Esposa de fallecido por COVID-19 dice que se enteró del deceso por RRSS
La mujer cuestiona la falta de información que se le brindó durante el tiempo que su esposo permaneció internado en el Hospital Obrero de Oruro.

En las redes sociales circula una entrevista realizada por la periodista María Marca a la esposa del varón de 45 años que falleció el viernes en Oruro, por complicaciones en los pulmones provocadas por el COVID-19. Se trataría de la 22° víctima en el país por causa de este virus, y la primera en Oruro.
Durante la entrevista, la mujer cuestiona la falta de información que se le brindó durante el tiempo que su esposo permaneció internado en el Hospital Obrero de Oruro, al extremo de que se habría enterado de su muerte por las redes sociales y no por canales regulares, cuatro horas después de ocurrido su deceso. “Mi esposo fallece a las cuatro de la tarde, y a las ocho (de la noche) yo me enteró por las redes sociales (…) He renegado porque no me han informado nada”.
Inmediatamente después de enterarse de esta noticia por las redes, la mujer se dirigió al hospital. Allí le dieron un número para que se contacte con un doctor, quien recién le habría informado por teléfono sobre el fallecimiento del padre de sus hijos. Y esta deficiente comunicación habría sido una constante durante todo el tiempo que su esposo fue atendido.
Según relató la mujer, su cónyuge sintió los primeros síntomas del COVID-19, una tos el leve, el 22 de marzo, mientras se encontraba en la comunidad orureña de Sevaruyo, hasta donde se había trasladado para cosechar quinua. Allí habría trabajado durante tres días a la intemperie, bajo la lluvia y el sol, esfuerzo y condiciones que su entender habrían incidido negativamente en la salud de su esposo. Ya de regreso en la ciudad de Oruro, su condición empeoró gradualmente.
Dos semanas después de los primeros síntomas, acudieron el 3 de abril a un policlínico. Allí le detectaron indicios de neumonía e inició un tratamiento con antibióticos y otros inyectables durante tres días. Pero al no obtener buenos resultados, fue derivado al Hospital Obrero. En ese nosocomio le hicieron varios análisis y corroboraron que la neumonía se había agravado. Entonces inició un nuevo tratamiento con tabletas, el cual sin embargo tampoco dio resultado, por lo cual decidieron internarlo.
Ese día, miércoles 8 de abril, temprano en la mañana, la mujer se comunicó con su esposo gracias a que tenía consigo un celular, y le contó que había amanecido mejor. Sin embargo, a las 11.00 la llamó diciéndole que no se sentía bien y que no había nadie en el hospital que lo atendiese. “Estoy solito, me están descuidando”, le dijo. La mujer logró hablar con el doctor que estaba cargo y éste le aseguró que lo iban a tender. Poco después, aproximadamente a las 15.00, lo llamó otro galeno para informarle que él se iba a encargar de la atención de su esposo en adelante. Pero desde entonces la información fue escasa.
El jueves, sin poder contactarse con su esposo ni con ningún doctor o personal administrativo que le informe sobre su estado, acudió a su hermano quien consiguió el teléfono de un doctor amigo que trabaja en el mismo hospital. Y este especialista habría sido quien le informó que su esposo había sido trasladado a la unidad de terapia intensiva y que posteriormente tuvo que ser entubado. Al día siguiente falleció.
En la entrevista, la mujer no ocultó su malestar e impotencia no solo por la muerte del padre de sus hijos, sino también por esta ausencia de información que la mantuvo en vilo todos estos días.
Otro tema que llama la atención en este relato es la poca premura para confirmar o descartar los posibles casos de COVID-19, y la ausencia de controles para garantizar la cuarentena de los casos sospechosos. Por ejemplo, recién el jueves por la noche, un día antes del fallecimiento de su esposo, personal del Sedes la visitó en su hogar para informarle que la prueba de COVID-19 realizada a su conyugue había dado positivo. Además, les habrían dado “siete barbijos” para que se cuiden, uno para cada uno de los integrantes de su hogar; pero no así “alcohol en gel” ni algún otro material para el cuidado de las manos. E incluso con este resultado, la mujer pudo salir de su hogar al día siguiente rumbo al hospital para constatar el fallecimiento de su ser querido.