Bronco en La Paz, un show a todo coro, augurios de paz y cerveza que no hubo
Amenaza de lluvia, aunque unas gotas se zafan del cielo de La Paz y alarman a las casi 8.000 personas en el teatro al aire libre Jaime Laredo. Al frente, entre luces y pantallas gigantes, Bronco. La espera valió la pena.
Los integrantes de Bronco posaron la bandera boliviana en el cierre del show.
Imagen: Rubén Atahuichi
Amenaza de lluvia, aunque unas gotas se zafan del cielo de La Paz y alarman a las casi 8.000 personas en el teatro al aire libre Jaime Laredo. Al frente, entre luces y pantallas gigantes, Bronco. La espera valió la pena.
El grupo mexicano por fin tocó el jueves. Inicialmente, su show estaba previsto para el domingo 27 de octubre, pero inconvenientes derivados del conflicto político en el país —el bloqueo evista— evitaron su presentación.
“Salvamos de cero el concierto”, justifica uno de los organizadores al terminar la presentación del grupo “telonero”, Los Trampa, que, como aperitivo, cantó unas 10 canciones bailables, a su estilo contagioso.
Ante un público impaciente por la hora (el show debía comenzar a las 19.00) y la amenaza de lluvia en La Paz, pasa más de una hora hasta la presentación, en un video, del grupo mexicano. Óscar, que interactúa con José Guadalupe «Lupe» Esparza, el director y vocalista de la banda, recibe una torta con la inscripción 45, de los años del grupo.
Al mostrarlo al público, inicia la cuenta regresiva desde 45. Nadie le cree, y él la apura desde el 10, 9, 8…
Y los sonidos familiares de Que no quede huella inundan el teatro al aire libre, mientras unos futbolistas abstraídos del espectáculo hacen precalentamiento de su partido en la contigua cancha Zapata.
Lupe sufre el castigo de los años en sus registros de voz más altos. Se queja de la altura, pero promete lo mejor de sí. Sus potros, como llama a sus hijos José Adán (guitarra) y René Guadalupe (bajo), salen en su auxilio para hacer de primera voz mientras el maestro se acoge a las octavas. Es un coro potente.
Los complementan Arsenio Guajardo (acordeón) y Javier Cantú (batería), de quienes José Adán dice que son “solteros” y padres “luchones”.
“Gracias por acudir al relinchido de Bronco. Gracias por estar con nosotros. Bendito Dios, que se pudo dar la fecha”, agradece el director de la banda.
Fluyen los sones y la poesía. Dan ganas de un trago. El control de seguridad del ingreso al teatro se ocupó de lo más mínimo: no ingresó comida ni un táper, menos alcohol. De esto no sabe el animador de la banda, José Adán, que invita a un ¡salud! con su vaso de tequila en alto.
“Ni modo, ustedes no pueden entrarle al tequila. Es por la altura, no es por otra casa”, echa en cara al público, que responde que no lo dejaron ingresar una cerveza a las gradas.
“Es por salud”, se entromete Lupe. “Ustedes observan que no me muevo mucho, apenas llegamos hoy en la tardecita y no tengo que moverme tanto, porque parezco pez fuera del agua”, justifica el vocalista.
Y el potro muestra su tequila y “té de coca”.
Otras gotas de lluvia amenazan, y desde las cabinas de la Línea Celeste del teleférico se divisan flashes sobre el escenario casi copado en su aforo. La música invita.
No hay canción que los artistas no compartan con el público. El teatro es un coro general, más las primeras canciones del grupo que nació en 1979 en Apodaca, Nuevo León, en el norte de México, con José Guadalupe “Lupe” Esparza, Ramiro Delgado y Javier y José Luis “Choche” Villareal (+).
Solo los arpegios iniciales de una canción son una invitación para la algarabía. Así, fluyen, por ejemplo, Sergio el bailador, Adoro, Si te vuelves a enamorar, Corazón bandido, Oro, Dos mujeres un camino, Con zapatos de tacón, Mi peor enemigo o Libros tontos.
¡Vaya letra que emociona al público! “¿Cómo quieren que sus letras entren en mi mente? Sé muy bien que por su culpa perderé el semestre. Pero la quiero, la quiero. Perdónenme”.
También, Los castigados, esa historia de unos estudiantes fisgones de su profesora en un accidente incómodo. “Hubieran visto el coraje que le dio, andaba que echaba chispas y a todos nos castigó”.
Imágenes del show
Mientras, Lupe muestra que no es indiferente a los conflictos políticos en el país, que lo tiene 18 días bloqueado especialmente en Cochabamba. “Deseamos de todo corazón, cada uno de los Bronco, que las cosas estén bien aquí en su país, que todo esté en armonía, con salud y mucho amor”, augura.
Las emociones se juntan y el público se ha enganchado con el show. El vocalista propone un homenaje a los ausentes en vida, un padre, una madre, un hijo, un amigo… Choche. Suena Mi amigo Bronco. “Se murió mi amigo bronco, se fue a ver que hay más allá…”.
En Bolivia es Todos Santos, la fiesta del reencuentro con las almas. Falta solo unos minutos para la medianoche y comienza la retirada de los artistas.
Vuelven por un par de canciones. Y Lupe parece haber olvidado la poesía. Comienza a recitar luego de unos sones más. Es Laila. “Aquel que no fue ni tu novio ni tu marido ni tu amante ha sido quien más te ha querido y con eso, mi amor, con eso tengo bastante”.
Es el final, al lado termina el partido. Adiós, Bronco. ¡Felices 45 años! Lo despiden pancartas y aplausos.