donde también apareció Alzamendi. Lo pretendía Independiente y la gente se oponía a venderlo.

Hubo sufragio. Aquí la anécdota: todos lo querían a Cacho, mas en la asamblea sorprendieron muchas voces desaprobatorias. “Que se vaya”, “No lo queremos…”, “Fuera, vendido”, “Andate, mercenario…” Resultado: ganó el sí. Pero ¿Qué había sucedido? ¿Por qué esos gritos? Pícaro, Cacho pretendía emigrar a toda costa y llevó a la asamblea a amigos, primos y vecinos. Ellos eran los que gritaban, armaron el clima e influyeron en los votantes.

El último, en 1983, fue el de Enzo Francescoli. Los parciales de Wandereres lo querían matar a Mateo Giri, presidente del club, por intentar cederlo a River Plate. Y el hombre se lavó las manos: que lo decidan los socios en asamblea. Ganó la venta y Francescoli pasó a ser un histórico de los Millonarios. Wanderers sigue igual.

Además de fantástico gambeteador, el Chueco fue un personaje que hablaba todo el tiempo en el campo. Ocurrente, bromista con sus compañeros, irreverente con los rivales. Más de una vez, luego de una jugada genial, volvía por donde había pasado y frotaba el césped con sus botines, como cepillándolo. “¿Qué estás haciendo…?”, le inquirían sus compañeros: “Estoy borrando la jugada para que no me la copien”, respondía.

Ponciano Souto, masajista de Racing durante aquellos años, contaba que cuando le tocaba trabajar sobre la pierna derecha del Chueco, éste le decía: “Esa no, esa dejala, ni la toques que la tengo de palo”.

Sin embargo, aquel Racing ultragoleador lo ponía muy serio a Enrique. Le tocaron años malos, sin títulos. Era un equipo muy irregular. Después de aquella proeza de los 24 goles en tres fechas, perdió con Tigre 2 a 1, con Independiente 3 a 2 y con San Lorenzo 5 a 3. El Chueco deslumbraba, el ataque era contundente, pero la defensa era un peligro, recibía muchos goles, sobre todo de cabeza. Una tarde, ante un nuevo córner para el rival, García bajó gritando “¡Marquen a los nuestros…!”

La frase entró en la mitología popular y el fútbol, constituido en una metáfora permanente de la vida, la incorporó a las cosas cotidianas.

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Ascarrunz y Pacheco, hoy en La Razón

/ 15 de enero de 2025 / 09:01

¿The Strongest es un club secuestrado…? ¿Por qué se perpetúa la crisis institucional en el club de Achumani…? ¿Hasta cuándo será gobernado interinamente…? ¿La Federación Boliviana de Fútbol tiene atenazado al club…? ¿Quién contrata técnico y jugadores…? ¿Montes, elegido democráticamente, no puede reasumir…? ¿En catorce meses no se han podido adecuar un puñado de artículos de los estatutos…?

Todos los interrogantes serán develados hoy a las 12.00 en Fútbol sin Anestesia, por el streaming de La Razón y en Palenque TV a través de una entrevista con Douglas Ascarrunz y Jorge Pacheco, expresidentes atigrados que se reunieron ayer a la mañana con Fernando Costa, titular de la FBF, para tratar de encausar institucionalmente al club oro y negro.

(15/01/2025)

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Opinión

‘Montes puede asumir, nunca fue notificado’

Montes nunca fue notificado de sanción alguna, por lo que podría reasumir su cargo se supo en Achumani

Héctor Montes en su etapa anterior en la presidencia de The Strongest

Por Jorge Barraza

/ 3 de enero de 2025 / 13:01

Alguien alertó a Héctor Montes de que, pese a que el Tribunal Constitucional Plurinacional lo restituía en el cargo de presidente de The Strongest, no podría hacerlo por una suspensión de 2 años que le habría impuesto la Federación Boliviana de Fútbol, en la que, al parecer, encuentra grandes resistencias.

Por ello, Montes no acudió la mañana de este viernes al club para reasumir sus funciones en prevención de encontrar algún tipo de conato o resistencia. O para evitar un mal momento. The Strongest es un club excesivamente politizado. Por ello fueron de avanzada el vicepresidente Jorge Nolasco y el directivo Marco Villegas para examinar en detalle la situación legal.

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No obstante, apersonados en el Complejo de Achumani para recabar información, periodistas de La Razón fueron informados de buena fuente que Héctor Montes nunca fue notificado de sanción alguna, por lo que podría reasumir hoy mismo su cargo.

Una veintena de periodistas se dieron cita en el complejo de Achumani esperando encontrar a Montes, pero éste no estaba y tras una hora de espera los periodistas fueron notificados de que no habría rueda de prensa, por lo cual se retiraron.

(03/01/2025)

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Las esperadas elecciones en The Strongest no tendrán lugar: Héctor Montes fue restituido como presidente de la entidad decana del fútbol profesional boliviano. El Tribunal Constitucional Plurinacional con asiento en Sucre dejó ayer por la tarde sin efecto la medida por la cual había separado de su cargo al dirigente atigrado.

Héctor Montes delante de un mural en el Complejo Deportivo de The Strpngest

Por Jorge Barraza

/ 3 de enero de 2025 / 10:28

La medida generó un gran entusiasmo en el stronguismo, que ya no soportaba más ver a su club bajo un interinato que en principio debía ser por 45 días y que finalmente se prolongó por un año y 50 días.

La Razón fue el primer medio periodístico que logró comunicarse con Héctor Montes, quien hoy regresaría a su despacho en el Complejo Rafael Mendoza de Achumani, aunque desde las primeras horas de la mañana ya hizo su desembarco en el club parte de su directorio, en las personas de Jorge Nolasco y Marco Villegas.

-¿Feliz, Héctor…?

-Imagínese… Feliz porque se ha hecho justicia y por la dimensión de la gente a la que me he enfrentado, gente muy poderosa.

-¿Cuándo fue informado de que volvía a su cargo…?

-Ayer como a las nueve de la noche. El abogado me comunicó.

-En un encuentro casual, usted nos había adelantado hace mes y medio que podía darse esta resolución.

-Sí, era cuestión de esperar, finalmente se resolvió para bien.

-¿Va a ir hoy a Achumani?

-Estoy analizando diversas cuestiones. Mi directorio ya está allá.

-Están circulando noticias de que Strongest tiene casi contratado como entrenador a Antonio Carlos Zago y a algunos jugadores, ¿se corta todo eso…?

-Hay que ver, lo estudiaremos, no tenemos que apresurarnos.

Héctor Montes ganó las últimas elecciones de la institución atigrada y asumió como presidente el 30 de julio de 2022; el 13 de noviembre de 2023 fue apartado del cargo por una resolución del Tribunal Constitucional Plurinacional, que ahora da marcha atrás.

-Héctor, ¿hasta cuándo entonces estará al frente del club?

-El abogado estudiará bien la sentencia y me dirá, pero entiendo que debo cumplir íntegramente mi mandato de cuatro años.

A último momento circuló una versión de que Montes no reasumiría por estar suspendido internamente por el club por dos años, lo cual está por resolverse.

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Fútbol mundial: Las claves del 2025

Por Jorge Barraza

/ 2 de enero de 2025 / 18:08

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